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Pionero sionista reniega del sionismo

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Nunca he visto a Dov Yermiya, un activista israelí judío por la paz que ahora tiene 94 años. Pero ciertamente leí el libro que publicó en 1983 en el cual escribió con angustia sobre la tortura y otros graves maltratos de civiles que presenció directamente durante la invasión del Líbano por Israel durante el año anterior.

Ahora lo tengo en mis manos.

Recién acabo de saber, por una carta abierta publicada por Uri Avnery, que Yermiya recientemente renegó a la ideología y la práctica del sionismo con las siguientes conmovedoras palabras:

«Yo, un sabra (judío israelí nacido en el país) de 95 años, quien ha arado sus campos, plantado árboles, construido una casa y criado hijos, nietos y bisnietos, y también derramado su sangre en la batalla por la fundación del Estado de Israel:

«Declaro por esta vía que reniego de mi creencia en el sionismo que ha fracasado, que no seré leal al Estado judío fascista y sus demenciales visiones, que no volveré a cantar su himno nacionalista, y que me pondré en posición de firme sólo en los días de duelo por los caídos a ambos lados en las guerras, y que contemplo con el corazón hecho pedazos a un Israel que comete suicidio y a las tres generaciones que he procreado y criado en él.

«… durante 42 años, Israel ha convertido lo que debiera haber sido Palestina en un gigantesco campo de prisión, y mantiene cautivo a todo un pueblo bajo un régimen opresor y cruel, con el único objetivo de apoderarse de su país, ¡pase lo que pase!

«El ejército israelí reprime sus esfuerzos de rebelión, con la ayuda activa de los matones de los asentamientos, por los brutales medios de un apartheid sofisticado y de un bloqueo asfixiante, el acoso inhumano de enfermos y de mujeres embarazadas, la destrucción de su economía y del robo de sus mejores tierras y del agua.

«Sobre todo esto ondea la bandera negra del desdén aterrador por la vida y la sangre de los palestinos. Nunca se perdonará a Israel por el terrible coste de la sangre derramada, y especialmente la sangre de niños, en cantidades espeluznantes…»

La respuesta de Avnery es fascinante. El también es un veterano activista por la paz, y aproximadamente de la misma generación que Yermiya. Pero en la carta, pienso, implora a Yermiya que no renuncie por entero al sionismo, sino más bien que se reconecte con el sionismo «idealista» que ambos vivieron en su juventud.

Escribe:

«Cuando pienso en nuestra juventud, en la tuya y en la mía, una escena nunca está lejos de mi mente: el festival de Dalia de 1947.

«Decenas de miles de jóvenes hombres y mujeres estaban sentados en la ladera de un monte en el anfiteatro natural cerca del Kibutz [granja colectiva] Dalia en el Monte Carmel. Ostensiblemente era un festival de danza popular, pero en realidad era mucho más – una gran celebración de la nueva cultura hebrea que entonces estábamos creando en el país, en la cual la danza folklórica jugaba un papel importante. Los grupos de danza provenían sobre todo de los kibutzim (miembros de los kibutz) y de los movimientos juveniles, y las danzas eran creaciones hebreas originales, mezcladas con rusas, polacas, yemenitas y hasídicas. Un grupo de árabes bailó el debka en éxtasis, bailando y bailando y bailando.

En medio del evento, los altavoces anunciaron que miembros de la Comisión de Investigación de la ONU, que había sido enviada por la organización internacional para decidir sobre el futuro del país, se unían a nosotros. Cuando los vimos entrando al anfiteatro, los decenas de miles nos levantamos espontáneamente y comenzamos a cantar la «Hatikva», el himno nacional, con un fervor sagrado que reverberó en las montañas circundantes.

«No sabíamos entonces que dentro de medio año estallaría la gran guerra hebreo-árabe – nuestra Guerra de Independencia y su Nakba. Creo que la mayoría de los 6.000 jóvenes que cayeron en la guerra de nuestro lado, así como los miles que fueron heridos – como tú y yo – estuvieron presentes en ese momento en Dalia, viéndose y cantando en conjunto.

«¿En qué Estado pensábamos entonces? ¿Qué Estado queríamos crear?

¿Qué ha pasado a la sociedad hebrea, la cultura hebrea, la moralidad hebrea, de la que estábamos tan orgullosos entonces?

Y luego suplica lo siguiente:

«Tú, Dov, has invertido demasiado en este Estado como para darle la espalda en un gesto de cólera y desesperación. El más manido y gastado eslogan en Israel también es verdadero: «¡No tenemos otro Estado!»

«Otros Estados en el mundo han caído a la profundidad de la depravación y cometido crímenes innombrables, mucho más allá de nuestros peores pecados, y a pesar de ello han vuelto a integrarse a la familia de las naciones y han redimido sus almas.

