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La educación como negocio

Qué se esconde tras los libros de texto

Fuentes: Rebelión

Educación y libros de texto Existe un viejo dicho en el ámbito educativo, utilizado para hacer ver el inmovilismo didáctico, que dice algo así como que si alguien del Siglo XVIII apareciera hoy día en nuestra sociedad, uno de los pocos lugares que reconocería sería una escuela. En general, poco se ha cambiado en cuanto […]

Educación y libros de texto

Existe un viejo dicho en el ámbito educativo, utilizado para hacer ver el inmovilismo didáctico, que dice algo así como que si alguien del Siglo XVIII apareciera hoy día en nuestra sociedad, uno de los pocos lugares que reconocería sería una escuela.

En general, poco se ha cambiado en cuanto al contexto, roles y actuaciones de los protagonistas en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Seguimos con el docente que habla y los estudiantes que oyen, la pizarra, las tizas, las mesas individuales mirando hacia el frente… y de repente el docente dice «abrimos el libro de matemáticas por la página 40» y el alumnado obedece y ese fantástico libro con dibujos a color y ejercicios de fracciones que nada tiene que ver con la realidad de los jóvenes se vuelve a poner en el centro del proceso, como si fuera una barrera infranqueable entre la interacción directa entre docente y discentes o más bien, entre el alumnado y el mundo real.

Ahí está de nuevo, un libro de texto que muestra «la verdad», con los contenidos conceptuales que se «deben» aprender en un curso determinado y que dirige el conocimiento, discriminando lo «importante» de lo que no lo es.

Efectivamente, en muchos casos el libro de texto continúa marcando los tiempos en las aulas y supone un cómodo refugio para algunos docentes que siguen apostando por la educación tradicional, memorística, pasiva y adormecedora que tan buenos resultados da, sobre todo, al estado capitalista actual.

Los libros de texto en la sociedad del conocimiento

Sin embargo, guste o no, la sociedad sí que ha cambiado y sobre todo, la forma de acceder al conocimiento en la vida real, siendo diametralmente distinta a la de hace tan sólo 15 ó 20 años. La escuela parece haberse convertido en una burbuja antitecnológica, en una barricada analógica.

La mediación de las tecnologías para la comunicación y la información es omnipresente, los aparatos portátiles cada vez más potentes, los contenidos interactivos y audiovisuales, las comunidades virtuales y las nuevas interacciones sociales representan el día a día de la mayoría de jóvenes de los que se han venido llamando «Nativos digitales» o incluso, «Generación Google«.

Pero cuando estos jóvenes llegan a la escuela, deben abrir los libros contenedores del conocimiento unidireccional y verdadero y comenzar a memorizar «importantes» definiciones para el devenir humano que en unos días vomitarán en un control o examen. Ya todos y todas nos sabemos de memoria (valga la redudancia) esta cantinela.

Es cierto que en los últimos años las admininistraciones educativas han desembolsado grandes cantidades del dinero de nuestros impuestos en comprar portátiles, pizarras digitales, proyectores, hacer centros TIC, etc. pero bien saben tanto los docentes, como los estudiantes y sus familias que los cambios reales tanto en las concepciones educativas como en la metodología didáctica, en la mayoría de los casos, poco ha variado.

¿Qué está ocurriendo? En primer lugar, como casi siempre, se está llevando unas reformas despóticas por parte de los políticos de turno que poco o nada tienen en cuenta a los profesionales educativos y los contextos de aprendizaje. La formación a los docentes deja que desear y las posibilidades de dedicación son escasas. Lo único que les importa a esos políticos es disponer de grandilocuentes cifras que vociferar en el próximo mercadeo electoral.

Pero aún hay más. Desde la pedagogía crítica, se suele poner de manifiesto la desconexión con la realidad existente en los centros escolares. La mayoría del tiempo que los jóvenes viven sin Internet es durante su periodo de educación formal (paradójicamente), no obstante, las posibilidades educativas que brinda la web son infinitas. Sin embargo, ¿qué centro ha descartado los ancestrales libros de texto por una educación basada en las nuevas tecnologías, la participación y la realización de tareas auténticas?

Por otro lado, continuán existiendo ideas preconcebidas de que las tecnologías son un medio de «distracción», nunca de educación. Y para completar, se une el interés económico de las editoriales de libros de texto, que se encargan, de una u otra forma, de «convencer» a centros y docentes sobre la conveniencia de su utilización. Los «incentivos» en los centros públicos y directamente la obligación en los concertados y privados son más que conocidos y aceptados desde hace años.

El negocio de los libros de texto

La venta de libros de texto para los escolares es un negocio muy lucrativo en el Estado español. Según los datos (última página del PDF) de la Asociación Nacional de Editores de Libros y Material de Enseñanza (ANELE) que agrupa al 95% de las editoriales de libros de texto, en el año 2008 la facturación ascendió a casi 900 millones de euros, lo que representa un 28,1% de la facturación total del sector editorial.

Teniendo en consideración este dato, podemos hacernos una idea del desinterés mostrado por las editoriales por desarrollar materiales digitales de calidad o fomentar el denominado «libro de texto digital» que, como denunciaba recientemente el profesor Jordi Adell en su interesante «Carta a los editores de libros de texto«, no existe y posiblemente no existirá jamás por la obsesión por el lucro económico de estas editoriales. Y dice No hay más que ver sus «demos»: han «digitalizado» sus libros de toda la vida y les han añadido cuatro animaciones en «flash», tres clips de video y cinco ejercicios autocorrectivos para ver si el niño se acuerda de la definición de sintagma nominal.

