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Sastres y Contaminados

Fuentes: Rebelión

Este artículo forma parte del libro-homenaje a Alfonso Sastre que será editado en diciembre

He visto y leído en el indiscreto «Google» que de vez en cuando se organizan, en distintos lugares del mundo, congresos de «Sastres y Modistas», «Sastres y Diseñadores», «Sastres y Profesionales de la Alta Costura», y otros por el estilo. Ésta es, según creo, la primera vez que nos juntamos «Sastres y Contaminados». Me explico.

Cuando nos repartimos el trabajo editorial de este libro que tienen ustedes en sus manos, yo me encargué de listar las adhesiones al manifiesto y de recoger los mensajes de apoyo. El primero de los textos que leí lo firmaba la banda de rock «Motorsex» en pleno, y entre el «aúpa» y el «salud» de rigor, sus integrantes pedían literalmente: «Añadidnos a la lista de contaminados». Esto es hablar «bueno», que diría nuestro homenajeado Alfonso. Puro sincretismo de prosa y política.

Los antiguos MCD (siglas del grupo punk Me Cago en Dios, que si no lo digo no me quedo a gusto), resumieron en esas seis palabras lo que iba a ser el listado de firmantes que ustedes encontrarán en el apéndice. Y, de paso, me dieron el título para este articulito. Gracias, tronkos.

Alfonso Sastre tiene, al menos, 1331 amigos sinceros repartidos por el planeta, hombres y mujeres de todas las edades y profesiones. Lo que es mucho. Muchos más, por ejemplo, de los que tendrán en su vida los politicastros Carlos Iturgaiz y Rosa Díez juntos. Me refiero, claro, a los amigos y amigas de verdad, de esos que, como en el caso que nos ocupa, se arriesgan a defender públicamente a un penitenciado en tiempos de terror y de miseria intelectual. Los Iturgaiz, Díez, Mayor, López, Ares y demás patulea oportunista sólo tienen a su lado compinches y meritorios. Pan para hoy y hambre para mañana.

Ha sido un auténtico honor y un placer para mí compartir este rol de inficionados con queridos camaradas como Andrés Vázquez de Sola, Iñaki Gil de San Vicente, Carlo Frabetti, Irene Amador, Carlos Aznárez, Manel Márquez, Andrés Sorel, Patxi Erdozain, Daniel C. Bilbao, Jon Odriozola, Carlos Tena, Floren Aoiz, Iñaki Egaña, Nines Maestro, Josu Ramos, Pascual Serrano, Walter Wendelin, Jose López Alcaraz, Fany Miguens, Imanol Urrutia, Iñaki Agirre, Oriol Martí, Santi Alba, Dax Toscano, Xarlo Etxezaharreta, Carlos Fernández Liria, Joxerra Bustillo, Txomin Ziluaga, Antxon Mendizabal, Juanito Kalvellido, Blas López-Angulo, Vicente Romano, Hugo Gómez, Josemari Esparza, y tantos otros. O haberme encontrado entre las firmas la de mi hijo Arkaitz. Ya me puedo morir tranquilo.

También ha supuesto una gran satisfacción comprobar que las adhesiones han llegado de EEUU, México, Cuba, Colombia, Venezuela, Ecuador, Argentina, Uruguay, Chile, Brasil, Australia, Iraq, Marruecos, Suecia, Austria, Irlanda, Alemania, Bélgica, Italia, Portugal, Francia, Galiza, Catalunya, Euskal Herria y de todos y cada uno de los demás pueblos administrados por el Estado español. Como gratificante ha sido haber descubierto que entre las personas firmantes hay militantes de organizaciones políticas y sindicales tan abigarradas como Batasuna, Zutik, Partido Comunista do Povo Galego, Corriente Roja, Partido Comunista de España, Unión de Juventudes Comunistas de España, Izquierda Unida, PCE (ml), CUT, LAB, CGT o CCOO. O hallar entre tanto nombre solidario el de Héctor Soto, ministro del Poder Popular para la Cultura de la República Bolivariana de Venezuela.

Ha sido emocionante ver las firmas de familias enteras, profesores de medio mundo, médicos de todas las especialidades, amas de casa, periodistas, escritores, editores, traductores, administrativos, filólogos, transportistas, diseñadores, aparejadores, becarios, maestros, pedagogos, artesanos, dependientes, abogados, desempleados, actores, payasos, historiadores, obreros, dibujantes, poetas, geólogos, cantantes, limpiadores, antropólogos, jubilados, enfermeros, físicos, conductores, estudiantes, farmacéuticos, pescadores, libreros, informáticos, comerciales, matemáticos, realizadores, funcionarios, ingenieros, conserjes, sociólogos, delineantes, jardineros, economistas, productores, compositores, fisioterapeutas, marineros, agricultores, guionistas, arquitectos, pintores, hosteleros, peluqueros, modistas, geógrafos, bibliotecarios, psicólogos, mecánicos, químicos, biólogos, contables, marinos, fotógrafos, músicos, filósofos, electricistas, cocineros, asesores, fontaneros, camareros… Una curiosidad: no se ha adherido ningún policía, carcelero, verdugo o juez. Nadie de la Casa Real. Tampoco políticos del PPSOE.

Acompañando a las firmas hemos recibido cientos de mensajes entrañables de apoyo a Alfonso Sastre como los de Ishraq, su traductora al árabe en el Iraq de antes de la ocupación; Adys González de la Rosa, su editora cubana, que destaca de él «sus ideas, su ética y su grandeza»; Juan José Arias Martín, un obrero discapacitado que muestra su respeto por Alfonso señalando que lo admira «más por su labor humana y de lucha contra el corrupto poder que por sus obras, ya que si éstas lo han hecho un gran hombre de letras, su actitud lo ha hecho aún más grande como persona»; Andoni Etxezarraga, un agente comercial que, dado «el carácter netamente fascista del Estado español» no se extraña por la criminalización a la que se le ha sometido a Alfonso, al que califica de «persona realmente admirable»; Francisco Alonso Bernal, un geógrafo que aclara que su firma es «contra la embestida de los paniaguados del Juancarlismo a la iniciativa de los luchadores que dentro y fuera de la piel de toro no cesamos»; Anastasio Pulido, un profesor de Secundaria que tacha de «canallacos» a quienes «pretenden ensuciar con su mirada perversa la prosa transparente de un maestro de la dignidad»; o el de Miguel García Maldonado, un «multioficios» que dice literalmente a Alfonso: «Ánimo, joven, nos veremos en el talego si hace falta, y quién sabe si en alguna barricada».

Pero he elegido para concluir un mensaje que resume perfectamente el espíritu contaminante de este libro. Lo ha enviado Jaime Núñez y dice así: «Para los mediocres, para los cortos de miras, para los fascistas, para los que sólo piensan en sus poltronas, para los que no buscan soluciones, para los amantes de las guerras, para los que no ven más allá de sus narices, para los enemigos de la paz: YO TAMBIÉN SOY ALFONSO SASTRE».

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.