Hay que denunciar y condenar los crímenes de los asesinos y las mentiras de las víboras.
En estos tiempos como en tiempos pasados hay verdades que han quedado y deben perdurar en la historia de la humanidad. Sabemos que esta historia es la lucha del bien contra el mal para garantizar la supervivencia humana. Y de esta confrontación han emanado verdades como estas:
No es bueno que a las naciones se les permita cometer crímenes con impunidad; y las armas que asesinan deben ser destruidas sin misericordia.
Cuando se constata la buena naturaleza y el corazón bondadoso de los pueblos, como es el caso palestino, víctima de la barbarie israelí, no podemos dejar de asombrarnos de qué modo los hombres son capaces de mentir; de cuán cruelmente suele distorsionarse el carácter de un pueblo y cómo los crímenes cometidos contra él suelen convertirlos en virtudes la lengua de víbora que difama astutamente a sus víctimas, pudiendo comunicar sus opiniones al mundo entero.
Desde su más reciente agresión masiva, Israel ha provocado, según las estadísticas de hace algunos días, más de 38 300 palestinos muertos y más de 88 250 heridos. Pero ¿cuántos más serán los cadáveres sepultados bajos los escombros de los edificios destruidos? ¿Cuál será la cifra definitiva de muertos hasta el día que los genocidas conducidos por Netanyahu decidan sentirse saciados en su barbarie y pongan fin a la guerra contra una población prácticamente inerme? Esa paz que es anhelada y solicitada por lo mejor de la humanidad, ¿vendrá cuando Israel quiera; o vendrá cuando quieran las potencias padrinas del genocidio, y en especial los Estados Unidos?
Se conoce que éstas potencias cómplices han armado y arman incondicionalmente a Israel y han impedido en la ONU todo intento de paz, como ha impedido que Palestina obtenga su status de estado miembro de la ONU.
Cuando ese día llegue, que habrá de venir temprano o tarde, después de martirizado el pueblo palestino, será el momento del saldo definitivo dejado por la guerra genocida, que quedará signado por las respuestas a las preguntas siguientes:
¿Cuántos kilómetros cuadrados de Palestina han sido usurpados y ocupados por Israel a partir de la división original que aprobara la ONU en los inicios de estas entidades estatales? ¿Cuándo y cómo se restablecerán los territorios originalmente establecidos?
¿Cuál será el saldo definitiva de muertes del pueblo palestino desde que se inició, a sangre y fuego, el asentamiento de los israelíes en tierra Palestina? ¿Cuántos años de existencias humanas representará ese acumulado de vidas cercenadas? ¿Cuántos millones de habitantes han tenido que emigrar en forma forzada e impedidos del regreso soñado? ¿Cuántos años de vidas minusválidas estarán presentes entre los miles de los heridos?
¿Cuántos de los seres humanos serán hombres y mujeres? ¿Cuántos serán niños y jóvenes? ¿Cuántos ancianos? ¿Cuántos serán los enlutados por la pérdida de familiares cercanos o lejanos? ¿Cuál será el nuevo saldo de esta nueva ola de emigraciones durante la presente agresión israelí?
¿Cuántos millones han sufrido cárcel, tortura, vejaciones, hambre y todo tipo de sufrimiento físico y emocional?
¿Cuántos años de quehacer constructivo, en todos los tipos de edificaciones de los palestinos, han quedado convertidos en escombros? ¿Qué tiempo llevará retirar esos escombros? ¿Cuánto tiempo llevará reconstruir nuevamente todo lo destruido? ¿Cuánto significará en recurso monetario esas construcciones destruidas y las nuevas reconstrucciones?
¿Cuál será el costo social, cultural, educacional, de salud, científico, económico, patrimonial, de esta tragedia provocada en Palestina por Israel y sus aliados de cualquier bandera, especialmente de los Estados Unidos?
¿Habrá un dictamen justo de la Corte Internacional de Justicia contra Israel por genocidio y a favor de Palestina? ¿Habrá alguna forma presente o futura de hacer cumplir la sentencia?
¿Cuándo Palestina será reconocido como un estado miembro de la ONU después de cesar el veto único y criminal de los Estados Unidos?
Mientras todas esas preguntas lleguen a tener sus respuestas parciales o totales, guardemos en nuestras conciencias estas verdades: No es bueno que a las naciones como Israel se les permita cometer crímenes con impunidad. Y, por supuesto, mientras esa hora llegue, hay que denunciar y condenar los crímenes de los asesinos y las mentiras de las víboras.
Wilkie Delgado Correa, Doctor en Ciencias Médicas. Doctor Honoris Causa. Profesor Titular y Consultante. Profesor Emérito de la Universidad de Ciencias Médicas. Premio al Mérito Científico del MINSAP por la Obra de toda la vida.
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