De trenzado pelo negro, zapatillas y micrófono en mano, Ana Tijoux (38) ensaya en voz baja una de sus canciones. «No sumisa ni obediente, mujer fuerte insurgente, independiente y valiente, romper las cadenas de lo indiferente», recita la rapera preparándose para el concierto gratuito que presentará en la casa central de la Universidad de Chile […]
De trenzado pelo negro, zapatillas y micrófono en mano, Ana Tijoux (38) ensaya en voz baja una de sus canciones. «No sumisa ni obediente, mujer fuerte insurgente, independiente y valiente, romper las cadenas de lo indiferente», recita la rapera preparándose para el concierto gratuito que presentará en la casa central de la Universidad de Chile para conmemorar el día internacional de la mujer trabajadora.
Desde Makiza ha pasado mucha agua bajo el puente: ahora Anita es Ana, tiene tres discos solistas, el reconocimiento Disco de oro en Italia, cuatro premios Sonar, un Grammy, nominaciones en galardones como los MTV, Indie Music Awards y los 40 principales, además de apariciones en la serie Breaking Bad y el juego Fifa 11 y alabanzas hasta del legendario Iggy Pop.
Los reconocimientos Tijoux los usa para seguir propagando sus ideas. Una de ellas es el feminismo.
– ¿Qué importancia le otorgas al día de la mujer?
– El problema respecto a este día es que se ha transformado en una cosa bastante mediática, publicitaria. Ha sido un concepto extremadamente manoseado. Lo importante es recordar que esto no es un día de festejo, es un día de conmemoración de una lucha y que es todos los días. Ojalá que esto no se enfrasque en un ramo de flores y un par de corazones en el Whatsapp, sino que realmente haya una reflexión que se pueda extender a lo largo del año, a lo largo del tiempo, a lo largo de la vida también, con los niños, tu pareja, el lugar de trabajo. Volver a replantearse lo que significa le feminismo; la igualdad de género.
– ¿Se ha avanzado hacia la meta del feminismo en Chile?
– Por lo menos hay nuevas generaciones de niños y niñas que se están cuestionando la palabra. Antiguamente estaba enfrascado en un sector no más, yo creo que ahora se expandió el concepto. Por ejemplo en el colegio de mi hijo es un tema que se habla.
– Pero el feminismo no es parte del currículo del ministerio de Educación como materia obligatoria en todos los colegios.
– Claramente hay un montón de falencias en todos los ámbitos, desde cómo hablamos. Es cosa de ver el asesinato de estas dos cabras en Ecuador. Todos los titulares apuntaba a que viajaban solas, a cómo estaban vestidas. A mí me chocaba. Decir que viajaban solas es como la anulación total incluso corporal; ellas no estaban solas, ¡Estaban juntas! Y está el tema de la vestimenta, la provocación, por qué les dan permiso… todo eso es violento. Uno va, en lo cotidiano, cuestionando la importancia del feminismo y corrigiendo de forma permanente esos conceptos. Cosas cotidianas como «lloras como niñita», y así una lista.
– ¿Te ha tocado enfrentar experiencias del machismo por ser mujer?
– Sí, pero más que de los hombres, machismo de mujeres hacia mí. Me choca más el machismo de las compañeras de género que de los hombres, es súper violento.
– ¿Como qué por ejemplo?
– Por ejemplo hay una estigmatización con esto de estar separada con dos hijos, hay una mirada lastimera. También escuchar comentarios de mujeres sobre otras mujeres, no sólo la competencia, sino que los garabatos, cómo tratan a una mujer libre, una que decide no tener pareja o no ser mamá. Es heavy porque es como que si no eres mamá no has logrado tu objetivo en la vida, como si la maternidad fuera una finalidad dentro del rol de la mujer.
– En ese sentido, ¿qué opinas de que Soledad Alvear haya presentado tres iniciativas para frenar el proyecto de despenalización del aborto en tres causales?
