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Quédate a reinar

Fuentes: Rebelión

El establishment, tan calentito pisando moquetas gruesas, apoyando su trasero en sillas de terciopelo y maderas nobles, se rasca la cabeza. ¿Cómo seguir disimulando? Habría de estar bien preocupado, pero nada: de la cantidad de cajas públicas vacías, de la cantidad de hospitales en precario, plantas vacías, equipos de cirujanos desechos (hasta los equipos de […]

El establishment, tan calentito pisando moquetas gruesas, apoyando su trasero en sillas de terciopelo y maderas nobles, se rasca la cabeza. ¿Cómo seguir disimulando?

Habría de estar bien preocupado, pero nada: de la cantidad de cajas públicas vacías, de la cantidad de hospitales en precario, plantas vacías, equipos de cirujanos desechos (hasta los equipos de lo más vital: cabeza, hígado, corazón), de la cantidad de parados que crecen como setas en humedales, de los miles de excluidos y vagabundos que antes de ayer tenían casa, comida caliente, y hasta un centro comercial donde ir al menos a mirar, de la cantidad de mujeres asesinadas por impotentes maridos, mujeres que no se resisten a morir y de la cantidad de chicas que no van a quedarse en casa por las simples amenazas vomitadas en cada telediario y demás programas de televisión de que pueden ser violadas por manadas asquerosas de bestias sin una mínima masa gris en sus cabezas, en esta guerra declarada; violadas y burladas encima si osan creerse que las cosas no han cambiado y pueden simplemente caminar por la calle como si nada, como cuando vivíamos en una paz otorgada por los de la Victoria del 39.

Ellos quieren el tiempo pasado, regresar.

El Régimen ha soltado a sus colgados, a sus bestias, a sus nazis, a sus voceros, como antes sacó a sus mercenarios falangistas y a los Bolín de turno (esos Goebels enanos, no por pequeños menos dañinos). Para acojonar e intentar exterminar a otra media España. El Rey lo dejó claro, los que le sobran: todos los que no le permitan seguir la pantomima. Con el discurso de Cataluña hablaba a lo 23-F como ni siquiera su padre se atrevió. Era la cara B de otro golpe, aun viviéndose éste a cámara lenta, aún no concluso ni ganado por él finalmente. El mensaje: hay que seguir pagándoles a todos putas, cacerías, forfait sky en Suiza, modelones y beaterías, a los Borbones. Taparse la nariz por lo que huelen cuando nos agachemos a hacerles la genuflexión. O si no… Él está para cumplir no la Constitución vigente, ojo, sino la vigencia de la Constitución, la vigencia de esos usos y costumbres: que no les tosan a sus tropelías mientras el pueblo se desangra, que no toquen sus puñales cuando jack el destripador acosa, destruye, saca las tripas.

Paro. Jóvenes en las nuevas cunetas, carne de sacrificio que echar a la rueda del Sistema vanidoso e insaciable, enfermo, neurótico. Miseria de todo este país que según ha denunciado Santiago Sierra, el artista censurado por los gestores de la cosa, en este caso los de IFEMA, es un «Estado penetrado por el crimen organizado». Resumen de todo.

Tantos seres humanos de regreso a casa después de largos años de duras y dobles jornadas de trabajo asesino, o instalados por fin en la esquina de pedir, en el cajero del banco rescatado X o Y… A dormir entre cartones, jamás ya futuro.

Las encuestas, de verdad, tendrían que estar ocupadas de servir a los despachos un retrato real de la situación y no tontadas de quién ganará las próximas elecciones, advertir de los riesgos de estallido social del bueno.

Los señores pingüino de las alcantarillas de nuestras ciudades acuden a sede parlamentaria a decir que no hay quien meta mano a los tunantes, incluido él, a la impunidad reinante, a las cosas claras que está soltando. Van allí y lo sueltan soezmente, sin tapujos, con brutalidad, allí donde están los representantes del pueblo que aún vota y donde estos políticos acuden muy dignos casi todos los días a trabajar, olvidando que es la ya vieja ley electoral amañada a conveniencia de un pacto traidor y principio de este último caos, la que les permite el gran chollo o la migaja de ser los bien pagados.

