El profesor de origen palestino-libanés es titular de la cátedra Edward Said de Estudios Árabes de la Universidad de Columbia y es autor de ‘Palestina: cien años de colonialismo y resistencia’, entre otros libros. Ahora comenta la última ofensiva en Cisjordania
Entre el lunes y el miércoles de esta semana, Israel desarrolló una operación militar a gran escala contra el campamento de refugiados de Yenín, en el norte de Cisjordania, la más brutal desde la batalla que se libró en ese mismo lugar en 2002, durante la segunda intifada palestina (2000-2005). La operación terminó con 12 palestinos muertos, todos jóvenes menores de 25 años, y un soldado israelí, además de casi 150 heridos y 120 detenidos en el lado palestino.
El pasado 19 de junio, otra incursión del Ejército israelí en ese campamento acabó con la vida de varios palestinos, incluido un menor de edad. El historiador estadounidense Rashid Khalidi (Nueva York, 1948) es profesor de la Universidad de Columbia de Nueva York, editor del Journal of Palestinian Studies y autor de numerosos libros, el último, ‘Palestina: cien años de colonialismo y resistencia’ (2020). Responde ahora a las preguntas de elDiario.es sobre la escalada de la violencia en Cisjordania, donde han muerto entre enero y mayo al menos 148 palestinos, incluidos más de una veintena de menores, y 18 israelíes, cuatro de ellos menores, según datos de la ONG israelí B’TSelem.
Después de la ofensiva israelí de esta semana contra el campamento de Yenín, ¿habrá una escalada en el conflicto palestino-israelí?
Tenemos que poner la operación de Yenín en el contexto de la ocupación israelí. Prestamos mucha atención a la ocupación rusa de Ucrania y a la resistencia ucraniana. Creo que tenemos que ver lo que está pasando en Yenín o en Nablus como resistencia: es el resultado inevitable de una dura y prolongada ocupación militar, que continúa desde hace dos o tres generaciones“.
Tenemos una generación que es la tercera que ha crecido bajo la ocupación, es una generación de jóvenes que saben que no tienen futuro, que no va a poder decidir sobre sí mismos, que no tienen la posibilidad de vivir una vida normal, están sujetos a un gobierno militar (…) y están dispuestos a exponerse a la muerte porque saben que no tienen otras opciones.
¿Esta generación está protagonizando una nueva intifada o levantamiento, incluso si no se ha definido como tal?
Sin duda, el año pasado y este año ha habido un aumento significativo de las víctimas civiles y milicianos palestinos, y soldados, colonos y civiles israelíes asesinados. Ha habido un aumento considerable de la violencia y de la resistencia frente a la ocupación, de los ataques contra israelíes y de feroces ataques israelíes contra los palestinos.
Israel tiene medio millón de colonos en Cisjordania ocupada, que están robando tierras y agua, cortando árboles, quemando campos de cultivo, atacando aldeas, y aunque podemos decir que son civiles, pero son colonos ilegales, algunos extremadamente violentos. Y como resultado, hay un aumento tanto de la resistencia como de la violencia de los colonos y de los ataques del Ejército israelí que trata de aplastarla.
Los números de personas asesinadas el año pasado y este año es el más elevado desde 2002 ó 2003. [Según un informe, más de 200 palestinos murieron a manos del Ejército israelí en 2022, en torno al 70% de ellos en Cisjordania. Yenín fue la localidad donde se produjeron más víctimas (55), seguida por Nablus].
¿Cuáles son las diferencias entre la actual ola de violencia y la segunda intifada?
No podemos comparar esto con la segunda intifada. En los primeros años 2000, un grupo político bien organizado llevaba a cabo la mayor parte de la resistencia, ya fuera Hamás, la Yihad Islámica o Al Fatah, y el nivel de violencia era superior del que hemos visto en estos dos años. Y la respuesta israelí fue también superior con el objetivo de volver a ocupar las ciudades de Cisjordania como Ramala, Yenín, Nablus y Hebrón.
La diferencia es que ahora hay una generación mucho más joven, mayoritariamente desorganizada, son individuos que se unen a nivel local pero no están coordinados, no están organizados ni bien entrenados: son chicos con pistolas, que son asesinados en altos porcentajes porque no están entrenados. Durante la segunda intifada, el número de víctimas israelíes fue mucho mayor.
La situación actual es diferente porque es la acumulación de la frustración, la rabia y la humillación entre los jóvenes, que están expresándose de forma espontánea. El nivel de rabia y frustración es tan elevado que probablemente continuará, pero es imposible saber si se desarrollará de forma más organizada.
Los jóvenes no tienen un lugar seguro donde recibir entrenamiento en Cisjordania, no pueden ir a otro lugar, están encerrados, por lo que es muy difícil que haya un nivel de organización parecido al de la segunda intifada. Muchos de los militantes (palestinos) están aprendiendo en la cárcel a ser más militantes. Chicos de 20 o 25 años ya han estado en la cárcel dos o tres veces, pero es sólo una puerta giratoria, porque antes o después saldrán de prisión, y la mayoría seguirá resistiendo.
