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Una conversación con Borell

Quedan cuentas por pagar en América Latina

Fuentes: Rebelión

Recuerdo con cierta vaguedad algunos detalles , el tono de la conversación, pero el tema se mantiene preciso, claro. Fue antes de que Josep Borell fuera elegido diputado europeo. Me pareció que, en aquél entonces, esa no era todavía una posibilidad que estuviera considerando. O sea, estamos hablando de los primeros años de este milenio. […]

Recuerdo con cierta vaguedad algunos detalles , el tono de la conversación, pero el tema se mantiene preciso, claro. Fue antes de que Josep Borell fuera elegido diputado europeo. Me pareció que, en aquél entonces, esa no era todavía una posibilidad que estuviera considerando. O sea, estamos hablando de los primeros años de este milenio. Las grandes privatizaciones ya se habían dado en América Latina. Empresas españolas habían hecho pingues negocios pero, para quienes nos oponíamos a estos procesos , era evidente que ese no podía ser un modelo de desarrollo, por lo menos para los países latinoamericanos.

Borell había participado en una actividad organizada en «La Catalina», un a sede que tenía entonces la socialdemocracia costarricense en las montañas de Heredia, a unos 30 km de San José. Financiado por la socialdemocracia alemana, el lugar, en medio de un bosque fresco, era ideal para reuniones y deba tes, alejado del bullicio de la ciudad . Los recursos políticos comenzaron entonces a escasear. Y lo económicos también. Poco después tuvo que ser vendida , cuando la socialdemocracia empezó a perder empuje, cuando la caída del muro y el fin del socialismo en el este europeo parecía enseñar que el mundo tenía un solo rumbo. Las privatizaciones eran su expresión más acabada. Hoy creo que el lugar se transformó en un negocio de las cooperativas , que lo explotan como un hotel . No estoy seguro. Pero no era todavía el caso cuando se dio esa conversación.

Hablábamos de las incursiones del capital español en América Latina, en medio de la vorágine de las privatizaciones. Borell las justificaba. ¿Por qué no, si las empresas estaban en venta? Algo de razón tenía. Pero, desde la perspectiva latinoamericana, ¿qué sentido tenía aquello, qué beneficio nos podía traer deshacernos de los ahorros públicos, sobre todo la s inversiones más rentables, las estratégicas, entregar los negocios a las transnacionales, como si noso tros no pudiéramos desarrollarlo s, como si no nos conviniera mante ner el negocio en nuestra manos?

Pero nada de eso parecía posible. Como si volaran en aire enrarecido, las ideas nacionalistas perdían sustento; por el contrario, la voracidad de las transnacionales se sostenía en los argumentos de una necesaria globalización que parecía dejarnos sin alternativa.

De eso hablamos aquella tarde con Borell. Recuerdo con precisión el final del diálogo. Si las transnacionales españolas se iban a adueñar de esos recursos, si se iban a aprovechar de los precios de liquidación, algún día iban a tener que pagar la cuenta. Se lo di je. Borell me contestó que ya la había n pagado. Recuerdo que me quedó la duda, que no me quedó claro a qué se refería exactamente. En todo caso, le dije, me parece que todavía quedan cuentas que pagar.

 

Precio de liquidación

Todo esto me viene a la memoria hoy, cuando la presidente argentina , Cristina Fernández, se lo cobra a Brufau , el presidente de Repsol .

Fernández declaró de utilidad pública y sujeto a expropiación el 51% del patrimonio de Yacimientos Petrolíferos Fiscales ( YPF ) , controlada por la española Repsol desde hace más de una década. «La decisión de llevar adelante el proyecto que declara de interés público la explotación de hidroca rburos y la expropiación del 51% de YPF está vinculada con un tema estratégico para la Argentina», afirmó.

YPF era una empresa emblemática, uno de los pilares de la nación. Tenía sentido. Manejaba recursos estratégicos: el petróleo y el gas. En México, también Pemex era un pilar de la construcción de lo nacional. Los mismo en Brasil, con Petrobrás.

