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No lo olvide: las malditas guerras no son posibles si el buen pueblo no las respalda

Fuentes: OpenMike blog

Sé que hace ya dos semanas que nos hemos visto «libres» de la guerra de Iraq y que nuestras mentes están dedicadas a la nueva temporada de fútbol y a la Semana de la Moda en Nueva York. ¡Y lo más emocionante todavía es que la nueva temporada de otoño de televisión está por comenzar! […]

Sé que hace ya dos semanas que nos hemos visto «libres» de la guerra de Iraq y que nuestras mentes están dedicadas a la nueva temporada de fútbol y a la Semana de la Moda en Nueva York. ¡Y lo más emocionante todavía es que la nueva temporada de otoño de televisión está por comenzar!

Pero antes de que nos vayamos demasiado lejos de lo que todos quisiéramos olvidar, permítanme decirles algo simple, contundente y necesario:

Invadimos Iraq porque la mayoría de los estadounidenses -incluyendo buenos liberales como Al Franken, Nicholas Kristof & Bill Keller, del New York Times, David Remnick de la revista The New Yorker, los editores del Atlántico y la Nueva República, Harvey Weinstein, Hillary Clinton, Chuck Schumer y John Kerry- lo querían.

Por supuesto la verdadera culpa de la guerra la tienen Bush, Cheney, Rumsfeld y Wolfowitz, que ordenaron con «precisión» los bombardeos, la invasión, la ocupación y el robo a nuestro tesoro nacional. No tengo ninguna duda de que la historia registrará que fueron ellos los que cometieron el indiscutible crimen de la (joven) centuria.

Pero, ¿cómo pudieron salirse con la suya, teniendo en cuenta que habían perdido la elección presidencial por 543.895 votos? También sabían que la mayoría del país no querría probablemente una nueva guerra (una encuesta de Newsweek de octubre de 2002 mostró que el 61% pensaba que era «muy importante» para Bush obtener la aprobación formal de esa guerra por parte de las Naciones Unidas, lo que nunca sucedió). Entonces, ¿cómo lo lograron?

Lo hicieron consiguiendo voces liberales que apoyaran su guerra. Lo hicieron creando la apariencia del bipartidismo. Y convencieron a los líderes de otros países como Tony Blair para que también se embarcaran haciendo que pareciese que no eran sólo nuestras agencias de inteligencia las que cocinaban las pruebas.

Pero lo más importante es que hicieron que se llevara a cabo esta guerra (con el apoyo de la gente) porque Bush y compañía habían embaucado brillantemente al New York Times para que publicara un montón de historias falsas en las tapas del diario acerca de las «armas de destrucción masiva» que tenía Sadam. La administración alimentó alegremente esta falsa información, no a través de Fox News o del The Washington Times. Se lo dieron a Estados Unidos a través del periódico líder de la prensa liberal. Se debieron de reir a carcajadas todas las mañanas cuando al abrir el New York Times leían casi palabra por palabra las escenas y los temas de conversación que habían inventado en la oficina del vicepresidente.

Culpo más al New York Times por esta guerra que a Bush. Esperaba que Bush y Cheney trataran de conseguir lo que hicieron. Pero The Times -y el resto de la prensa- se suponía que los pararían haciendo bien su trabajo: el de ser un implacable órgano de control del gobierno y de las empresas, para luego informar al público y que éste pueda decidir.

En cambio, el New York Times dio a la administración Bush la cobertura que necesitaba. Se podía decir -y lo hicieron- «¡Hey, mira, hasta el Times dice que Sadam tiene armas de destrucción masiva!»

Instalado en esa metodología el grupo de Bush terminó por convencer a la friolera del 70% de la población de que apoyara la guerra, una población que le había dado menos del 48% de su votos en el 2000.

El temprano apoyo liberal a esta guerra fue el ingrediente clave con el que se vendió a la mayoría de la población. Comprendo que esto es algo que en realidad nadie ni los medios -ni la mayoría de nosotros- quiere discutir. ¿Quién de nosotros quiere sentir el dolor de tener que recordar que los liberales, uniéndose a Bush, hicieron que se desatara esta guerra?

Por favor, antes de que nuestra memoria colectiva se desvanezca, sólo quiero que seamos honestos con nosotros mismos y presentemos una versión no desinfectada de la forma en que comenzó esta guerra. Puedo garantizarles a los revisionistas que pueden estar seguros de que la verdadera realidad no figurará en los libros de historia.

Los niños que nacieron cuando comenzó la guerra comenzaron este mes su segundo grado.