Los presupuestos aún no se han resuelto. Los viejos curtidos en mil batallas anteriores rodean el Congreso en busca de sus pensiones (ya con déficit muy millonario la Caja Única) que ven birladas. Si no cargan contra ellos no es consideración a la edad, es por el peligro de una imagen internacional del conflicto. Quedaría muy feo ver a la pasma romper el cráneo de nuestros abuelos estafados. Los sindicatos pisan por fin la calle con alguna tímida protesta por horas el día de la mujer y con los mayores, las mareas proponen más protestas coloreadas según se trate de este o aquel colectivo. Pero se intuye el fuego de gran hoguera cuando hay humo por todas las esquinas. Una huelga general no es lo que debía preocupar. Las últimas huelgas generales en este país han podido ser controladas hasta el punto de nacer muertas hasta en sus intenciones.

Por fin un espíritu decente saca de la chistera la solución y no es para nada complicada. Se imagina el Estado como una casa honrada donde se hacen las cuentas y se atiende a la llamada oficial y patriótica de apretarse el cinturón. Se pone en el papel de Sancho en esta Barataria, nada de Quijotes locos que atiendan llamadas de mamá Utopía, nada de eso. Él es muy pragmático. En una columna apunta lo que nos queda después de que los ladrones de guante duro y blanco nos hayan esquilmado casi todo, después de rescatar bancos y pagar a tanto golfo y a tanto hijo de papá que un buen día pasó a la política porque no sabía hacer otra cosa, ni siquiera medio administrar su herencia nazi-franquista. Mejor ponerle de ministro de alguna cosa dineraria pública que si se la pule, Hacienda somos todos menos la Casa Real.

Apunta en otra columna lo que nos cuenta todo eso, empezando por arriba. Reyes, obispos, curas, ejército inservible, Corte, ministros, bancos, sindicatos, oenegés y el largo etcétera de subvencionados y demás prescindibles. Apunta todos los posibles recortes necesarísimos.

Se pregunta quién dota, todo eso. Se fija en los presupuestos sin aprobar: El pueblo a través de sus «representantes» y el acertado criterio de los gobernantes de turno «elegidos» por el pueblo que siempre inclina la balanza a favor del rico riquísimo y en detrimento del pueblo. Concluye: Primero: el pueblo es gilipollas. Segundo: el pueblo, arruinado, sostiene una casa en ruinas. Debe pensar en serio que su propiedad es su responsabilidad y es punible lo que por su mala gestión pueda ocurrir con los mendigos que ocupen este solar lleno de ratas, grietas, escombros y basura cuando las paredes se le caigan encima. Aún le pueden reclamar más. Aún puede ser peor, la culpa, suya. Tiene, pues que tomar cartas en el asunto, ser responsable, buen ciudadano y patriota.

Este alma española por fin reacciona. Se planta en cada despacho de cada político con trabajo de representación, es decir, cada uno de sus gestores y les da la lista de las cuentas: Mire fulano, zutano: prescindibles. Mire: necesitamos tanto: para vivir, para comer, para sanidad, para escuela, para lo básico. Nos queda tanto y nos sobra todo esto. 1,2,3… Y usted, está en el número siete de prescindibles, por ser generoso. Eso si desea currar y no calentar más los asientos: de los taxis, de los restaurantes, del Congreso y del Senado, de las salas de visita, de los cenadores de los poderosos. O se baja el sueldo a los mil euros de rigor y sin dietas, coches y demás pijipolladas o se pira. Yo estoy en paro, mire usted, lo podría hacer (lo que hace usted) a las mil maravillas. Rellenen las listas de sus partidos para las próximas elecciones con los postulantes de entre los parados voluntarios de larga duración que ya hemos tomado demasiado sol los lunes en la calle. Tomamos el relevo. No se preocupe, a nosotros no se nos van a caer los anillos, compañero. Ni nos temblará el pulso con lo que haya que arremangarse. Por lo demás, no doblamos la espalda por una mariscada en Palacio.

