Se han contado los votos y Barack Hussein Obama, Jr., se ha convertido en el Presidente número 44 de los Estados Unidos de Norteamérica. Pero, en verdad, la historia lo recordará como El Número 1 – el primer presidente afro-norteamericano. Es innegable que esta es una singular conquista, resultado de impresionante talento político; y, (tenemos […]
Se han contado los votos y Barack Hussein Obama, Jr., se ha convertido en el Presidente número 44 de los Estados Unidos de Norteamérica.
Pero, en verdad, la historia lo recordará como El Número 1 – el primer presidente afro-norteamericano.
Es innegable que esta es una singular conquista, resultado de impresionante talento político; y, (tenemos que admitirlo), es un regalo de los dioses políticos.
Entre amigos, en la intimidad de un salón de visitas en la prisión, varias veces he hecho esta casi broma: Obama triunfa abrumadoramente y en su discurso aceptando la victoria, emocionado por el triunfo, lleno de «capital político,» empezará diciendo: «Conciudadanos norteamericanos — primero y sobre todo, quiero dar las gracias a la única persona que ha hecho posible (si no inevitable) mi elección: George W. Bush!»
Siempre obtuve risas, porque toda buena broma lleva semillas de la verdad.
Y la verdad es que, sin las metidas de pata de Bush, Obama habría sido sólo «uno que también fué candidato.» Su tema fundamental, que lo separó del resto de los candidatos Demócratas, fué su oposición desde el principio a la Guerra contra Irak. Eso le dió una fuerza que lo llevó muy lejos y más allá de sus competidores, quienes fueron, en su mayoría, medio partidarios de la guerra — o peor, gente que patrocinó la guerra sólo porque si no lo hacían hubieran malogrado sus carreras políticas (o así lo creyeron.)
Esa fuerza llevó a Obama a la Oficina Oval, el premio más grande de la política norteamericana.
Pero qué significa éso?
No podemos negar su valor simbólico. En millones de hogares negros su foto será colocada en la pared junto a Martin Luther King, Jr., John F. Kennedy y a una pintura de un pálido Jesús. Y apuesto a que buén número de hogares africanos (especialmente en Kenia) también serán adornados con su sonriente retrato.
Pero más allá del simbolismo, está la sustancia; y sustancialmente algunos estudiosos han definido a Obama como poco diferente de sus predecesores. Clarence Lusane, especialista en ciencias políticas, en un número reciente de, The Black Scholar, escribió sobre los hombres detrás del dinero de Obama y del Patido Demócrata, y dijo lo siguiente:
«La promoción de la hegemonía de Estados Unidos, la expansión de los mercados para las corporaciones norteamericanas, relaciones multilaterales basadas en la seguridad, políticas proteccionistas del comercio, y concentración en terrorismo serán probablemente las prioridades claves que demandarán al Partido Demócrata sus más importantes patrocinadores financieros y políticos. En otras palabras, en un número de áreas claves, una administración Obama va a repetir las políticas de George H. W. Bush y Bill Clinton.» *
Sin embargo, los símbolos son algo importante. A veces los símbolos toman su propia vida. Pueden llegar a significar algo mucho más de lo que se quiso al comienzo.
Se ha hecho historia.
Vamos a ver que clase de historia será.
*Fuente:
Clarence Lusane. » ‘Nosotros Debemos Gobernar el Mundo’: La Doctrina Obama y la Recreación de la Hegemonía Norteamericana,» (» ‘We Must Lead the World’: The Obama Doctrine and the Rebranding of U.S. Hegemony, » The Black Scholar, v.38: n.1, Primavera ’08), página.3.)
Traducción libre del inglés enviada por Fatirah, [email protected]