Recomiendo:
0

Respondiendo al Washington Post: el hipócrita oficio de mirar el «mal» ajeno

Fuentes: Rebelión

El ultra conservador Washington Post, vocero de los más sórdidos intereses de la oligarquía norteamericana, ha enfilado otra vez sus cañones contra Cuba, En un artículo de la agencia AP, retoma el manido tema del fracaso del modelo económico cubano, tan empleado últimamente por los detractores de oficio de la Revolución Cubana, Para el Post, […]

El ultra conservador Washington Post, vocero de los más sórdidos intereses de la oligarquía norteamericana, ha enfilado otra vez sus cañones contra Cuba, En un artículo de la agencia AP, retoma el manido tema del fracaso del modelo económico cubano, tan empleado últimamente por los detractores de oficio de la Revolución Cubana,

Para el Post, Cuba solo se mantiene gracias a «los millonarios subsidios otorgados por el errático Hugo Chávez», a la par que busca perpetuar un supuesto estado de violación de los derechos humanos en la Isla.

Como era de esperarse, el Post apuesta por el mantenimiento del criminal bloqueo contra Cuba, sin importarle el daño que el mismo ha ocasionado a los cubanos durante décadas. Solo si en Cuba se establece un régimen moldeado al antojo del capitalismo, destruyendo la base de los beneficios sociales que ha traído la Revolución a su pueblo, será posible para el Post la eliminación del bloqueo contra la Isla. Sin tapujos, declara el articulista: «Cualquier cambio fundamental en la política estadounidense hacia Cuba debe esperar hasta que haya reformas fundamentales por parte del régimen. Cuando los cubanos tengan el derecho a la libertad de expresión y de reunión… será el momento en que los turistas y empresarios estadounidenses puedan regresar a la isla».

El rotativo, especulando a modo de agorero espiritista, niega que los cambios venideros en Cuba tengan similitud alguna con los modelos chinos o vietnamitas, situándolos de manera más cercana a las reformas posteriores al derrumbe de la URSS en los años noventa. Ingenuamente, desconoce la capacidad de los cubanos de encontrar soluciones propias a sus propios problemas, en las que el leiv motiv fundamental es preservar a toda costa los principales beneficios sociales alcanzados por la Revolución, a la par que buscar las vías más propicias para incrementar la productividad y la producción en el marco de las ramas más importantes de la economía.

Errores hemos cometido, es cierto. En muchas oportunidades ha primado el paternalismo y el estado ha asumido innecesariamente la subvención de muchas actividades, así como hemos padecido flagelos como las plantillas infladas y un excesivo aparato burocrático e improductivo. Ha habido también enorme centralización en muchos aspectos de la vida económica, subjetivismo, falta de iniciativa y, en varios casos, la corrupción se ha convertido en uno de los más dañinos males que hemos padecido. Mucho podría hablarse de nuestros errores, pero lo principal es que hemos tomado conciencia de ellos y los cubanos sabremos encontrar las soluciones adecuadas que no pueden ser dictadas ni por el Post ni por aquellos que actúan de mala fe.

Cuba necesita cambiar y cambiará. De la misma forma nuestro socialismo debe ser perfeccionado y debe evolucionar a favor de un desarrollo más próspero para nuestro pueblo. Eso es lo que nos proponemos hacer.

Las cosas que deberían preocupar al Washington Post

Uno de los aspectos principales de los que debería escribir el Post, si quisiera ser fiel a la verdad, es el de evaluar concienzudamente los enormes daños que padece la economía norteamericana, cuya recuperación parece será más lenta de lo que esperan los propios economistas de su país. Ni el propio Obama, ni su asesor Paul Volcker, ni la propia Reserva Federal, confían en ello. La desaceleración del crecimiento, la profundización de la crisis financiera ya globalizada, el colapso de los valores de los bienes inmobiliarios y de las acciones, la ineficiencia de los estímulos fiscales a costa de los más desposeídos, el mantenimiento de una poderosa industria de guerra y de excesivos gastos militares, el aumento del desempleo y la pobreza, son temas que podrían llenar las páginas del Washington Post si quisiera ser consecuente con la verdad.

