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Obama Cede

Fuentes: Progreso Semanal

Desde hace algún tiempo, el presidente Barack Obama parece empeñado en apartarse lo más rápidamente posible de sus raíces progresistas y rendir pleitesía a la «comunidad» de negocios, principalmente a Wall Street y a los líderes de las corporaciones monstruosas que siguen odiándolo a pesar de que él les salvó el pellejo al entregarles una […]

Desde hace algún tiempo, el presidente Barack Obama parece empeñado en apartarse lo más rápidamente posible de sus raíces progresistas y rendir pleitesía a la «comunidad» de negocios, principalmente a Wall Street y a los líderes de las corporaciones monstruosas que siguen odiándolo a pesar de que él les salvó el pellejo al entregarles una enorme parte de la tesorería pública -y prácticamente sin condiciones a cambio.

Pero el pasado fin de semana, el presidente se superó a sí mismo cuando no nominó a Elizabeth Warren (la profesora de leyes de Harvard y ardiente defensora de los derechos de los consumidores) para dirigir el recién creado Buró de Protección Financiera al Consumidor (CFTB), a pesar del hecho de que Warren prácticamente inventó la agencia, tanto conceptual (fue idea suya) como prácticamente (ha estado trabajando varios meses en la organización del buró, que está programado que comience a trabajar formalmente en unos pocos días).

Cada vez queda más claro lo errada que fue la comparación que se hacía con frecuencia, al principio de la administración Obama, entre el nuevo presidente y el gigante político del Partido Demócrata en el siglo 20, Franklyn Delano Roosevelt. Es cierto que tanto Roosevelt como Obama rescataron al capitalismo de sus propios excesos auto-destructivos, y a cambio recibieron una bofetada de manos de los capitalistas y la etiqueta de socialistas por parte de demagogos en sus épocas respectivas. Pero el Nuevo Trato de Roosevelt fue un programa genuinamente progresista, aunque muy lejos de ser socialista como argumentaban a menudo sus detractores. Roosevelt respondió a los que él llamaba «monárquicos económicos» diciendo que agradecía su odio. Por el contrario Obama, después de pronunciar al principio unas pocas palabras duras acerca de los individuos de Wall Street, cuando se hizo evidente la magnitud de su desvergonzado saqueo de los cándidos inversionistas, además de las insensatas apuestas con el dinero de otra gente, no sabe qué inventar para hacer las paces.

Primero aceptó prorrogar los recortes de los impuestos por Bush, lo cual beneficia abrumadoramente a los muy ricos. Luego comenzó, con poco éxito, una campaña de simpatía dirigida a los grandes negocios, reuniéndose con altos ejecutivos y enviando a emisarios a reunirse con gente de negocios para calmar las cosas. Ahora llega la noticia de que Obama ha cedido ante la presión política de los negocios y sus sirvientes en el Congreso -aproximadamente todos los republicanos y además algunos demócratas- y abandonó a Warren a favor de Richard Cordray, un ex fiscal general del estado de Ohio (derrotado en su campaña de reelección en 2010), el cual trabaja actualmente para Warren en el CFTB como responsable de hacer cumplir las leyes. Irónicamente, Warren reclutó a Cordray para el buró después de que los electores lo sacaran del cargo hace casi dos años, cuando la avalancha republicana de las elecciones parciales.

Los pecados de Warren, por los que los republicanos la hicieron caminar sobre carbones ardientes durante las audiencias congresionales, son que ella sabe mucho del asunto, es dura, no tiene pelos en la lengua, es decidida, popular y tan conocida que lo que ella dice generalmente es reportado por los medios y por lo tanto llama la atención del pueblo norteamericano. Es exactamente el tipo de persona que uno querría para limpiar la sentina del sector financiero que avanzó sin frenos después de la desregulación y cuyas fechorías casi hicieron implotar a la economía global en 2008, y que hasta el día de hoy es responsable de la miseria del desempleo y de ejecuciones de hipotecas que soportan decenas de millones de norteamericanos.

Y ese es el asunto. El sector financiero desea desesperadamente evitar la presencia de un policía que supervise sus asuntos. Después de todo, mientras 800 personas fueron a la cárcel hace una generación por el escándalo de Ahorros y Préstamos, mucho menos pernicioso, el Departamento de Justicia de Obama no ha procesado a un solo individuo por las múltiples trampas y prácticas deshonestas que han producido dolor económico indecible a una enorme escala global.

Hace más de 60 años, el criminólogo Edwin Sutherland inició su clásico estudio del delito de cuello blanco con la frase siguiente: «Los negocios son un delito». Desde entonces, generaciones de analistas sociales han minimizado la obra de Sutherland señalando que, por ejemplo, para llegar a sus conclusiones Sutherland confundía las violaciones criminales con las civiles. Pero la escalada del delito corporativo (desde la estafa de Ahorros y Préstamos hasta los múltiples escándalos de la era de Enron, y la culminación en la enorme burbuja financiera que estalló en 2008, sin olvidar el actual escándalo del hacking de los teléfonos que abarca el imperio de medios derechistas de Rupert Murdoch) ha demostrado una cosa: Sutherland fue profético.

Quizás la ausencia de procesamiento judicial refleje ahora -además de la falta de valor de la administración con relación a enfrentarse a los negocios- el resultado de la casi disolución de las fronteras entre el delito y los negocios, más espectacularmente en el sector financiero. ¿A quién se procesa cuando la corrupción se convierte en parte del ADN de un inmenso y poderoso sector de la economía?

La tragedia del asunto Warren no es solo la injusticia y salvajes ataques personales contra la profesora -un miembro republicano del Congreso la llamó mentirosa durante una audiencia que se caracterizó por un interrogatorio rabioso y mal informado- sino lo que revela acerca del estado de la sociedad norteamericana. Elizabeth Warren fue torpedeada porque la gente a quien ella debe regular desprecia lo que ella significa. ¿Pero querrían ustedes vivir en un pueblo donde el jefe de policía es una figura adorada por los delincuentes?

La industria financiera, mayoritariamente, emergió ilesa de la catástrofe que provocó y ha regresado a lo que Elizabeth Warren ha llamado sus viejos «trucos y trampas». Lo mismo no puede decirse de la economía norteamericana y del pueblo de la nación.

Fuente: http://progreso-semanal.com/4/index.php?option=com_content&view=article&id=3615:obama-cede&catid=6:nuestro-pulso-florida&Itemid=2