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¿Quién disparó a Yehuda Glick?

Fuentes: Electronic Intifada

Traducción para Rebelión de J.M.

El discurso israelí sobre el tiroteo contra el extremista judío Yehuda Glick plantea muchas preguntas y dudas. Sin embargo, encaja a la perfección en el escenario esbozado por el propio Glick según el cual un espectacular acto de violencia contra los judíos contribuiría a hacer avanzar su anhelado objetivo: la sustitución de la mezquita de Al-Aqsa de Jerusalén por un «Tercer Templo» judío.

Pudiera ser que Glick hubiera intentado provocar la violencia palestina acabando herido por su propio juego.

Los riesgos no podrían ser mayores en un momento en que los extremistas judíos, incluyendo a Glick, apoyados por el gobierno de Israel, planean con determinación convertir este proyecto mesiánico en realidad. El aumento de la violencia y de la confrontación forman parte esencial de su plan.

De conseguirlo, la violencia en la que podría verse inmersa la región pudiera ser aún más catastrófica que la de la situación actual. Un partidario de los planes para construir el Templo ha pronosticado una «guerra mundial».

Disparos en Jerusalén

Desde hace meses, los colonos israelíes, inspirados y dirigidos por el neoyorkino Glick y por Moshe Feiglin, vicepresidente del Parlamento israelí, (Knesset), han ido aumentando sus incursiones en la explanada de Al-Aqsa, provocando con ello la violencia y la incitación contra los palestinos.

En la tarde del 29 de octubre, cuando salía de una conferencia titulada «El pueblo judío regresa al Monte del Templo» -como llaman los judíos a la mezquita de Al-Aqsa- un asaltante se encaró a Glick y le disparó hiriéndolo de gravedad.

«Quien cometió el intento de asesinato se volvió hacia él y le confirmó en hebreo con un fuerte acento árabe que era Yehuda», según sostuvo ante los medios de comunicación Feiglin, supuesto testigo de los hechos. El agresor, según las informaciones, huyó en una moto.

Feiglin, miembro del gobernante partido Likud, declaró que Glick estaba cargando en su coche los equipos después de haber dado su conferencia en el Centro del Patrimonio de Menachem Begin.

La profecía de Glick

«Estoy sorprendido por lo que ha sucedido, aunque era de esperar», observó Feiglin. «La debilidad del gobierno y su incompetencia para tratar el terrorismo han conducido a este intento de asesinato; lo mismo que nuestras concesiones de cerrar el Monte del Templo para la oración».

De hecho, el ataque -o algo parecido- era «de esperar» no solo para el propio Glick, tal y como informaba el periódico israelí Haaretz:

Glick predijo la semana pasada que la situación respecto al Monte del Templo únicamente cambiaría tras un acto de violencia contra judíos.

«¿Cuándo se producirá el cambio?», se preguntaba ante Haaretz. «Tan pronto como los árabes hagan daño a alguien en el Monte del Templo, el primer ministro se despertará y será demasiado tarde».

«La violencia aumenta cada día y la policía es sencillamente incapaz», afirmó Glick la semana pasada. «La impotencia de la policía lleva a la violencia».

Estas consideraciones plantean un par de preguntas: si Feiglin estaba lo suficientemente cerca como para oír el acento del agresor, ¿por qué no fue atacado también? Después de todo, no hay duda de que Feiglin, quien también aseguró ser blanco de una denostada persecución en Facebook, tiene peor reputación y es más identificable que Glick. Feiglin ha llevado a cabo frecuentes incursiones en Al-Aqsa y al ser portavoz de la Knesset aparece a menudo en los medios de comunicación. Durante la masacre de Israel contra Gaza del verano pasado, alcanzó nuevos niveles de notoriedad al incitar al genocidio llamando a Israel a «concentrar» y «exterminar» a los palestinos de la Franja.

Claro que es posible sencillamente que Glick fuera el objetivo específico y que el aspirante a asesino no tuviera tiempo que perder.

¿Qué tipo de acento?

Según «testigos presenciales » citados en el periódico Haaretz en su edición hebrea, el asaltante preguntó: «¿Es usted Yehuda Glick?» antes de disparar tres tiros. Las cuatro palabras en hebreo son «Ha’im ata Yehuda Glick? «El agresor también habría dicho, «Yehuda, usted me saca de quicio», en hebreo, «Yehuda, ‘itsbanta oti».