Lo comprendo, responde el político, por aquello de salir del marrón, ¿pero cómo le digo yo al Rey que trabaje de balde? Pues, como en la canción, majo, digámosle: Quédate a dormir, perdón, quédate a reinar si quieres, pero por amor al arte, digo, perdón, escuchando la llamada de tu gran patriotismo, total para hacer cumplir la vigencia de un cadáver que ya huele, y disimular con la Ley, que solo se aplica a los desgraciados a base de palo y circo y susto, que ya te lo hacen todo entre los de la porra y los tertulianos, mucho curro no es… Puedes seguir sesteando si quieres sin estorbar demasiado, claro, roncar como los maridos cornudos de amantes de tus ancestros en cualquier puesto donde los hubieran enchufado a costa del erario de nuestro pellejo, grandes enchufes… Pero, eso sí, los vicios, rico, de la limosna que saques con tu cartel: señores, estoy en paro, pido una caridad para un bocata de pata negra, para un escarceo, para un rifle Purdue, (¡por Dios! que les aseguro que se llama así), de miles (hasta 70.000 pavos me cuesta) con que obsequiar a la chati que ahora también mata rinocerontes y de todo, y quiero que sea muy manejable y me perdone mis pecados…

Le dices: lo básico lo tendrás cubierto, no te preocupes: la sopa de pobre de los comedores Robin Hood quizá sean tan sabrosas como las de verduras que preparan a tus nenas en Palacio, total, dicen que las hacen verdaderos chefs. Y para lo demás a los servicios sociales, majo. Creo que hay botas y vaqueros sobrantes para midnight cowboys que son una monada. Para toda la familia, hay. Además, seguro que muchos amigos pueden alojarles en sus casas, señores.

Somos un pueblo ya muy pacífico y educado, estamos muy preparados, gracias a buscarnos la vida sin esperar nada de este Régimen de la Monarquía. Nada de violencias y nada tampoco de referéndums, porque no se vota a quien compró armas y mercenarios para hacer la guerra a su pueblo y entró de noche en tu casa hace 80 años y te mata a la mitad de la familia España. No se vota la esclavitud ni la fuerza, se las bota. Entonces: o fuera o por aquí como todos, a currar por nada si le gusta tanto. Se acabó la pasta, pasen órdenes a bancos y que no les paguen la próxima nómina, son prescindibles absolutamente. Si se enteran de su despido porque sus ordenadores de empresa quedan bloqueados un viernes comienzo de finde, por un wasap o algunos de estos procedimientos rutinarios que se estilan como dejar una caja en su despacho para que vaya recogiendo, que no entren en pánico, es lo que pasa cada día a cientos de trabajadores que lo han dado todo en sus curres. Y si llama al sindicato, que no le extrañe que le conteste que los preavisos ya quedaron muy antiguos y que la indemnización pasó a mejor vida, queda amortizada con lo que se chupó por libre. Ah, y con los gastos de varios y el Toisón de guinda.

Pero es que gratis, no creo que le guste trabajar.

Dile que a mí tampoco me pagan los artículos ni las ideas, lo hago por patriotismo. Y a los que les pagan, una mierda y unas horas, si acaso, en curres asquerosos donde los mortales sobreviven. Esto es lo que hay, ¿no es la frase de moda?

Ya pero es que él es el Rey y no es legítimo…

Bueno…, exacto. No es legítimo. Sí, sobre legitimidades, dile: majo, te lo hagas revisar un poquito, por favor.

Y así, empezaron a equilibrarse las cuentas que no salían con tanto agujero negro, a base de soberanía popular del único soberano: el Pueblo. Y los políticos comenzaron a currar, todos.

Enriqueta de la Cruz es escritora y periodista. Vocal de la Junta Directiva de la Asociación Milicia y República ACMYR

Enriqueta de la Cruz  ha publicado «El testamento de la Liga Santa», sobre la Transición española; «Nada es lo que parece», sobre las tramas de corrupción política y medios de comunicación»; «Memoria Vigilada», con el robo de niños y niñas en el franquismo como argumento; «El amor es de izquierda», en el que aborda la corrupción, el tráfico de personas, la memoria histórica y el nazismo; y el más reciente  «César Navarro, vida y testimonio de un Francmasón»  un libro excepcional, como todos los anteriores. Recomendamos la lectura de la ya extensa obra de esta excelente escritora, auténticamente comprometida con nuestro tiempo. Desde Rebelión en los cuarteles la animamos a continuar su generoso e imprescindible esfuerzo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.