¿Con qué derecho se critica a Cuba y a sus medidas para subsistir, a pesar de un férreo bloqueo y de los embates de la crisis internacional, cuando el Post es incapaz de reconocer que la riqueza neta en su país descendió en 1.5 billones de dólares en el segundo trimestre de 2010, mientras que los grandes monopolios acumularon cifras incalculables de cash, de acuerdo con lo reconocido por la propia Reserva Federal, evitando realizar nuevas inversiones y evitar el creciente desempleo. Tampoco el Post ha valorado la dañina caída del valor neto de los hogares estadounidenses, que ha disminuido casi un 19 por ciento en los últimos tres años, mientras que el endeudamiento del Gobierno Federal subió un 24,4 %.

Otro tema que no se aborda con la profundidad requerida por el Post es el tema del desempleo, aún cuando se conoce que Estados Unidos registró 43,6 millones de pobres en 2009 y la tendencia sigue en aumento. Hoy por hoy, junto a la incalculable pobreza que representa el 14,3% de la población, existen 50.7 millones de personas sin seguro médico. El mal es tan desolador que el 20 % de los niños norteamericanos viven en la pobreza. Esas son cifras anunciadas hace unos días por la Oficina del censo de los Estados Unidos.

La Oficina del Censo reconoció la disminución del ingreso medio en un 4.2 por ciento en el 2009, mientras que el desempleo creció a un 9.3 %. Todo ello ha sido aún más perjudicial con la disminución de los programas sociales, la incapacidad de la asistencia federal de dar respuesta a la demanda de ayuda a los necesitados, así como otros males que afectan a las minorías y a la juventud. Baste decir que la taza de pobreza en niños menores de 18 años rebasó la cifra del 20,7 % y para los ancianos alcanzó un 8.9%. Todo ello, parecen ignorarlo los articulistas del Post.

Otro tema de considerable actualidad ignorado por el Post es el de la violación de los derechos de la población carcelaria en Estados Unidos, la que alcanza la cifra de casi 2 millones de personas, de la cual un 60 % pertenece a las minorías latinas y afro norteamericanas. En los centros penitenciarios, tanto estatales como privados, prima el trato bochornoso a los enfermos mentales, la carencia total de atención a las necesidades de salud de las mujeres, la falta de medicamentos y la demora en la prestación del servicio de urgencias.

Mientras los males sociales se agravan, la administración de Obama mantiene un elevado presupuesto de guerra para mantener sus conflictos bélicos en Irak y Afganistán, la amenaza contra Irán y su extensa red de base militares diseminadas por el mundo. Aunque en agosto se pretendió «contener» los gatos militares, se mantiene un presupuesto de 549 000 millones de USD, al que se suman otros 159 000 millones destinados a la actividad bélica en Irak y Afganistán.

¿Por qué, me pregunto, el Washington Post no insta a su gobierno a destinar los 784 millones de USD para solucionar los profundos problemas sociales generados por la crisis, creando nuevas fuentes de empleo, aumentando las ayudas federales a los necesitados, creando viviendas para los más pobres, disminuyendo los gastos de salud, alimentando a los hambrientos, así como otras medidas de beneficio social? ¿Por qué el dinero que se destina para matar no se usa para salvar al mundo de la debacle que lo amenaza?

Indudablemente, el Washington Post, como vocero de la ultraderecha norteamericana, apuesta por la guerra, sin importarle que hasta el 18 de agosto de este año, según datos del propio Departamento de Defensa, hayan muerto 4.419 militares en Irak desde la invasión en el 2003, mientras en este año han perecido 489 soldados en Afganistán. Pero también se ignoran las bajas colaterales producidas por los suicidios entre los soldados, reconocido por el Secretario de Asuntos de los Veteranos, el general Eric Shinseki, como un mal de gran envergadura, pues dieciocho veteranos de guerra se suicidan diariamente, mientras otra cifra de soldados en conflicto también se privan de la vida en grandes proporciones.

Bien le valdría al Post recordar aquella frase de Heródoto, que reza: «En la paz los hijos entierran a los padres, la guerra altera el orden de la naturaleza y hace que los padres entierren a sus hijos», al pensar en el luto que deja en los hogares norteamericanos la criminal guerra mantenida en Irak y Afganistán, así como en la posible guerra que se gesta contra Irán. No me refiero, por supuesto a los millones de personas asesinadas por esos soldados por órdenes de Bush y de Obama, a los que el Washington ignora deliberadamente y ni siquiera le preocupan.

Por mi parte, cuando pienso y creo en la posibilidad de que exista un mundo mejor, con la certeza de que ese es un sueño posible, tengo la convicción de que alguna vez ese día llegará y se cumplirá solo cuando se cumpla, a su vez, el refrán anónimo de que «La paz del mundo solo se logrará, cuando desaparezcan los imperios

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.