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¿Qué futuro espera a los pescadores españoles?

Pesca….luces y ¡acción!

Fuentes: Le Monde Diplomatique

Jaume Jaume es un pescador del Maresme, una zona en Cataluña que, como muchas otros, ha visto transformar a ritmo fulgurante su entorno. En la actualidad el turismo es la actividad de costa con más peso, y ya no quedan pescadores como él: pescador artesanal, con artes de bajo impacto en el medio ambiente y […]

Jaume

Jaume es un pescador del Maresme, una zona en Cataluña que, como muchas otros, ha visto transformar a ritmo fulgurante su entorno. En la actualidad el turismo es la actividad de costa con más peso, y ya no quedan pescadores como él: pescador artesanal, con artes de bajo impacto en el medio ambiente y bajo consumo energético. No es un caso aislado, pasa en toda Europa. De cerca de 175.000 pescadores en 2003 se ha pasado a poco menos de 141.000 en 2007[1]. Eso sí, en España aunque les cueste hacer oír su voz, los pescadores de artes menores, son amplia mayoría, más del 76% del total.

Ya hace tiempo que tiene problemas económicos y cada vez, para simplemente para subsistir, se ha de esforzar más: ha tenido que modernizar la embarcación; sus márgenes son cada vez menores, presionado como está por los precios de los otros pescados que vienen del exterior; los costes de explotación cada vez son mayores; y además cada vez hay menos pescado y es más pequeño.

Marta

Marta es una de las pocas directivas en España en el ámbito pesquero. Controla diez embarcaciones -algunas bajo bandera europea, otras bajo pabellones de conveniencia- y una facturación agregada que quita el hipo a más de uno. No es tan potente como Pescanova, que facturó en 2009, 1.472,97 millones de euros. Piensa que los días para Jaume están contados: sin economías de escala, sin acceso a la financiación en buenas condiciones, sin capacidad de influir en la administración pública, está expuesto a todos los vientos y no le da más de 10 años antes de que tenga que vender su barco. Pese a ello le cae bien, le recuerda a sus abuelos pescadores como él.

Tampoco las cosas son fáciles para su empresa: hay pocos peces en las sobreexplotadas aguas europeas y, pese a cada vez invertir más en tecnología, no les ha quedado más remedio que ir cada vez a pescar más lejos…y con ello nuevos problemas: los piratas, los problemas con la mano de obra local que contratan en los países en desarrollo, problemas con la administración que fiscalizan su trabajo (en ocasiones para cumplir los objetivos de empresa, pescan -o compran pescado – de manera irregular, y las condiciones laborales no siempre son digamos…impecables). Nada especial a su parecer, mucho peor lo hacen los chinos, dice. Y por encima de todo la mala imagen que arrastran, informes que acusan a industrias pesqueras similares a las suyas de poco menos que esclavistas, de beneficiarse de recursos públicos incluso incumpliendo la legislación, o de ser responsables de la sobreexplotación pesquera en países en desarrollo.

Joan

Joan es un idealista irremediable, obsesionado por la igualdad y por ideas tan etéreas como las futuras generaciones. Para él la pesca no es algo que se deba tratar únicamente entre pescadores y administración. Él la ve como una actividad económica que interactúa con el medio marino – y que en ocasiones lo daña irreversiblemente- y que por tanto, como bien común que es, debe ser diseñada y regulada contando con la participación de multitud de otros colectivos. Apoya sin fisuras las más avanzadas aproximaciones ecosistémicas y la aplicación del principio de precaución a ultranza cuando la mejor ciencia disponible no sepa predecir las consecuencias de las políticas de pesca. Su lema es «sin peces no hay pesca ni pescadores y sin ecosistema marino no hay peces ni pescadores».

Joan sabe también que el trabajo de las mujeres continúa siendo en muchas ocasiones ignorado o minusvalorado, como el de las rederas en Galicia. Sabe que la pesca industrial para exportación no va a ser el motor que muchos países con recursos pesqueros, necesitan para salir de la pobreza y que en ocasiones pone en peligro la soberanía alimentaria en las zonas con menos recursos. Lo sabe porque lo ha visto en primera persona visitando muchos lugares y hablando con las gentes.