Desde hace años las distintas administraciones autonómicas intentan (con mayor o menor acierto) implementar la gratuidad de los libros de textos mediante tres fórmulas básicas: alquiler, préstamo o ayuda directa. En el curso 2008/2009 la inversión pública para este fin fue de 276,94 millones de euros, una cuantía muy considerable aunque, como hemos visto, no llega ni a un tercio del volumen de negocio de las editorales de libros de texto.

Ante este desembolso y teniendo presente el gasto en material tecnológico, algunas administraciones están apostando por desarrollar contenidos gratuitos que les aligere de la carga económica de los libros de texto, iniciativa que ha llevado a los editores a acusar, ni más ni menos que de «cómplices de piratería» a los poderes públicos, reprochándoles ausencia de moralidad (sin ningún sentido obviamente) cuando son ellos los que mercadean indignamente con la educación… una auténtica desfachatez.

¿Quiénes se esconden tras el negocio de los libros de texto?

Pero ¿a quiénes va a parar todo el dinero que mueven los libros de texto? Si se sigue el rastro de algunas de las principales editoriales, comprobamos que las empresas e instituciones que más se lucran con los libros de texto escolares son, entre otras:

1. La Iglesia Católica. No satisfecha con la asignación de 4.100 millones de euros al año de dinero público para cubrir sus gastos de educación, la venta de libros mediante sus distintas editoriales constituye otra importante fuente de ingresos. Es necesrio resaltar que, normalmente, todos los libros obligatorios en los 2.400 centros que gestionan son de sus propias editoriales. A la Iglesia pertenecen algunas conocidas editoriales como:

* Grupo SM: Fundada por religiosos marianistas. En la actualidad opera en 9 países. El acrónimo SM significa «Santa María».

* Grupo Edebé: Fundada por la Congreción Salesiana, actualmente hace negocio en todo el mundo con editoriales propias en Argentina, Chile y México. En el País Vasco tiene el sello Giltza, en Galicia Rodeira, en la Comunidad Valencia Marjal y en Andalucía Guadiel.

* Editorial Edelvives: El Grupo Editorial Luis Vives (nombre completo) pertenede al Instituto de los Hermanos Maristas y mediante su editorial intentan fomentar lo que ellos llaman «humanismo cristiano».

* Editorial Bruño: Fundada por el Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas La Salle. Como buenos empresarios, y para ampliar su patrimonio, en 2001 los Hermanos de La Salle llegaron a un acuerdo de venta con el grupo francés Hachette Livre, del que también forma parte el grupo editorial español Salvat. De hecho, existe una línea denominada «Publicaciones Generales Bruño-Salvat» que cuenta con un catálogo especializado en publicaciones infantiles y juveniles, con personajes como Kika Superbruja, Astérix, Titeuf…

2. Hachette Livre. Precisamente, otros importantes beneficiarios es el grupo Hachette que, aparte de la editorial católica Bruño, también se hizo en 2004 con el importante Grupo Anaya donde se incluye marcas como Algaida, Vox, Cátedra, Pirámide o Alianza.

La cuestión es que el grupo Hachette Livre es propiedad del grupo también francés Lagardère. Este grupo empresarial tiene la «peculiaridad» de que se dedica, además de a las publicaciones, a la fabricación de armamento mediante la sociedad EADS (European Aeronautic Defence and Space Company), siendo Airbus una de sus principales creaciones.

3.Prisa. El gigante español de la comunicación, dueño del periódico El País, la cadena SER, etc. también es propietaria del Grupo Santillana, otra editorial muy relevante. Hace un par de meses Pascual Serrano analizaba la composición del nuevo Consejo de Administración de Prisa tras la entrada de capital estadounidense a través de Liberty. En dicho consejo se pueden destacar nombres como Nicolas Berggruen, con un patrimonio de 2.000 millones de dólares, Ernesto Zedillo, ex-presidente de México y durante cuyo mandato se produjo el levantamiento del EZLN o Juan Luis Cebrián, hijo de Vicente Cebrián, alto cargo de la prensa del régimen franquista y director del diario Arriba.

Por supuesto, todas las editoriales mencionadas forman parte de la ANELE.

Conclusiones

Continuamos anclados en la educación de papel y lápiz, en la educación asimétrica que adoctrina en la pasividad y el conformismo consumista, en la educación influenciada por grandes coporaciones con objetivos únicamente mercantilistas y económicos.   Las escuelas continúan dando la espalda a la realidad, a la incorporación efectiva de medios tecnológicos que fomente el aprendizaje significativo de los actuales jóvenes. Es fundamental la formación de los docentes, aportando medios y recursos para ello, también el cambio de concepción didáctica hacia métodos más participativos, democráticos y basados en el mundo real.

Nos consta la existencia de grupos de innovación docente cuyo trabajo se encamina hacia estos objetivos, grupos que serán obstaculizados por las editoriales que, sean del signo que sean, tienen como principal fin ganar el máximo de dinero posible. Un ejemplo lo podemos encontrar en la asignatura de Educación para la Ciudadanía, boicoteada por la derecha más rancia y la Iglesia Católica, mientras sus propias editoriales desarrollaban raudas y «sin ningún problema» los libros para la mencionada asignatura, no fuera a que se le escapara tajada. Por cierto, como digna excepción podemos encontrar el libro para esta asignatura realizado por Carlos Fernández y Luis Alegre en la editorial Akal y que tantas críticas provocó en ciertos sectores retrógrados.

En definitiva, un tentáculo más del capitalismo salvaje que intenta agarrar con todas sus fuerzas lo que para ellos es el «negocio educativo», situación que debe ser contrarrestada por la responsabilidad, la reflexión y la coherencia del profesorado y las comunidades educativas para perseguir hasta las últimas consecuencias el desarrollo íntegro y libre de los jóvenes y la búsqueda efectiva de una sociedad mejor, más justa e igualitaria.

Portal Libertario OACA www.portaloaca.com

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