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La epopeya palestina (X)

Paralelos con América Latina

Fuentes: Rebelión

El desenlace de la batalla palestina es importante para América Latina por las numerosas áreas de contacto que emparentan a esa región con Medio Oriente. El mismo enemigo imperial acecha a ambas zonas, con el mismo propósito de oprimir a los pueblos, confiscar los recursos y enriquecer a los poderosos.

Israel y Estados Unidos actúan en forma conjunta para generar calamidades muy semejantes. La tragedia que Tel Aviv provoca en sus fronteras, provee libretos para las operaciones de Washington en su “Patio Trasero”. Impedir que se repita en nuestra región la destrucción que han diseminado por todo el mundo árabe es la prioridad del momento.

PLANES Y MOTIVACIONES

A diferencia de Medio Oriente que, siempre fue presentado por el Departamento de Estado como una zona estratégica para el imperio, América Latina ha sido descripta últimamente como una región irrelevante. Trump afirma que Estados Unidos “no necesita” a su vecino americano, pero con esa bravuconada disimula la enorme trascendencia del continente para la dominación yanqui.

América Latina es tan indispensable como el mundo árabe, para la conservación de esa supremacía. Estados Unidos afronta un declive económico, que contrarresta con agresiones geopolíticas e intervenciones bélicas, altamente centrados en esas dos regiones. Allí hace valer ese contrapeso como en ninguna otra parte del planeta (Katz, 2025a).

La apropiación de los recursos naturales de América Latina es tan decisiva para Washington, como el control del petróleo del mundo árabe. Para recomponer la gravitación de los capitalistas estadounidenses, Trump pretende apoderarse de todas las riquezas minerales, energéticas y alimenticias de Latinoamérica. Intenta retomar al mismo tiempo, el manejo integro de la producción petrolera de Medio Oriente. Auspicia el despojo de ambas zonas y el reforzamiento de su status dependiente.

La prioridad del magnate es frenar la creciente incidencia de China en las dos regiones. Mientras busca contener la expansión de la Ruta de la Seda en los países del Golfo y el Mediterráneo, presiona por el recorte de la presencia asiática en Latinoamérica.

Ya impuso el congelamiento de los negocios de Panamá y Argentina con su rival. También apuntaló un relevo presidencial en Perú, para penalizar la construcción de un puerto financiado por China (Chancay) e impedir la instalación de otro de mayor calado (Corio). En Chile pretende capturar todos los yacimientos de litio y en Bolivia demanda un recorte de presencia de Beijing en la explotación del gas (Kersffeld, 2025).

En plano geopolítico, Trump busca erosionar la incidencia de los BRICS e impedir que Brasil apuntale los proyectos de sustitución del dólar. La misma presión ejerce sobre Arabia Saudita, para frustrar su ingreso a ese bloque y asegurar la fidelidad la monarquía wahabita al circuito del petrodólar. En las dos regiones el magnate intenta sofocar las iniciativas autónomas de algunos gobiernos. Necesita recortar las alas de Brasil para las disuadir los despuntes soberanos de México e intenta someter al reinado saudita para bloquear las movidas que ensaya Turquía.

América Latina y el mundo árabe persisten como dos áreas prioritarias de la intervención militar estadounidense. Trump ha reactualizado la doctrina Monroe con discursos imperialistas explícitos. También mantiene en carpeta la estrategia belicista de sus antecesores, que arrasaron Afganistán, demolieron Irak, fragmentaron a Libia y desangraron a Siria.

Washington también incorpora a su apéndice sionista al control de Latinoamérica. Israel ha centrado su relación con la región en la provisión de armamento. Ese suministro fue el eje de los negocios concertados al calor de los acuerdos de libre comercio, que suscribió con México, Colombia y el MERCOSUR.

Israel comenzó a desenvolver esa especialización criminal en los años 70, apuntalando las dictaduras de Nicaragua, Guatemala, el Salvador y Honduras. Reemplazó en la provisión de armamento a Estados Unidos, cuando la crisis de los tiranos centroamericanos obligó a Washington a limitar su entrega de pertrechos. El peón sionista empezó a operar desde ese momento como ejecutor complementario de la Doctrina Monroe (Martinelli, 2025: 83-85).