A excepción de la letra ‘ayn’, estas dos frases no contienen ninguna de las consonantes cuya pronunciación permita distinguir fácilmente a un árabo parlante nativo hablando hebreo.

«Si, efectivamente se pronunció una ‘ayn gutural, podría indicar un acento árabe», dijo a The Electronic Intifada Uri Hores, lingüista y profesor asistente de Lengua Árabe en la Universidad de Northwestern. «Pero también podría indicar el acento de un israelí judío de origen árabe».

Más que la pronunciación de las consonantes, lo que distingue al árabe del hebreo moderno es la influencia askenazí, dice Hores. Pero la conclusión es que las frases pronunciadas por el agresor, según los informes, «parecen demasiado cortas como para que cualquier persona no experta pueda determinar si el hablante tenía un acento concreto, y mucho menos si era un acento ‘fuerte'».

En el mejor de los casos, la afirmación de Feiglin es sospechosa. En el peor, fue deliberada y de una calculada incitación anti-árabe. No hay duda de que como defensor de las políticas genocidas en su contra, Feiglin diría lo que fuera necesario para incriminar colectivamente a los palestinos como grupo étnico.

A pesar de lo que relatan los «testigos presenciales», los informes de los medios de comunicación israelíes no han incluido ningún tipo de descripción física del asaltante.

La ejecución de un «sospechoso» apenas unas horas más tarde

Recordemos que después de que el adolescente palestino Muhammad Abu Khudair fuera secuestrado frente a su casa de Jerusalén Oriental ocupada, en las primeras horas del 2 de julio, quemado vivo y su cuerpo abandonado en un bosque, la policía israelí tardó días para detener a los sospechosos, y sólo tras una intensa presión internacional. Y ello a pesar de que disponían de un vídeo donde se veían claramente los rostros de los asesinos.

Y recordemos también que el 15 de mayo, francotiradores israelíes dispararon y dieron muerte a dos adolescentes palestinos, Nadim Nuwara y Muhammad Abu al-Zazir, a sangre fría, en Beitunia, aldea de Cisjordania ocupada.

Un video capturó las imágenes de estos asesinatos desde múltiples ángulos, lo que desató una protesta internacional y una exigencia de investigación por parte de Estados Unidos. Sin embargo, casi seis meses después, Israel aún no ha logrado encontrar a ningún sospechoso ni ha practicado ninguna detención.

Pero ahora se nos dice que apenas horas después de que Glick recibiera los disparos, la intrépida policía israelí habría rastreado al «sospechoso» deteníendolo en su casa de Jerusalén Oriental ocupada.

De hecho, las fuerzas israelíes parecen haber llevado a cabo la ejecución extrajudicial de Mutaz Hiyazi, palestino, de 32 años de edad. Haaretz informa:

De acuerdo con la policía israelí y el servicio de seguridad interior, el Shin Bet, el sospechoso trató de evadirse de la detención subiéndose a la azotea de su casa para esconderse detrás de los paneles solares. Cuando la Unidad Especial de Lucha contra el Terrorismo de la Policía, conocida por su acrónimo en hebreo «Yamam,» se acercaba al sospechoso, este abrió fuego. La unidad devolvió el fuego, disparó y lo mató.

El Shin Bet dijo que Hiyazi pasó 11 años en prisiones israelíes por delitos contra la seguridad y que había sido liberado hace tres años. Anteriormente había pertenecido a Yihad Islámica, pero desde su salida de la cárcel no estaba identificado como miembro de ninguna organización.

Los servicios de seguridad declararon que están investigando si Hiyazi estuvo involucrado en un ataque similar que tuvo lugar en las laderas del Monte Scopus en agosto pasado, en el que un hombre en una motocicleta abrió fuego contra un soldado de las Fuerzas de Defensa de Israel, hiriéndolo gravemente.

La agencia de Noticias Ma’an hizo el siguiente relato diferente en varios detalles:

Las fuerzas especiales irrumpieron en el barrio de al-Zuri, cerca de Silwan a las 2:30 de la madrugada y comenzaron a buscar en los tejados antes de disparar y matar a Muataz Ibrahim Hiyazi, de 32 años, en un intercambio de disparos.

