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Seis décadas de ocupación y resistencia en Palestina

Fuentes: Rebelión

Los brutales bombardeos israelíes de finales de diciembre y primeros de enero en la franja de Gaza y, especialmente, las terribles imágenes de centenares de niños muertos durante los mortíferos ataques, han sensibilizado considerablemente a la población, también a la europea, en contra de este genocidio y del cinismo de un estado que, según su […]

Los brutales bombardeos israelíes de finales de diciembre y primeros de enero en la franja de Gaza y, especialmente, las terribles imágenes de centenares de niños muertos durante los mortíferos ataques, han sensibilizado considerablemente a la población, también a la europea, en contra de este genocidio y del cinismo de un estado que, según su ministra de asuntos exteriores, Tzipi Livni, constituye la «primera línea del mundo libre».

Pero la ocupación de los territorios palestinos por parte de Israel no es nueva, de hecho se prolonga ya desde hace más de seis décadas. Después de formar parte del imperio otomano durante un largo periodo, Palestina pasó a ser un protectorado británico entre la primera guerra mundial y 1948, cuando las revueltas árabes y hebreas les llevaron a abandonar el territorio. El plan de participación del país entre judíos y palestinos, promovido por las Naciones Unidas (ONU), se materializó en la creación del estado de Israel, una decisión que no fue aceptada ni por la población palestina ni por los vecinos paises árabes. Aquello comportó la primera guerra arabe-isreliana, un conflicto que acabó con la victoria del nuevo ejército hebreo, bajo el mando de los responsables de los antiguos grupos armados judíos («resistentes» o «terroristas» como pueda ser hoy día Hamas), que se quedaron con la mayor parte del territorio, mientras Cisjordania pasaba a administración jordana y la Franja de Gaza quedaba bajo el control de Egipto. El conflicto provocó también numerosos casos de violencia contra la población civil, lo que comportó un exilio en masa hacia otras zonas más seguras del país y hacia Jordania, Líbano y Egipto, en lo que sería el inicio de la gran diáspora del pueblo palestino.

La lucha contra el sionismo unificó progresivamente a los principales grupos políticos y militares palestinos con la creación, el año 1964, de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). A pesar de la creciente resistencia popular, el ejército israelí desancadenó en 1967 una nueva y demoledora ofensiva, la «Guerra de los seis días» que supuso la invasión de Cisjordania, Gaza, el Golán sirio y la península egipcia del Sinaí, una ocupación que no sido nunca reconocida por la ONU ni por ningún organismo internacional. Mientras tanto, la creciente organización y combatividad de la resistencia palestina acabó por chocar, no sólo contra el ejército hebreo, sino también contra los supuestos paises aliados, como fue el caso de Jordania o del Líbano. Así, la ocupación de buena parte del Líbano en el año 1982 por Israel, llevaron a la OLP en el exilio y a la izquierda libanesa a afrontar prácticamente solos una dura batalla de Beirut, con la práctica indiferencia de las fuerzas armadas libanesas y de la Liga Árabe. Una guerra ante el poderoso ejército sionista que, a pesar de suponer una derrota en el frente militar, constituyó una victoria moral palestina por su espíritu de resistencia. Desgraciadamente, aquella «victoria» sirvió de bien poco, al romperse la unidad y la cohesión de la OLP, e iniciarse una dura lucha fratricida. Posteriormente, a lo largo de los años ochenta, Israel prosiguió el programa de establecimiento de colonos judíos en Cisjordania, hecho que comportó el aumento de la tensión entre hebreos y palestinos, que culminaría en 1987 con la primera gran intifada, insurrección civil iniciada en los campos de refugiados de la Franja de Gaza, que poco después se extendería al resto de los territorios ocupados.

En 1988, el Consejo Nacional de Palestina, presidido por Yasser Arafat, proclamó la independencia de los territorios ocupados. Las negociaciones secretas, iniciadas después de la primera guerra del Golfo (1991), condujeron a la firma de los acuerdos de paz de Oslo de 1993 entre el gobierno israelí y los representantes palestinos, así como el inicio de una cierta autonomía para los territorios de Gaza y Cisjordania. Pero fue un acuerdo duramente criticado por los grupos islamistas (en especial el Movimiento de Resistencia Islámica, Hamas), y también por la izquierda radical (especialmente el Frente Popular y el Frente Democrático para la Liberación de Palestina), lo que conllevaría a crecientes y duras disputas entre unos y otros sectores.

En 1996, las primeras elecciones de la autonomía palestina dieron la victoria al Movimiento para la Liberación de Palestina (al-Fatah), lo que llevaría a Yasser Arafat a la presidencia del país. En el año 2000 se inicia la segunda intifada, a raíz de la visita de Ariel Sharon a la explanada de las mezquitas de Jerusalén, en medio de una dura represión contra la población árabe y la proliferación de asentamientos ilegales en los territorios ocupados. Pero la Autoridad Nacional Palestina, especialmente a partir de la muerte de Arafat en 2004, ha ido cayendo progresivamente en un fuerte descrédito, tanto por su mala gestión como por los numerosos casos de corrupción, lo cual ha ido aumentando la popularidad de Hamas. En 2005 Israel inicia la construcción del muro de Cisjordania, que ha aislado gran parte de los territorios ocupados y ha permitido a los hebreos anexionarse numerosas tierras. Mientras tanto, el ascenso del islamismo radical se veia confirmado en las elecciones de 2006, en las cuales Hamas tuvo unos importantes resultados, especialmente en la Franja de Gaza. Después de un primer ejecutivo de orientación islamista y de un gobierno de unidad nacional, las tensiones entre unos y otros comportaron la ruptura del gobierno y un grave conflicto armado, que supuso la expulsión de al-Fatah de Gaza y la existencia, de facto, de dos gobiernos paralelos en Cisjordania y Gaza, a pesar de la presidencia formal de Mahmud Abbas sobre el conjunto de los territorios ocupados.

Durante las últimas semanas de 2008 y primeras de 2009, Israel ha aplicado en Gaza la ley del Talión al más puro estilo nazi. Por cada hebreo muerto por las bombas de Hamas, el ejercido sionista ha bombardeado y masacrado a centenares de palestinos, incluidos numerosos niños y niñas. No importa que las víctimas sean musulmanas, judías, cristianas o laicas, pero cualquier crimen es infinitamente más grave cuando el criminal es uno ejercito regular, cuando los muertos son civiles y, sobre todo, cuando las víctimas son inocentes criaturas. Ciertamente, Israel parece ser el único estado del mundo que puede cometer crímenes contra la humanidad de manera gratuita, sin que tenga que pagar por sus actos ante ningún tribunal penal internacional.

Jordi Córdoba es coordinador de Esquerra Unida i Alternativa (EUiA) en Girona