Su focalización en el negocio bélico es coherente con la expansión de la economía militar israelí. Más del 10% de la población de ese país está conectada a esa actividad por medio de 6.800 firmas de armas y seguridad informática (Zeta, 2024).

Especialmente en Colombia, los gendarmes israelíes probaron la eficacia de su tecnología de muerte. Apuntalaron, además, la construcción del muro contra los migrantes en la frontera mexicano-estadounidense y desarrollaron el afamado software de vigilancia Pegasus. Ese dispositivo fue utilizado para intervenir los teléfonos de los abogados y familiares de las víctimas de la represión en México (Ayotzinapa) y Argentina (Santiago Maldonado). Con esas acciones contribuyeron a consolidar la complementación israelí con los planes del Pentágono para la región.

EFECTOS, SOPORTES Y RESULTADOS

La dinámica destructiva de la intervención estadounidense en el Gran Oriente Medio comienza a verificarse en América Latina. En ambos lugares se corroboran las consecuencias de un imperialismo del caos, que desintegra países y devasta sociedades, sin restaurar la dominación yanqui. Ese fallido agrava y eterniza todos los conflictos. Los impactos demoledores que generó ese fracaso en varias naciones árabes, ya se extienden a distintas regiones de América Latina (Katz, 2025b)

Haití ofrece el ejemplo más desgarrador de esos efectos. Al cabo de sucesivos ciclos de intervención imperial, la economía y el Estado de ese país quedaron tan destruidos, como sus pares de Irak, Libia o Siria.

El control que ejercen las bandas criminales en Haití se asemeja al desmadre que impera en numerosas zonas de Medio Oriente. La propia dinámica de la agresión imperial multiplica en esas áreas todos los conflictos, mientras balcaniza los territorios y potencia la miseria y el terror (Rivara, 2024).

América Latina que no está desgarrada por el tipo de choques bélicos que desangran al Medio Oriente, pero afronta peligros equivalentes de desintegración, como consecuencia del saqueo imperial. Esa depredación desintegra los Estados y consolida el imperio de los narco-territorios.

Las bandas criminales ya golpearon a México, desarticularon vastas zonas de Colombia, Perú o Ecuador y actualmente convulsionan a Río de Janeiro. Las mafias de narcos que proveen al mercado estadounidense, importan de ese país el armamento de gran calibre, que utilizan para imponer su reinado (Katz, 2025c). La desintegración política, social y territorial que provocan esas pandillas en América Latina, es muy semejante al desmoronamiento estatal que impera en el Gran Oriente Medio.

Trump agrava esa degradación sosteniendo a las monarquías, las dictaduras y los déspotas del mundo árabe, con los mismos procedimientos que utiliza para digitar a los presidentes de la ultraderecha latinoamericana. Enhebra con Bin Salmán o Sisi el mismo tipo contubernios que entreteje con Bukele, Novoa, Milei o Bolsonaro. En las dos regiones recurre a operativos destituyentes y provocaciones mediáticas.

La preeminencia que Washington le asigna Israel en la concreción de esos operativos se extiende a Latinoamérica. El apéndice sionista ya no es auxiliado en la región, solamente por sus socios de la comunidad judía. Cuenta también con el sostén de importantes segmentos del evangelismo.

Esos grupos propagan delirantes teorías sobre la misión divina que encarna Israel, para pavimentar la segunda llegada de Cristo. Con el apoyo de una vasta red de presidentes, legisladores, jueces y militares, proclaman que ese arribo alumbrará el reino de Dios en el planeta.

Los paralelos entre Medio Oriente y América Latina se extienden también a las conductas las clases dominantes. En ambas zonas, esos sectores acatan el mandato estadounidense, para asegurar sus privilegios sometiendo a sus pueblos.

En Medio Oriente convalidan la masacre de los palestinos en impúdica coexistencia con Israel, luego de haber sofocado el levantamiento democrático de la Primavera Árabe. Con esa agresión sepultaron los últimos vestigios del proyecto autónomo y federativo del panarabismo (Gómez-Benita, 2025). En América Latina, las mismas elites priorizan el aplastamiento de las revueltas de las últimas décadas. Pretenden disolver los ciclos progresistas y aceptan una recolonización que aniquila cualquier perspectiva de integración regional.