– De ella no me sorprende, es súper fascista. Fascismo puro y crudo no más. Yo me cuestiono la cantidad de hombres que abandonan a su hijo, ¿quién asiste esa situación?
– ¿Estás de acuerdo con el aborto libre?
– Totalmente. 100% de acuerdo. Soy mamá, tengo dos hijos y estoy totalmente a favor del aborto. ¿Por qué el Estado tiene que decidir por mi cuerpo? Es mi cuerpo y yo decido.
– ¿Hay un desconocimiento de parte del Estado y los políticos de las situaciones que viven las mujeres?
– No sé si es una falta de conocimiento o un miedo tremendo a tomar decisiones legislativas por el qué dirán. Es de un fascismo… Vivimos en un país extremadamente pacato en el que los conceptos respecto al aborto son distorsionados; como el «sí a la vida». Pero, ¿qué tipo de vida?, ¿qué calidad de vida? Todas las legislaciones me parecen tan enfrascadas en el concepto publicitario de familia.
– ¿A quién rescatas como figura política?
– Me parece muy interesante Gabriel Boric y algunas cosas de Jackson también. Y para de contar.
– Si tuvieras que votar ahora…
– Por nadie.
– En este día de la mujer Michelle Bachelet y otros personeros de gobierno salen a celebrar, pero por otro lado no hay aborto legal y ganan un sueldo casi 20% menor que el de los hombres. ¿Qué opinas?
– Chile es doble estándar, funcionamos bajo esa dinámica. Obvio que me violenta, pero no me sorprende. Nos llenamos la boca con el feminismo, llenamos de corazones, mandamos mensajitos de «feliz día guachita», pero finalmente, en lo concreto, en la profundización del pensamiento crítico, se queda igual de violento.
– ¿Quién tiene en las manos ese cambio?
– ¡Hay que quemarlos a todos! Yo creo que el cambio no se va a generar desde el sector político.
– ¿Dónde se va generar?
– En la calle.
De la calle vienen la mayoría de las causas que Ana Tijoux apoya a través de su música. Es el caso del movimiento estudiantil en Chile, el movimiento de inmigrantes en EE.UU., la liberación del pueblo palestino, la demanda marítima de Bolivia, el No al TPP y la reivindicación de las tierras mapuche. En cuanto a causas políticas también tiene a su haber el apoyo que dio a la candidatura presidencial de Roxana Miranda y su participación en la conmemoración de la muerte del ex presidente venezolano Hugo Chávez.
– ¿Cuál es tu opinión del modelo en el que vivimos actualmente en Chile?
Ana Tijoux infla sus cachetes y mueve los labios haciendo un ruido de explosión.
– Eso opino.
Es una anticapitalista declarada y todas las consignas que levanta confluyen en un mismo sentido: poner fin al sistema neoliberal imperante.
– ¿Cuál es el modelo ideal?
– Me tomo tres botellas de whisky y te armo un plan económico-político increíble y te lo dejo en la mesa mañana en el diario… Obvio que uno tiene ideales del buen vivir, la vida digna para todos. Esa es la base de una sociedad justa. Y la felicidad, que para mí tiene que ver con la calma, la tranquilidad. Suena extremadamente hippie, pero este modelo ha demostrado con creces que no sirve. Hay un estudio que dice que uno de los lugares donde más pelea la gente es en el mall; zonas de violencia, de enajenación. Pero insisto: tráeme una botella y planificamos… No, olvídalo, jamás haría un gobierno, sería terrible.
– ¿No estarías en un cargo político?
– Ni cagando. Mi labor en este minuto es hacer canciones. Aparte que el poder lo encuentro extremadamente peligroso, el poder corrompe. Incluso me he cuestionado si tiene que haber Estado o hay que quemar el Estado. Llego a ese punto, entonces sería pésima dirigenta.
La música como educación popular
«La isla de los pinguinos» se llama la película del director Guillermo Söhrens -de El Último Lonco- donde Ana Tijoux debuta como actriz. Se trata de un drama que transcurre en la toma de un colegio durante el año 2006, en plena época de manifestaciones estudiantiles.