Los niños que tenían once años en 2003 ya están es edad de ir y de que los maten en Iraq en calidad de «no combatientes».

Nunca entenderán cómo hemos llegado hasta aquí si no lo hacemos.

Así que permítanme decir esto claramente: Esta guerra fue ayudada e instigada por:

a) Los liberales que no se atrevían a asomar la cabeza y permanecieron en silencio, y

b) Los liberales que actualmente dicen que creyeron en la presentación de dibujos animados de Collin Powell en la ONU y luego aunque, en contra de su propio criterio, ofrecieron públicamente su apoyo a la invasión de Iraq.

Primero hubo 29 (traidores) senadores demócratas que votaron por la guerra.

Luego fue la vergonzosa exhibición de los reporteros que no pudieron esperar a ser «incluidos» para ir a dar una vuelta en un tanque Bradley.

Pero mi verdadera desesperación tiene que ver con la gente con la que yo contaba que haría una fuerte oposición a esa locura pero que nos dejó solos, como perdidos, a los demás mientras tratábamos de parar la guerra.

En marzo de 2003 ser un personaje público y hablar en contra de la guerra se consideraba de inmediato un suicidio profesional. Tome a las Dixie Chicks  (N.deT. trío femenino de música country). Su cantante, Natalie Maines, pronunció una sola frase crítica y su carrera murió inmediatamente y fue sepultada en ese mismo momento. Bruce Springsteen se pronunció en su defensa y un DJ de Colorado fue despedido por negarse a no pasar sus canciones. Así era todo. Grillos en todas partes.

Luego la MSNBC (N.de T. canal de noticias de Microsoft con la NBC) cesó al único crítico nocturno de la guerra, la leyenda de la televisión, Phil Donahue. Nadie en la red -ni en ninguna red- tomó la palabra en su nombre. Nunca más volvería el show de Phil Donahue. (cuando ocupó el horario de las 20:00 horas un periodista deportivo de nombre Keith Olbermann, se terminaba con quien, noche tras noche, fue el crítico más brillante y más feroz de la guerra). Hubo algunos otros -Bill Maher, Janeane Garofalo, Tim Robbins y Seymour Hersh- que no tenían miedo de decir la verdad. Pero, ¿dónde estaban los demás? ¿Dónde estaban todas esas supuestas voces liberales en los medios?

En su lugar, éstos fueron los invitados a volver en 2003 y 2004:

** Al Franken, quien dijo que él era «a regañadientes» «un partidario de la guerra contra Sadam». Y que seis meses después de la guerra estaba diciendo que: «Había razones para ir a la guerra contra Iraq… Yo me sentía muy ambivalente al respecto, pero todavía no sé si era necesariamente tan malo (ir a la guerra).»

** Nicholas Kristof, columnista del diario The New York Times, que me atacó y escribió una columna comparándome con el núcleo duro derechista que según Hillary había matado a Vince Foster. Dijo además que la gente como yo, era «la polarización de la cloaca política», y fustigó a cualquiera que se atreviera a decir que las razones de Bush para ir a la guerra en Iraq eran «mentiras».

** Howell Raines, editor en jefe del «liberal» New York Times, que estuvo, según el ex editor del Times, Frantz Doug , «entusiasmado» con los artículos que apoyaban el belicismo de Washington… que hizo pedazos a los que estaban en desacuerdo con la posición del gobierno sobre supuestas armas de destrucción masiva de Iraq y los presuntos vínculos con al-Qaida «. El libro «Hard News» informó de que «según media docena de fuentes de The Times, Raines quería probar una vez por todas que no estaba editando el diario traicionando sus creencias liberales… »

** Bill Keller, en ese momento columnista, del New York Times quien escribió: «nosotros los halcones reacios podemos estar en desacuerdo entre nosotros sobre cual es la lógica más convincente de esta guerra -la protección de Estados Unidos, la liberación de los iraquíes oprimidos o la reforma de Oriente Medio- pero por lo general estamos de acuerdo en que la lógica de mantenerse en pieno se sostiene… nos urge ver una alternativa que no se base en una ilusión»

(El New York Times es tan de izquierdas que cuando se retiró Raines fue reemplazado por Keller)

** The New Yorker, la revista inteligente para los liberales de verdad, encuentra a su editor en jefe, David Remnick, apoyando en sus páginas, la guerra: «La historia no nos excusará fácilmente si, al decidir no decidir, aplazamos el ajuste de cuentas con un agresivo líder totalitario que no sólo tiene intención de desarrollar armas de destrucción masiva, sino también de utilizarlas… la vuelta a un ejercicio vacío de contención será la opción más peligrosa de todas» (Para cubrir su retaguardia, el New Yorker tenía otro editor, Rick Hertzberg, que escribe un editorial anti-guerra como una refutación)

Algunos de los anteriores se han retractado de su apoyo inicial a la guerra. El Times espidió a su corresponsal sobre armas de destrucción masiva y pidió disculpas a sus lectores. Al Franken ha sido un gran senador. Kristof escribe ahora agradables columnas (echa un vistazo a la del domingo pasado).

