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Podemos: liderazgos y democracia interna

Fuentes: Periódico En lucha / Diari En lluita

El debate sobre los liderazgos dentro de la izquierda no debería centrarse en si son deseables o rechazables. Siempre están presentes, ya que en cualquier espacio siempre hay quienes, más o menos espontáneamente, ocupan ese rol, ya sea porque tienen experiencia, más tiempo para dedicar o una forma de ser propensa a ello. Incluso en […]

El debate sobre los liderazgos dentro de la izquierda no debería centrarse en si son deseables o rechazables. Siempre están presentes, ya que en cualquier espacio siempre hay quienes, más o menos espontáneamente, ocupan ese rol, ya sea porque tienen experiencia, más tiempo para dedicar o una forma de ser propensa a ello. Incluso en las organizaciones o movimientos más contrarios al rol del liderazgo, éste existe siempre.

La generación de liderazgos no implica necesariamente un problema. Los diferentes niveles de concienciación, disponibilidad, experiencia… conllevan la necesidad de referentes que argumenten qué posición adoptar sobre un determinado tema. Cuando se dice que alguien siempre «la clava» cuando habla, en realidad se está reconociendo un liderazgo, ya sea formal o informal.

El problema es cuando el liderazgo de una organización es una traba para la democracia interna -el debate, la crítica y la toma colectiva de decisiones. La formalización de un control desde arriba suele darse o bien por un proceso de burocratización (una minoría se hace con el control de los procesos internos y de los espacios de toma de decisiones) o por una ausencia de regulación (donde una minoría que por tener más prestigio, tiempo o experiencia acaba decidiendo las cuestiones importantes).

El primer paso para evitar que una minoría decida las cuestiones centrales de forma antidemocrática es reconocer que los liderazgos existen y establecer mecanismos para poder elegirlos y sobre todo controlarlos desde abajo, ya que en cualquier momento se podrían equivocar. En otras palabras, poner en práctica el «mandar obedeciendo» que popularizó el zapatismo.

Qué Podemos queremos

El debate actual sobre cómo estructurar Podemos se plantea en términos del balance entre democracia interna y efectividad. Por un lado se argumenta que una organización tan grande y nueva necesita un tiempo de maduración, agilidad en el proceso interno y recordar que el equipo promotor ya ha demostrado su valía para liderar y tomar decisiones acertadas.

Pero la democracia interna va más allá de una cuestión coyuntural. Como demanda social, la falta de democracia fue uno de los puntos centrales del 15M, que apuntaba tanto a instituciones políticas como a organizaciones mayoritarias. El éxito de Podemos se basa en parte en su conexión con esta demanda, gracias a su propuesta de constituirse como herramienta ciudadana, radicalmente democrática, para democratizar las instituciones. La democracia interna y el empoderamiento de los círculos son claves para seguir representando esta alternativa.

Pero no es sólo una cuestión de principios: el control desde la base es necesario para construir un proyecto sano, serio y dinámico a medio y largo plazo. Es cierto que la militancia de Podemos necesita mucha experiencia, pero la mejor forma de adquirirla es con la práctica, tomando decisiones y dirigiendo nuestro propio destino. Las CUP en Catalunya, como proyecto muy similar, han demostrado que aunque estos procesos a veces deban ser un poco más largos, estructuran y arraigan mucho mejor la organización.

¿Tendencias organizadas dentro de Podemos?

Un tema central en los debates sobre democracia interna dentro de organizaciones como Podemos entronca con si las diferentes corrientes de opinión deben poder estructurarse o deben mantenerse difuminadas. De nuevo el debate no puede centrarse en si la existencia de tendencias es positiva o negativa: éstas siempre existirán, sean oficiales o no, al menos en los proyectos suficientemente amplios donde caben diferentes perspectivas sobre cómo funciona el mundo y cómo cambiarlo.

Si en Podemos hay diferentes planteamientos sobre como seguir avanzando, es más transparente y democrático reconocerlos para poder establecer un debate honesto y abierto a todo el mundo, para que la mayoría decida en base a argumentos sólidos y no votando entre listas de personas que no conoce. De no articularlo así, las personas que se adhieren a cada línea estratégica diferente pueden acabar formando grupos de poder invisibles dentro de la organización, proceso que no tardaría en generar desconfianzas y descontento. El debate debe ser totalmente transparente y para ello la visibilización de los diferentes planteamientos resulta democratizador.

La diferencia de opiniones no es sinónimo de ruptura -como intentan vender los grandes medios-, sino de pluralidad. En pocos meses se han creado alrededor de 1.000 círculos Podemos. Es inverosímil esperar que todas esas personas estarán de acuerdo en qué camino tomar. El reto es llevar esos debates a las plazas de forma lo más transparente posible para que la gente aprenda, opine y decida.

Pau Alarcón (@pau_latina_ment) es miembro del círculo Podemos de Montréal (Quebec) y militante de En lucha / En lluita

Fuente: http://enlucha.org/diari/podemos-liderazgos-y-democracia-interna/#.VAH8bUjc0gM