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Politica norteamericana victimiza a cubanos y no-cubanos

Fuentes: Granma Internacional

La presente ola de manifestaciones por un número sin precedente de inmigrantes indocumentados y sus aliados en Estados Unidos exigiendo legalización -incluso un resonante boycot económico el primero de mayo- ha hecho que el trato desigual para inmigrantes cubanos y no-cubanos sobresalga de forma aguda. La mayoría de la gente en los Estados Unidos no […]

La presente ola de manifestaciones por un número sin precedente de inmigrantes indocumentados y sus aliados en Estados Unidos exigiendo legalización -incluso un resonante boycot económico el primero de mayo- ha hecho que el trato desigual para inmigrantes cubanos y no-cubanos sobresalga de forma aguda.

La mayoría de la gente en los Estados Unidos no sabe que su país tiene una ley llamada Ley de Ajuste Cubano (desde 1966). No saben que bajo la política de inmigración de «pie mojado, pie seco», los cubanos que pisan suelo norteamericano automáticamente se les concede la residencia y posible ciudadanía, al tiempo que los interceptados en el mar son regresados.

Al mismo tiempo, la mayoría de trabajadores de otros países tienen pocas o ninguna oportunidad de obtener un status de legalidad en Estados Unidos.

Hay una buena razón de porqué la mayoría que se han movilizado, en contra de dicha penalización (criminalizacion) que afecta a los inmigrantes, son de origen mejicano: un 56% de los estimados 11 millones de trabajadores que viven en los Estados Unidos sin documentos legales provienen de México.

¿Por qué? Las actuales regulaciones de inmigración fuerzan al pueblo mejicano — y la mayoría de los otros inmigrantes — a esperar muchos años para obtener el «privilegio» de trabajar en los Estados Unidos. Actualmente, los mejicanos adultos no casados, hijos de ciudadanos americanos, por ejemplo, deben esperar un promedio de 15 años para obtener la «tarjeta verde». Según un vocero de los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos, entre 3 y 4 millones de personas en todo el mundo están esperando esos documentos, algunos por más de 23 años.

Para los trabajadores y campesinos que sufren los efectos diarios de la guerra imperialista y la crisis económica capitalista, que según cifras de la ONU cada vez aumenta más la separación existente entre ricos y pobres, la situación es una de vida y muerte. Ellos son empujados a ir dondequiera que puedan encontrar trabajos con sueldos suficientes para que sus familiares no mueran de hambre, y hacerse la ilusión de «subir la escalera» para alcanzar una seguridad económica, algo que solo una pequeña minoría logra.

Si uno no es un científico excepcional o académico, debe esperar como promedio cinco años para una visa permanente de trabajo en Estados Unidos, y luego sigue un proceso con muchas complicaciones. Los patrones deben probar primero al Departamento del Trabajo de que no pueden hallar un ciudadano americano que pueda hacer el trabajo y que luego debe pedir la visa del trabajador y pagar los emolumentos, algo que muchos no quieren hacer.

De esa manera, muchos deciden arriesgarse a cruzar ilegamente la frontera hacia Estados Unidos, sin garantía de trabajo, residencia o hasta sus vidas.

Algunos tratan una y otra vez, corriendo el riesgo de ser robados, violados, secuestrados y asesinados, en una situación de incontables hombres, mujeres y niños siendo víctimas de los traficantes de personas.

La seguridad cada vez mayor existente en la frontera, bajo el pretexto de «combatir el terrorismo» está creando una situación que resultó en la muerte de 500 inmigrantes el año pasado, tratando de alcanzar el «sueño americano», la mayoría mejicanos y de centro y sudamerica, que trataban de esquivar la Patrulla Fronteriza en los desiertos, montañas y carreteras.

Una vez en Estados Unidos, viven con el temor de ser descubiertos; pagan impuestos para servicios sociales que muchos nunca reclaman; y se convierten en parte del ejército de reserva de trabajo superexplotado, amenazados con la deportación si se unen a sindicatos en huelga o a las luchas. Este ejercito de reserva es imprescindible a las ganancias que hace que EE.UU. sea el país más rico del mundo.

