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Qué significa realmente el hambre en Gaza

Fuentes: Rebelión [Foto: Un niño gazatí (Al Jazeera English)]

Traducido del neerlandés para Rebelión por el autor

En Occidente conocemos el hambre como un simple rugido del estómago entre comidas. En Gaza, sin embargo, se ha transformado en un arma de destrucción estratégica: lenta, sistemática y letal.

«Israhell»

El hambre se ha convertido en un arma de guerra en Gaza y sus habitantes viven hoy en un infierno.

Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), los dos millones de gazatíes necesitan 62.000 toneladas de comida cada mes. Sin embargo, entre marzo y julio Israel permitió un promedio de apenas 20.000 toneladas, solo el 32% de lo requerido. En el norte de Gaza la entrada de alimentos estuvo bloqueada durante meses.

Además de la falta de calorías, hay una aguda escasez de nutrientes esenciales. Desde marzo Israel ha permitido la entrada de apenas 136 toneladas de carne. El pan escasea, ya que la mayoría de las panaderías han cerrado por la falta de harina y combustible. La fruta y la verdura es prácticamente inexistente.

Los publicitados lanzamientos aéreos de ayuda alimentaria por parte de algunos países son “tan útiles como apagar un incendio forestal con una manguera de jardín”, como escribió Imad Annouri. Tiene razón. En las últimas semanas se lanzaron aproximadamente 180 toneladas de ayuda, menos del 0.1% de lo que se entregó tras el alto el fuego de febrero.

La infame Gaza Humanitarian Foundation, cofundada por Israel, distribuye escasos paquetes de alimentos en el sur y el centro de Gaza. Incluso si se cree en sus cifras, equivale a menos de 0.7 comidas por persona al día.

Las consecuencias son devastadoras: los niños nacen con bajo peso o mueren antes de nacer. Entre enero y junio hubo 222 mortinatos, diez veces más que antes de la guerra. Uno de cada cinco bebés está desnutrido o nace prematuramente, y uno de cada tres embarazos es ahora de alto riesgo.

Entre abril y julio 20.000 niños fueron hospitalizados por desnutrición aguda. Su sistema inmunitario se debilita, lo que hace que sean más vulnerables a las enfermedades. Algunos han desarrollado el raro síndrome de Guillain-Barré, posiblemente vinculado al hambre, que puede causar debilidad muscular, parálisis y problemas respiratorios.

Cada vez más personas mueren en Gaza a causa de esta hambruna organizada. Hasta el momento, se han contabilizado 263 muertes por hambre, 112 de ellas niños. Y es solo el principio. Las consecuencias se sentirán especialmente a largo plazo.

Infanticidio

Los cerebros infantiles no se desarrollan correctamente debido a la escasez generalizada de nutrientes esenciales. La desnutrición actual pone a cada niño o niña de Gaza en riesgo de por vida de padecer problemas de salud. Los estudios demuestran que los niños desnutridos en su infancia tienen más probabilidades de sufrir enfermedades cardíacas, diabetes y retraso mental en la edad adulta.

El hambre afecta particularmente a las y los niños, a quienes se ataca deliberadamente porque simbolizan una población palestina joven y en crecimiento, un desafío demográfico para Israel. Atacar a las y los niños no es solo violencia de guerra; es una estrategia consciente para socavar la continuidad social y cultural de la comunidad palestina.

Al matar o reducir drásticamente las posibilidades de supervivencia de las y los niños a través de bombardeos, hambruna y la destrucción de estructuras sanitarias, se desestabiliza toda la comunidad y se compromete su futuro. Constituye un doble genocidio: rápido por la violencia y lento por la destrucción de las condiciones de vida. Gaza paga hoy un precio que afectará a generaciones.

Destrucción y desesperanza

Además del hambre, la escala de la destrucción no tiene precedentes. Más del 70% de las infraestructuras de Gaza están en ruinas. La ONU estima que la reconstrucción costará al menos 53.000 millones de dólares, lo que equivale a unas 20 veces el PIB. Sin embargo, esta cifra es solo una estimación aproximada; el verdadero daño es casi imposible de comprender.

La economía está completamente paralizada. El sector agrícola está casi totalmente destruido. Según la ONU, el 84% de las tierras agrícolas y el 71% de los invernaderos están dañados. El ganado prácticamente ha desaparecido. Para sobrevivir, los pescadores comen tortugas y hierbas silvestres.

Corriente dominante en Israel

Incluso en el futuro cercano, Gaza seguirá siendo casi totalmente dependiente de la ayuda extranjera para su alimentación. Pero eso no es todo. La destrucción casi total de la infraestructura hace que la vida en Gaza sea sencillamente inevitable.

Y ese es precisamente el objetivo. La destrucción masiva, la hambruna de civiles, el asesinato de niñas y niños, la obstrucción de la atención médica y el bloqueo de la ayuda alimentaria encajan en un patrón de exterminio y genocidio.

El gobierno israelí no hace ningún esfuerzo por ocultar sus intenciones. En actas de gabinete filtradas se puede leer explícitamente que la hambruna es una estrategia deliberada.

Ministros de extrema derecha como Bezalel Smotrich hablan abiertamente de limpieza étnica. Smotrich ha declarado que la guerra solo terminará cuando “Gaza sea purificada de Hamas y cientos de miles de habitantes de Gaza se dirijan a otros países”.

Aunque es lo que se puede esperar de un gabinete de extrema derecha, lo peor es que la población israelí lo apoya masivamente. Cuatro de cada cinco israelíes judíos dicen ser indiferentes a la hambruna en Gaza y el 82% quiere que se expulse a la población palestinos de la Franja.

Dos tercios de la población israelí comparten la idea de que no hay civiles inocentes en Gaza (incluidos niños y mujeres).

En otras palabras, el gobierno no tiene una posición extremista marginal, sino que su política se ha vuelto la corriente mayoritaria que cuenta, además, con el apoyo de Donald Trump, el cual instó a Israel a “terminar el trabajo”: “Se ha llegado al punto en que simplemente hay que acabar con esto… [Israel] tiene que limpiar todo”.

Impactante

Lo que más impacta no es solo el hambre o la violencia en sí, sino nuestra reacción o, más bien, la falta de ella. Mientras miles de personas son masacradas, mueren de hambre y son expulsadas de sus hogares ante nuestros ojos, Occidente mira hacia otro lado.

No vamos más allá de las protestas verbales, los cínicos lanzamientos de alimentos y las lágrimas de cocodrilo. Nuestros gobiernos se abstienen de aplicar sanciones económicas o diplomáticas y, en última instancia, continúan apoyando políticamente a este régimen genocida. La decadencia moral no podría ser mayor.

Fuentes:

A glimpse of Gaza’s miserable future
Israel on trial: can the country police its own war crimes?

Original: https://www.dewereldmorgen.be/artikel/2025/08/19/wat-de-honger-in-gaza-concreet-betekent/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor y traductor, y Rebelión como fuente de la traducción.