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¿Se enfrentarán los Demócratas norteamericanos a las desviaciones de sus enemigos?

Fuentes: Progreso Semanal

¿Se quitarán los guantes alguna vez los demócratas y pelearán de manera apropiada contra la peligrosa pandilla de ultra derechistas que se ha apoderado de las ramas ejecutiva y legislativa del gobierno y que amenazan con dominar el poder judicial? Mientras los extremistas de derecha muestran su verdadera naturaleza en repetidos escándalos de sexo y […]

¿Se quitarán los guantes alguna vez los demócratas y pelearán de manera apropiada contra la peligrosa pandilla de ultra derechistas que se ha apoderado de las ramas ejecutiva y legislativa del gobierno y que amenazan con dominar el poder judicial?

Mientras los extremistas de derecha muestran su verdadera naturaleza en repetidos escándalos de sexo y adicción, los demócratas ignoran sus oportunidades para contragolpear. Es más, lo que ya son noticias rutinarias acerca de importantes voceros reaccionarios involucrados en escandalosos comportamientos ofrece a los liberales una oportunidad de demostrar al público la verdadera condición de los que se han apoderado del gobierno de EEUU.

El año pasado Rush Limbaugh, el más pomposo y pretencioso de los ampulosos comentaristas de la radio AM, fue atrapado con montones de Oxycontin (heroína rural), una droga muy ilegal si se obtiene sin prescripción médica. La evidencia también indicaba que él estaba implicado en el comercio de las sustancias ilícitas que ingería. Él aceptó que padecía de una fuerte adicción, pero los demócratas, blanco de su diario sarcasmo y acidez, dejaron que el escándalo se extinguiera.

Aún más tentadora para aquellos con siquiera una gota de valor fue la revelación de que la Casa Blanca había concedido una credencial instantánea de prensa a Jeff Gannon, c/p James Guckert. Durante dos años, este «reportero» ultraderechista de sitios web del Partido Republicano (propiedad de un republicano de Texas) fue citado regularmente por el secretario de prensa de la Casa Blanca, Scott McClellan, y el propio Bush. Gannon, como era de esperar, hacía preguntas cargadas favorables a la administración. También dirigió campañas de desinformación para sus jefes republicanos acerca de temas controvertidos.

El Servicio Secreto conocía de los sitios web homo-eróticos en los que Gannon aparecía como «militar, musculoso, masculino y discreto». Un diseñador de páginas web admitió que él había «diseñado para Gannon un sitio gay de alquiler de acompañantes y había colocado fotos de Gannon desnudo a petición del cliente» (The Washington Post, 13 de febrero). En su sitio web promocional, Gannon usa un casco y nada más, hasta que uno ve sus botas de paracaidista.

¿Habrá pasado este ultra sórdido prostituto a través de las ranuras de «seguridad aumentada» para recibir su credencial diaria de prensa de la Casa Blanca? Un ex policía federal me aseguró que «sólo una orden directa de muy alto nivel podía haberle permitido llegar hasta tan cerca del Presidente».

Ni los demócratas ni los medios insistieron en este escándalo ni hicieron la pregunta: ¿quién en las altas esferas de la Casa Blanca conoce a gente como Gannon-Guckert lo suficiente como para usarlo en pro de sus intereses políticos?

Las reglas de Marqués de Queensberry no se aplican cuando los oponentes meten los dedos en los ojos. ¿No recuerdan los demócratas el benigno pecadillo de Bill Clinton -decenas de millones de ambos sexos lo han practicado- escudriñado en una interminable y costosa investigación que casi le costó la presidencia? Los demócratas no convierten estas «idiosincrasias personales» en armas políticas, ni siquiera plantean estos patrones de conducta extremadamente extraños en temas políticos que el público debiera investigar con gran cuidado.

En 1972 yo estaba junto a un amigo músico tras bambalinas en un teatro de San Francisco. Él afinaba su guitarra mientras se preparaba para actuar en una función de beneficio para el efímero Sindicato de Prostitutas, que algunas astutas mujeres habían organizado para defender los derechos de esas trabajadoras.

Varias de las miembros recientemente reclutadas hablaban de lo difícil que les había sido trabajar en la reciente convención republicana de San Diego. «Debo haber trabajado cuatro días seguidos con jornadas de dieciocho horas ininterrumpidas», dijo una linda rubia en minifalda. «Pero nunca se me mojaron mis partes».

«¿Cómo?», preguntó el músico. «¿Qué hiciste?»


«Me oriné encima de algunos y defequé encima de otros y azoté a unos cuantos, les decía lo malo que eran y que merecían que les castigara. Eso era lo que les excitaba. Así que eso fue lo que hice».

«¿Y quiénes eran esos individuos?», pegunté yo.

«Ah, usted sabe. Senadores y jueces, gente de esa», replicó ella.

Veintitrés años y decenas de denuncias más tarde nos permiten dejar de llamar este comportamiento por su apropiada hipocresía y nombrarlo como lo que es. Cuando los que están en el poder obtienen su gratificación sexual con la humillación a manos de prostitutas, pudiéramos al menos cuestionar los motivos para su búsqueda del poder absoluto.

Los que se desprecian a sí mismos y quieren ser castigados debido a sus inclinaciones sexuales y de otro tipo -el sexo extramatrimonial y el uso de drogas, por ejemplo- y buscan el poder y luego usan ese poder en contra de los homosexuales, gente que comparte sus propias tendencias de comportamiento.

