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Quererse a costa de otro

Fuentes: CounterPunch

Traducido para Rebelión por Christine Lewis Carroll

«Como el hombre del sueño que no logra alcanzar al que persigue – el primero no puede escaparse ni el otro adelantar.» (La Ilíada de Homero, XX11.)

Retorno a Grecia

En su estimable libro Looking Awry [Mirando al Sesgo], Slavoj Zizek ofrece una interpretación lacaniana [según Lacan] de la paradoja de Zenón Aquiles y la Tortuga (1). «La economía de la libido en el caso de Aquiles y la Tortuga se hace evidente aquí: la paradoja pone en escena la relación del sujeto con el objeto, causa de su deseo, que nunca puede alcanzarse. Siempre se escapa el objeto deseado.» Nuestro objeto de deseo es siempre esquivo a pesar de nuestros esfuerzos. Aquiles nunca alcanza la tortuga, sólo se le acerca.

Pesadilla

Hace unos días, en el transcurso de una reunión celebrada en Londres entre personas que pasan gran parte de su tiempo trabajando en apoyo a Palestina, una activista destacada, mujer adorable que lleva desde los años 60 apoyando a Palestina, nos contó una pesadilla que tuvo en los años 80. En su sueño, fue secuestrada y tomada como rehén por los paramilitares libaneses de AMAL. Mientras los combatientes de AMAL se preparaban para ejecutarla, la activista intentó desesperadamente persuadirlos de que estaba de su lado, que se encontraba en el sur de Líbano para apoyar a su pueblo y a los refugiados palestinos. En su sueño, para su consternación, sus secuestradores hicieron caso omiso de su súplica. Le mataron (2).

La interpretación de la activista de su terrible sueño fue bastante elegante, coherente y válida. Se percató que, a los ojos de sus captores imaginarios, le estaban haciendo personalmente responsable de todos los crímenes cometidos por el «hombre blanco». A los ojos de ella, había una razón para castigarle. Hasta cierto punto, su razonamiento es similar a la interpretación de Robert Fisk de su propia experiencia en Pakistán en 2001. Después de haber sido agredido por una multitud (real), dijo «Yo, en su lugar, también me habría matado» (3).

En mis sueños, también fui rehén, e igual que en el sueño del activista, presto a declarar mi apoyo a los movimientos de liberación y resistencia. En mi alucinación, también fui ignorado o rechazado. Mientras me preparaba para encontrarme con mi creador, me despertaba sudando, y descubrir que me encontraba todavía entre los vivos. Mis investigaciones sobre este tema me revelaron que el ‘sueño del activista rehén’ es en realidad muy común entre las personas que apoyan los movimientos de liberación islámicos, árabes y palestinos, y aún más extendido entre humanistas y activistas. Tendemos a entender por qué se nos odia tanto. En ocasiones, estamos de acuerdo con ellos porque nosotros mismos estamos molestos con lo que nos asocian.

Sin embargo, después de darle vueltas al tema un par de días, se me ocurrió preguntarme por qué razón tiene lugar este tipo de pesadillas. ¿Qué es lo que pone nuestra mente en un estado creativo tan frenético hasta el punto de especular con nuestra propia destrucción a manos del mismo objeto de nuestra solidaridad? Según Lacan, podemos hasta preguntarnos por qué nuestra mente especula con la posibilidad de morir a manos de nuestros objetos de deseo políticos.

Interpretación

El sueño, como lo entendemos, se halla dentro del mundo de lo inexpresable. Es dentro de nuestros sueños donde  los pensamientos, deseos y temores se transforman involuntariamente en sensaciones, ideas, y emociones. Es en el sueño donde el simbolismo, los significados y la identificación explotan en una metralla de dudas y ansiedad.