A corto plazo, ¿seguirá habiendo picos de violencia puntuales, como en los últimos meses, o estallará un conflicto abierto?
La historia de la ocupación demuestra que la represión nunca lleva al final de la resistencia. No hay un horizonte político, Israel quiere anexionar y absorber los territorios ocupados y mantener a los palestinos subyugados y sin derechos, lo ha dicho este Gobierno y otros anteriores. Si la perspectiva [para los palestinos] es la subyugación, la dominación y la humillación permanentes en el futuro, va a continuar la resistencia.
Si todo lo que Israel ofrece es la opción militar, la represión, no puede tener éxito: puede detener esta ola [de violencia], pero habrá otra. No puedes subyugar a los palestinos de forma indefinida, puedes expulsarlos o matarlos a todos, pero no reprimirlos para siempre.
¿Qué es necesario para que haya un cambio en la política de Israel respecto a los palestinos?
No puede haber un cambio hasta que los países que apoyan a Israel, esto es, Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, España… decidan que ya es suficiente. No hay nada que pueda parar a Israel, no hay resistencia en el mundo árabe ni en la comunidad internacional, aparte de declaraciones cínicas, hipócritas y sin sentido sobre la “preocupación” por parte de ministerios de Exteriores. Deben imponer sanciones a Israel, detener la venta de armas o la compra de bienes producidos en los territorios ocupados, es así de simple.
Europa y Estados Unidos no sólo son cómplices, sino que participan de forma activa en la represión de los palestinos. Los israelíes van a continuar hasta que algo les detenga: no puedes parar las excavadoras con un comunicado del Ministerio de Exteriores.
Entonces, ¿un cambio sólo puede venir desde fuera?
Israel depende por completo de Europa y Estados Unidos, incluso si es un país muy poderoso y sofisticado, tiene un PIB per capita muy elevado y tecnología avanzada, pero su dependencia de Occidente hace que pueda ser presionado de muchas formas. Recibe 3.800 millones de dólares (más de 3.400 millones de euros) en armamento estadounidense cada año. Europa es el principal socio comercial de Israel.
Los valores israelíes son neofascistas, supremacistas, racistas, y estos no son los valores europeos o estadounidenses, como mucho pueden serlo del ala más conservadora, de países como Polonia o Hungría, pero no concuerdan con los valores de la Unión Europea o de Estados Unidos. Y esta contradicción es cada vez más evidente, sobre todo con un Gobierno extremista en Israel.
A pesar de que Israel tiene muchos amigos en Europa y en Estados Unidos, hace frente a una opinión pública cada vez más crítica, y esto no tiene precedente, al menos en Estados Unidos no se había visto desde la declaración Balfour [la que dio lugar a la fundación de Israel].
Hay un creciente descontento popular, la opinión pública está cambiando, pero los políticos no cambian su postura. En el mundo árabe es aún más claro: la opinión pública siempre ha estado a favor de los palestinos y, en el pasado, los gobernantes temían esa opinión pública y fingían apoyar a los palestinos. ¡Ya no siquiera fingen! Son dictadores, no tienen miedo porque tienen formas sofisticadas de represión y cuentan con el apoyo de Occidente, son amigos cercanos de París, Londres, Madrid o Washington.
El silencio o el apoyo activo de Europa y de Estados Unidos envalentona a Israel, al igual que el silencio de los regímenes árabes.
¿Se sienten los palestinos abandonados?
Esto no es nuevo para los palestinos. Los palestinos han luchado contra los gobiernos del Líbano, de Jordania, de Siria, de Irak… Los palestinos han sido tratados así por los árabes durante generaciones [ríe]. No es nuevo, pero ahora es más abierto.
Los palestinos pueden desarrollar un nuevo liderazgo, pueden plantearse cómo lidiar con un sistema represivo, autoritario y antidemocrático que les ha sido impuesto, ya sea por Hamás [que gobierna la franja de Gaza], Al Fatah o la Autoridad Palestina [alineada con Al Fatah y que controla parcialmente Cisjordania]. Pueden desarrollan un programa claro para la liberación, que no tienen actualmente.
En los días de la Organización para la Liberación de Palestina había un movimiento nacional unificado y había una estrategia clara, fuera buena o mala, pero todos tenían claro lo que querían: en una primera etapa, un Estado laico y democrático; en una segunda etapa, un Estado palestino junto al Estado israelí. ¿Qué quieren los palestinos ahora?
Es muy importante que desarrollen un movimiento nacional unificado y que se deshagan de estos viejos líderes, autoritarios e incompetentes. Y es algo muy difícil de lograr, pueden tardar mucho tiempo.