Pero los resultados de esos mismos propósitos regresivos han sido muy diferentes en ambas regiones. En América Latina, los grupos dominantes no lograron doblegar las rebeliones y debieron aceptar ciertas conquistas económicas o sociales de los pueblos. La secuela de esos levantamientos contribuyó a evitar el estallido de guerras, atenuó los conflictos étnicos y contrarrestó la desarticulación de los Estados. Las revueltas crearon escenarios políticos favorables, que frenaron las tragedias padecidas en Medio Oriente.

Por el contrario, en esa región, quedó pendiente la democratización como una asignatura irresuelta. En ningún país se consiguieron los avances consagrados por las nuevas Constituciones de Venezuela, Bolivia o Ecuador (Ali, 2025).

En América Latina el primer ciclo progresista dio frutos y el segundo persiste como una posibilidad en desarrollo. En su mandato inicial Trump intentó una restauración conservadora, que fue doblegada en las calles y en las urnas. Esa reacción dio lugar a la segunda oleada progresista del 2019-2023, con gobiernos de centroizquierda que disputan primacía con sus rivales de derecha. La ultraderecha ha irrumpido para revertir esos logros y apuntalar el sometimiento que exige el imperialismo. Pero el resultado de esa confrontación sigue abierto.

LOS PARECIDOS CON VENEZUELA

Las mayores semejanzas entre Medio Oriente y América Latina se verifican en el caso de Venezuela. En muchos planos esa familiaridad salta a la vista. En ese país el imperialismo estadounidense busca recuperar el control del petróleo, con la misma intensidad que prioriza el manejo de ese recurso en el mundo árabe.

Venezuela alberga las reservas probadas de crudo más importantes del planeta y ha sido tradicionalmente un gran proveedor del mercado estadounidense. Por eso ambos países combinaron la construcción de instalaciones, para refinar el petróleo pesado del gran exportador caribeño.

Trump recuerda ese histórico suministro, para promover la restauración del dominio estadounidense sobre su viejo proveedor. Rechaza la decisión de Venezuela de manejar sus recursos y anhela repetir las incursiones que comandaron sus antecesores contra Irak, Irán o Libia. Aplastar cualquier intento de control soberano del petróleo ha sido una política de Estado de todos los gobiernos estadounidenses.

Las provocaciones que el magnate ha montado en el Mar Caribe apuntan a esa recaptura. Trump ha confesado ese objetivo en numerosas declaraciones. Actualmente recurre al burdo pretexto de una ¨guerra contra narcotráfico¨ para intentar esa confiscación, retomando mentiras tan burdas como las “armas de destrucción masiva” que denunció Bush para invadir Irak en el 2003.

El papel de Venezuela en las rutas del narcotráfico es reconocidamente marginal y por esa razón ningún informe de la DEA menciona al país. No figura como productor, como vía de tránsito o como partícipe de la provisión de fentanilo. Venezuela carece de la infraestructura química requerida para elaborar ese tipo de drogas. Nunca intervino en la producción de opioides sintéticos, ni en el transporte de ese producto (Misión Verdad, 2025).

Todas las operaciones mediáticas para presentar a Maduro como un narcotraficante son disparatadas. La recompensa de 50 millones de dólares por “informaciones que conduzca a su arresto” bordea el ridículo. Nadie aportó tampoco algún indicio de su conexión con el mítico cártel de Los Soles o con el extinto Tren de Aragua. Pero de la misma forma que Netanyahu utiliza el término terrorismo, para justificar masacres de cualquier tipo, Trump atropella a Venezuela enarbolando el espantapájaros del narcotráfico.

Las semejanzas en esa conducta no se limitan al plano semántico. Los dos mandatarios comparten violaciones de todas las reglas de la legalidad internacional. Con la misma impunidad que Netanyahu ordena el asesinato de líderes de otros países, Trump autoriza crímenes contra los pescadores del Caribe, sin pruebas, juicios o condenas de ningún tipo (Fazio, 2025).