«Nosotros y todos los miembros de nuestra generación, que estuvimos entre los que creamos este Estado, tenemos una gran responsabilidad por él. Una responsabilidad hacia nuestros descendientes, hacia los oprimidos por este Estado, hacia todo el mundo. No nos podemos escapar de esa responsabilidad.

«Incluso a tu respetable edad, y precisamente a causa de ella y por lo que representas, tienes que ser un compás para los jóvenes y decirles: ¡Este Estado os pertenece, podéis cambiarlo, no debéis permitir que los demoledores nacionalistas os lo roben!

«Es verdad, hace 61 años teníamos otra forma de pensar. Ahora, después que nuestro Estado ha caído adonde está actualmente, debemos recordar ese otro Estado, y recordar a todos, cada día, lo que debería haber sido ese Estado, cómo puede ser, y no permitir que nuestra visión desaparezca como un sueño. ¡Prestemos nuestro apoyo a todo esfuerzo por repararlo y curarlo!»

Son temas muy serios discutidos por esos dos antiguos sionistas.

Recuerdo la tarde que pasé a principios de marzo con el activista no-violento judío israelí Amos Gvirtz. Gvirtz «sólo» tiene cerca de 70 años. Pero como Avnery y Yermiya creció en Israel.

Me dijo en marzo:

«Me convertí en antisionista después de Oslo, cuando el gobierno expulsó a los árabes de Jahhaleenn para hacer sitio a la nueva área de asentamientos Maale Adummim… Como los sionistas, creo que los judíos necesitamos un Estado propio. Pero a diferencia de los sionistas no pienso que deba ser construido sobre las ruinas del hogar de otros. De modo que nuestro Estado no tiene que estar necesariamente aquí.»

Gvirtz, también, como Avnery, identificó un fuerte vínculo entre los eventos de 1947-48 y la situación actual – aunque la naturaleza del vínculo identificado por Gvirtz era muy diferente del de Avnery: «La Nakba no fue realmente un solo evento que aconteció en 1948, fue más bien un proceso prolongado, que continúa en nuestros días.» En otras palabras, no estaba dispuesto en nada a dividir limpiamente la historia israelí, como todavía lo hace Avnery, entre los días idealizados y pre-lapsarios del festival de Dalia de 1947 y la era post-lapsaria que fue inaugurada – desde el punto de vista de Avnery – sólo con la conquista de Cisjordania por Israel.

Obviamente, se trata de un tema que para los sionistas y sus partidarios es muy difícil de encarar. ¿Significó 1967 un rompimiento notable entre un pasado digno de elogio y un presente plagado de problemas? ¿O hubo ciertamente, como han argumentado Gvirtz y numerosos otros no-sionistas y anti-sionistas actuales, numerosos elementos de continuidad desde el período de 1947 hasta el presente?

En todo caso, me encantaría ver todo el texto de la última carta de Yermiya de la que cita Avnery, por si alguien me puede dar un enlace con ella, de preferencia en inglés. El único texto inglés suyo que pude encontrar en línea fue esta carta, publicada en el semanario comunista Zo Haderekh en junio de 2008.

En ella, Yermiya devolvió al ministro de defensa israelí Barak la invitación que le había sido enviada para asistir a una ceremonia en honor de todos los veteranos de la «Guerra de la Independencia» de Israel de 1948.

Escribió:

«Como veterano de la guerra de 1948, quien fue herido en combate cara a cara dos semanas antes de la Declaración del Estado, me siento obligado a devolverle por la presente la invitación a usted, como Ministro de Defensa. Lo hago a pesar mío, pero lo considero mi deber.

«Lo considero a usted, Ehud Barak, como uno de los máximos comandantes militares y destacados dirigentes políticos responsables por convertir el ejército de «Fuerza de Defensa Israelí» a un ejército de ocupación y opresión del pueblo palestino y defensor de los criminales asentamientos en su país.

«40 años de ocupación han corrompido terriblemente el ejército israelí y todas las capas de la sociedad israelí. Se caracterizan por el ‘viento del este’ [el viento del este trae los chamsin (vientos calurosos, secos y cargados de polvo) y las langostas] que soplan y avivan conflagraciones de interminables guerras, que amenazan a nuestro pueblo y nuestra tierra con la tercera y final destrucción. Su parte en la responsabilidad por todo esto es enorme, y por lo tanto le devuelvo su invitación, sin gracias…»

Helena Cobban es una veterana escritora, investigadora y organizadora de programas en asuntos globales. Desde 2003 ha publicado «Just World News», un animado blog sobre temas internacionales que ha conseguido una amplia cantidad de lectores en el mundo. Para contactos: [email protected]

http://www.counterpunch.org/cobban08172009.html