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¡Qué sana desconfianza para pactar! otro éxito de un pueblo activo

Fuentes: Rebelión

Estos días de pactos intentados desde la más sincera desconfianza nos señalan una realidad incontrovertible y una dinámica esperanzadora. La sana desconfianza para pactar, creo que se debe a un proceso doble contradictorio. Lo viejo, que no acaba de irse, es que la política es tutelar y una vez elegido el representante, este actúa como […]

Estos días de pactos intentados desde la más sincera desconfianza nos señalan una realidad incontrovertible y una dinámica esperanzadora. La sana desconfianza para pactar, creo que se debe a un proceso doble contradictorio.

Lo viejo, que no acaba de irse, es que la política es tutelar y una vez elegido el representante, este actúa como tutor y no tiene que cumplir los compromisos anteriores, así que para pactar debes aceptar entregarle el poder si cumplirá sus compromisos de programa y de pacto después.

El problema detrás de nuestra política es que esto no es democracia, sino un sistema de gobierno representativo, en el que el pueblo es incapacitado como sujeto político activo (quien no puede ejercer sus poderes por sí mismo y debe someterse a delegados o representantes que lo ejerzan en su nombre es un incapacitado).

Lo nuevo, que no acaba de llegar, es el pueblo como sujeto político activo, lo que significa el fin de la posición de los representantes como tutores, que se está resquebrajando, y que hace que sepan que sus votantes ahora les van a vigilar y les van a pedir cuentas y castigar por lo que hagan o permitan hacer a otros. No se pueden fiar en los pactos, sencillamente, porque ya no estamos parados.

Por esto en muchos lugares, para llegar a pactos de gobierno se han exigido y exigen garantías. Estas garantías son límites a los poderes de los representantes y controles que reconocen como vinculante la expresión del pueblo sobre las medidas de programas.

Es un paso hacia la idea de democracia real: la política en la que el pueblo es un sujeto capaz en política. Esto es un pasito hacia la democracia real: un pueblo capaz en política, capaz de deliberar y actuar de forma independiente (las Asambleas e instrumentos de democracia por internet), cuya expresión de voluntad es vinculante para los representantes (programas y garantías), que puede actuar por encima de ellos (ILP, Democracia 4.0…), revocarles, anular sus actos (auditoría de la deuda), con capacidad de acceder a los recursos directa (autogestión, okupación), con capacidad de ejercer el derecho a la rebelión contra las injusticias (PAH, STOP desahucios, PIVES), y siempre con el poder soberano (constituyentes). Siempre he pensado que se trataba de esto. Y estas capacidades de acción del pueblo implican limitaciones a la capacidad de hacer de los representantes, delegados o magistrados. Y a eso lo llaman ingobernabilidad, acostumbrados a gobiernos radicales (el del PP ha sido un Gobierno muy radical que ni siquiera ha respetado el Estado de Derecho, la separación de poderes o la independencia de la prensa) de las minorías más poderosas (lo del gobierno de la mayoría es una mentira vergonzosa en estos gobiernos representativos).

Aunque uno tiene miedo de que consigan marear la perdiz hasta que el pueblo se vuelva inactivo por sí mismo, de nuevo. O uno contempla las injusticias de tantas cosas que han aprobado y preocupa de que no continuemos hacia el fin de la incapacitación del pueblo, como paso para el principio de la democracia, y se nos quede la ley mordaza, las privatizaciones y todas las políticas de desigualdad.

No es tan complicado ni inaudito unir cargos representativos con sujeto representado capaz. Hay montones de casos y es muy normal en nuestras regulaciones, de hecho, todas las sociedades de adultos funcionan así, menos la política, porque en la tradición burguesa se considera al pueblo incapaz. Pero eso no es un sistema democrático, sino un gobierno representativo.

La representación tiene una naturaleza totalmente diferente si el sujeto representado es incapacitado o se respeta su capacidad y se mantienen mecanismos para ejercer su capacidad directamente sin representantes. La representación en democracia en grandes estados se defendió como una forma de que ampliar la capacidad de hacer (poder) del pueblo. Pero las relaciones representativas que amplían la capacidad de hacer son las no tutelares que reconocen la capacidad vinculante de hacer o decidir directamente del representado (o su Asamblea cuando es el representado es un grupo) como capacidad activa soberana que deben obedecer. Las relaciones representativas tutelares no amplían esta capacidad, sino que la usurpan: el pueblo no puede ejercer su poder, que solo se puede ejercer por delegación. Esta vieja fórmula de Siéyes es un robo de soberanía al pueblo, no una representación democrática.

Y uno ve cuando un presidente de un club de fútbol es revocado y juzgado porque ha utilizado los bienes de toda la sociedad y los socios contra los intereses de la sociedad, o incumpliendo los mandatos de la Asamblea. O si ha hecho deudas en su beneficio las tiene que pagar de su bolsillo, y uno dice ¿por qué no puede ser en política esto también?.

