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¿Quién te crees que eres, Sisi?

Fuentes: Middle East Eye

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

El presidente egipcio Abdel Fatah al-Sisi inaugura el Africa Business and Investment Forum -2016-

(Foto AFP)

Pocos dirigentes árabes querrían hoy que les compararan con el coronel Muamar Gadafi, el dictador libio que tuvo tan espantoso final. Menos aún aspirarían a tal comparación citando las palabras pronunciadas por Gadafi desde las ruinas de un edificio destruido por ataques aéreos estadounidenses en 1986.

Gadafi utilizó ese escenario para atacar a la revolución libia un mes después de que se iniciara: «¿Quién os creéis que sois?», gritó.

Sus palabras han pasado a la historia. Expresan la rabia e incomprensión de un dictador que ve desaparecer su poder. ¿Qué fue lo que sintió el presidente de Egipto Abdel Fatah al-Sisi para echar mano de ellas en un discurso pronunciado la pasada semana?

«¿Quién os creéis que sois? Nadie puede acercarse a Egipto… Juro en nombre de Dios Todopoderoso que haré desaparecer de la faz de la tierra a quien se acerque a Egipto.»

Sisi añadió bastantes cosas más a esas palabras: que sólo él sabía lo que estaba haciendo, que cada egipcio que se despierte cada día debería donar una libra egipcia al gobierno; que si él, Sisi, pudiera ponerse en venta, se vendería a sí mismo por el bien de Egipto; que era demasiado pronto para la democracia; y que los egipcios no deberían escuchar a nadie más que a él.

Sisi gritó: «¡Por favor, no hagáis caso de nadie más que de mí! ¡Estoy hablando muy en serio! ¡No escuchéis a nadie más que a mí!»

Instantes de risa histérica, diatribas contra su propio gobierno y lágrimas de aflicción interrumpieron su discurso. Es difícil imaginar que un presidente egipcio monte ese espectáculo en el momento de lanzar un proyecto titulado «La estrategia de Egipto para un desarrollo sostenido… Visión de Egipto en 2030». Las redes sociales hicieron mofa de él de inmediato.

El discurso no fue el primero en crear dudas en sus partidarios acerca de su capacidad de discernimiento. En videoconferencia, Sisi exigió a los egipcios que se apretaran el cinturón cuando inauguraba una serie de proyectos de desarrollo en varios gobernorados. Y manifestó que los subsidios al agua cuestan 40 millones de libras egipcias al día, una carga que el Estado no puede seguir soportando ya.

«El Estado no puede seguir por ese camino. No es que no quiera, es que sencillamente no puede», dijo.

Camino a la videoconferencia, su caravana presidencial pasó por encima de una alfombra roja de cinco kilómetros de largo. El general de brigada Ehab al-Ahwagy explicó que la alfombra roja trasmitía «alegría y seguridad al ciudadano egipcio al comprobar que nuestro pueblo, nuestra tierra y nuestras fuerzas armadas son capaces siempre de organizar de forma adecuada cualquier cosa».

No es así como los mercados financieros de Egipto ven las cosas. La libra egipcia ha caído a mínimos históricos en el mercado negro, nueve por dólar, incrementando las presiones sobre el gobierno para que la devalúe. Las reservas de moneda extranjera se han reducido hasta la mitad desde la revolución de 2011. Han bajado desde 36.000 millones de dólares en enero de 2011, a 14.400 millones de dólares en la actualidad. Y esto a pesar de la inyección de hasta 50.000 millones de dólares de Arabia Saudí, los Emiratos y Kuwait que Sisi obtuvo desde agosto de 2013 hasta enero de 2014, y una inyección adicional de 12.000 millones de dólares en efectivo de un rescate llevado a efecto en marzo de 2014. Las reservas de divisas constituyen ahora el equivalente a tres meses de importaciones, el colchón financiero mínimo recomendado por el Fondo Monetario Internacional.

Las fuentes tradicionales de divisas se han secado. El turismo, que genera entre el 9 y el 11% de las divisas, cayó un 46% el pasado mes comparado con el mismo período del último año. Los ingresos del Canal de Suez disminuyeron el año en que se amplió el canal, obra que costó 8.200 millones de dólares. El presidente de la Autoridad del Canal de Suez, el vicealmirante Mohab Mamish, afirmó que la expansión llegaría a duplicar los ingresos anuales hasta los 13.500 millones de dólares en 2023. Pero en 2015 se redujeron de 5.500 a 5.200 millones de dólares.

La inversión extranjera está en estos momentos en el 40% de lo que fue en 2007, aunque es la actitud de un inversor extranjero en particular la que debería preocupar sobremanera a Sisi. La Arabia Saudí gobernada por el rey Salman está suponiendo una experiencia mucho menos amistosa para Sisi que la del rey Abdullah, que financió el golpe militar en Egipto.

