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Nuestra especial relación con Israel

Fuentes: Countercurrents.org

Traducido para Rebelión por Loles Oliván

«Potencia económica regional». Así es como ANIMA, la Red Euromediterránea de Agencias de Promoción de Inversiones que engloba a 70 organismos gubernamentales y redes internacionales, describía a Israel en su Mapa de inversiones mediterráneas de enero de 2010. El informe analiza las economías de los 27 países de la Unión Europea (UE) más nueve «países socios».

¿Y quién puede discutirlo? Con una tasa de crecimiento anual del PIB alrededor del 5% entre los años 2004 a 2008, Israel se clasificó asimismo en el número 27 de los 132 países del Informe de Competitividad Global del Foro Económico Mundial del pasado otoño. En cuando a capacidad innovadora, ocupó el noveno lugar.

En el Anuario de Competitividad Mundial de 2008 de la [Escuela de negocios suiza] IMD, Israel aparece en segundo lugar en cuanto al número de científicos e ingenieros entre su población activa. Ningún otro país del mundo gasta más que Israel en investigación y desarrollo en relación con el porcentaje del PIB. Desde el año 2000 se ha mantenido alrededor del 4,5%, el doble del promedio de los países miembros de la OCDE.

No soy economista pero no puedo sino preguntarme por qué los contribuyentes de EEUU reparten tres mil millones de dólares anuales en ayuda militar directa a una «potencia económica regional». En agosto de 2007, EE.UU. e Israel firmaron un Memorando de entendimiento que comprometía a EE.UU. a dar -no a prestar- a Israel 30 mil millones de dólares en 10 años. Los contribuyentes estadounidenses están financiando directamente cerca de un 20% del presupuesto anual de defensa israelí. No es de extrañar que Israel pueda invertir en I+D.

Para ayudar aponer estas cifras en perspectiva, la semana pasada se ha publicado una nueva página web que muestra cómo cada Estado [de EE.UU.] contribuye al presupuesto de defensa israelí y lo que se podría haber hecho con ese dinero. En www.aidtoisrael.org me he enterado de que mi Estado natal, Texas, dará más de dos mil quinientos millones en los próximos diez años. Por la misma cantidad, se podría haber proporcionado asistencia sanitaria a más de dos millones de personas.

En la ceremonia de la firma de los 30 mil millones de dólares donados en 2007 el entonces subsecretario de Estado para Asuntos Políticos Nicholas Burns declaró: «Consideramos estos 30 mil millones de dólares de asistencia Israel como una inversión por la paz». Pero no es la paz exactamente lo que hemos conseguido con nuestro dinero.

Por el contrario, los dólares de nuestros impuestos siguen pagando por adelantado el armamento utilizado para mantener una ocupación ilegal que culminó hace un año con el ataque israelí sobre Gaza con aviones de combate F-16 de fabricación estadounidense, helicópteros de combate Apache, de fabricación estadounidense, buques de guerra de fabricación estadounidense, misiles Hellfire, de fabricación estadounidense, tanques y vehículos blindados de transporte de personal de fabricación estadounidense, y bombas de fósforo blanco de fabricación estadounidense.

Cada centavo que damos a Israel constituye una violación del Acta de Asistencia Exterior que prohíbe explícitamente ayudar a países que «participan en un patrón sistemático de graves violaciones de los derechos humanos internacionalmente reconocidos». Las ventas de armamento estadounidense a Israel constituyen una violación del Acta de Control de la Exportación de Armas que restringe su uso a la legítima autodefensa.

Pero seguimos vendiendo armas y seguimos dando ayudas. Y por si no fuera bastante, proporcionamos también a Israel condiciones especiales. A diferencia de todos los demás países que reciben ayuda militar de EE.UU., Israel recibe su paquete entero en una cantidad fija durante los primeros 30 días del año fiscal. El dinero se ingresa en una cuenta con intereses remunerados en la Reserva Federal, siendo el beneficiario de los intereses Israel, por supuesto, que canaliza hasta un 74% hacia fabricantes de armas de EE.UU. en compras para el ministerio de Defensa israelí. Israel puede utilizar el 24% restante para comprar sistemas de armamento «en casa», un acuerdo que no se otorga a ningún otro receptor de ayuda militar estadounidense.

Aunque podamos escuchar algunos llamamientos para que se congelen (o se limiten, o se frenen) los asentamientos y, como recientemente, por el fin del bloqueo contra Gaza, un tema que nadie se atreve a tocar en el Capitolio es este enorme paquete de ayuda militar que se da a Israel. El nuevo auto-proclamado lobby «pro- paz pro- Israel» J-Street [http://www.jstreet.org/], ha dicho que la cuestión no es objeto de debate.

Pero hay quien está comenzando a cuestionar nuestra «relación especial» con Israel.

El 9 de febrero el foro de debate británico Intelligence Squared celebró un debate en la ciudad de Nueva York -donde vive la mayor comunidad judía del país- en el que se planteó si «EE.UU. debería dar un paso atrás en su especial relación con Israel». Antes del comienzo del debate los miembros del público emitieron sus votos electrónicamente, 39% a favor, 42% en contra y 25% indecisos. Entre los que argumentaban a favor se encontraban el escritor británico y columnista de The New York Times, Roger Cohe, y el profesor de la Universidad de Columbia y escritor, Rashid Jalidi. El ex embajador de EE.UU. en la UE, Stuart Eizensat y el ex embajador israelí en EE.UU., Itamar Rabinovich, sostenían lo contrario. Cohen habló de la ayuda de EE.UU. a Israel:

«Lo que también hace especial la relación es la increíble generosidad que EE.UU. muestra hacia Israel; en la última década, 28.900 millones de dólares en ayuda económica. Y además de eso, otros 30 mil millones en ayuda militar, lo que suma casi 60 mil millones de dólares. Esto es, 10 veces el PIB de Haití que se está donando a un pequeño país. Ahora, yo pregunto, ¿para qué se utiliza ese dinero? Señoras y señores, admitamos que a menudo acaba siendo perjudicial para los intereses estadounidenses».

Tras el debate, el público votó de nuevo sobre la resolución, esta vez con una ligera mayoría 49% a favor, 47% en contra y 4% indecisos.

La «relación especial» se somete a discusión. Pasa la voz.

* Stephanie Westbrook, ciudadana estadounidense que reside en Roma desde 1991, es activista del movimiento por la paz y por la justicia social de Italia.

Fuente: http://www.countercurrents.org/westbrook140210.htm