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Preparando nuevas campañas de la guerra contra los bárbaros

Ritual de vasallaje en las provincias del Imperio

Fuentes: Cádiz Rebelde

  Bush se ha paseado triunfalmente por Europa, desde Bruselas a Maguncia y Bratislava, desde la sede de la OTAN a la de la Unión Europea. Ha repartido sonrisas a los fotógrafos; chistes -para dar salida a sus explosiones de vanidad incontrolable- a los grandes burócratas europeos y euroatlánticos(1); frases publicitarias y consignas imperiales a […]

 

Bush se ha paseado triunfalmente por Europa, desde Bruselas a Maguncia y Bratislava, desde la sede de la OTAN a la de la Unión Europea. Ha repartido sonrisas a los fotógrafos; chistes -para dar salida a sus explosiones de vanidad incontrolable- a los grandes burócratas europeos y euroatlánticos(1); frases publicitarias y consignas imperiales a los medios; y palmaditas de espalda a los gobernantes de la vieja y la nueva Europa para escenificar acuerdos entre iguales, reforzar alianzas principales, fijar jerarquías y edulcorar órdenes terminantes.

Buscar el encanto de Condoleezza y Rumsfeld Le precedieron Rice y Rumsfeld -duros entre los duros- para esparcir las consignas ideológicas que deben distribuir desde ahora los medios, y para tantear el nivel de moldeabilidad de los políticos europeos ante los grandes acontecimientos que se avecinan.

Hacía semanas que Falsimedia había iniciado la preparación del terreno para una «reconciliación histórica» anunciando la recuperación del vínculo trasatlántico y refiriéndose continuamente a la mano tendida de Bush, la ofensiva del encanto y otras expresiones similares. Frases hechas de un aparato de propaganda que funciona con conexiones múltiples de índole empresarial, programas encubiertos de captación de intelectuales, emulaciones grupales, distribución de anteojeras a los profesionales de la información(1) y creación de expectativas de éxito. No alteró ni un ápice la «buena disposición» de los medios para dar por buenas las palabras de Washington -como si les llegasen del cielo- el hecho de que los embajadores enviados por Bush para enmarcar adecuadamente su propio viaje, para tantear el termómetro de las fidelidades a toda prueba, fuesen nada menos que la dulce Rice, y el fiero, desdeñoso y mentiroso, Donald Rumsfeld.

El «reconocimiento» por Bush de la Unión Europea, en «su peso y calidad», fue el argumento utilizado para promover ante la opinión pública un acuerdo global que de otro modo hubiese aparecido ante los sectores menos manipulables como una rendición en toda regla.

Si obedeces actuamos juntos, si no obedeces actuaré por mi cuenta , es la vieja fórmula bushiana para una advertencia a los aliados que sirve de terrible amenaza para otros países. Ni la advertencia ni la amenaza han caducado sino que han sido reiteradas entre declaraciones de amistad y sonrisas, sólo para los advertidos. Bush ha expresando el deseo de promover una nueva «Santa Alianza» como estructura general para que los representantes políticos de las élites capitalistas gobiernen el mundo bajo la dirección de los Estados Unidos. Simultáneamente ha insistido en que «todas las opciones están abiertas», como excepción universal que anuncia el soberano uso de la fuerza por Washington, y que es aplicable a todos y cada uno de los conflictos internacionales. Es obvio que Bush -un personaje que no se caracteriza por su cultura política ni por su sutileza- sigue meticulosamente el guión muy definido de un plan a medio plazo para fabricar y «resolver» los sucesivos conflictos que se articulan en una estrategia global de dominio del planeta.

Bush repite también cada uno de los pasos de la experiencia que resultó relativamente triunfante en la «legitimación cómplice o forzada» de la guerra de Iraq, y que aseguró la continuada buena disposición europea para la aceptación de la ocupación y colonización del país una vez que la guerra haya terminado. Si recordamos el proceso que condujo a la invasión de Iraq encontraremos idéntica «siembra de recelos» -aceptados inmediatamente como tales por las instituciones «supranacionales» y por los aliados europeos- la misma utilización de falsedades repetidas y aumentadas, la colocación totalmente impune de nuevas mentiras sobre las mentiras ya descubiertas, el mismo forcejeo simulado sobre falsedades evidentes convertidas en indicios y sospechas.

Bush ha establecido como programa común inmediato la estabilización de Iraq, y ha señalado claramente los nuevos rumbos hacia los que van a dirigir las nuevas actuaciones de la diplomacia coactiva, o las intervenciones militares del Imperio en Oriente Medio: Siria e Irán por el momento.

