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Rondó a la turca

Fuentes: Rebelión

Erdogan, miembro de la Hermandad Musulmana, resulta ser un misterio para el que quiera comprender lo que pasa en Turquía. Sin duda, se trata de un político muy hábil que trae de cabeza a sus aliados del mundo entero, porque dice combatir el terrorismo y al mismo tiempo apoya descaradamente al Estado Islámico (EI). Complicó […]

Erdogan, miembro de la Hermandad Musulmana, resulta ser un misterio para el que quiera comprender lo que pasa en Turquía. Sin duda, se trata de un político muy hábil que trae de cabeza a sus aliados del mundo entero, porque dice combatir el terrorismo y al mismo tiempo apoya descaradamente al Estado Islámico (EI). Complicó el problema de los kurdos turcos, aparentemente en vía de solución, cuando les declaró la guerra abierta y comenzó a exterminarlos sin distinción; encarcela al que chista contra sus abusos diarios; roba que es un contento y lo hace en complicidad con el EI, que se financia con este tipo de delitos; ha sumado poderes como nadie en la historia de la Turquía republicana; controla a voluntad los tribunales de justicia, internet, Twitter, YouTube y la prensa de cualquier tipo, que ha perdido toda libertad; a donde quiera que va lo acompañan sus matones, que golpean a mansalva al que se les ocurre, como hicieron en Quito; fabrica auto atentados a su antojo, como cuando masacró la protesta pacífica de Estambul; ha eliminado a los militares que se oponían a su política de islamizar radicalmente la sociedad turca (no se debe olvidar que en Turquía el Ejército es constitucionalmente el garante de la preservación del Estado Laico); derriba como si nada un avión ruso, que regresaba de cumplir una misión de combate contra los terroristas del EI, y a los siete meses pide perdón a Putin por el crimen cometido. Como se ve, sus delitos son múltiples y abundantes.

Contra todo este descalabro se levantó una buena parte de las Fuerzas Armadas de Turquía, levantamiento que fracasó por no contar con el apoyo del pueblo turco, que, más bien, se volcó a las calles para defender a Erdogan, luego de escuchar su llamado. Parte de la explicación de este fenómeno es que los turcos pobres apoyan a su gobierno por haber recibido de Erdogan todo tipo de ayuda para paliar sus males. Sin embargo, esto no explica la totalidad de lo pasado, pues si el Ejército sólidamente se hubiera rebelado, el pueblo no hubiera tenido posibilidad de éxito y hubiera sido controlado, tal como pasó en Chile y Honduras.

Esto significa que un sector mayoritario de las Fuerzas Armadas de Turquía está de acuerdo con la línea política de Erdogan y apoya al islamismo radical, que cuenta con fuerte simpatía en la población turca. Por lo tanto, es muy probable que el EI resulte fortificado con el fracaso de esta asonada militar. Por eso, es muy temprano para congratularse por el triunfo de la «democracia» en Turquía, como lo han hecho casi todos los gobernantes de Occidente.

Y no es que a uno le gusten los golpes de Estado, pese a que el terrorismo debe ser derrotado con métodos radicales, pues todo combate convencional está condenado al fracaso, sino que ha llegado la hora de que los gobiernos del mundo se unan y coordinen sus acciones para combatir esta peste. Sin embargo, no hay que estigmatizar a la religión islámica con el tinte de terrorista. Ninguna religión propugna la violencia entre sus acólitos, más bien todo lo contrario. Acusar al Islam por los crímenes del EI es otorgar la mayor de las victorias al EI y fortificar al terrorismo entre los despistados que lo apoyan.

El EI es el mayor enemigo del mundo actual, pero no tiene un pelo de tonto.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.