Los testigos dijeron que Hiyazi fue disparado y una vez que no pudo moverse ni disparar de nuevo, las fuerzas israelíes irrumpieron en su casa y fueron a la azotea. Las unidades especiales le arrojaron entonces un recipiente con agua mientras se desangraba hasta morir.

El presidente de un club deportivo local, Hani Gheith, dijo a Ma’an que las fuerzas israelíes irrumpieron en la casa de Hiyazi una vez que estuvieron seguros de que estaba gravemente herido.

«Querían matarlo»

El periodista Dan Cohen, que fue a la casa de Hiyazi horas después, destapó las dudas sobre la versión israelí en un informe para Middle East Eye .

«Yo lo vi todo. [Hiyazi] no tenía ni arma ni revólver», le dijo un vecino a Cohen. «Estaba en el tejado, así que la policía podría haberlo capturado pero no querían. Querían matarlo».

Otro vecino, Bellal Burqan, de 23 años, quien observaba desde una casa adyacente que da a la azotea en la que Hiyazi fue asesinado, describe a Cohen una escena de violencia policial masiva. «Disparaban en todas direcciones», dijo Burqan. «Después de disparar a Hiyazi, la policía le disparó en la cabeza a quemarropa, una táctica conocida como «confirmar la muerte».

«El único arma que tenía era esto», dijo Burqan con «sarcasmo» señalando el taladro eléctrico roto que se veía junto al cadáver de Hijazi en algunas fotos publicadas», añade Cohen.

Según Ma’an, Hiyazi fue detenido por primera vez en el año 2000, acusado de participar en la Intifada de Al-Aqsa. Fue condenado a siete años, pero en la cárcel atacó a un guardia israelí, por lo que le aumentaron su condena cuatro años más.

Un informe de la prensa israelí que cita a un «empleado» anónimo del Centro del Patrimonio de Begin, afirma que Hiyazi trabajó en el restaurante del Centro. Si eso es cierto, y no se puede suponer que no lo sea, no es inusual: los trabajos de servicio en las instituciones israelíes de Jerusalén están cubiertos usualmente por palestinos.

Pero que un palestino con antecedentes de «seguridad» trabaje en las inmediaciones es más que suficiente para que Israel lo convierta en «sospechoso» independientemente de cualquier otra circunstancia.

Él es el «sospechoso» perfecto; pocos israelíes pondrían en duda la versión oficial, sobre todo porque Hiyazi pasó un tiempo en prisión y estuvo afiliado a Yihad Islámica.

Probablemente Hiyazi formara parte de un «conjunto de personas» que Israel mantiene en la mira, una lista de personas a ser eliminadas, ya sea cuando se presente la oportunidad, o como chivos expiatorios por conveniencia. Puede que nunca sepamos la verdad porque la policía israelí, aparentemente lo bastante competente como para localizar a Hiyazi en cuestión de horas, pero no como para detenerlo con vida, fue quien lo mató. Los muertos no hablan.

Suena al eco de los dos «sospechosos» que Israel identificó inmediatamente por el secuestro y asesinato de tres adolescentes israelíes en Cisjordania, ocurrido en junio. Los sospechosos fueron ejecutados extrajudicialmente en septiembre utilizando el llamado «procedimiento de la olla a presión».

La familia Hijazi ha sido informada de que su casa será demolida, añade Cohen.

«La reconstrucción del Templo»

Mientras tanto, los medios de comunicación blanquearon la agenda de Glick. The New York Times, como es típico, lo describe eufemísticamente como un «agitador que viene presionando por más acceso y derechos de los judíos a un sitio religioso muy disputado en Jerusalén».

De hecho, Glick, con un largo historial de detenciones y provocaciones, es una figura clave en un movimiento cuyo objetivo es que se suplanrte la mezquita Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca con un «Tercer Templo» judío. Glick es el nexo de una serie de grupos de «activistas» del templo, cuyas actividades se detallan en un informe de 2013 elaborado por la organización no gubernamental israelí Ir Amim. Fue fundador y director del Instituto del Templo, que según Ir Amim, «goza del más generoso apoyo oficial [de Israel]». Muchos de estos grupos tienen estrechos vínculos con el gobierno israelí y obtienen ingresos de la misma fuente.