Manel

Cuando eres freelance no te puedes andar con florituras. Si además de freelance eres economista entonces lo mejor es que dejes las reflexiones filosóficas en casa y te dispongas a trabajar con quien mejor pague, la crisis está en todas partes. Por suerte lo ha podido hacer todo desde la plena integridad, sin engañar a nadie – eso sí en ocasiones retorciendo un poco la interpretación de las cifras y seleccionando un tanto dónde mirar y dónde no-. Los temas a estudiar y la orientación general los decide el cliente, así que él hace el trabajo con tranquilidad de consciencia. Lo único que nunca ha podido tragar es que no se usen bien los recursos públicos. Por eso nunca ha entendido ¿por qué no se vinculan las subvenciones a la obligatoriedad de cumplir la ley? ¿Por qué empresas que delinquen siguen cobrando subvenciones? ¿Por qué no se establecen sistemas que permitan evitar que quien más tiene siga consiguiendo más ayudas públicas?

Manel que conoce a Jaume, Marta y Joan, pues todos estudiaron en la misma escuela, sólo ha trabajado para Marta, que es quien le ha podido pagar sus informes.

Se levanta el telón, año 2009.

La Comisión Europea tomó el toro por los cuernos y en el 2009 planteó públicamente el problema de manera bien clara, con la presentación del libro verde de Política Pesquera Común y fijando los plazos para definir una nueva Política Pesquera Común antes de fin del 2012, pues como dice el texto: «La situación actual está caracterizada por la sobrepesca, el exceso de capacidad de la flota, las fuertes subvenciones, la fragilidad económica y el declive del volumen de pescado capturado por los pescadores europeos. La actual Política Pesquera no ha sido lo suficientemente eficaz para prevenir estos problemas. No obstante, la Comisión cree que una reforma integral y de la propia esencia de la Política Pesquera Común y una nueva movilización del sector pesquero pueden hacer realidad el cambio radical que se necesita para invertir la situación actual. No debe tratarse de otra reforma fragmentaria y gradual, sino de un «maremoto» cuyo alcance afecte a los factores fundamentales que se esconden detrás del círculo vicioso en el que ha permanecido atrapado el sector pesquero europeo en las últimas décadas.»

Primer acto, año 2010. Afilando las espadas.

Teléfonos, skype, reuniones presenciales,…la rueda de la presión política se ha puesto a girar. Marta, Joan y Manel han tenido un año de infarto. La Comisión Europea, y las correspondientes presidencias de la Unión Europea han convocado durante todo el año un conjunto de reuniones para tratar temas de la mayor importancia: ¿qué se considera por pesca artesanal? ¿Qué rol debe jugar la ciencia en la toma de decisiones de cuánto y cuándo se puede pescar? ¿A qué escala se han de tomar las decisiones sobre qué modalidades de pesca y cuándo pescar? … Hay que estar en las reuniones, preparar informes, y tratar de explicar bien cuál es la opinión.

Por otra parte, nada mejor que poder hablar directamente con aquellas personas de la Comisión Europea cercanas a la redacción de la nueva política, así que hay que intentar conseguir charlar con estas personas y exponer la respectiva posición. Los pasillos de Bruselas están lustrosos de tanto tránsito que hay.

Segundo acto, años 2011 y 2012. Las cartas sobre la mesa

Aproximadamente en mayo la Comisión Europea planteará sus propuestas, y a partir de entonces entra en acción un nuevo actor, el Parlamento Europeo que tiene también mucho que decir. La nueva política será aprobada por el método de codecisión y por tanto la Comisión Europea y el Parlamento Europeo, entre la segunda parte del año 2011 y el año 2012, se tendrán que poner de acuerdo.