Y uno siente envidia cuando piensa en Fernando Alonso. Sí, en Fernando Alonso. Porque resulta que una vez su representante firmó un acuerdo con Ferrari, hace muchos años. Pero Alonso prefirió firmar un acuerdo con Mercedes y lo firmó por su cuenta, y pudo anular o dejar sin validez lo que su representante había firmado con Ferrari. ¿Se imaginan que nosotros pudiéramos dejar sin validez la anulación de la justicia universal, la amnistía a los grandes defraudadores, los indultos a los criminales más ricos, las puertas giratorias, la ley mordaza, la elección de jueces afines a los partidos y de directores de televisiones públicas que actúen como propagandistas?. Pero no podemos, porque estamos incapacitados como pueblo, y por eso estamos sometidos a nuestros representantes.

Qué envidia de esos futbolistas que dicen: «De verdad que no me quiero ir de este equipo y he dado orden a mi representante para que no escuche ofertas». ¡Que le ha dado orden a su representante!. Nosotros no podemos hacer eso. El pueblo no puede dar órdenes a sus representantes, sino obedecerles, porque es un incapaz y la relación representativa es una tutela (el tutelaje es la gran ideología contraria a la democracia).

También pueden dar órdenes a sus representantes las asociaciones. Es normal leer en prensa que la Asamblea del Club de Petanca de un pueblo se ha reunido y ha dado un mandato a sus representantes, o ha aprobado un programa que los representantes deben cumplir.

El esquema tutelar se ha usado durante toda la historia falsamente para dominar y expoliar a los pueblos, a los pobres, a las mujeres y a todo tipo de grupos sociales bajo la excusa de que eran incapaces. Todos hemos visto esas impagables telenovelas en las que la hermanastra mala quiere incapacitar a la abuelita rica porque ha encontrado a su nieta perdida que es un hermosa y buena joven que se ha criado en la miseria y pretende dejarle todo. Así que esta malvada hermanastra decide incapacitar a la anciana. La hace pasar por loca y tanto la anciana como su mansión y todos sus bienes y empresas quedan bajo el control de la hermanastra o de un tutor legal que está metido en el ajo.

La incapacitación sirve para impedir a alguien hacer lo que quiere hacer y gobernar bajo tu arbitrio la vida y recursos de otros. Esto es lo que hace un gobierno representativo (que sus defensores reconocían que se basaba en la creencia de que el pueblo era incapaz, pero que un día se acabó considerando un significado aceptable para la palabra «democracia»). Pero ahora que ese pueblo no se queda como incapaz, y ponen límites y condiciones, las minorías gobernantes no saben cómo gobernar, ni cómo hacer para llegar a acuerdos y cesiones entre estas minorías tan mal acostumbradas a gobernar radicalmente.

No podemos permitir que se hable de representantes sin más. Una cosa son los tutores de un pueblo incapacitado (el tutelaje político es una ideología que según Robert Dahl es la principal contraria a la democracia) y otra unos representantes sometidos a un pueblo activo (mandar obedeciendo).

Edmund Burke fue uno de los que dio gato con liebre. Haciendo ver que existían solo dos posibilidades: representación mandatada (mandato) o representación tutelar (tutelaje). Y dijo que la mandatada era decidir ante de deliberar, por lo que solo era viable la tutelar. Claro, pero en sus dos opciones el pueblo estaba incapaz salvo en el momento de la elección o elecciones originales. No es así en ningún esquema de representación societaria, todas las asociaciones del mundo en todos los países, sean civiles, mercantiles o lo que sean tienen representantes. La diferencia es que el conjunto de socios no están incapacitados, tienen otro órgano donde también deliberan y toman decisiones (normalmente de dirección, control y limitación de los representantes). Existen montones de alternativas. En última instancia, esto es una forma de articular la idea de «mandar obedeciendo».

De hecho, la representación que la Constitución impone al pueblo está prohibida por la ley para cualquier sociedad de adultos. Lo que sucede es que provenimos de una tradición política en la que al individuo se le empieza a considerar capaz pero al pueblo no.

Todas esos pasitos que vimos antes que los movimientos sociales están dando como pueblo o ciudadanía activa como sujeto político, son los mismos que se reconocen en la Ley de Sociedades de Responsabilidad Limitada a los socios. Incluso esta ley tiene algunos más muy interesantes, sobretodo en materia de responsabilidad de los gestores ¿Por qué no en política? ¿Por qué mantenernos con una Constitución que trata al pueblo como prohíbe que se trate a ningún grupo de adultos?. Estos pasitos están cambiando mucho, aunque siempre la clave es la misma: el pueblo, activo y con instrumentos para actuar más allá de sus representantes.

Así que mientras que hay tanta crispación por lo difícil que es alcanzar pactos cuando los representantes están tan limitados, yo me siento esperanzado. ¡Qué sana desconfianza!

Blog del autor: http://dhidalgoblog.com/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.