– ¿Qué tuviste que hacer en la película?
– Me llamó la Lorenza (Soto, ex Vocera de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios), que iba en el colegio de mi hijo, para decirme que están filmando una película y que querían que yo actuara de profesora. Le dije al director que no sabía actuar, «te voy a cagar la película», le dije. Fui y me salió horrible, premio frutilla soy yo. Pero igual me reí un montón y varios no éramos actores, eso me pareció interesante.
– Y es una película que tiene un foco político
– O sea, por eso participé.
– Estaba rondando por Facebook una imagen de una mano de papel en la que un niño escribió «Deseo que mi profesora jefe sea Anita Tijoux». ¿Qué sentiste con eso?
– Me da ternura. No me dejan de sorprender las secuelas. Finalmente es una cadena de influencias que uno genera y se generan con uno. Es bonito porque uno se da cuenta de que la música va más allá de la música. No son sólo canciones, notas; son construcciones. Yo agradezco tener la posibilidad de atravesar tantas casas. Me entero porque me mandan fotos, videos de niños o abuelos cantando canciones. Te das cuenta de las repercusiones y uno lleva una responsabilidad con eso también.
– ¿Te sientes de alguna manera profesora?
– No sé si la palabra es profesora, yo creo que la música es una herramienta de educación popular.
– ¿Estás trabajando en un nuevo disco?
– Estoy componiendo.
– ¿Piensas en incorporar nuevos tipos de música? Por ejemplo has estado muy influenciada por la música latinoamericana.
– Hay ideas, pero no lo tengo aterrizado. Ahora llegó el momento de concretizar un poquito.
– ¿Has tenido contacto con artistas para nuevas colaboraciones?
– Sí, pero estamos conversando, sería como contarte un libro que todavía no he escrito. Las colaboraciones tienen que aparecer de forma natural, depende de la empatía que uno tiene con el otro músico. Tratar de romper un poco esta dinámica de mercado de «Ay, colaboraste con… «, como «Se casó con alguien muy importante de la sociedad».
– ¿Qué opinas de escena nacional del rap y de la música en general?
– El rap está creciendo a pasos agigantados y hay toda una escena de cabros jóvenes súper interesantes. Desde Portavoz y compañía, la Michu, Liricistas, Hortadoj, La habitación del pánico, Jonas Sanche y una lista. Es interesante lo que generan. La escena nacional general es muy grande y no hay bastante espacio para que todos suenen, ese es el problema.
– ¿Qué opinas del cierre de Radio Uno?
– Terrible porque era un espacio que pretendía abrir una grieta que estaba ahí pendiente con la música chilena. Le faltaban músicos desconocidos o una rotación más amplia, que no repitieran tanto a algunos, incluyéndome. Aun así, creo que fue una tremenda propuesta.
– ¿Y que la cambien por una radio evangélica?
– Chile po, ¿qué vamos a esperar de Chilito? Todo es así, me da risa, parece entre película de Fellini y dadaísmo puro. Es el absurdo este país, todo al revés. Por eso nos llenamos la boca con el feminismo mientras seguimos pagando sueldos de mierda y seguimos teniendo mujeres violadas que no tienen derecho a abortar. Es el país del absurdo este. No me sorprende, me violenta.
– Aunque sea el país del absurdo tú quieres estar acá
– Obviamente que sí porque es mi país, creo que todos nosotros tenemos que hacerlo (trabajar para cambiarlo). Veo gente y me reconozco, digo «De acá soy»; la marraqueta, la palta, espacios comunitarios, músicos, compas. Tiene todo el sentido quedarme acá, ¿por qué me voy a exiliar?
– Ya viviste el exilio
– A mis viejos los exiliaron, sí. Hay varios a los que exiliaría sí, a toda la gente que está arriba. Los mandaría a una isla, que se coman todos juntos. No. ¿Sabís qué? Los haría vivir acá con el sueldo mínimo.