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No le debemos nada al Partido Demócrata (I)

Fuentes: Rebelión

Este análisis consta de cuatro partes que sintetizan una discusión interna iniciada en noviembre del 2016. El propósito es resumir lo que Unión del Barrio ha aprendido, lo que sabemos y lo que esperamos para ofrecer claridad política sobre lo que hay que hacer para resistir el fascismo trumpista en 2017, a comienzo del gobierno de Trump. Antes de poder prepararnos para lo que viene, debemos de tener muy claro todo lo posible acerca de nuestras condiciones actuales y cómo llegamos a esto.

Deja que el burro muerto muera

Durante los últimos días de la presidencia de Obama vimos un esfuerzo en los medios de comunicación para transformar en un mito la administración saliente. Esto fue el resultado parcial del creciente temor generado en relación con el gobierno entrante de Trump. También fue parte de una campaña para confundir y ocultar la verdadera naturaleza de la presidencia de Obama. Este mito de Obama quedó perfectamente claro en el discurso de despedida de Obama el 10 de enero de 2017 en Chicago. Como organización tenemos la responsabilidad de empujar hacia atrás la mitología de Obama y el miedo trumpista, y a cambio presentar un claro recuento del legado de Obama.

Para empezar, debemos terminar con el argumento de que reformar al Partido Demócrata es una opción viable para avanzar hacia el futuro. El Partido Demócrata no es nuestro amigo, y sólo mantiene una apariencia de estar del lado de los pobres, los trabajadores, los LGBT, la «gente de color», etc. A lo largo de sus ocho años en el poder, Barack Obama fue un maestro para que se percibiera que mantenía una moderación política y un auto-control. Su administración equivalía a un juego de máscaras multiculturales y seudo-progresivas, donde una y otra vez, un juego de mano dirigiría la atención del público hacia las «reformas» menos importantes, al mismo tiempo que apartaría la atención de las actividades político-económicas más reaccionarias. Con el Obama místico detrás de nosotros, la evidencia de esta falta de sustancia es inmediatamente observable en las políticas reales promulgadas por la administración Obama. Por ejemplo, a cambio de Acciones Diferidas por Llegadas en la Niñez (DACA por sus siglas en inglés), las promesas incumplidas de Acción Diferida para Padres (DAPA por sus siglas en inglés) y la llamada «reforma integral de inmigración», Obama hizo lo que ningún republicano fue capaz de hacer, racionalizar y normalizar casi 3 millones de deportaciones, no sólo más deportaciones que cualquier otro presidente antes que él, sino más que todos los presidentes anteriores combinados.

De hecho, esto se convirtió en un patrón en las políticas domésticas de Obama.

  • Obama fue celebrado como el primer presidente negro de los Estados Unidos, mientras que presidía la reacción más abierta contra negros y Raza. Como presidente Obama se mantuvo con los brazos cruzados para no vigilar una ola viciosa de asesinatos de personas negras desarmadas en manos de la policía a través de todo el territorio estadounidense, una agresiva campaña nacional de supresión de votantes negros y morenos y la continuación de la mayor tasa de encarcelamiento en el mundo. Además, Obama «perdonó» a algunos presos políticos, pero se negó a liberar a otros presos políticos importantes: Mumia Abu-Jamal, Ramsey Muñiz, Leonard Peltier y Assata Shakur.
  • Obama reunió las más amplias y diversas coaliciones electorales jamás vistas en este país para ganar sus campañas presidenciales de 2008 y 2012, sólo para desmantelar estas coaliciones inmediatamente después de sus victorias. Rápidamente se deshizo de su núcleo de apoyo entre los trabajadores organizados (EFCA), desmovilizo a jóvenes partidarios y progresistas, etc., de esta forma cedió espacio electoral a estrategias republicanas cada vez más agresivas de supresión de votantes, gerrymandering y control corporativo de las elecciones (Ciudadanos Unidos).
  • Obama eliminó «No pregunte, no diga» (DADT por sus siglas en inglés), apoyó públicamente la igualdad matrimonial, e hizo aperturas a la comunidad LGTBQ a nivel federal. Sin embargo, la legislación estatal se volvió cada vez más homofóbica, con Obama y el Partido Demócrata observando desde las líneas laterales como esta amplia reacción de derecha en contra de los derechos LGBTQ se desarrolló en todo los Estados Unidos.
  • Obama extendió ayuda limitada a un puñado de familias para salvar sus casas de la ejecución hipotecaria, apoyando el rescate de 700.000 millones de dólares de Wall Street y protegiendo a los capitalistas financieros corruptos de la acusación por haber cometido fraude contra millones de familias y haber hecho reventar la economía mundial en 2008.
  • La Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio (ACA, por sus siglas en inglés) o «Obamacare» hace que las formas limitadas de seguro médico sean menos costosas para algunas personas, mientras representan principalmente la mayor donación de fondos públicos a compañías médicas privadas y farmacéuticos en la historia. Los demócratas celebran cómo 20 millones más de personas tienen seguro de salud, pero el país no se hizo más saludable bajo Obama, y por lo tanto, aprendimos que más gente con seguro de salud no es el equivalente de que más gente tenga mejor salud. Por otro lado, los demócratas apoyaron la exclusión de raza sin papeles de ser cubiertos por la ACA.
  • Obama fue celebrado como un defensor del medio ambiente, mientras que durante su administración el poder del petróleo fue ampliado, el precio de un galón de gasolina se redujo a la mitad, y ni Obama ni Clinton nunca salió en apoyo de la No Dakota Access Pipeline (NoDAPL) protectores de agua. En cambio ambos guardaron silencio sobre esta lucha, mientras que la violencia fue escalada para aplastar la lucha ambiental e indígena más importante de los últimos 100 años. Además, bajo Obama, la producción nacional de petróleo estadounidense aumentó, el planeta se volvió más enfermo, la fracturación hidráulica se expandió y el agua en Flint, Michigan continuó envenenando a los niños negros.
  • Obama y la dirección del Partido Demócrata toleraron públicamente el «socialismo» socialdemócrata de Bernie Sanders, mientras que él era un contendiente a la nominación presidencial, aunque a puertas cerradas conspiraron activamente para aislar, desacreditar y socavar su candidatura cuando quedó claro que él estaba ganando más apoyo popular que Hillary Clinton.