«PRIVILEGIO» MORTAL

Al mismo tiempo, un número incalculable de cubanos también han muerto, pero bajo circunstancias diferentes: bajo la Ley de Ajuste Cubano, si arriesgan sus vidas para cruzar las 90 millas de océano que separa los dos países y llegan a tocar suelo norteamericano, se les garantiza residencia norteamericana «en un período de un año y un día,» aún si se les hubiera negado previamente las visas de entrada por el gobierno de Estados Unidos.

Este «privilegio» no tiene nada que ver con razones humanitarias; es un arma de propaganda contra la revolución cubana, de modo que los Estados Unidos pueden decir que están «salvando» la gente del comunismo.

Mientras incita a las gentes a pagar miles de dólares a los traficantes, e introducirse en precarias embarcaciones que deben cruzar aguas infestadas de tiburones, el gobierno de Estados Unidos sistemáticamente manipula su aplicación de varios acuerdos migratorios firmados con Cuba desde 1994, que disponen para 20 000 visas anuales por año a futuros emigrantes.

Aunque más o menos otorga las visas estipuladas, los EE.UU. siempre se rezagan el proceso, y luego corre a cumplir con el total para el fin de año, creando una situación en que la gente que espera sus visas se desespera y recurren a salidas ilegales.

Esto fue destacado por el Canciller Felipe Pérez Roque en una rueda de prensa del abril 2003 después de siete secuestros de barcos y aviones cubanos, cuando preguntó: «¿Por qué transcurridos cinco meses no está ya en un entorno cercano a los 10 000 cubanos [la mitad del total] con visas y ha dado apenas el 2,5% de las visas acordadas?

Cada año del acuerdo empieza el 1 de octubre. Entre el 1 de octubre y el 28 de febrero, los primeros cinco meses del 2003, Washington otorgó 505 visas. El en mismo periodo de 2002, se otorgaron 7 237 visas; en el 2001, fueron más de 8 300; en 2000, 10 860; y en 1999, unos 11 600 cubanos recibieron visas en ese periodo para emigrar a Estados Unidos.

En el pasado año de 2005, se vio una situación similar a la de 2003. Por casualidad, unos 2 700 cubanos fueron interceptados en el mar y regresados a Cuba, el número más alto desde la llamada «crisis de balseros» en el 1994, según cálculos del Centro de Estudios de Migraciones Internacionales (CEMI), de la Universidad de La Habana, basados en cifras de la Guardia Costera norteamericano y las autoridades de inmigración cubanas.

Aun más significativo, según las fuentes de CEMI, es el hecho de que 1 800 cubanos lograron entrar Estados Unidos en 2005 bajo la política de «pie mojado, pie seco» lo que indica que casi todos estaban en lanchas rápidas, que son suficientemente rápidas para escapar de las patrullas norteamericanas. Las lanchas rápidas son usadas por una creciente red de traficantes, que cobran a los cubanos miles de dólares para montarse en navío abarrotados que a veces son abandonadas durante la persecución, se vuelcan, o simplemente se van a la deriva, provocando las muertes de decenas de cubanos el año pasado, incluso de niños.

Creando más presión, mientras el gobierno norteamericano supuestamente otorga las visas al azar a los solicitantes por un sistema de lotería, el proceso es de hecho selectivo; los jóvenes profesionales de 25 a 35 años tienen más probabilidad de recibirlas, según las fuentes de CEMI. Mientras tanto, las visas para visitas temporales a familiares han sido restringidas desde el 2004, y las visas para atletas, músicos y académicos cubanos han sido severamente reducidos desde el 2005; por ejemplo, son cero las visas temporales para académicos cubanos desde el principio de 2006, según la Doctora Magalis Martín Quijano, una investigadora del CEMI.