Recurre a las mismas acciones que despliega la marina israelí contra las flotillas que navegan hacia Gaza, imponiendo una zona de exclusión en las costas de Venezuela. Las dos cabezas de la ultraderecha mundial han sepultado cualquier principio de jurisdicción marítima internacional. Los marines actúan como si el Caribe fuera una extensión del Lago Michigan (Vielma, 2025). Ya consumaron la ejecución sumaria de decenas de personas, en operativos que ignoraron las normas más elementales de cualquier guardia costera.

Trump imita también el método israelí de violar el espacio aéreo para intimidar a sus blancos. Con ese libreto, los bombarderos B-52 del Pentágono sobrevuelan Venezuela. Buscan incentivar las “operaciones encubiertas” que ya anunció la CIA o preparan alguna incursión de “falsa bandera”, para justificar intervenciones de mayor porte (De los Santos, 2025).

Lamilitarización del Caribe se profundiza con la ampliación de Guantánamo, la reactivación de la Cuarta Flota, la reocupación del Canal de Panamá, el incremento del presupuesto bélico de Guyana y la próxima instalación de radares en Granada, Antigua y Barbuda.

Luego de forzar el rearme de Europa contra Rusia y de afianzar una mayor presencia de Israel en todo el Medio Oriente, Trump ha puesto en marcha un reaseguro yanqui en todo el hemisferio. Busca instaurar un “área de exclusión imperial” para reforzar la Doctrina Monroe (Rivara, 2025a) y con la base militar de Manta (Ecuador) y los renovados ejercicios de marines (Perú) afianza su cerco sobre Venezuela.

PROVOCACIONES DEL MISMO TIPO

Trump intenta repetir con Caracas el modelo de estrangulamiento que el Pentágono aplicó contra Damasco, para lograr la rendición de su acorralado adversario. Al cabo de una guerra civil de 15 años -que dejó 500.000 muertos y obligó a 14 millones de personas a abandonar sus hogares- el gobierno de Assad colapsó y un títere de Israel preside al país. Siria fue privada de sus yacimientos petrolíferos y quedó asfixiada por sanciones económicas, antes que las bandas yihadistas se adueñaran del gobierno (Ford; Sterling, 2025).

Con ese antecedente, Maduro es diabolizado con la misma campaña mediática que demonizó a Assad, y el ex terrorista Al Golani es ennoblecido con las mismas loas que recibe Corina Machado. La lideresa de la derecha venezolana ha retribuido esos elogios con un explícito apoyo a la toma yihadista de Damasco y convoca a recrear cuánto antes ese operativo sobre Caracas (Rodríguez Gelfenstein, 2024). También ha enfatizado sus aplausos a Netanyahu por la masacre de Gaza.

El otorgamiento del Nobel de la Paz a un personaje de ese tipo, forma parte del complot intervencionista que organiza Trump. El galardón concedido a quién no ha cesado de reclamar invasiones, golpes de Estado y guarimbas es una aberración más del orden imperial. Corrobora la existencia de un mundo al revés, dónde la paz es sinónimo de militarismo extremo. Corina también apoya sin ruborizarse el reciente despliegue de los marines en el Caribe.

El premio que recibió apunta a suavizar su figura, para rodearla de un aura de contemporización, que torne más digerible su acción golpista. Se pretende empoderarla como “sucesora natural del régimen”, con una distinción que tradicionalmente combinó el reconocimiento de causas humanitarias con la legitimación de operaciones imperiales.

La condecoración a Machado se inscribe nítidamente en ese segundo tipo de laureados con el Nobel. Comparte ese lugar con figuras tan reaccionarias como Theodore Roosevelt, Henry Kissinger, Menajem Begin o Lech Walesa. En su caso ha recibido oxígeno para contrarrestar el gran aislamiento y retroceso de la derecha venezolana (Rivara, 2025b)

Pero el operativo imperial afronta múltiples obstáculos en el propio frente interno estadounidense. En el plano económico, debe lidiar con la persistente división entre un sector pragmático-negociador conectado con Chevron (Richard Grenell) y un furioso lobby militarista que opera desde Miami (Marc Rubio).