Ya en septiembre de 1996, durante su primer mandato como primer ministro, Benjamin Netanyahu, conspiró con los mismos grupos del templo para abrir un túnel «arqueológico» a lo largo de los cimientos de la explanada de Al-Aqsa. Muchos musulmanes consideraron que el objetivo no era únicamente cambiar el status quo sino socavar la estructura física.

Decenas de palestinos y quince israelíes murieron a causa de la violencia que se propagó a partir de entonces.

En septiembre de 2000, el líder de la oposición en aquel momento, Ariel Sharon, hizo una incursión a Al-Aqsa acompañado por centenares de efectivos de las fuerzas de ocupación encendiendo la chispa para la segunda Intifada. La acción de Sharon también envalentonó al Movimiento del Templo.

Estas incursiones representan una grave violación del status quo que Israel acordó mantener tras invadir y ocupar Jerusalén Oriental en 1967. En ese momento, el jefe de los rabinos de Israel prohibió a los judíos rezar en cualquier recinto de la explanada basándose en fundamentos teológicos según los cuales, pudieran contaminar sin quererlo el lugar «Santo entre los Santos», el santuario interior que, según sostiene la creencia judía, fue un templo que existió antiguamente en el lugar y cuya ubicación precisa se desconoce.

Pero Glick ha promovido la teoría de que el Santo entre los Santos se encuentra directamente bajo la Cúpula de la Roca.

«Guerra mundial»

Hoy en día, este movimiento cuenta con el respaldo al más alto nivel entre los ministros del gobierno. El año pasado, el ministro de Vivienda israelí Uri Ariel reclamó que se construyera un templo judío en la explanada de Al-Aqsa.

«Hemos construido muchos templos pequeños», afirmó Ariel, «pero tenemos que construir un templo real en el Monte del Templo».

El año anterior, Zevulun Orlev, por entonces legislador del partido Hogar Judío que ahora forma parte del gobierno de Israel, dijo que destruir la Cúpula de Roca y la mezquita de al-Aqsa para construir un templo supondría «seguramente que los mil millones del fuerte mundo musulmán lanzarían una guerra mundial». Sin embargo, Orlev añadió, que «en política todo es temporal y no hay estabilidad».

«Al final construiremos el templo que será una casa de oración para todas las naciones», declaraba el propio Glick al periódico israelí Maariv en 2012.

Pero, haciendo una concesión que a pocos consolará, añadía: «la mezquita de Al-Aqsa y la Mezquita de Omar [otro edificio del recinto] no tienen que ser demolidas. Se pueden dejar donde están. Quizá formen parte del Templo. Está escrito que el templo tiene cincuenta metros de altura. La mezquita de Omar tiene 25. Se la engullirá el templo».

Otra entrevista concedida por Glick, citado por Ir Amim, tenía como subtítulo «Desde el aire acondicionado hasta el parking; diseñan el templo en todos los detalles».

Y los lazos con el gobierno van en ambos sentidos. Según Ir Amim, Glick «fue designado para redactar la posición del Likud sobre el Monte del Templo», antes de las últimas elecciones israelíes.

«El Monte del Templo es nuestro»

En febrero de 2012, aparecieron en Jerusalén folletos anunciando que Feiglin iría a la explanada de Al-Aqsa. Los folletos llamaban a «purificar el lugar de los enemigos de Israel».

Los folletos incrementaron el temor de los palestinos y las tensiones en la ciudad. Feiglin negó cualquier papel en su distribución. Un sitio web llamado Har Habayit Shelanu –el Monte del Templo es nuestro- publicó la misma convocatoria.

El objetivo declarado de la página web, de acuerdo con Ir Amim, es «judaizar el Monte del Templo y la construcción del Tercer Templo para rescatar el Monte del Templo de los ladrones malvados del Templo».

Como apunta Ir Amim, el que fuera comandante de la Policía del Distrito de Jerusalén en aquel momento, Nisso Shacham, «afirmó que el sitio web de Har Habayit Shelanu estaba dirigido por Yehuda Glick y otro activista, Nejemia Elboim».

Como resultado de estas provocaciones, cientos de palestinos se atrincheraron en la explanada de Al-Aqsa y se enfrentaron a las fuerzas de ocupación israelíes; algunos respondieron con piedras.

