Estados Unidos tiene un «archipiélago» de centros de detención, muchos de ellos secretos, denunció este domingo Amnistía Internacional (AI), al renovar sus acusaciones contra la política impulsada por este país en su «guerra contra el terrorismo». A casi una semana de que el organismo defensor de derechos humanos sostuvo que Washington estableció «un nuevo gulag […]
Estados Unidos tiene un «archipiélago» de centros de detención, muchos de ellos secretos, denunció este domingo Amnistía Internacional (AI), al renovar sus acusaciones contra la política impulsada por este país en su «guerra contra el terrorismo».
A casi una semana de que el organismo defensor de derechos humanos sostuvo que Washington estableció «un nuevo gulag de prisiones alrededor del mundo más allá del alcance de la ley y la decencia», el senador demócrata Joseph Biden pidió a su vez el cierre del centro de detención de la base naval de Guantánamo, en Cuba.
The New York Times también abogó por el cierre de esa prisión, donde permanecen recluidos a unos 520 presuntos combatientes talibanes o de Al Qaeda desde finales de 2001, al considerar que se convirtió en una «vergüenza nacional».
«Estados Unidos mantiene un archipiélago de prisiones en el mundo, muchas de ellas secretas», declaró William Schulz, director ejecutivo de AI para Estados Unidos, a la cadena Fox News. «Las personas desaparecen literalmente, son detenidas indefinidamente en secreto sin tener acceso a un abogado, a un juicio o a sus familiares», agregó.
A las nuevas acusaciones que Estados Unidos ha enfrentado recientemente de torturas en la prisión iraquí de Abu Ghraib y en Afganistán, se suma la confirmación estadunidense de que personal militar de la prisión de Guantánamo maltrató el Corán en cinco ocasiones, lo que podría desatar una nueva ola de ira en el mundo musulmán, indicaron varios analistas.
Pero la administración estadunidense -desde el presidente George W. Bush hasta el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld- negó con vigor la expresión de AI que calificó a Guantánamo de «gulag de nuestros tiempos».
Los altos mandos estadunidenses calificaron de «absurda» cualquier relación entre las medidas tomadas en la «guerra contra el terrorismo», y las millones de deportaciones de civiles inocentes en los tiempos de la Unión Soviética.
«Es muy difícil llevar adelante una cárcel perfecta en cualquier lugar, pero Estados Unidos lo hace tan bien como cualquier otro país en el mundo», afirmó con orgullo el senador republicano Whip Mitch McConnell al programa Late Edition de CNN.
En contraste, el senador demócrata, Joseph Biden, exigió el cierre del centro de detención en Guantánamo, donde sólo en algunos casos está prevista la realización de juicios en tribunales militares para los reos, pero en todos los casos está excluida la posibilidad de un juicio ordinario.
«Debemos trasladar a los detenidos. Aquellos contra quienes hay causas para su encarcelamiento deberán seguir presos, los otros deberán ser liberados», aseveró Biden al referirse al malestar internacional generado por el tema.
El diario The New York Times evaluó que Guantánamo se convirtió en una «vergüenza nacional» y que lo mejor sería cerrar este centro de detención establecido por fuera del derecho común o del internacional. El rotativo retomó en su editorial acusaciones en las que Washington entregaba prisioneros a países poco cuidadosos en sus métodos de interrogación.
El columnista del Times, Thomas Friedman, Premio Pulitzer 2002 y antiguo corresponsal de ese periódico en Medio Oriente, argumentó que la controvertida prisión desacredita a Estados Unidos no sólo en el mundo islámico, sino también en países afines a los estadunidenses como Gran Bretaña, Australia, o Alemania.
Friedman, en su comentario, lanzó las siguientes preguntas: ¿Cómo es que más de 100 detenidos han muerto en custodia estadunidense hasta la fecha? ¿Ha sido por infartos? Esto no sólo es profundamente inmoral, es estratégicamente peligroso, subrayó.
La polémica surgió también luego del escándalo desatado por un artículo de la revista Newsweek sobre profanaciones contra el Corán en Guantánamo, lo que generó violentas manifestaciones, sobre todo en Afganistán, donde 17 personas murieron.
Tras presiones del gobierno de Bush, el semanario se retractó, pero Washington aceptó que el libro sagrado de los musulmanes fue mojado sin intención con orina y pisado por guardias, hechos que consideró aislados.
La resistencia continuó a su vez con sus operaciones, y al menos dos soldados iraquíes murieron en enfrentamientos con combatientes kurdos, los peshmerga, en un puesto de control entre Mosul y Erbil, al norte de Irak.
Otras tres personas perdieron la vida en una operación conjunta estadunidense-iraquí en Iskandariya, al sur de Bagdad, informaron fuentes militares.