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Percepciones de cuatro semanas en Estados Unidos

Fuentes: Rebelión

Pretender realizar una radiografía profunda de un país como Estados Unidos tras recorrer durante casi un mes las carreteras, pueblos y ciudades de cinco estados no alcanzaría un gran rigor académico, pero sí sirve para percibir algunas situaciones y sacar algunas conclusiones, que en muchos casos rompen los tópicos manidos por tanto y tanto analista […]

Pretender realizar una radiografía profunda de un país como Estados Unidos tras recorrer durante casi un mes las carreteras, pueblos y ciudades de cinco estados no alcanzaría un gran rigor académico, pero sí sirve para percibir algunas situaciones y sacar algunas conclusiones, que en muchos casos rompen los tópicos manidos por tanto y tanto analista que no ha pisado jamás aquél país.

Para hacernos una idea de la dimensión geográfica de Estados Unidos, vemos que abarca una superficie cercana a la que representa Europa con la parte rusa de la misma, aunque con algo menos de la mitad de la población en EEUU.

Las minorías: lo negros no viajan, o al menos apenas se ven personas de la minoría afro americana por los lugares más turísticos de esos estados. Por ello, a pesar de que un candidato negro pueda resultar elegido presidente, eso no muestra que la «normalidad racial» es una realidad, pues como bien señala un activista local blanco, «éste es un país dirigido y controlado por blancos, la irrupción un político negro no implica mucho más. Tan sólo que la clases poderosas negras, integradas en este sistema, pueden verse más representadas aún».

Los latinos se encuentran cada vez más «al norte», a más distancia de la frontera con México. En algunos lugares como el barrio Misión de San Francisco no ocultan su origen, al contrario se sienten orgullosos del mismo, pero en otras partes prefieren no mostrarlo abiertamente. Así, en ocasiones es difícil mantener una conversación en castellano, prefieren hacer ver que no lo conocen y hablan en inglés. Muchas veces el principal motivo es ocultar su procedencia, probablemente por carecer de papeles.

En cuanto a los indios, muchos de ellos recluidos en sus reservas, tienen «que buscarse la vida» literalmente, ya que son conscientes que las ayudas del estado federal, si llegan, serán en gran parte testimoniales.

La prensa: en Occidente tiende a presentar a los medios más influyentes del país a los diarios The New York Times y The Washington Post, y tal vez así sea para los que siguen la realidad política desde la distancia, pero en la mayoría de pueblos y ciudades, la prensa local es la que más se vende, y en ocasiones se hace difícil conseguir los medios citados anteriormente. La élite política de la costa este es la que presta atención a esos medios, pero la mayor parte de la población prefiere seguir la actualidad que presentan los periódicos más cercanos a ella.

La cobertura mediática de los deportes es en cierta medida una muestra de esa especie de aislamiento en el que viven gran parte de los estadounidenses. Los medios impresos locales recogen en sus páginas noticias de los deportes del país (fútbol americano, béisbol, hockey sobre hielo, golf, motor…), y apenas referencias a la situación deportiva en el resto del mundo.

El mundo: la mayoría de ciudadanos estadounidenses no tiene pasaporte, y sus viajes se limitan a recorrer su país. Además, los conocimientos de geografía internacional no es algo que les preocupe sobremanera, aunque se jactan de conocer bastante bien la suya. Por todo ello no es de extrañar que lo que acontece más allá de sus fronteras por lo general no es algo que les quite el sueño, aunque hay algunas excepciones puntuales, como Iraq o Afganistán en estos momentos, o la «amenaza rusa» en tiempos de la guerra fría. Por todo ello llama la atención la importancia que algunos medios quieren otorgar al papel del estado españolen aquellos lugares. Recientemente algunos periódicos españoles han resaltado el rifirrafe entre Obama y McCain sobre el desconocimiento de éste de la realidad española. Sin embargo, la cercanía electoral y la necesidad de ganarse el voto latino son los únicos motivos para que ese tema haya aparecido en el debate del pasado viernes. Por lo general, la población conoce «más o menos» donde se ubica el estado español, pero algunos, como unos jóvenes que ya habían recorrido parte de Europa además de buena parte de EEUU, todavía nos preguntan si «Estambul está en España, ¿no?»

Sin embargo, también encontramos gente consciente ideológicamente de la realidad del mundo. Y una señora de avanzada edad nos comentó irónicamente que «No todos somos estúpidos», cuando nos reconoció que conocía Euskal Herria y el contexto de la misma. Es cierto que es una minoría, y que además tiene que sortear un ambiente bastante adverso, pero todavía es posible encontrar personas que se preocupan por cambiar la situación y mantener informados a sus vecinos.

La economía es la gran preocupación. Más allá de los debates sobre la política exterior («apoyamos a nuestras tropas» y «mi hijo es un marine» son algunos de los carteles que se pueden ver), lo que realmente preocupa a la mayoría de la población es el rumbo de los acontecimientos económicos, y sobre todo la crisis hipotecaria y el precio de la gasolina.

La dependencia hacia los coches es absoluta. La vida de buena parte del estadounidense medio gira en torno a su coche (muchos de ellos grandes y consiguientemente de consumo alto), la mayoría de los desplazamientos, por no decir que todos, los realiza en su vehículo, de ahí también la importancia que adquiere para la economía de la población el precio de la gasolina, uno de los verdaderos quebraderos de cabeza de la misma. La adecuación de los servicios a esa tónica de uso es tal que hasta las cabinas de teléfono en muchos lugares están colocadas más cerca del suelo para poder utilizarlas sin salir del coche, por no hablar de las ventanas de algunos establecimientos de comida rápida, ubicadas para que el pedido y la recogida de la comida se realice también desde el propio vehículo.

