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Lecciones del capitalismo

Raúl Rivero aprende a ganarse el pan con el sudor de la frente (ajena)

Fuentes: Rebelión

Ganarse el pan en los países capitalistas no es cosa fácil para los poetas pues muchos son los llamados y pocos los escogidos por aquellos que reparten famas, premios, prebendas, tribunas y dividendos. Como la gran mayoría de los escritores muchos han de ganarse el jornal o el sobresueldo intentando que los amos de la […]

Ganarse el pan en los países capitalistas no es cosa fácil para los poetas pues muchos son los llamados y pocos los escogidos por aquellos que reparten famas, premios, prebendas, tribunas y dividendos. Como la gran mayoría de los escritores muchos han de ganarse el jornal o el sobresueldo intentando que los amos de la libertad de expresión les concedan la libertad de expresarse para colocar en la prensa alguna colaboración alimenticia. Bolos y chapuzas varias forman parte de las retribuciones colaterales que la alianza del poder económico establece con lo que se viene llamando el mundo cultural. El plagio o la copia, el pegar y cortar son sin duda algunos de los mecanismos de subsistencia con que la tropa cultural salen del paso ante las demandas de la plusvalía. Esto lo saben bien los cientos de escritores que intentan vivir en medio del capitalismo nuestro de cada día aun cuando aquellos que han alcanzado una consideración suficiente disfruten con esa situación a cambio, eso sí, de no molestar en demasía a las manos que les dan de comer.

El que quizá no lo tenía tan claro era, a lo mejor, el poeta y contrarrevolucionario Don Raúl Rivero. Lo está aprendiendo. Es verdad que vía Miami y sin tener que pasar por Miami llegó aquí con la familla y las prebendas ya ganadas por méritos de «disidente al servicio del Tío Sam», es decir, bien recibido por Trinidad Jiménez y P. J Ramírez para muy pronto entrar al servicio de la libertad de expresión de P.J y sus accionistas. Le pusieron fácil ganarse el pan y la vivienda: solo tenía y tiene que darle a la tecla y marcarse unas cuantas colaboraciones mensuales en El Mundo entre recital y recital y agasajo y agasajo.

Solo tenía que escribir caricias semánticas para el perro que le da de comer pero con todo y como ya hemos dicho, escribir en el capitalismo es un trabajo más duro de lo que parece y escribir las correspondientes colaboraciones lleva su trabajo por mucha facundia que se tenga pues soltar aunque sea un rollo cultureta requiere cierto esfuerzo: que te sude la frente. Y si es verano todavía se suda más, así que nada mejor que aprender pronto la regla primera del capitalismo que lo acogió: que el sudor sea el de la frente ajena.

Y estamos en verano y el pobre Raúl Rivero tiene que entregar los pactados folios de su correspondiente colaboración para que esta sea publicada   bajo el rótulo de Mitos de nuestro tiempo en las páginas de El Mundo1con fecha 20 de Agosto del presente año. Rivero se pone en plan culto y se acuerda de Italo Calvino, el autor italiano que por casualidades del destino laboral de sus padres nació en la Cuba de 1923 y que en 1957 abandonaría su militancia en el partido comunista italiano después de haber formado parte de la resistencia partisana. La figura del respetado escritor italiano le iba, como ven, como al pelo. Para que los lectores comprueben además que aporta una visión original se propone el acento en la faceta menos conocida de Calvino como editor exigente y malhumorado.

El problema de escribir aunque sea un articulillo de circunstancias siempre da trabajo: consultar, releer, tomar notas pero eso a Don Raúl no parece que vaya a suponerle cansancios: se coge un artículo en Internet que hable del tema y se resume y retoca un poco sobre la marcha: que en el artículo se lee que su padre trabajó como agrónomo en Cuba pues se adorna un poco y se habla de «los parajes de tierra roja», que en el artículo «inspirador» se habla del carácter hosco de Italo y se recoge el dato de que «apenas saludaba mediante la dislocación de un hombro» pues Rivero, al que reescribir no le fatiga, nos dice que » a veces se dignaba a levantar un hombro en señal de saludo» y eso si , para que no le pase como a Doña Lucia, siempre que cita literalmente al maestro italiano acude a las correspondientes comillas. Hasta ocho citas entrecomilla con lo que evidentemente nos podría convencer de su profundo conocimiento del asunto sino fuera porque esas ocho citas, las únicas que recoge, están todas ya presentes en el artículo Las cartas del azar. La correspondencia de Italo Calvino como editor escrito por el poeta salvadoreño Miguel Huazo y que cualquiera puede consultar en en Internet (www.revistanumero.com/30carta.htm ), texto que aparece entre los primeros resultados de Google si se busca «Italo Calvino».

Ya ven que fácil es sudar con la frente ajena. Con la frente de Miguel Huazo. Se trata de tener a mano la siempre alabada iniciativa propia y darle a la tecla, añadir un par de cositas de cosecha acaso personal y a pasar por caja. Pero para que ustedes capten que la catadura moral de Don Raúl no deja de ser generosa con el sudor ajeno cabe señalar que en artículo que firma sin escrúpulo alguno parece reconocer la calidad del trabajo que el artículo asaltado contiene pues no duda en despedirse anunciando que va a «releer» la correspondencia como editor de Calvino. Releer ¡Cuántas ignorancias se esconden en tu nombre! ¡Qué bien ha aprendido Don Raúl que aquí se trata de sacar plusvalías con el mínimo gasto y el mayor beneficio!

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1. El enlace al artículo original es http://www.elmundo.es/papel/2006/08/20/uve/2013471.html para el que se necesita pago por suscripción, pero puede consultarse el artículo citado en http://www.rebelion.org/docs/2013471.html, que reproducimos a efectos meramente informativos.