Hay toda una serie de razones para el enfriamiento entre Riad y El Cairo. El círculo interno de Abdullah llevó a cabo una vigorosa campaña contra la sucesión de Salman, al igual que los medios de comunicación egipcios al depender de ese círculo. El reino se está quedando también sin dinero como consecuencia de la caída de los precios del petróleo, que instigó para excluir del mercado a los productores estadounidenses de petróleo de esquisto bituminoso.

Pero quizá la razón tácita más importante es que la corte interna de Salman no considera ya a Sisi, a nivel personal, como una apuesta segura. Esto no significa que Arabia Saudí esté a punto de abandonar su creencia en que Egipto sólo puede ser gobernado por un mariscal de campo. Pero podría significar que el rey no va hacer duelo alguno si un general egipcio sustituye a otro, que es el escenario más probable en estos momentos.

Las pruebas de la nueva línea dura saudí apenas pueden percibirse. Pero están ahí. En diciembre, los saudíes aceptaron invertir 30.000 millones de riales (8.000 millones de dólares) en Egipto a través de sus fondos públicos y soberanos para ayudar a Egipto a superar su crisis de divisas.

Bloomberg comentaba que la promesa de esos fondos sugería que el reino seguía comprometido en el apoyo a Egipto, a pesar de desplome de los precios del petróleo y de la guerra en el Yemen. Sin embargo, Al Masry Al Yaum acaba de informar de que el lado saudí del consejo de Coordinación Egipcio-Saudí rechazó un gran número de proyectos que habrían atraído unas inversiones por valor de 8.000 millones de dólares. Según las fuentes de ese periódico, las negociaciones se presentan difíciles porque la parte saudí sólo considera esos proyectos desde un duro punto de vista comercial.

Los días en que Sisi hacía burlas con sus ayudantes por todo el dinero que tienen los países del Golfo («tienen tanto dinero como arroz») han pasado. Las señales de un Egipto carente de dinero están por doquier. Hay escasez de medicamentos porque la industria farmacéutica egipcia tiene que pagar las materias primas en dólares y cobrar los medicamentos en libras egipcias. En diciembre pasado había escasez de 232 medicamentos, incluidos 43 que no pueden sustituirse.

La publicación de la industria farmacéutica Biopharma Dive informaba: «El ministerio de Sanidad egipcio fija los precios de los medicamentos, lo que significa que los costes de las materias primas están recortando los márgenes de los productores. El impacto neto ha hecho que los productores excluyan determinados productos para reducir las pérdidas».

Gulf News informaba que Air France/KLM llevaba desde el pasado octubre sin poder transferir fuera del país 100 millones de libras egipcias de ganancias debido a la escasez de dólares.

Cees Ursem, gestor de la compañía en Egipto, dijo: «Es un problema muy, muy grave porque todos nuestros ingresos están bloqueados en el banco, pero al mismo tiempo todos los costes habituales, como el arrendamiento de las aeronaves, el combustible, el personal, los derechos de sobrevuelo, los servicios de tierra, etc., tienen que pagarse en dólares, por tanto, ¿cómo se supone que podemos mantener estas operaciones?»

Un cargamento de gas natural licuado de BP se desvió hacia Brasil en enero tras congelar Egipto sus pagos hasta marzo, informaba Interfax. Se dice que Egipto debe 3.000 millones de dólares a las compañías internacionales del petróleo, un dinero que es poco probable que pueda pagarse antes de finales de 2017.

El mundo va cerrándose poco a poco sobre Sisi a la vez que la crisis de su gobierno va haciéndose más profunda; esas pueden ser las razones de que esté cada vez más alejado de la realidad. La conducta de Sisi resulta incomprensible incluso para sus partidarios.

Cabía esperar que Sisi estableciera un partido de gobierno o al menos un grupo de oligarcas que pudieran compartir la carga de la gobernanza. En cambio, parece estar haciendo todo lo contrario, jugando al faraón ungido por Dios, el único que tiene el destino de Egipto en sus manos.

Este faraón ha ido quemando en su camino incalculables miles de millones de dólares en efectivo. En el proceso, se ha deshecho de la mayoría de quienes apoyaron su golpe de Estado contra el presidente de los Hermanos Musulmanes. Como el tiempo no se detiene, Sisi ya no puede culparles por el caos en que está inmerso Egipto. Las críticas abiertas que aparecen en los medios son un síntoma de la amplia franja de insatisfacción que traspasa a su propio clan. Finalmente, Sisi se quedará sin excusas y, al igual que Gadafi, se quedará sin palabras.

«¿Quién os creéis que sois?», preguntará de nuevo. «Egipto», será la respuesta.

David Hearst es redactor-jefe de Middle East Eye. Con anterioridad escribió para The Guardian y The Scotsman.

Fuente: http://www.middleeasteye.net/columns/who-are-you-sisi-702463929

Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y a Rebelión como fuente de la misma.