Pero el apoyo a la guerra por estos líderes liberales y por la mayoría de los demócratas en el Senado le aseguró a la drecha el poder soltar una diatriba feroz y sin control de odio y amenazas contra todos los que (incluido yo) se atrevieron a salir de la línea . No era raro oír a los medios de comunicación describirme como «in-americano», «anti-americano», «ayuda de terroristas» y «traidor».

Éstos son sólo un par de ejemplos de lo que dijeron sobre mí, a través de la radio, dos de los principales comentaristas conservadores de la nación:

«Déjenme decirles lo que pienso. Estoy pensando en matar a Michael Moore, y me pregunto si podría matarlo yo mismo, o si tendría que contratar a alguien para hacerlo. No, yo creo que puedo. Creo que él podría mirarme a los ojos, lo imaginas y yo sólo podría asfixiarle y quitarle la vida. ¿Les parece mal? Dejé de usar la banda «Qué hubiera hecho Jesús», (N.de T. Popular banda de blues cristianos) y he perdido todo sentido del bien y del mal ahora. Sería capaz de decir: ‘Sí, he matado a Michael Moore’, y entonces escucharía a la pequeña banda: «¿Qué hubiera hecho Jesús?»‘ Y entonces me daría cuenta, «Oh, usted no mataría a Michael Moore. O por lo menos usted no lo estrangularía hasta morir » Y, bueno, yo no estoy seguro. » (Glenn Beck)

Y:

«Bueno, quiero matar a Michael Moore. ¿Está bien? Muy bien. Y yo no creo en la pena capital. Esto sólo es una broma sobre Moore.» (Bill O’Reilly)

(Irónicamente, O’Reilly hizo su amenaza / broma la noche en la que Janet Jackson mostró en el Super Bowl después su seno al descubierto, lo que le valió a la CBS una multa de más de medio millón de dólares, porque, ya sabes, los pezones son mucho más aterradores que las amenazas de muerte.)

Así es como yo personalmente recuerdo los primeros años de la guerra: vivir con un real y presente peligro causado por el odio, fomentado por la radio de derecha y la televisión. (Me han aconsejado no volver a contar algunos casos concretos que me han ocurrido, ya que sólo animaría a otros locos).

Así que tuve que lidiar con eso. Y aún sigo aquí. Y sé que muchos de ustedes tuvieron que aguantar su propia basura, manteniéndose de pie contra la guerra en la escuela, el trabajo, o en la cena de Acción de Gracias, recibiendo sus propios golpes simplemente por decir lo que era verdad.

Pero ¡cuánto más fácil habría sido para todos nosotros, si el establishment liberal nos hubiera acompañado! No tuvimos un diario o una revista con una tirada de millones. No teníamos nuestro propio programa de televisión o una red. No fuimos invitados a programas como «Meet the Press«, porque simplemente no podían permitir que se oyera nuestra voz.

El vigilante de los medios FAIR, informó de que en las tres semanas siguientes al comienzo de la guerra, la CBS Evening News solo permitió en su show una voz en contra la guerra -y que fue una sola noche (con cuatro segundos sobre mí en línea con mi discurso del Oscar)- a pesar de que en marzo de 2003 ya eran millones los antibelicistas (¿recuerdan las grandes manifestaciones en cientos de ciudades?). Era alrededor del 30% del país según la mayoría de las encuestas (es decir ¡Casi 100 millones de estadounidenses!) Y sin embargo no podían comunicarse entre sí, salvo a través de la Nación y de unos pocos sitios web como CommonDreams.org y Truth Out.org.

