Recomiendo:
4

¿Por qué Argentina se está convirtiendo en un «gran amigo» de Israel en medio de sus crímenes de guerra en Gaza?

Fuentes: Voces del Mundo

Cuando Hamás lanzó su ofensiva contra Israel el pasado octubre, los votantes argentinos se dirigían a la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Políticos y candidatos de todo el espectro político no tardaron en compartir sus opiniones en X.

El presidente saliente de centroizquierda, Alberto Fernández, el candidato continuista Sergio Massa, y otros, como los centroderechistas Patricia Bullrich y Juan Schiaretti, y el derechista Javier Milei, expresaron su solidaridad con Israel y condenaron al grupo palestino. En ninguno de los mensajes se hacía mención alguna a Gaza, Palestina o los palestinos.

La candidata de izquierdas Myriam Bregman, sin embargo, lamentó la pérdida de vidas inocentes y culpó a la ocupación y el apartheid israelíes de la violencia actual durante la segunda vuelta del debate presidencial, el 9 de octubre.

El apoyo a Israel fue la opinión dominante entre los candidatos presidenciales en Argentina, y el recién estrenado gobierno de Milei adoptó una política exterior proisraelí. Sin embargo, algunos medios de comunicación árabes han tergiversado su postura para presentar un bloque latinoamericano homogéneo y propalestino.

¿Una Argentina pro-Palestina?

Al comienzo de la guerra de Israel contra Gaza, Al Jazeera ofreció una colección de declaraciones oficiales como ejemplos de un amplio sentimiento propalestino en América Latina.

Otro artículo de The New Arab se preguntaba: «¿Por qué América Latina es tan propalestina?» y sugería que la creciente independencia de la región respecto a Estados Unidos, los movimientos de izquierda y la considerable diáspora árabe inclinaban la balanza.

Por otra parte, el académico brasileño Fernando Brancoli explica las múltiples razones que impulsan las posturas de cada país respecto a Israel y Palestina, basadas en la ideología política, la política de la diáspora y la cooperación en materia de seguridad.

Brancoli observa con agudeza: «Las acciones de Bolivia reflejan una fuerte oposición ideológica a las intervenciones militares de Israel en Gaza», mientras que la postura de Chile ejemplifica cómo «las comunidades de ultramar pueden influir en la política exterior» y la reciente «discordia diplomática de Colombia con Israel revela la tensión entre la cooperación militar de larga duración y las ideologías políticas divergentes».

Al agudizarse las tensiones geopolíticas entre varios países latinoamericanos e Israel tras el 7 de octubre, la firme postura proisraelí de Argentina ha destacado por su marcado contraste.

Afinidad ideológica

En 2010 Argentina reconoció la condición de Estado de Palestina bajo la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner. Su gobierno de centroizquierda ayudó a revivir los tres principios centrales del peronismo: justicia social, independencia económica y autonomía política. La decisión de reconocer la estatalidad palestina era, por tanto, coherente con la ideología política de la administración.

Además, reflejaba la «marea rosa» que recorrió América Latina a principios de la década de 2000. El ascenso de gobiernos de izquierda, una mayor integración regional y una mayor autonomía respecto a Estados Unidos marcaron este cambio político.

Todos los países latinoamericanos, con la excepción de México (hasta hace poco) y Panamá, se han movido en esa dirección. La posición de Argentina la estableció como parte de este zeitgeist regional.

El retroceso de la «marea rosa» estuvo marcado por una deriva hacia la derecha en toda América Latina, a medida que los gobiernos conservadores, nacionalistas y proestadounidenses llegaban al poder. Algunos ejemplos son el golpe militar hondureño de 2009 y la destitución presidencial paraguaya de 2012. La elección de gobiernos de derechas en toda América Latina entre 2012 y 2019 consolidó aún más esta nueva oleada.

Muchos de los nuevos presidentes, como el brasileño Jair Bolsonaro y el argentino Mauricio Macri, respaldaron abiertamente a Israel, lo que subraya aún más la relevancia de la afinidad ideológica en las relaciones entre América Latina e Israel. Milei encaja en este grupo de gobiernos conservadores de derechas.

Milei demostró su compromiso con Israel en varias ocasiones. Por ejemplo, ondeó una bandera israelí durante la campaña electoral y anticipó su alineamiento con Israel, entre otros regímenes de extrema derecha, durante el segundo debate presidencial.

Foto: Manifestantes sostienen carteles en los que aparecen, de izquierda a derecha, el expresidente estadounidense Donald Trump, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, el expresidente brasileño Jair Bolsonaro y el presidente argentino Javier Milei durante una manifestación contra líderes de extrema derecha celebrada en Madrid el 18 de mayo de 2024 (Javier Soriano/AFP).