Para mejorar la manejabilidad de los conflictos futuros, Bush «acordó» con sus aliados que la OTAN y no la ONU será el foro del debate político y estratégico para esa alianza irresistible que pretende dominar el mundo: «ningún poder en la tierra nos dividirá jamás».

 

Proliferadores, estados terroristas y los colores de Benetton

En Siria y en Irán estamos ya en una fase avanzada de creación de una crisis en la que se están cubriendo las mismas etapas que en Irak. Condoleezza Rice acaba de repetir, hablando del primero de los países mencionados, una frase muy oída durante el calentamiento de la crisis con Iraq: «Tienen que entender que vamos en serio».

La manipulación consentida ha alcanzado ya niveles muy preocupantes:

Hablando de Irán ha dicho Bush: «Ellos han roto un contrato con la comunidad internacional», y también: «no se puede descartar ninguna opción en la ‘salvaguarda’ de las naciones».

Bush ha señalado además dos nuevos escenarios en los que está financiando nuevas «revoluciones» coloreadas que acompañen a las ya culminadas «rosa» y «naranja» de Georgia y Ucrania. Se trata de Moldovia y Bielorusia.

Un hecho muy significativo para entender que la diplomacia bushiana, las actuaciones encubiertas y la «guerra preventiva», no son maneras esencialmente distintas de enfrentar las relaciones internacionales, sino «herramientas» de coacción y guerra en la política imperial de los EEUU; y para entender también lo que está ocurriendo en los países de la antigua Unión Soviética, es que Bush haya hablado de la «revolución púrpura» refiriéndose a las «elecciones» en Iraq -un país invadido y en plena guerra-, situándola en el mismo proceso de «democratización del mundo» que han cumplido Georgia y Ucrania, y emprendido los EEUU.

Para una etapa posterior, o para fijar alianzas en conflictos inmediatos, Bush intentó alinear a Europa contra Rusia y amarrarla definitivamente a la totalidad del proyecto imperial de los EEUU.

 

Eufemismos para una guerra de conquista no terminada

El restablecimiento del vínculo trasatlántico se ha hecho sobre supuestos y previsiones mucho más que discutibles.

La «estabilización de Irak» ha sido el objetivo más repetido y el acuerdo más celebrado. «Tenemos un interés común en un Iraq estable y democrático» -resumía Schröder, al final del viaje del Presidente de los EEUU, los «buenos deseos» y también la rendición de los más reticentes -.

Las evasivas sobre el desastre humano y económico de Iraq se resolvieron con un alarde de filosofía realista y de ética brutal: «Centrar los intereses en el futuro» o, como había expresado desde las filas de los más incondicionales el presidente de Hungría, Ferec Madl: «Los intereses solidarios miran al futuro».

Europa se apuntó ya a la «estabilización de Iraq» en una hora tan temprana como la de la Cumbre de Salónica -en junio de 2003, recién terminada la invasión-. Desde entonces ese proceso de «estabilización» ha provocado la mayoría de las decenas de miles de muertos -más de cien mil según la revista Lance-, la mayor parte civiles.

La estabilización ya realizada ha incluido los horrores de Abu Ghraib, decenas de miles de detenidos, un número indeterminado de desaparecidos, unos niveles de sufrimiento humano casi inconcebibles y la destrucción total de la estructura social y económica de Iraq. También ha incluido los horrores de Samarra, Falluja y muchas otras ciudades iraquíes bombardeadas y arrasadas para asegurar la «revolución púrpura» de la que alardea el presidente de los Estados Unidos.

Europa ha estado siempre dispuesta a «olvidar el pasado y mirar hacia delante». Hacia delante había, en marzo de 2003, 100 mil muertos y puede haber ahora muchos más.

 

La otra mirada hacia el futuro

El estado mayor político y militar de Bush puede estar iniciando las maniobras previas para hacer «inevitable» una guerra global en Oriente Medio con la esperanza de resolver, en un escenario mucho más amplio, el descalabro sin solución de Iraq y todos los asuntos pendientes, incluidos el control estratégico y económico de la zona, y la invasión y colonización de Irán y Siria.

 

 

(1) Llegó a compararse con Benjamín Franklin y a pedir, para sí y en Europa, la misma popularidad que en los tiempos de la Revolución Francesa tuvo el filósofo, inventor y pionero de la independencia de los EEUU.

(2) Están programadas, por ejemplo, para colaborar con artículos de opinión y distribución de noticias falsas o manipuladas en la acusación de EEUU a Cuba ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, y olvidar los «excesos afortunadamente ya juzgados» de Abu Ghraib, pasar casi por alto la red de cárceles de exterminio como la de Guantánamo, o reproducir -valorando pros y contras como si de un problema de matices se tratase y no de la aplicación de un sistema extremo de represión policial- la nueva ley Blair de Prevención del Terrorismo.