Por eso no era posible construir un gran movimiento de masas de estadounidenses de clase media para oponerse a la guerra. Aunque con mucha suerte había recibido un premio Oscar ante la televisión en vivo frente al pueblo, tuve 45 segundos para decir algo antes de que me cortaran y fui abucheado fuera del escenario (jajajaja), por no tener ningún respaldo público. (Vaya, conseguí ser abucheado muchas veces ese año: mientras caminaba simplemente por un aeropuerto, o mientras cenaba en un restaurante, o cuando como estando sentado viendo un partido de los Lakers me señalaron de repente y la gente se volvió tan irritadamente loca que pensé que Larry David, que estaba sentado a mi lado, se deslizaría unos cuantos asientos más abajo por su propia seguridad o iría a buscar un par de salchichas para ambos. Se pegó a mi lado en cambio y con sus hábiles movimientos ninja pudimos salir de allí con vida al terminar el partido).

Sé que es difícil recordar, pero cuando empezó esta guerra, no existían ni YouTube, ni Facebook, ni Twitter, no había manera de eludir a los señores medios de comunicación para tener el propio maldito espacio» dice.

Aunque eso sea demasiado malo para los bastardos, aquellos días terminaron.

La próxima vez no será tan fácil hacer callar a una banda de chicas o tratar de silenciar a alguien mientras otro acepta su estatuilla de oro -o ignorar completamente a millones de ciudadanos en las calles-.

Así que ahora podemos esperar que una de nuestras guerras haya terminado. Lástima que perdimos. Odio perder, ¿usted no? Pero el hecho es que perdimos el mismo día en que invadimos un país soberano que no significaba ninguna amenaza para nosotros y que nada tenía que ver con el 11-S. Hemos perdido vidas (más de 4.400 de los nuestros, cientos de miles de ellos), hemos perdido miembros (un total de 35.000 soldados regresaron con diferentes heridas y discapacidades, y sólo Dios sabe cuántos más con problemas mentales).

Perdimos el dinero con el que nuestros nietos habrían debido vivir.

Y perdimos nuestras almas y lo que éramos y lo que fuimos alguna vez como gran nación. Hemos perdido todo. ¿Podemos pedir ahora la redención, el perdón? ¿Podemos ser… «América» de nuevo?

Supongo que lo veremos. La gran mayoría del país adoptó finalmente la posición de las Dixie Chicks. Y elegimos a un enemigo de la guerra de Iraq cuyo nombre es Barack Hussein Obama.

Pero, por favor, prométanse ustedes mismos no olvidar nunca cómo nuestro país hace siete años y medio se volvió loco, a pesar de que, a muchas personas les pareció entonces completamente normal. Estoy hoy aquí para decirles que no importa cuánto mejor es lo que conseguimos, que no importa lo normales que nos puedan parecer las cosas ahora, todavía estamos a mitad de camino. Basta con escuchar a la nueva hornada de «sensibles expertos» mientras comienzan a sonar los tambores sobre lo que debemos hacer con Irán. Una guerra allá abajo, una (o dos o tres) para seguir.

Vamos, señor Presidente, ningún niño más tiene que morir en el extranjero llevando un uniforme con nuestra bandera. No podemos ganar de este modo. Deje de cavar unos cuantos miles de pozos en Afganistán, construya unas pocas mezquitas libremente, deje un poco de comida y de ropa, instáleles la red de energía, emita una disculpa y cree una página en Facebook para que puedan mantenerse en contacto con nosotros, y luego deje ese infierno.

Su propio asesor de Seguridad Nacional y el Director de la CIA han dicho que hay menos de 100 combatientes de Al-Qaida en todo el país ¿¿100??

¿Cien mil soldados estadounidenses contra cien de al-Qaida? ¿Es acaso ésta una presentación de Looney Tunes? ( N. de T. Serie animada de la Warner Bross) «A-ba-dee-un-ba-dee-un-ba-dee. ¡Eso es todo amigos!» Seamos realistas. Me alegro de que una guerra haya «terminado». Pero yo sé cómo hemos llegado hasta allí,  y estoy dispuesto ahora a luchar muy duramente para impedir esas otras guerras si usted no lo hace, Sr. Obama.

Atentamente,

Michael Moore

[email protected]

MichaelMoore.com

PD Es sólo una idea, señor Presidente. ¿Puedo pedirle que vuelva atrás y vea mi película «Fahrenheit 9/11«? Puede haber allí algunas respuestas. Le doy permiso para descargarla gratuitamente desde este sitio: TorrentHound.com. No se lo diga a la empresa aunque están de acuerdo. Sólo han hecho con ella hasta ahora un promedio de mil millones de dólares.

P.S. A todo mi listado: Gracias a miles de generosas donaciones, hemos recaudado más de 60.000 dólares para el centro de la comunidad musulmana cerca de la Zona Cero. La existencia de estadounidenses que todavía creen en nuestros principios ha sido noticia en todo el mundo.

Fuente: www.michaelmoore.com 

rCR