Obama sigue siendo considerado por la mayoría de los demócratas como un faro de política interior progresista, aunque hizo todo lo anterior, supervisó el aumento en el poder represivo del estado y el desarrollo de nuevas tecnologías de vigilancia como una clara continuación de la administración Bush y sus Actas Patrióticas y el atrincheramiento del Departamento de Seguridad Nacional. A nivel internacional, existía un juego similar de percepciones liberales, a pesar de que esta administración demócrata fue más inquebrantable en sus esfuerzos multilaterales para impulsar el imperialismo estadounidense:

  • Obama ordenó la retirada de algunas fuerzas de ocupación de Afganistán e Irak, fue galardonado con un Premio Nobel de la Paz y negoció un acuerdo nuclear con Irán, mientras dirigía la continuación de múltiples guerras «vivas» (Sólo en el año 2016 más de 26.000 bombas fueron lanzadas), el derrocamiento violento de Gadafi en Libia y una expansión masiva de las guerras de aviones no tripulados en Pakistán, Yemen, Somalia y Libia.
  • Obama inició un proceso de «normalización» de las relaciones con Cuba, mientras siguió manteniendo el bloqueo criminal contra la isla, y activamente continuo apoyando una renovada Operación Cóndor para hacer retroceder las conquistas ganadas por las luchas populares de los últimos veinte años en toda Nuestra América. Los esfuerzos de Estados Unidos en Nuestra América bajo Obama incluyeron el apoyo a golpes militares e institucionales (Honduras, Paraguay, Brasil, etc.), la expansión de las bases militares estadounidenses, los asesinatos políticamente motivados (Berta Cáceres), la coerción económica, arrestos ilegales, apoyo abierto al extremismo violento de derecha (Venezuela, Bolivia, Ecuador), manipulación / censura de los medios de comunicación, etc.
  • Obama lamentó la narco violencia en México, y emitió su «preocupación» por los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. En vez de romper lazos con Felipe Calderón o Enrique Peña Nieto, ¿cómo manejó este gobierno demócrata el narco-estado asesino en México? Al apoyar el mismo régimen mexicano de marionetas neoliberales, desde el año 2008, lo dotó de apoyo económico – casi 3 mil millones de dólares para que los militares mexicanos lo utilicen para «medidas de seguridad nacional», cientos de millones en ayuda para «proyectos de democratización» e hizo de México, el tercer socio económico más grande de Estados Unidos con $ 531 mil millones de dólares en comercio anual. También es importante señalar que Estados Unidos es el principal mercado para el comercio de drogas en México, así como la fuente de otros US $ 25 mil millones en ingresos mexicanos provenientes de remesas, una cantidad que superó las ganancias petroleras mexicanas en 2015. Al igual que los presidentes anteriores, Bajo Obama, el gobierno mexicano NO tenía, ni necesitaba, el apoyo del pueblo mexicano para sobrevivir, sino que sólo permaneció un gobierno viable a través del respaldo directo del gobierno de los Estados Unidos. Además, México se ha convertido en la principal fuerza gubernamental para deportaciones de hondureñas / os, guatemaltecas / os y salvadoreñas / os, con un intervencionismo activo de la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos y de Inmigración y Aduanas dentro de territorios mexicanos. De hecho, uno de los queridos del Partido Demócrata, Alan Bersin, el responsable de la militarización de la frontera entre Estados Unidos y México en 1994, declaró recientemente que la frontera sur de Estados Unidos es ahora la frontera entre México y Guatemala.