El reciente caso del fundamentalista cristiano Jim West, alcalde Spokane, sirve de ejemplo. West utilizaba lenguaje anti-gay y se dedicó a oponerse a los derechos de los gays, mientras atraía a jóvenes -o adolescentes- a relaciones sexuales. (Él argumentó que pensaba que eran adultos.) West predicaba los valores cristianos como líder de los Boy Scouts, sustituto de sheriff, legislador estatal republicano y alcalde -mientras realizaba prácticas sexuales que él mismo definía como aborrecibles y criminales.

West admitió qué había ido a comer en junio de 2004 con un joven de 18 años con quien había contactado en un chat room gay. West usó nombres como Cobra82 y RightBi-Guy y permitió al joven que condujera su «Lexus convertible azul. La noche terminó en sexo de mutuo consentimiento», dijo Bill Morling de 18 años (Spokane Spokeman-Review 24 de mayo).

La senadora estatal de Washington Pam Roach, que difería de West cuando éste estuvo en Senado, lo calificó de «político de arranca pescuezo. Le gusta tener a gente bajo su poder -y gente joven».

El episodio de West es similar a un caso que sucedió en Washington, D.C. en 1973 La policía atrapó in flagrante al representante republicano Bobby Bauman, de Maryland, en un prostíbulo masculino con un menor de edad. Bauman achacó el incidente al alcohol. Pero varios años más tarde, después de renunciar al Congreso, salió del closet y se excusó por sus actividades anti-homosexuales.

Al igual que West, Bauman se distinguió en el Congreso por sus ataques a los homosexuales. Más tarde Bauman admitió que inconscientemente odiaba su homosexualidad. En vez de enfrentarla y aceptarla, admitió que había proyectado la repugnancia que sentía por sí mismo hacia otros que compartían su identidad.

Tal autodesprecio en algunos guardias de asalto nazis los llevó a matar y golpear gravemente a otros homosexuales. Es más, ¿quién sino los homosexuales ocultos tienen tal interés desmedido

por atacar a los gays y negar sus derechos a personas que difieren de las prescripciones supuestamente «bíblicas» del comportamiento apropiado?

Los miembros de la ultra derecha liderados por Tom DeLay, el Líder de la Mayoría en la Cámara de Representantes, conjuntamente con sus homólogos entre el personal del Presidente, ahora amenazan con dominar la rama judicial federal. DeLay ha liderado su coalición de republicanos enarboladores de la biblia, perseguidores de los gays, en políticas que benefician exclusivamente a los muy ricos y a los sectores corporativos multinacionales. Él ha gobernado la Cámara de Representantes como si el debate, las audiencias y el bipartidismo significaran tradiciones socialistas y las reemplazó con directivas autoritarias.

En 1982 entrevisté al ideólogo de derecha y por entonces ayudante senatorial Sam Frances. Él describió la nueva derecha como «una búsqueda del poder -el poder total».

Este intento de dominar la política incluye un asalto propagandístico a través de los medios, ejemplificado por los conductores de programas de comentarios derechistas pretenciosos que desatan su forma peculiar del «dogma de la libertad» y aceptación de los «valores cristianos» por las ondas de la AM. De vez en cuando, hasta Noticias Fox de Rupert Murdoch permite que un liberal obtenga algún tiempo en el aire -especialmente si consigue dinero de publicidad.

A mediados de mayo el insólito liberal en la radio Fox, el comentarista Alan Colmes, entrevistó a Neal Horsley, un militante en contra del aborto. De niño, cuando vivía en Georgia, Horsley disfrutaba de relaciones íntimas con animales.

Planificación Familiar nombró a Horsley como autor de los «Expedientes de Nuremberg», una lista de médicos que practicaban el aborto, «marcados para ser muertos».

El columnista James Ridgeway de The Village Voice reprodujo el diálogo de Horsley con Colmes:

Colmes: ¿Usted practicó el sexo con animales?

Horsley: Sin duda. Yo era un tonto. Cuando uno se cría en una granja su primera novia es una mula.

Colmes: ¿Sugiere usted que todo el que se cría en una granja en Georgia tiene a una mula de novia?

Horsley: Así ha sido históricamente. La gente como usted está tan lejos de la realidad… Bienvenido a la vida doméstica en la granja. Cuando uno se está desarrollando sexualmente experimenta con cualquier cosa que se mueva. Uno es un ingenuo. Usted debiera saberlo… Si está caliente y húmedo y vibra, uno tiene relaciones sexuales con eso.

Ridgeway llamó a Horsley y le leyó las citas. «Es correcto», respondió Horsley. Ridgeway reprodujo palabras del sitio web de Horsley. «Cuando los homosexuales o adúlteros o fornicadores o pedófilos o fornicadores de bestias y chupadores de bestias, o cualquier delincuente sexual, se manifiestan como si pudieran ser seguidores de Jesucristo, demuestra una mentira y una blasfemia y abominación».

La tendencia es a la risa. Pero Horsley no es otro loco derechista que enarbola una biblia. Su energía es típica del élan de la era de Bush. Si los demócratas no se enfrentan a los que han capturado al Partido Republicano todos tendremos que depender de lo que Gore Vidal me predijo que sería la solución a la locura de Bush. Los verdaderos conservadores tendrán que dar un paso al frente y enfrentarse a esta pandilla ultra radical.

Landau es profesor de la Universidad Cal Poly Pomona y miembro del Instituto para Estudios de Política.