Mientras estamos despiertos, decimos muchas cosas, en las que la mayoría de las veces creemos, pero otras veces fingimos y hasta mentimos. Mientras estamos despiertos, exponemos nuestras ideas, reconocemos poseer un sistema de valores morales, también apoyamos ideologías que apenas entendemos. Afirmamos que aceptamos culturas que nos son más bien remotas. Muchos de nosotros apoyamos la lucha afgana, iraquí y palestina de liberación. Algunos de nosotros apoyamos la resistencia islámica, otros los logotipos detrás de la Yihad armada. Sin embargo, mientras dormimos, nuestra mente se libera, a la deriva hacia la integridad, como una polilla que se eleva hacia la luz. En ocasiones, la mente nos insinúa que puede haber alguna verdad que somos reacios a reconocer o afrontar.

Mientras dormimos, nuestra mente está dispuesta a confesar (o al menos confesarse) que por mucho que queramos apoyar, aprobar y constatar, el objeto de nuestra solidaridad, es decir los oprimidos, nos es escurridizo. Los oprimidos son extranjeros y por razones obvias: su lengua, sus especias y sus sonidos. Su sistema de valores parece lejano. A veces, es la creencia religiosa lo que se opone a nuestro precepto modernista, racional, laico y ‘humanista’. En otras ocasiones, es la conciencia de que nuestro objeto de deseo político no es tan ‘amable’ con las mujeres como nosotros decimos que somos. Y como si esto no fuera suficiente, los camaradas de nuestros sueños no parecen «valorar la vida» tanto como nosotros. De alguna manera experimentamos una total disonancia cognitiva cuando nos obligan a admitir que nuestro objeto de deseo político posee suficiente chutzpah [audacia] para rechazar los logros intelectuales occidentales. Nuestra camaradería no logra ver la luz en nuestro individualismo iluminado tan elogiado. Ni siquiera aprueban nuestros logros tecnológicos. Por lo menos, en el sueño, estamos dispuestos a confesar que el objeto de solidaridad no se deja impresionar por nosotros, ni siquiera con nuestra solidaridad. De hecho, por mucho que queramos dar, hay muy poco que él o ella quiera aceptar.

Desafiar el amor a uno mismo

Para Lacan (4), hacer el amor se puede interpretar como ‘quererse a través del otro’. En textos anteriores, he escrito que el activismo solidario es ‘quererse a costa del otro’. Básicamente, nos estamos queriendo a costa de los palestinos y los iraquíes. De la misma manera, el sueño del rehén puede interpretarse como un estallido inconsciente de ‘auto-aborrecimiento a través del otro’. ‘La inconsciencia es el discurso del otro’, según Lacan. Y de hecho, es en el sueño del rehén donde estamos dispuestos a reconocer que nuestro objeto de deseo político (el otro) logra adivinar lo que de verdad pensamos. El sueño desafía nuestro ‘orden simbólico‘ (5) al amenazar nuestra existencia física. La inconsciencia, en ese sentido, funciona aquí como el deseo de reconocer que el otro pueda conocer nuestros secretos más profundos y ocultos. Conoce lo que nos esforzamos en ocultar, hasta de nosotros mismos. El otro, que amenaza con asesinarnos, es un reflejo de nuestra culpa. Y sin embargo, debemos recordar que el ‘otro asesino’ es imaginario. Él o ella es un producto de nuestra mente. En el sueño, es nuestra propia mente (inconsciencia) la que intenta desesperadamente combatir nuestras discrepancias políticas, intelectuales y éticas; lo hacemos todo a través de nuestro objeto de deseo político.

El sueño del rehén resalta una dualidad devastadora dentro de la psicosis de la Izquierda. Confronta el discurso simbólico, que es abrumadoramente consciente, con el miedo inocente que nuestro proyecto político vital es en vano. En el sueño, yuxtaponemos nuestra racionalidad digital de solipsismo con el otro desconcertante y misterioso, aunque análogo. Mientras estamos despiertos, nos saturamos de simbolismo: insignias, pancartas, pañuelos, banderas, textos, pensadores y declaraciones, pero cuando cerramos los ojos, nuestro propio sentido de la ética y la verdad nos envía un mensaje devastador a través del otro imaginario: cuanto más simbólicos somos, menos auténticos somos. Cuanto más identificamos, menos sentimos.