El sostén a las provocaciones del Pentágono está afectado, además, por la persecución que sufren los inmigrantes venezolanos en Estados Unidos. Trump revocó el Estatuto de Protección Temporal (TPS), que Biden había concedido a ese sector y amenaza deportar a quiénes deberían apuntalar su campaña antichavista.

Las amenazas militares de la Casa Blanca suscitan, a su vez, grandes cuestionamientos entre mandos del Pentágono, que señalan la inviabilidad de un operativo de invasión. Estiman que un asalto de ese tipo exigiría la insostenible presencia de numerosos batallones en el lugar, durante un tiempo muy prolongado (Oppenheimer, 2025).

Esa limitación acota la posibilidad de una intervención clásica como la perpetrada contra Granada (1983) o Panamá (1989). Trump afronta con Venezuela, los mismos obstáculos que socavan las incursiones de Netanyahu contra Irán. En ambos casos, los agresores deben lidiar con países de cierto porte, que aglutinan naciones con fuertes identidades y gran conciencia de su historia soberana.

Pero al igual que el gobierno israelí, la Casa Blanca sube la apuesta tanteando el terreno para incursiones más audaces. Con la mira puesta en Irán, Netanyahu extiende las operaciones bélicas contra los vecinos y para confrontar con Venezuela, Trump agrede a Colombia. Acusa a Petro de “líder del narcotráfico”, suspende las partidas a ese país y lo sitúa en la lista de gobiernos que no colaboran con la DEA.

RESPUESTAS EJEMPLARES

Trump retoma las nuevas formas de intervención imperial, para complementar los golpes militares clásicos y las invasiones directas, con operaciones híbridas de desestabilización.

Pero debe tomar en cuenta que las guarimbas en Venezuela (2014- 2017), no lograron nunca los éxitos de las “revoluciones naranjas” en Europa Oriental. El retroceso y la desmoralización actual de los escuálidos disminuye aún más las posibilidades de éxito de esos operativos.

Venezuela ha logrado una significativa recuperación económica y encontró caminos para neutralizar las sanciones estadounidenses. El boicot a PDVSA y las órdenes ejecutivas de asedio, ya no tienen los efectos de otros años (Serafino, 2025).

Pero Trump afronta, sobre todo, la contundente decisión del gobierno de chavista de resistir sus amenazas. Maduro ha declarado el estado de alerta de las Fuerzas Armadas, que mantienen su cohesión y refuerzan su preparación defensiva frente a cualquier aventura del Pentágono.

El dato más significativo de esa actitud es la movilización de cuatro millones y medio de milicianos para vigilar el territorio (Gómez Rodríguez, 2025). Ese alistamiento se inscribe en la tradición del pueblo en armas, que signó toda la historia de las revoluciones en América Latina, desde Bolívar hasta Fidel y el Che. La activación de las milicias es una medida de autodefensa, que solo puede sostenerse con la movilización revolucionaria de las masas. Ese dato sobrevuela el escenario político del Venezuela (Arcary, 2025).

Frente a esa respuesta, los medios de comunicación hegemónicos y sus servidores mixturan la burla con el temor. Reproducen la misma combinación de desprecio y pánicoque exhiben los sionistas frente a los palestinos. Washington y Tel Aviv están desconcertados por la firmeza de los pueblos que agreden. A la hora de confrontar con sus enemigos, el mismo sentido de pertenencia que ha desarrollado la nación venezolana se verifica en la identidad palestina.

El gobierno chavista ha mantenido además la unidad, evitando el trágico divisionismo interno que desarticuló a la centroizquierda de Bolivia. Desenvuelve una nítida postura de resistencia a las provocaciones del imperialismo. En ese plano se ubica en un terreno muy semejante a los palestinos, los yemeníes o los iraníes. No repite la rendición de Siria, ni la capitulación de Egipto o Jordania.

La continuidad de ese rumbo exige reforzar el poder comunal, que ha resurgido para sostener al proceso bolivariano contra la derecha. El país persiste como el gran laboratorio político de nuestra época, con su combinación de democracia participativa, soberanía nacional y redistribución del ingreso. Como siempre ocurrió en todas las dinámicas revolucionarias, ese rumbo se procesa en respuestas prácticas a las sanciones económica y a las campañas golpistas (Ramonet, 2025).