Desde que accedió al cargo, eligió Israel para su primera visita de Estado, confirmó el deseo de trasladar la embajada del país a Jerusalén, expresó un «apoyo inquebrantable» a Israel tras las represalias iraníes y abandonó la política exterior neutral de Argentina al votar en contra del pleno ingreso de Palestina en la ONU.

Durante su reunión con Benjamin Netanyahu el 7 de febrero el primer ministro israelí elogió a Milei como «gran amigo del Estado judío».

Política de la diáspora

Con respecto a las relaciones argentino-israelíes, hay pocos indicios que sugieran que la política de la diáspora, en particular la influencia de la comunidad judía o del lobby israelí, haya desempeñado un papel significativo en la configuración de la política exterior argentina.

El país ha adoptado durante mucho tiempo una política de «equidistancia«, o neutralidad, hacia Israel y Palestina, anclada en su apoyo a una solución de dos Estados.

En 1947 Argentina se abstuvo en la votación de la Asamblea General de la ONU sobre la Resolución 181 (II), el Plan de Partición, incluso ante los «esfuerzos árabes y judíos por presionar al gobierno de Perón a través de comités rivales creados en Buenos Aires», según el historiador Ignacio Klich.

Argentina también se abstuvo en la Resolución 3379 de la ONU, que determinaba que «el sionismo es una forma de racismo y discriminación racial».

La votación de 2010 en la ONU a favor de la creación del Estado palestino fue independiente de la política de la diáspora y fue el resultado de las tendencias políticas locales y regionales más que de las actividades de los grupos de presión. Fue una decisión largamente esperada que pretendía equilibrar la política exterior argentina concediendo a israelíes y palestinos las mismas prerrogativas.

Por otra parte, la comunidad judía argentina representa menos del uno por ciento de la población total y mantiene una diversa gama de opiniones que no siguen necesariamente al lobby israelí.

Un ejemplo es la reacción al reciente veredicto judicial sobre la investigación del atentado terrorista de 1994 contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA).

Jorge Elbaum, presidente del Llamamiento Judío Argentino, escribe: «[Es] un elemento más del alineamiento geopolítico del actual gobierno… y [su] convivencia con gobiernos de derecha de todo el mundo, es decir, Estados Unidos e Israel».

En cambio, Jorge Knoblovits, presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), comentó: «Es una decisión importante que salda una deuda con la sociedad argentina y determina que Irán es un Estado dedicado a sembrar el terror en el mundo».

Y añadió: «El apoyo de Milei a Israel es muy importante». En otras palabras, la política de la diáspora en Argentina tiene poca influencia en la política exterior, ya que los sucesivos gobiernos argentinos han mantenido la neutralidad con respecto a Israel y Palestina y han excluido a los grupos de presión israelíes del proceso de elaboración de políticas.

La integración de los judíos en la sociedad argentina y la heterogeneidad de esta comunidad también han reducido el potencial de movilización en torno a una agenda pro-Israel. Ello subraya aún más la importancia de los otros dos elementos: la ideología política y la cooperación en materia de seguridad.

Cooperación en materia de seguridad

La transferencia de armas militares, equipos de vigilancia y formación en materia de seguridad de Israel a Latinoamérica está bien documentada.

El periódico israelí Haaretz informó en agosto de 1978 que «en el curso de un mes y medio, tres generales israelíes (en la reserva) visitaron Argentina». En su investigación sobre la conexión militar entre América Latina e Israel, los coautores Bishara Bahbah y Linda Butler escriben: «En 1981, Argentina compraba hasta el 17% de sus armas a Israel».

Israel vendió armas al régimen autoritario-burocrático argentino, el Proceso de Reorganización Nacional, mientras éste era acusado e investigado por violaciones de los derechos humanos y crímenes contra la humanidad.

El Ministerio de Justicia argentino investigaría, juzgaría y condenaría a las juntas militares por esos mismos crímenes en 1985. La transferencia de material militar continuó con la venta de dos helicópteros Bell en 1998 y de un número indeterminado de municiones de merodeo Univisión Hero-120 y Hero-30 en 2023 (el llamado dron kamikaze).

En la década de 1990 los militares argentinos experimentaron una desinversión y un parón en las compras de material a medida que los gobiernos democráticos consolidaban el control civil y aplicaban políticas de austeridad. Al mismo tiempo, el país sufrió dos atentados terroristas, uno contra la embajada israelí en 1992 y otro contra la AMIA en 1994.

Los analistas siguen divididos sobre las razones. Hace tiempo que se argumenta la contribución marginal de Argentina a la Guerra del Golfo, la cancelación de las transferencias de material y tecnología nuclear a Irán y el incumplimiento de las promesas hechas al presidente sirio Hafez al-Assad.

Tras el segundo ataque, los gobiernos argentino e israelí colaboraron en la presentación de una narrativa unificada y en el lanzamiento de una investigación inmediata.