El sueño del rehén es la reacción a nuestra incapacidad continua de conseguir un verdadero vínculo con el sujeto de nuestra solidaridad. Como Aquiles, que se acerca a la tortuga pero nunca la alcanza, el activista solidario, al menos en el sueño, se enfrenta a su incapacidad predestinada de conseguir este vínculo con su objeto de deseo político. Cuantos más lazos de empatía establecemos, cuanto más sacrificamos y damos, más grande es el abismo que amenaza con tragarnos mientras dormimos.

El sueño del rehén debe interpretarse como una auténtica llama a la integridad. Es un momento de despertar moral. Es la mente la que exige que sustituyamos nuestro simbolismo vacío con la consciencia ética.

El sueño del rehén es un rayo de luz; está allí con el fin de sugerirnos que quizá nunca entendamos nada. Esto probablemente sea el auténtico significado de la verdadera solidaridad, la aceptación del otro como un misterio.

  1. A Zenón de Elea (circa 450 a.c.) se le atribuyen varias paradojas, siendo la más famosa la de Aquiles y la Tortuga.

    La Tortuga retó a Aquiles a una carrera, alegando que ganaría siempre que Aquiles le concediera una pequeña ventaja. Aquiles se rió, ya que era un poderoso guerrero y muy veloz, mientras la Tortuga era pesada y lenta.

    «¿Cuánta ventaja necesitas?» le preguntó con una sonrisa.

    «Diez metros»

    Aquiles se rió más que nunca. «En ese caso, perderás seguro, amigo mío, pero corramos si es tu deseo».

    «Al contrario,» dijo la Tortuga. «Ganaré y te lo demostraré con un simple argumento.» «Supón que me das una ventaja de 10 metros. ¿Dirías que esos 10 metros los correrías con mucha rapidez?»

    «Muy rápidamente,»afirmó Aquiles.

    «Y en ese tiempo, ¿cuánta distancia crees que habré recorrido yo?»

    «Quizá un metro – no más,» dijo Aquiles después de reflexionar.

    «Muy bien, así que ahora hay un metro entre nosotros. ¿Y recuperarías esa distancia muy rápido?»

    «¡Rapidísimamente!»

    «Sin embargo, en ese tiempo, yo habré recorrido más distancia, de manera que también tendrías que recuperar la misma, ¿verdad?»

    «S-í,» dijo Aquiles pensativo.

    «Y mientras lo haces, yo habré recorrido más distancia, de modo que tendrás más distancia que recuperar,» continuó la Tortuga con serenidad.

    Aquiles no dijo nada.

    «Como ves, cada vez que recorres la distancia entre nosotros, yo añado una nueva distancia, por muy pequeña que sea, que tú tienes que recuperar.

    «En efecto,» dijo Aquiles con cansancio, «así es.»

    «De forma que nunca me alcanzarás,» concluyó la Tortuga con simpatía.

    «Tienes razón, como siempre,» dijo Aquiles tristemente, y le adjudicó la carrera.

  1. Sería conveniente en este punto distinguir entre el ‘sueño del rehén activista’ y el ‘sueño del rehén común’. Mientras que en el primero, el rehén es tomado por el objeto de su solidaridad (el objeto de deseo político), en el segundo, es el llamado ‘terrorista’ quien toma el rehén, lo que suscita sensaciones de ser víctima.
  2. http://news.bbc.co.uk/2/hi/south_asia/1699708.stm
  3. Jacques Lacan http://www.lacan.org/
  4. El Orden Simbólico (Lacan). El mundo social de comunicación lingüística, relaciones entre sujetos, conocimiento de convenciones ideológicas, y aceptación de la ley.

Gilad Atzmon es escritor y músico de jazz, residente en Londres. Su último cd es In Loving Memory of America.

http://www.counterpunch.org/atzmon08212009.html