En el país se ensayan dos cursos conjuntos de transformación del Estado y construcción del poder comunal. En esa experimentación se dirime la tensión entre la democracia representativa y participativa. Hay disputas de lugares en la institucionalidad convencional y novedosos procesos de construcción de organismos desde abajo. La batalla por conquistas dentro del Estado empalma con modalidades cooperativas de democracia directa (Vargas; Grosfoguel, 2025).

ACTITDES MEMORABLES

Como el desenlace de Palestina tendrá importantes efectos sobre América Latina, crece la movilización en la región contra el genocidio sionista. La simpatía con la principal causa anticolonial del mundo se ha extendido a todos los países.

En Venezuela irrumpieron las primeras acciones, con la recepción de dirigentes palestinos para organizar actividades de apoyo a su lucha. Maduro fue el primero en adoptar medidas de sostén a la resistencia de Gaza, fomentando el envío de una brigada de apoyo humanitario. En reconocimiento a esa solidaridad fue izada la bandera de Venezuela en navíos participantes de la flotilla. Los impulsores de ese homenaje denunciaron la estrecha conexión del asedio yanqui en el Caribe, con el acoso israelí en el Mediterráneo (Hroub, 2025).

Cuba y Honduras convergieron con Venezuela en el sostén de la causa palestina e impulsaron la ruptura de relaciones diplomáticas para aislar a un régimen criminal. Participaron junto a otros gobiernos en la campaña auspiciada por Sudáfrica, para ampliar los pronunciamientos contra el genocidio de la Corte Internacional de La Haya. Esas iniciativas han contribuido a potenciar la causa palestina como una bandera del Sur Global.

Pero el caso más descollante de denuncia del sionismo en la región ha sido personificado por el presidente Petro. Su postura reflejó hasta qué punto Colombia sufrió la presencia de asesores israelíes, en el adiestramiento de los paramilitares que ensangrentaron al país. Los gendarmes enviados por Tel Aviv a ese país, introdujeron las prácticas de la represión salvaje que desarrollaron masacrando a los palestinos. La respuesta de Petro ilustra cómo la llaga que deja Israel, se vuelve tarde o temprano contra los propios sionistas (Katz, 2023).

El presidente colombiano exigió dejar atrás la verba inflamada y la simple denuncia de los comunicados, para implementar medidas internacionales efectivas de embargo, prohibición portuaria, revisión de contratos y enjuiciamiento de los genocidas.

El mandatario colombiano convocó a un Congreso especial para promover esas acciones y logró un significativo acompañamiento (Niño, 2025). No solo cortó relaciones diplomáticas, prohibió la exportación de armas y decretó un embargo energético, sino que anuló también las ventas de carbón y suspendió la aplicación del Tratado de Libre Comercio con Israel.

Sus iniciativas ejemplifican el tipo de respuestas que el Movimiento BDS promueve en todo el mundo (Garziglia, 2025). Ha sido también impactante su decisión de destinar una parte del dinero incautado a los narcotraficantes, a la atención médica de los niños heridos en Gaza.

La actitud de Petro en las Naciones Unidas fue aún más categórica. Allí propuso crear un ejército protector de los palestinos, asumiendo desde América Latina una iniciativa que le correspondería al mundo árabe. Salió posteriormente a la calle con un megáfono, para propiciar junto al músico Rogers Waters el desconocimiento de las órdenes trumpistas de agresión a Gaza.

El magnate le revocó de inmediato la visa para continuar en Estados Unidos y Petro respondió con un llamado a mudar la ONU a alguna localidad protegida de esas bravuconadas. Tampoco dudó en exigir el encarcelamiento y el enjuiciamiento de Netanyahu. Su propuesta de un batallón internacional para reconstruir pacíficamente Gaza, es la contracara del Plan colonial de opresión palestina que motorizan Trump y Blair.

La actitud de Petro y de los gobiernos radicales de América Latina contrasta con la pasividad y vacilación de otros mandatarios progresistas, que se han limitado a emitir condenas verbales. Lula subió el tono de sus denuncias, incorporó el término genocidio a sus discursos y congeló el nombramiento de un nuevo embajador en Israel. Pero se mantiene en el estricto terreno de las declaraciones. Los gobiernos progresistas de México y Uruguay han mantenido esa misma tónica de meros cuestionamientos de palabra.

