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Palestina, el pueblo abandonado

Fuentes: Le Monde Diplomatique

Traducido para Rebelión por Caty R.

El 14 de enero pasado, después de que más de mil palestinos, encerrados en una estrecha franja de tierra y sometidos a una destrucción desenfrenada por tierra, mar y aire por parte de uno de los ejércitos más poderosos del mundo, fueran asesinados por las tropas israelíes; después de que una escuela palestina convertida en refugio de las Naciones Unidas fue bombardeada (1); después de que una resolución de la única organización que representa verdaderamente a esta «comunidad internacional» invocara y reclamara sin cesar, en vano, el cese de las operaciones militares en Gaza; el 14 de enero, pues, la Unión europea demostró la determinación con la que puede responder a esa ferocidad mezcla de violencia y arrogancia: La UE decidió… ¡Hacer una pausa en su proceso de acercamiento a Israel! Sin embargo, para atenuar el impacto de que esa decisión pudiera parecer un gesto reprobatorio dirigido a Tel Aviv, la UE declaró que se trataba de una medida «técnica», no «política». Y que la decisión había sido tomada por «las dos partes».

Israel tiene carta blanca. Previamente, su ejército había destruido la mayoría de las infraestructuras palestinas financiadas por la Unión Europea. Apenas una reacción, ningún recurso jurídico, ninguna demanda de reparación (2). Después, Israel sometió al bloqueo a una población pobre privándola de agua, de alimentos, de medicinas. Nunca pasa nada, siempre la sempiterna reprimenda metiendo a los dos protagonistas en el mismo saco con el pretexto de que a la violencia del más fuerte no responde el sometimiento del más débil. Así, ¿por qué va a suponer Israel que su impunidad puede terminar?

Por otra parte, hace veinte años el Estado hebreo tomó sus precauciones alentando, en contra de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), el crecimiento de un adversario de ensueño: Hamás, un movimiento con una carta fundacional de reminiscencias medievales, de dudosa eficacia militar y que no está dispuesto a «comunicar» con las opiniones occidentales. Sin embargo, cuando se desea bombardear y colonizar sin obstáculos, nada mejor que el pretexto de que no existe un «interlocutor para la paz»

Nada contraría jamás los designios del gobierno de Tel Aviv en Estados Unidos. El 9 de enero, una resolución del Congreso le reconoció «el derecho a defenderse de los ataques procedentes de Gaza». Unas horas antes el Senado había «reafirmado el apoyo resuelto de Estados Unidos a Israel en su batalla contra Hamás». Sin duda para «equilibrar», la primera resolución también presentaba «sus condolencias a las víctimas palestinas inocentes y a sus familias». Esta declaración de apoyo fue adoptada por trescientos noventa votos contra cinco. La del Congreso por unanimidad. La cabeza del ejecutivo estadounidense tampoco le va a la zaga. Algunas horas después de anunciar un alto el fuego unilateral, Ehud Olmert telefoneó, además, al presidente de Estados Unidos para agradecerle su apoyo, en el que va incluida una ayuda financiera anual, a fondo perdido, de 3.000 millones de dólares. Desde hace mucho tiempo nadie, y Barack Obama tampoco, se ha planteado cuestionar este asunto.

Con el respaldo de semejantes apoyos, el proyecto de los grandes partidos israelíes aparece bien claro: destruir la perspectiva de un auténtico Estado palestino cuya creación es un objetivo reconocido internacionalmente. Sembrada de muros y barreras y plagada de colonias, Cisjordania quedará como un conglomerado de bantustanes bombeado por la Unión Europea. Y Gaza será bombardeada cada vez que a sus vecinos les apetezca «responder» de forma desproporcionada a los atentados o a los disparos de cohetes.

Con el telón de fondo de más de sesenta años de derrotas, humillaciones, exilio, violación de los acuerdos firmados, colonización y guerras fratricidas, mientras los gobiernos del mundo entero los ha abandonado a su suerte y consienten que el derecho internacional, incluido el humanitario, se pisotee, es casi un milagro que los palestinos conserven la determinación de concretizar algún día su identidad nacional.

Si finalmente lo consiguen, no tendrán nada que agradecer ni a los europeos, ni a los estadounidenses, ni a la mayoría de los gobiernos árabes. En Gaza, una vez más, todos actúan como cómplices del expolio interminable de un pueblo.

(1) «Bueno, hubo algunos fallos técnicos» concedió Avi Pazner, portavoz del gobierno israelí, France Inter, 8 de enero de 2009.

(2) Pierre Avril «L’Europe paie, Israel détruit» (Europa paga, Israel destruye), Le Figaro, París, 16 de enero de 2009.

Original en francés: http://www.monde-diplomatique.fr/2009/02/HALIMI/16772