Sexo y abstinencia es la política impulsada por el movimiento neoconservador desde la época de Reagan, y que en los ocho años de Bush se ha visto reforzado en varios frentes. El embarazo de la hija de la candidata republicana a la vicepresidencia, Sarah Palin ha puesto sobre la mesa el tema nuevamente. Para los republicanos más conservadores el «no al sexo prematrimonial» y el diseño de una «educación sexual» en la misma línea ha sido una de su puntas de lanza en la materialización de sus doctrinas neocons.

Sin embargo, eso no es más que un burdo intento por ocultar la realidad de miles de jóvenes, como la hija de Palin. Según una columnista de un medio local, y basándose en datos oficiales, «hasta un tercio de las jóvenes que se quedan embarazadas tienen menos de veinte años». Una prueba irrefutable de la falsa moral puritana que algunos quieren imponer y sobre todo la plasmación del fracaso más absoluto del llamado «programa de abstinencia».

Las preocupaciones en torno a la salud, también ocupan buen parte de la vida diaria de buen parte de la población estadounidense. Algunos de los norteamericanos que han charlado con nosotros estos días nos señalaban las diferentes formas de afrontar una especie de seguro médico en sus vidas. La necesidad de contratar un seguro privado era la tónica general, con la dependencia económica que se generaba, y sobre todo el temor a perder sus casas u otras posesiones materiales en caso de no poder hacer frente a determinados gastos médicos. En EEUU más de cuarenta millones de personas (uno de cada siete) no tienen seguro médico y la mayor parte de los que tienen uno es con compañías privadas. Las coberturas de éstos varían en base de las aportaciones de los asegurados, con lo que las posibilidades económicas de cada uno de ellos condicionarán sobremanera la cobertura final del seguro.

Una de las causas más frecuentes de las bancarrotas económicas de muchas familias es la imposibilidad de pagar facturas hospitalarias o médicas. Unos de los mayores detractores de la creación de un sistema universal de asistencia médica son las grandes compañías farmacéuticas, que no dudan en donar importantes sumas de dinero a los candidatos para que éstos acepten las directrices que defienden sus intereses, aunque ello signifique ir en contra de las demandas de la mayoría de la sociedad.

Las armas, son otra característica de los estados del medio oeste americano y otras zonas montañosas del norte. La repetición de carteles avisando de que cualquier intruso en unas tierras podrá ser disparado, o la venta de armas de fuego de diferentes calibres en pequeñas tiendas de ultramarinos locales, ponen de manifiesto la importancia de las armas en la vida cotidiana de algunos estadounidenses.

El poderoso lobby Asociación Nacional del Rifle (NRA) es un actor muy importante en la política institucional del país, y la mayoría de sus miembros se declaran partidarios del Partido Republicano y de las políticas conservadoras del mismo. La posesión del arma como argumento defensivo, o con otras connotaciones psicológicas, es una constante, pero ese fervor queda en entredicho cuando se trata de alistarse al Ejército, la Guardia Nacional o a la Reserva, ya que estas tres instituciones militares están teniendo importantes problemas de alistamiento sobre todo a raíz de la invasión de Iraq por parte de EEUU.

Una división poco perceptible pero real, es otra de las características de aquel país. Las diferencias entre las gentes del sur y del norte, con el tema racial en cierta medida en su origen, o las que se encuentran entre el este y el oeste (con la excepción de California) en torno a una sociedad urbana y otra agrícola, son aspectos que planean sobre la realidad sociológica de Estados Unidos. Y junto a todo ello, y en plena crisis económica podría estar visualizándose una grieta muchos más profunda, la que se expande entre una minoría que controla la política y la economía y todo el resto del país, que sufre las consecuencias negativas de las actuaciones de los anteriores.

Y tal vez sea la ciudad de Las Vegas uno de los ejemplos más claros de la complejidad y las diferencias de este inmenso país. El paraíso del juego, donde los casinos permanecen abiertos las veinticuatro horas del día y donde las ofertas culinarias y de habitaciones de los hoteles de esos centros de juego son un importante enganche para miles y miles de turistas locales.

En el centro de la ciudad, donde se agrupan los casinos más importantes junto a los miles de mirones y jugadores se concentran en muchas esquinas cientos de latinoamericanos, mejicanos en su mayoría, repartiendo propaganda de contenido sexual, un aliciente más de este «oasis del juego y del vicio» permitido.

Los grupos de jóvenes estadounidenses de clase media alta, dispuestos a celebrar alguna despedida o un party especial, comparten espacio en los casinos con miles de personas, de recursos mucho más limitados que esperan inocentemente lograr el premio de su vida. Ver a señoras de edad avanzada con sus bolsos sujetos con una cadena a una máquina tragaperras, o a jóvenes de cualquier parte del mundo apostando unos pocos dólares en las mesas de póquer son el ejemplo de esa doble moral del país.

Sin olvidar el céntrico aeropuerto de jets privados que soporta un importante movimiento de personajes de la farándula local y de las élites políticas o económicas del país. Una vez más y en un espacio relativamente pequeño asistimos a las diferentes caras de la sociedad de Estados Unidos, de lo que se quiere ofrecer abiertamente (la riqueza, el país de las oportunidades) y de lo que se pretende ocultar (la explotación y la discriminación).

Estas semanas hemos podido comprobar de primera mano la complejidad de la sociedad de EEUU, pues como señala un antiguo corresponsal europeo en aquel país, «nos encontramos militarismo y también temor y rechazo al mismo; con una cierta unidad en algunos aspectos, pero al mismo tiempo rechazo hacia el otro», y todo ello aderezado de importantes diferencias raciales, de género o de clase.

TXENTE REKONDO.- Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)