También Boric llamó a consultas a sus diplomáticos, retiró los agregados militares y rechazó la adquisición de equipamiento militar a Israel. Pero no ha ido más allá de esas limitadas medidas, en el país que alberga la principal comunidad palestina de América Latina.

La influencia social, política y deportiva de ese sector es tan significativa en Chile, como la gravitación de dirigentes de izquierda, cuya historia personal ilustra una impactante simbiosis de experiencias militantes en las dos naciones (Jadue, 2023, 2024).

EL MISMO CONTRAPUNTO

Las mismas reacciones vacilantes, que el grueso del progresismo latinoamericano exhibe frente a Palestina, se verifican en sus respuestas al acoso que sufre Venezuela. Hay un visible paralelo entre ambos planos. Mientras Trump despliega una monumental armada en las costas de ese país, los presidentes de centroizquierda se limitan a declarar su rechazo a esa provocación. Emiten declaraciones resaltando el carácter “inaceptable” de ese acoso o recordando la importancia del principio de “no intervención extranjera”.

Ninguno parece notar que la arremetida imperial contra el proceso bolivariano, forma parte de una campaña de Washington contra todos los exponentes del progresismo. La pasividad frente a las masacres de Netanyahu y la agresión militar costera de Trump retrata la típica tibieza, que termina empoderando a la ultraderecha latinoamericana.

Esas vacilaciones presentan un cariz más nefasto, cuando en medio del cerco a Venezuela, Boric refuerza sus cuestionamientos al régimen político que encabeza Maduro. La candidata de la izquierda chilena, Jara, ha radicalizado ese despropósito, celebrando el otorgamiento del Premio Nobel a la neofascista Corina Machado.

También aquí se verifican sintonías con la inconsecuencia frente a Palestina. En plena masacre de los sionistas, esas variantes del progresismo reafirman sus críticas a Hamas, y le atribuyen a esa organización la misma responsabilidad en la tragedia de Gaza, que al criminal Netanyahu.

Palestina y Venezuela han introducido un parteaguas en la izquierda latinoamericana. Las voces que se ubican en el campo de la resistencia antiimperialista, divergen frontalmente con las miradas que rehúyen ambos compromisos. Particularmente chocantes son los cuestionamientos al proceso bolivariano, cuándo más respaldo regional necesita frente a la agresión estadounidense. La nefasta coincidencia de esas críticas con las guarimbas golpistas ha sido muy detallada en las polémicas contra esas posturas (Grosfogel, 2025a).

Todos los debates sobre el rumbo del chavismo son bienvenidos, si se ubican en un campo de resistencia al hostigamiento imperial (Ellner, 2025). Pero gran parte del progresismo elude ese posicionamiento y adopta actitudes de sinuosa neutralidad, que en los hechos apuntalan la campaña de Miami contra Caracas. Es el mismo problema que rodea a sus actitudes frente a Palestina.

En esos dos lugares se dirimen las principales batallas actuales contra el imperialismo. Por esa razón es tan imperioso apuntalar respuestas comunes para ambos frentes (Grosfoguel, 2025b). Unir las campañas de solidaridad con Gaza con la defensa de Venezuela, es una prioridad para la izquierda latinoamericana, que pone a prueba su apego al internacionalismo.

Un ejemplo de ese compromiso, es la propuesta del MST brasileño de conformar brigadas de apoyo a Venezuela, en caso de invasión estadounidense. Esa iniciativa convoca a replicar la solidaridad mundial que desplegó la izquierda durante la Guerra Civil Española (1936-1939). En las circunstancias actuales, ese llamado apunta a permitir el eventual reemplazo de los trabajadores que deberían alistarse (Robichez, 2025).

Esa convocatoria retoma una tradición latinoamericana que se remonta a Bolívar y fue actualizada con el espíritu del Che por la revolución cubana. Empalma en la actualidad con la flotilla de Gaza y con el llamado de Petro a conformar una fuerza internacional de protección a los palestinos. Son todas iniciativas para frenar los atropellos imperialistas.