En «Sin Permiso» se publicó el lunes pasado el artículo «YPF-Repsol y la guerra de los tahúres». Vale la pena leerlo.

Ahí se recuerda que «Como bien señaló Gustavo Callejas (ex secretario de Combustibles y animador , junto a Fernando «Pino» Solanas y Félix Herrero, del Grupo Moreno, que dio una batalla consecuente contra las privatizaciones), la renta petrolera permitió en Argentina crear, desde 1934 hasta 1989, toda la infraestructura viaria nacional y provincial, construir la red troncal y expandir las redes domiciliarias de gas. Esos fondos fueron también determinantes para la construcción de todas las represas hidroeléctricas, aportaron a las cajas de previsión y financiaron a otras empresas del Estado » .

Estas empresas eran fundamentales para las políticas de desarrollo, instrumentos clave de las políticas económicas y el desarrollo tecnológico, fuentes de enormes recursos financieros para el país.

Pero, en determinado momento, todo esto cambió y el Carlos Menem, que la s había defendido contra el intento de vaciarlas, a principios de los 80, se encargó de liquidarla s cuando as u mió el poder, en 1989. «El petróleo y el gas ya no eran más recursos naturales estratégicos, sino que, a causa de la «globalización», del «fin de los Estados-nación (sic)», etc., etc., eran bienes transables, commodities , con un comportamiento en el mercado igual que el maíz, el café, la soja, el azúcar «.

Consumada la privatización, recuerda el artículo de «Sin permiso» , » la nómina de personal de YPF pasó de 37.000 a 5.500 trabajadores. Numerosas actividades fueron o tercerizadas o desguazadas » . De la flota petrolera de YPF , varias naves «fueron ven didas entre los amigos, sin registros contables; y a muchas se las puede hoy ver abandonadas en cementerios flotantes sobre el río Paraná » .

» Todo este proceso de privatización de YPF estuvo viciado de ilegalidad desde su origen » , asegura el atículo . » Dada la muchedumbre de antecedentes irregulares de la privatización de YPF y del gas (hasta el punto de que se llamó a la bancada parlamentaria a un diputado «trucho», a fin alcanzar el número necesario de votos), resulta ahora cuando menos jocoso escuchar las apelaciones a la «seguridad jurídica». Entre otras aberraciones legales o procedimentales, YPF fue vendida sin tasación previa, según prescribía la Ley «.

 

Minas de oro

El artículo cita también otro trabajo, de un grupo conocido como «Economistas de Izquierda» (EDI): » Repsol se apoderó de YPF cuando el barril que actualmente ronda los 100 dólares sólo costaba 20 y dedicó su gestión a vaciar los pozos ya descubiertos. Giró sistemáticamente utilidades al exterior e invirtió en otras regiones (EEUU, Brasil, México, Caribe, África). Argentina figuró siempre como la principal fuente de ingresos de la compañía y la renta del subsuelo nacional fue destinada a abrir negocios en otras latitudes » .

YPF representa algo más del 50% de la producción total de hidrocarburos de Repsol y alrededor del 40% de sus reservas. El año pasado cerró con un beneficio de explotación de 1.231 millones de euros, lo que representó el 25% del total de lo obtenido por la empresa española .

No es la única, por supuesto, que ha hecho de América Latina su filón más rico. El Banco Santander, pese a que el año pasado vio caer un 36% sus beneficios en comparación con el año anterior, logró en América Latina más de la mitad de esos ingresos, principalmente en Brasil que, con un 28% casi se equipara con lo obtenido en toda Europa continental (31%).

Telefónica también se entusiasma con sus perspectivas latinoamericanas. «Es la hora de Latinoamérica», dijo, la semana pasada, el presidente de la empresa en la región, José María Álvarez Pallete. Pallete recordó que » Telefónica tiene una cuota en el negocio global latinoamericano del 29% » y aseguró que » la operadora está en disposición de captar nuevas opor tunidades en todos los negocios». Un anuncio que coincidió con otros dos: el de un plan de incentivos de 450 millones de euros para sus directivos y la reducción de un 20% de la plantilla en España, lo que representaba algo más de 5.500 empleados.