«Los disturbios se extendieron a otros sitios», explica Ir Amim, «incluyendo una manifestación en el puesto de control de Qalandiya, donde Talat Ramiya, joven palestino de 25 años, recibió un disparo mortal en el pecho lanzado por soldados [israelíes] que afirmaron que les había arrojado una bengala».

Esta violencia puede ilustrar lo que el movimiento del Templo persigue.

«Glick y Feiglin parecen haber adoptado la táctica de la ‘doctrina del shock’ señalada por Naomi Klein», observa la experta en Israel, Dena Shunra. «Presionan en los límites de la ley y la costumbre en este lugar sensible por excelencia, con la esperanza de provocar una reacción, esperando utilizarla para promover su objetivo más amplio: arrebatar el control de la explanada al Waqf [el fondo islámico] y ponerlo en manos de Israel».

Precedente preocupante

Para aquellos que piensan que la destrucción de los sitios sagrados musulmanes es impensable, ya existe un preocupante precedente reciente: la destrucción de la mezquita Babri del siglo XVI en 1992 por parte de los nacionalistas hindúes en la norteña ciudad india de Ayodhya.

En la creencia nacionalista hindú, la mezquita había sido construida sobre el sitio de un templo que marcaba el lugar de nacimiento del dios Ram. Miles de personas murieron a causa de la violencia y de los pogromos comunales producidos tras la destrucción, lo que sigue envenenando la política de la India en la actualidad.

Las consecuencias de la destrucción de la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén -una profanación para la que los extremistas judíos están preparando el terreno- serían de mayor magnitud.

El cambio del status quo

Los palestinos que resisten la ocupación y la toma de control y la destrucción de Al-Aqsa podrían considerar a Glick como un objetivo, y el hecho de que lo matara un palestino es una hipótesis plausible.

Pero una investigación policial imparcial y amplia de miras -algo que las autoridades israelíes son claramente incapaces de llevar a cabo- tendría que considerar la posibilidad de que los disparos no mortales contra Glick fueran parte de un plan de colonos mesiánicos con la intencionalidad de hacer avanzar el proyecto.

Inmediatamente después de los disparos, los ministros israelíes comenzaron a exigir un cambio en el status quo en al-Aqsa. Por primera vez desde 1967 Israel ha cerrado la mezquita a todos a los fieles.

«Rezo por la plena recuperación de Yehuda Glick», dijo el ministro de Vivienda Uri Ariel. «Las balas disparadas contra él esta noche estaban dirigidas a todos los judíos que quieren ejercer su derecho judío y moral de visitar el lugar más sagrado para el pueblo judío y de rezar en el Monte del Templo».

Algunos palestinos temen que cuando se vuelva a abrir, Israel bien podría aprovechar la ocasión para imponer una nueva situación en nombre de la «seguridad»: entradas separadas o zonas reservadas para judíos. Esto sería visto por los palestinos como el primer paso para que Israel se haga con el control.

Eso es precisamente lo que Israel hizo en la mezquita de Ibrahim de Hebrón después de que un colono de Brooklyn en 1994, Baruch Goldstein, masacrara a 29 fieles palestinos.

Si Israel no lo hace esta vez, puede ser sólo una cuestión de aprovechar la próxima provocación.

Recordemos que fue un extremista judío, Yigal Amir, quien asesinó al primer ministro israelí Yitzhak Rabin en 1995 con el fin de detener lo que él temía que sería el traspaso a los palestinos de la tierra que consideraba que Dios había prometido a los judíos. Si tal acto sigue siendo justificado a los ojos de Amir y de muchos de sus partidarios, ¿qué no se autorizaría para llevar a cabo la reconstrucción del Templo?

No sabemos quién disparó a Yehuda Glick; pudo haber sido un palestino u otra persona. Lo que sí sabemos con certeza es que Glick y sus compinches tienen planes apocalípticos y que cuentan con desencadenar la violencia para llevarlos a cabo.

Fuente: http://electronicintifada.net/blogs/ali-abunimah/who-shot-yehuda-glick?utm_source=EI+readers&utm_campaign=2ec43fcbb5-RSS_EMAIL_CAMPAIGN&utm_medium=email&utm_term=0_e802a7602d-2ec43fcbb5-290670097