La derrota de Israel en Medio Oriente, será una victoria que América Latina celebrará como propia y los éxitos de Venezuela contra la derecha, serán logros de todos los demócratas del planeta. Esa misma batalla presenta en el caso argentino ciertas peculiaridades, que analizaremos en el próximo texto.

RESUMEN

Palestina y América Latina confrontan con el mismo enemigo. Estados Unidos pretende capturar el petrolero de Medio Oriente y los recursos naturales del continente americano. Afianza su intervención con el apéndice israelí, destruyendo sociedades y Estados. Consiguió la derrota de la Primavera Árabe, pero no del ciclo progresista latinoamericano. Las provocaciones contra Venezuela convergen con las agresiones fronterizas de Israel y el acoso al chavismo repite el ahogo de Siria. Pero también la respuesta bolivariana de milicias y comunas empalma con la resistencia palestina. La izquierda y el progresismo se ponen a prueba en ambas batallas.

REFERENCIAS

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Segundo Coloquio Internacional de la Academia de Economía Política, 21 de octubre, Facultad de Economía-UNAM, México https://youtu.be/IZ9gwTubIDs?si=EbO7Z90w-_6gtq3u

-Kersffeld, Daniel (2025). El plan maestro de Trump para la región

https://www.pagina12.com.ar/867833-el-plan-maestro-de-trump-para-la-region

-Zeta, Sergio (2024) El sionismo en Argentina y en América Latina: militarismo y ultraderecha contra nuestros pueblos https://www.herramienta.com.ar/el-sionismo-en-argentina-y-en-america-latina-militarismo-y-ultraderecha-contra-nuestros-pueblos

-Martinelli, Martín (2025). La geopolítica del genocidio en Gaza, Editorial Batalla de Ideas, Buenos Aires

-Katz, Claudio (2025b) “Cada intervención imperial es un boomerang contra su propio gestor”. https://huelladelsur.ar/2025/09/29/entrevista-con-claudio-katz-cada-intervencion-imperial-es-un-boomerang-contra-su-propio-gestor/

-Rivara, Lautaro (2024). Siria: ¿un espejo para pensar América Latina?

https://www.diario-red.com/opinion/lautaro-rivara/siria-espejo-pensar-america-latina/20241208200435039607.html

-Katz, Claudio (2025c). Monroísmo recargado sin resultados, 2-5-2025, https://katz.lahaine.org/seccion/america-latina/

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-Ali, Tariq (2025). Tierras conquistadas 18/03/2025, https://rebelion.org/tierras-conquistadas/

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-De los Santos, Manolo (2025). La escalada militar de Trump contra Venezuela repite el modelo de la guerra en Irak https://peoplesdispatch.org/2025/10/15/la-escalada-militar-de-trump-contra-venezuela-repite-el-modelo-de-la-guerra-en-irak/

-Rivara, Lautaro (2025a). ¿Intervendrá Estados Unidos en Venezuela? Una hipótesis en varios indicios (I), 15/10/2025 https://todoslospuentes.com/2025/10/15/intervendra-estados-unidos-en-venezuela-una-hipotesis-en-varios-indicios-i/

-Ford, Peter; Sterling, Rick (2025). Cómo Occidente destruyó Siria

-Rodríguez Gelfenstein, Sergio (2024). Siria: Muchas preguntas y pocas respuestas https://rebelion.org/la-quiebra-de-siria-aumenta-la-tragedia-palestina/

-Rivara, Lautaro (2025b) El Nobel: un belicoso premio a la intervención colonial

https://www.diario-red.com/opinion/lautaro-rivara/nobel-belicoso-premio-intervencion-colonial/20251011062450056066.html

-Oppenheimer, Andrés (2025) La ofensiva de Trump en las costas de Venezuela https://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/andres-oppenheimer-es/article311985059.html

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-Gómez Rodríguez, David (2025). El arte de la política: Cuando Venezuela toma las armas https://www.resumenlatinoamericano.org/2025/09/28/pensamiento-critico-el-arte-de-la-politica-cuando-venezuela-toma-las-armas/

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Claudio Katz. Economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del EDI. Su página web es: www.lahaine.org/katz

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