Transformadas en máquinas succionadoras de riquezas, ese modelo de economía está en el origen mismo de la crisis actual, que no es otro que este proceso concentrador, cuya contrapartida es la tajada cada vez más reducida de esa riqueza que, proporcionalmente, corresponde a la mayoría.

 

Reacción airada

Ante esta realidad, no sorprende la reacción airada del gobierno español contra la decisión de la presidente argentina, Cristina Fernández.

El ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, habló de decisión hostil contra los intereses de Repsol, sin pensar en que se trata más bien de una defensa de los intereses argentinos. Repsol se aprovechó cuando Menem decidió liquidar la empresa. Ahora es difícil que se pueda sorprender cuando otro gobierno argentino decide enderezar lo actuado y defender los intereses del país (de eso hablaba con Borell cuando conversamos aquella tarde en La Catalina).

El ministro de Exteriores español , José Manuel García-Margallo, ha advertido además de que las decisiones de intervenir y nacionalizar la compañía petrolera YPF «rompen el clima de cordialidad y amistad entre Argentina y España». El secretario de Estado para Europa, Méndez de Vigo, ase guró que Argentina se convertiría en un «apestado internacional». El propio presidente del gobierno, Mariano Rajoy, se mostró preocupado por los efectos que la medida tendría para la misma Argentina, mientras buscaba apoyo en América Latina, donde los presidentes de México, Chile y Guatemala expresaban críticas a la decisión argentina. Rajoy aprovechó su visita a México, donde asistió al Foro Económico Mundial, en Puerto Vallarta, para buscar ese apoyo.

El mismo Brufau, que reaccionó con un tono moderado al principio, pidiendo diálogo para resolver la situación, se sumó luego a las voces radicales.

Pero las cosas han cambiado mucho desde aquellos años de la liquidación de los activos públicos latinoamericanos, de los Menem o los Fernando Henrique Cardoso. Hasta el diario «El País», tan conservador cuando habla de América Latina, reconocía que la región » ha hablado con una libertad y una convicción de fuerza desusadas», refiriéndose a la Cumbre de las Américas celebrada recientemente en Colombia.

El mismo diario recogía, en otro artículo, lo siguiente: «En todo caso, una idea de hasta qué punto ha cambiado la situación en los últimos años la da la frase de un portavoz de Moncloa: «El mensaje no es tanto qué puede hacer España por América Latina como qué puede hacer América Latina por España».

Con el país haciendo agua por todos lados, con un gobierno conservador que pretende salir de la crisis aplicando una receta de austeridad que terminará por hundirlo sin remedio -como advierten economistas de las más diversas tendencias- España no tiene como impedir que América Latina empiece a poner sobre sus pies una economía que las privatizaciones habían puesto de cabeza.

Ha pedido apoyo a Europa y algo logrará. Ha reclamado a Estados Unidos lo que considera una reacción tibia; y busca en América Latina, entre sus gobernantes más conservadores, aliento para pelear.

La culpa es de «La Pasionaria argentina y su cachorro marxista», como Carlos Sánchez tituló en «El Confidencial» su artículo sobre la decisión de la presidente Cristina Fernández. «El nacionalismo económico ha vuelto a prender en la región, y aunque lo más fácil sea echar la culpa a CFK y aledaños ideológicos, lo cierto es que la diplomacia española debe estar lista para que no le birlen a Repsol las joyas de su corona «, agregó. Pero advertía: » El estar listos no significa, sin embargo, sobreactuar ante la opinión pública como ha hecho el ministro Soria, que como un mal actor ha querido aprovechar sus cinco minutos de gloria para lanzar un a soflam a tan desproporcionada como patética » . Quizás como la suya misma en «El Confidencial», agrego yo, mientras recuerdo aquella conversa con Borell, una tarde en La Catalina. Es evidente que quedan cuentas por pagar.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.