Traducido para Cubadebate, Rebelión y Tlaxcala por Àlex Tarradellas
La gran decisión de los Estados Unidos de reactivar su Cuarta Flota, que se encargará prioritariamente de América Latina y el Caribe, ha tenido una amplia repercusión en la prensa.
Mis lectores saben que debo concentrar mis atenciones al Medio Oriente. No obstante, además de la posesión del gobierno libanés con 11 ministros de Hezbollah -que ya comentamos- y del intercambio de prisioneros entre ese grupo e Israel -también ya reflejado en esta columna semanal-, la Cuarta Flota está galvanizando opiniones y debates encendidos. Y tendrá repercusiones en las disputas del Golfo Pérsico, que también tratamos la semana pasada. Vamos a ella.
Un poco de historia
Las flotas navales son una especie de ojos derecho de los países costeros, que necesitan proteger su mar territorial. Eso viene siendo así desde los tiempos remotos, cuando se conquistó la navegación costera y posteriormente la marítima. Todos sabemos que en un proceso de guerra, los ejércitos son fundamentales para la conquista y la ocupación territorial. Sin embargo, la marina de guerra juega papeles decisivos en esas conquistas.
Los Estados Unidos poseen el mayor y más poderoso ejército de tierra. Sus fuerzas armadas combinadas, que superan los dos millones de soldados, esparcidos en todos los continentes, son las que poseen los mejores y más sofisticados equipamientos, la mejor tecnología, el mejor entrenamiento y sus soldados -todos profesionales- son los mejor remunerados del planeta.
En el caso de sus flotas navales, éstas siempre han sido siete en total. La Primera Flota es la más antigua, la histórica, y está prácticamente desactivada. La polémica Cuarta Flota funcionó entre 1943 y 1950, pero acabó siendo desactivada. Las otras actualmente se encuentran en las siguientes zonas: la Tercera en el norte y este del Pacífico; la Segunda en el resto del Atlántico Norte, la costa este de los Estados Unidos y el oeste de África; la Quinta permanece constantemente en el Golfo Pérsico vigilando el estrecho de Ormuz; la Sexta en el mar Mediterráneo; y la Séptima en el oeste del Pacífico y todo el océano Índico. Esa es la distribución de las flotas navales estadounidenses.
Ya se ha hablado del potencial que esas flotas navales poseen. No sólo en términos de armamentos nucleares y tecnología, sino en todo el dispositivo que ésta desplaza al mar. Como media, cada flota naval contiene hasta 120 aviones, 60 tanques, tres submarinos nucleares y 12 navíos de escolta (cruceros o cazatorpederos). Lo más sorprendente es su capacidad de bombardeo. Se sabe que cualquier punto en la tierra, en nuestro planeta, puede ser atacado por un avión estadounidense en menos de 90 minutos, saliendo éste de un portaviones, que son los buques insignia de las flotas navales. Un ataque de esa naturaleza, ordenado por el presidente de los Estados Unidos, podría ocurrir sin que una aeronave supersónica estadounidense necesitara aterrizar en tierra o reabastecerse. ¡Se levanta el vuelo, se ataca y se regresa a la base, en el portaviones nuclear!
¿Para qué la Cuarta Flota?
La sede central de esa flota estará en la ciudad portuaria de Maryland. Aunque la flota no tenga completa su formación total, en esa ciudad por lo menos existen 21 navíos estacionados y seis escuadrones de helicópteros de la marina americana. La Flota, desde el punto de vista operacional, deberá estar subordinada al Comando Sur de los Estados Unidos (United Status Southern Command). El nuevo comandante de esa flota será el contralmirante Joseph Kernan, que antes había dirigido las llamadas Fuerzas SEAL, especializadas en misiones antiterroristas especiales.
América Latina vive una oleada progresista. Tras la oleada neoliberal que casi ha devastado el subcontinente, hemos presenciado diversas victorias de gobiernos progresistas en varios países de la región. Algunos más a la izquierda y otros más de centro izquierda, pero la verdad es que el pueblo latinoamericano va diciendo basta a las privatizaciones, la precarización del trabajo, las dimisiones, las desobediencias y el autoritarismo vividos por aquí durante décadas seguidas.
Además, tenemos las recientes descubiertas de los megacampos petrolíferos en la costa brasileña, hay más de 300 kilómetros mar adentro y debajo de la plataforma continental, en áreas que hace algún tiempo que los técnicos llaman «pré-sal«. Las reservas estimadas y deducidas de la cuenca de Santos, Campos y algunas otras zonas del noreste pueden colocar a Brasil en el mismo nivel que el de las llamadas «Siete Hermanas» de la industria del petróleo, pudiéndose situar entre las tres mayores del planeta. Algunos técnicos y especialistas afirman que podemos haber aumentado nuestras reservas en hasta 50.000 millones de barriles de petróleo, casi cinco veces más que el total de hoy en día.
Con el proceso de reactivación, el griterío fue general. El presidente Lula cuestionó la necesidad de la reactivación de la Cuarta Flota. Para qué, se preguntó Lula. El presidente se extrañó de esa necesidad y lo relacionó inmediatamente con las descubiertas de petróleo en Brasil.
Algunos especialistas llegan a afirmar que esa Cuarta Flota sería para dar apoyo a algún ataque a Irán que sería a partir de la Quinta Flota del Golfo Pérsico. En un máximo de 16 horas, las embarcaciones serían desplazadas desde América Latina y el Caribe hasta el Golfo.
La repercusión de la reactivación de la Cuarta Flota ha sido inmensa. No sólo el presidente Lula la cuestionó, sino que también Hugo Chávez y Evo Morales, de Venezuela y Bolivia, entre otros presidentes suramericanos. Todos cuestionaron las intenciones de los Estados Unidos y dudaron de los propósitos «pacíficos» alegados por los estadounidenses.
En mi opinión, tengo claro que los propósitos son claramente intimidatorios. Son recados, señales que los Estados Unidos envían a todos nosotros, de que están atentos al desarrollo de los acontecimientos políticos del subcontinente. Una clara amenaza en el aire contra todos nuestros pueblos. Como ya se ha dicho, un imperio en su fase de decadencia cada vez se va volviendo más agresivo y más belicista. Por nuestra parte, debemos ser precavidos, denunciar y usar nuestra diplomacia para desenmascarar las «buenas intenciones» de los americanos, que esconden sus verdaderas intenciones de mantener su dominio de todos nuestros pueblos. Sin embargo, sus objetivos serán derrotados.
Nota
(1) Para escribir la presente columna, he utilizado como fuentes de consulta los reportajes titulados «Reativação da 4ª Frota aguça sentimentos antiamericanos» y «Reação negativa surpreende os EUA» (Estadão de 13/7/08); «Sob polêmica, EUA reativam a Quarta Frota» y «Brasil questiona americanos sobre Frota» (Folha de 13/7/08); y «O império contra-ataca» (Le Monde Diplomatique de Brasil nº 11 (junio de 2006).
Fuente: http://www.vermelho.org.br/base.asp?texto=40524
Artículo original publicado el 17 de julio de 2008
Àlex Tarradellas es miembro de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente.
Esta traducción también en Tlaxcala: http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=5561&lg=es