Marta, Joan, y Manel no van a poder descansar…. Reuniones con los miembros de la Comisión de Pesca del Parlamento Europeo y con otros parlamentarios y estamentos diversos, se superpondrán a las de la Comisión Europea y los respectivos ministerios de pesca…la rueda gira, y gira, ahora sí ya decididamente acelerada. La maquinaria de presión política va a trabajar a pleno rendimiento…

Por ahora, lo que sabemos son las preguntas que deberán ser respondidas en la futura Política Pesquera Común:

¿Con qué criterios se repartirá la financiación asociada a la política? ¿Priorizando los intereses del sector industrial a corto plazo (por ejemplo financiando que continúe su expansión por todos los países del mundo usando recursos públicos, o destinando recursos públicos a embarcaciones con alto nivel de descartes, o alto consumo energético) o priorizando la financiación destinada a las actividades necesarias para asegurar el buen ecosistema marino (por ejemplo dedicando más recursos a la cogestión marina, al control de la implementación, a la investigación marina, a la creación de zonas protegidas, a la mejor información del ciudadano, a la mejor representación de pescadores artesanales y otros actores)?

¿Bajo qué principios se decidirá cuanto se debe pescar? ¿Se continuará priorizando – como sucede en muchas ocasiones en la actualidad – la defensa a corto plazo de determinados sectores de pesca industriales (que cambiarán de ámbito de actividad si en el futuro no se puede pescar más), o se impondrá la aplicación del enfoque de precaución y el enfoque ecosistémico a la hora de definir las cantidades a pescar? ¿Continuarán infrarrepresentados los pescadores artesanales, consumidores y ONG ambientalistas en la toma de decisiones o se dará un vuelco a la situación? ¿Se incrementará el peso de las recomendaciones científicas en la gestión pesquera o se mantendrá la situación actual que no satisface a nadie y que constantemente deslegitima sus recomendaciones?

¿Con qué criterios se repartirán las cuotas de pesca? ¿Se establecerán sistemas basados en criterios históricos que premian a quién más ha contribuido a la sobrepesca (es decir defendiendo los intereses del status quo), o se priorizará el acceso a la pesca para aquellos que tienen un menor impacto ambiental, mayor impacto social y mejor cumplimiento legislativo (es decir aquellos que deben constituir el futuro de la pesca si queremos que esta sea compatible con un buen estado del ecosistema marino)?

¿Se acabará con la sobrecapacidad pesquera y los descartes exagerados, o se mantendrá la absurda situación actual? La sobrecapacidad actual se mantiene artificialmente gracias a los subsidios públicos y acaba favoreciendo la sobreexplotación. Pero cambiarlo no va a ser fácil, muchos intereses se van a oponer. ¿Cómo acabará solucionándose la problemática de la sobrecapacidad? ¿Se tendrá en cuenta las diferentes características de las flotas en términos ambientales y sociales?

Nos encontramos por tanto en un momento clave para el futuro de la pesca Europea, y por su importancia en su dimensión exterior en todo el mundo. Ojalá los equipos ministeriales de los estados, así como los diferentes organismos europeos (Comisión, Parlamento y Consejo) opten por las alternativas que se derivan de la defensa, ante todo, del interés público.

Ojalá Jaume, que algunos dineros conseguidos de otros pescadores artesanales y otros cedidos por ONG, que creen que es importante que se oiga la voz de los pescadores artesanales y alguna invitación por parte de políticos diversos de Bruselas, encuentre los mejores foros para explicar sus posturas, y de ahí nazca definitivamente, el único escenario viable de la pesca para combinar conservación del medio ambiente, con la función social de la pesca, y con una intensidad energética baja: aquel fundamentado principalmente en la pesca artesanal sostenible.

Miquel Ortega es coordinador de la campaña OCEAN2012

Gustavo Duch es coordinador de la revista SOBERANÍA ALIMENTARIA, BIODIVERSIDAD Y CULTURAS

Nota:

[1] Expresados en jornada completa, el número hace referencia a la Europea de los 27.

Fuente: http://gustavoduch.wordpress.com/2011/05/05/%C2%BFque-futuro-espera-a-los-pescadores-es