Durante ocho años, Barack Obama y el Partido Demócrata recurrieron a una coalición electoral construida sobre el afecto, la identidad y el individualismo neoliberal, al tiempo que reforzaban los pilares económicos políticos del imperio: guerra global perpetua, deportaciones masivas, voracidad corporativa ( Tratado Trans Pacific – TPP), y el apoyo internacional para golpes militares. Es más, lo hicieron manteniendo la percepción de diversidad, moderación política y autocontención. En suma, todo este programa se redujo con la aquiescencia del Partido Demócrata y los liberales en general.

El Partido Demócrata, y de forma feliz, le dio a Obama una ceguera hipócrita hacia el estado militarizado de seguridad nacional y los diseños imperialistas de su administración. Mientras que el Gitmo de Bush fue denunciado como un centro de detenciones ilegales, tortura y violaciones de derechos humanos – imágenes e historias que representaban al Gitmo de Obama fueron censuradas y Obama fue absuelto de todos esos crímenes, al menos a los ojos del público. El Partido Demócrata no se preocupó por los drones armados, siempre y cuando fueran desplegados por Obama, contra «enemigos» sin nombre en tierras lejanas.

El Partido Demócrata no levantó la alarma cuando Barack Obama, Hillary Clinton y John Kerry persiguieron una estrategia general de interrupción y desestabilización de las naciones no conformistas neoliberales. El Partido Demócrata no resistió el golpe de Estado en Honduras, ni defendió a los niños no acompañados que se vieron obligados a huir después de ese golpe. En su lugar, Hillary Clinton dijo que «… envíenlos de vuelta».

El Partido Demócrata no impugnó la campaña de deportación masiva que se lanzó contra nuestras comunidades, y en su lugar buscó racionalizar estas deportaciones como una necesidad desagradable, para ganar el apoyo republicano a la «reforma integral de inmigración». A los demócratas no les importo el peligro latente antidemocrático que existía en la creación y despliegue de un aparato estatal capaz de emprender una campaña de deportaciones masivas, siempre y cuando permaneciera bajo el control de los demócratas. Durante ocho años los demócratas fueron calmados por una hipocresía liberal general que enmarcó reglas políticas más en acuerdo en reglas de identidad despolitizada y del neoliberalismo multicultural, del cual Obama fue su campeón.

Desde el 2008 hasta el 8 de noviembre de 2016, los demócratas permanecieron completamente convencidos de la fuerza sistémica de las instituciones electorales estadounidenses, de la superioridad política de su coalición neoliberal multicultural, del «mal necesario» de sus ambiciones imperiales y de la inevitabilidad del continuo control democrático de la Casa Blanca. Esto explica por qué la campaña de Clinton demostró ser completamente incapaz de desafiar a Trump, optando por responder al pro-fascismo trumpista principalmente con el espectáculo de los medios de comunicación (celebridades), ridiculeces («más fuerte juntos» o «ellos van bajo, nosotros alto», y consignas vacías («Estoy con ella»).

Aun cuando Trump llamó a Clinton una criminal en su rostro, el sinuoso Partido Demócrata prefirió conspirar contra su propia ala izquierdista leal, hacer propuestas a los republicanos «moderados», y complacer a los «círculos electorales» liberales que presumiblemente entregarían una «coronación» de Clinton. Ni siquiera durante los seis meses en que se permitió a la campaña de Bernie Sanders un acceso limitado a los medios de comunicación nacionales, hubo una crítica política económica sustancial de la guerra, el imperialismo, la degradación ambiental, el racismo o el capitalismo en general. Los analistas políticos liberales todavía están desconcertados de cómo podrían haber concebido el resultado de las elecciones tan equivocadamente, y siguen comprometidos a asignar la culpa a todos los demás por su propia incompetencia. En lugar de movilizar la resistencia de masas al fascismo trumpista, la dirección del Partido Demócrata esta, en su mayoría, silenciosa en estos días, escondiéndose en Washington DC, con la esperanza de encontrar alguna forma de «resistir» al trumpismo de manera segura, sentadas/os dando ordenes desde sus despachos.

No le debemos nada al Partido Demócrata. Es un partido de duplicidad organizada, oportunismo, sin principios políticos ni coherencia política alguna. Ideológicamente, está desmoralizado y en quiebra, con la excepción de permanecer agresivamente pro capitalista/imperialista y de ser partidario consistente del individualismo neoliberal. Más allá de la costa oeste y el noreste del país, es un fracaso como partido electoral nacional. En última instancia, el Partido Demócrata ha sido y seguirá siendo una organización anti-liberación, anti-independiente y con una ideología anti-revolucionaria.

Fin de la primera parte (de un total de cuatro).

PARTE UNO: No Le Debemos Nada Al Partido Demócrata: Deja Que El Burro Muerto Muera

PARTE DOS: El Odio Republicano Es Contra Todos Y Todo: Cuidado con el Elefante Muerto que Camina

PARTE TRES: Nuestras Luchas Trascienden el Sistema de Dos Partidos

PARTE CUATRO: Tocas a Uno, Tocas a Todos

Unión del Barrio:http://uniondelbarrio.org/esp/?p=608