El entonces presidente Carlos Menem y el embajador Dov Schmorak inculparon a Irán como autor intelectual y a Hizbolá como ejecutor del atentado. Este incidente amplió la cooperación en materia de seguridad y el intercambio de inteligencia entre ambos Estados, dando lugar al denominado Informe Toma.

El documento fue redactado por el exjefe de inteligencia argentino Miguel Ángel Toma en 2003, pero no ha sido desclasificado hasta hace poco. Toma afirma que detalla el papel de Irán y Hizbolá en el atentado de 1994. Aunque los críticos sostienen que el documento no aporta nada a la investigación, confirma por lo demás la colaboración entre las agencias de inteligencia de Buenos Aires, Tel Aviv y Langley para presentar una única narrativa.

La cooperación en materia de seguridad se reanudó en el ámbito militar cuando el Gobierno de Kirchner concedió a Elbit Systems un contrato para mejorar el tanque mediano argentino e incorporó el Krav Maga al plan de estudios de los cadetes militares del Colegio Militar de la Nación en 2011.

La cooperación en materia de seguridad adquirió una nueva dimensión bajo el Gobierno de Macri. En 2016 Israel se ofreció a ayudar en la selección de refugiados sirios, y Argentina organizó una cumbre binacional de seguridad. Al año siguiente, Argentina anunció la compra de cuatro patrulleras MKII clase Shaldag armadas por Israel y equipos de vigilancia por 84 millones de dólares.

La cooperación en materia de seguridad ha sustentado durante mucho tiempo las relaciones argentino-israelíes y se espera que aumente bajo el gobierno de Milei.

Así lo confirma el regreso de Bullrich como ministra de Seguridad, cargo que ya ocupó con Macri. Recientemente dijo: «Recibimos ayuda [información de inteligencia] de Israel y Estados Unidos».

Palomas, halcones y talibanes

«Hay palomas, halcones y talibanes. Patricia [Bullrich] y yo somos los talibanes», dijo Milei en referencia a los miembros del gabinete argentino.

Este señalamiento es el más revelador del dogmatismo y la innegociable política exterior de la actual administración, que coloca al país al lado de otros gobiernos de extrema derecha en el mundo.

La afinidad ideológica reforzada por la preferencia personal de Milei es el principal factor que impulsa la gravitación de Argentina hacia Israel. Ha guiado una política exterior que el sociólogo argentino Juan Gabriel Tokatlian ha caracterizado de «insólita e improvisada».

Foto: Manifestantes propalestinos asisten a una protesta contra el respaldo a Israel del presidente argentino Javier Milei, en la Plaza de Mayo de Buenos Aires, Argentina, el 18 de abril de 2024 (Reuters/Agustin Marca)

La elección de Milei y la profundización de la relación de su administración con Israel en medio de sus crímenes de guerra en Gaza ha llevado a la politóloga Ornela Fabani a preguntarse si la tradicional política equidistante de Argentina hacia Israel y Palestina ha llegado a su fin.

Desde un punto de vista crítico, el reconocimiento de la estatalidad palestina pretendía equilibrar la política exterior argentina concediendo derechos similares a israelíes y palestinos. Sin embargo, el marco de equidistancia se queda corto, ya que ignora las consecuencias de la histórica abstención de Argentina en la ONU, que permitió la Nakba.

De hecho, el enfoque equidistante de Argentina ha contribuido a ocultar una política exterior proisraelí alimentada además por la afinidad ideológica y apuntalada por la cooperación en materia de seguridad.

En última instancia, este enfoque allanó el camino para que el gobierno de Milei adoptara la contradictoria postura de negar la condición de Estado de Palestina en el plano internacional y, al mismo tiempo, reconocerla en su propio país.

Es decir, el gobierno de Milei no ha tomado ninguna medida legal para retirar oficialmente el reconocimiento argentino de la condición de Estado de Palestina.

Igualmente, sigue jugándose la reputación del país como defensor de los derechos humanos y se arriesga a ser acusado de complicidad al prestar apoyo político a un gobierno investigado por la Corte Internacional de Justicia por genocidio y condenado por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra.

Texto original: Middle East Eye, traducido del inglés por Sinfo Fernández.

Jodor Jalit es un periodista, profesor e investigador argentino afincado actualmente en Oriente Medio. Es redactor jefe y fundador de El Interprete Digital y director fundador del programa de posgrado América del Sur-Países Árabes de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Interesado en las dinámicas regionales y la seguridad, posee dos masters, uno en defensa nacional y otro en política y sociedad comparada y de Oriente Medio.

Fuente: https://vocesdelmundoes.com/2024/07/03/por-que-argentina-se-esta-convirtiendo-en-un-gran-amigo-de-israel-en-medio-de-sus-crimenes-de-guerra-en-gaza/