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Un texto ejemplar de la derecha española

Si cae Israel, caemos todos

Fuentes: Rebelión

Revisado por Caty R.

Presentamos la traducción del texto «Support Israel: if it goes Down, we all go down» del ex presidente del Gobierno español José María Aznar, publicado en su página web y en el diario The Times el 17 de junio de 2010.

Como señala el texto que traducimos, José María Aznar es el responsable de la Friends of Israel Initiative (Iniciativa Amigos de Israel), que como idea fundamental afirma: «Stand for Israel, stand for the West» (Defender a Israel es defender a Occidente)-

Debido a las circunstancias que rodearon el ataque a la Flotilla de Gaza, el ex presidente Aznar tuvo que aplazar el lanzamiento público en París de la Iniciativa Amigos de Israel, por razones de imagen.

Según informó el diario español Público, los correos de invitación estaban enviados y la lista de participantes cerrada. Uno de los miembros de este nuevo grupo de influencia, el ex diplomático neocon estadounidense John Bolton, ya había aterrizado en París.

Pero no pudo ser. El acto tuvo que ser anulado in extremis. La oficina de Aznar reconoció que «no se daban las circunstancias». Cierto es que era mal día para proclamar que «Israel está en nuestro campo» de la «democracia occidental» y de los «valores judeocristianos», como figura en la página web de este lobby ultrasionista.

José María Aznar se posiciona como en el pasado, cuando fue, junto con Tony Blair, uno de los más firmes defensores de las políticas del ex presidente estadounidense G. W. Bush en relación con Medio Oriente.

Al respecto, el también ex Primer Ministro británico Tony Blair, enviado del Cuarteto para Medio Oriente, ha declarado al periódico israelí Jerusalem Post que «La manera más sensata» de que la ayuda humanitaria llegue a Gaza es «a través de los legítimos puntos de cruce existentes», máxime ahora que Israel está levantando restricciones sobre los bienes para uso civil, y no por medio de flotillas que pretendan quebrar el bloqueo. «Me diferencio de algunos (miembros) de la comunidad internacional en que creo que Israel tiene un problema de seguridad real con el cual tiene derecho a lidiar», declaró el ex Primer Ministro británico.

Para Blair «es una posición razonable que Israel diga: ‘Miren, no permitiremos que lleguen cosas al puerto (de Gaza), pero pueden traerlas a Ashdod, las controlamos y, a continuación, pueden llegar a Gaza'».

Si cae Israel, caemos todos. José María Aznar

Traducido para Rebelión por Jorge Aldao

    «La cólera respecto a la Franja de Gaza es una distracción. No podemos olvidar que Israel es el mejor aliado de Occidente en una región turbulenta.

    Por demasiado tiempo en Europa no ha estado de moda la defensa de Israel. Y tras el reciente incidente a bordo de un barco lleno de activistas antiisraelíes en el Mediterráneo, es difícil imaginar una causa más impopular para defender.

    En un mundo ideal, el asalto al Mavi Marmara por comandos de Israel no habría terminado con nueve muertos y una veintena de heridos. En un mundo ideal los soldados habrían sido bienvenidos pacíficamente a bordo. En un mundo ideal ningún Estado, y menos un aliado reciente de Israel como Turquía, habría patrocinado y organizado una flotilla cuyo objetivo exclusivo era crear una situación imposible para Israel, obligándolo a optar entre abandonar su política de seguridad y el bloqueo naval o arriesgarse a sufrir la ira del mundo.

    En nuestras relaciones con Israel debemos disipar las nubes rojas de la ira que a menudo nublan nuestro juicio. Una aproximación razonable y equilibrada debería contemplar los siguientes hechos:

    En primer lugar, el Estado de Israel fue creado por una decisión de las Naciones Unidas, por lo que su legitimidad no debería ser cuestionada. Israel es una nación con instituciones democráticas profundamente arraigadas. Y es una sociedad que ha destacado repetidamente en la cultura, la ciencia y la tecnología.

    En segundo lugar, debido a sus raíces, historia y valores, Israel es una nación completamente occidental. En realidad es una nación occidental normal, pero enfrentada a circunstancias anormales.

    De manera extraordinaria para Occidente, es la única democracia cuya existencia se ha cuestionado desde su creación. En primer lugar fue atacada por sus vecinos usando armas convencionales de guerra. Luego se vio enfrentada al terrorismo que culminó en una ola tras otra de ataques suicidas. Ahora, a instancias de los islamistas radicales y sus simpatizantes, se enfrenta a una campaña de deslegitimación por medio del derecho internacional y la diplomacia.

    Sesenta y dos años después de su creación, Israel todavía lucha por su supervivencia. Castigado con misiles que llueven desde el norte y desde el sur, amenazado con la destrucción por un Irán que pretende obtener armas nucleares, y presionado por amigos y enemigos, Israel parece no tener un momento de paz.

    Durante años, el foco de la atención occidental ha sido, comprensiblemente, el proceso de paz entre israelíes y palestinos. Pero si Israel está hoy en peligro y la región entera se desliza hacia un futuro problemático de manera preocupante, no se debe a la falta de comprensión entre las partes sobre cómo solucionar este conflicto. Los parámetros de cualquier posible acuerdo de paz están claros, aunque pueda parecer difícil para ambas partes hacer un esfuerzo final para lograrlo.

    Las verdaderas amenazas a la estabilidad regional, sin embargo, deben buscarse en el surgimiento de un islamismo radical que ve la destrucción de Israel como el cumplimiento de su destino religioso y al mismo tiempo, en el caso de Irán, como una expresión de sus ambiciones de hegemonía regional. Ambos fenómenos son amenazas que afectan no sólo a Israel, sino a todo Occidente y al mundo en general.

    El meollo del problema se encuentra en la manera ambigua, y a menudo errónea, en que demasiados países occidentales reaccionan ante esta situación. Es fácil culpar a Israel de todos los males de Oriente Medio. Algunos, incluso, actúan y hablan como si se pudiera alcanzar un nuevo entendimiento con el mundo musulmán sólo con que estuviéramos dispuestos a sacrificar al Estado judío en el altar. Esto sería una locura.

    Israel es nuestra primera línea de defensa en una región turbulenta que se encuentra constantemente en peligro de caer en el caos; una región vital para nuestra seguridad energética debido a nuestra excesiva dependencia del petróleo de Medio Oriente; una región que constituye el frente de combate en la lucha contra el extremismo. Si cae Israel, caemos todos.

    Defender el derecho de Israel a existir en paz dentro de fronteras seguras, requiere un grado de claridad moral y estratégica que, demasiado a menudo, parece haber desaparecido en Europa. Estados Unidos muestra inquietantes signos de orientarse en la misma dirección.

    Occidente atraviesa un período de confusión sobre las características del futuro mundial. En gran medida esta confusión está motivada por una especie de inseguridad masoquista sobre nuestra propia identidad; por las reglas de lo políticamente correcto; por un multiculturalismo que nos pone de rodillas ante otros y por un laicismo que, ironía de ironías, nos ciega incluso cuando nos desafían los yihadistas que promueven la encarnación más fanática de su fe. Abandonar a Israel a su suerte en este momento crucial simplemente serviría para mostrar hasta qué punto hemos caído y cuan inexorable se presenta nuestra degradación.

    No podemos permitir que esto suceda.

    Motivado por la necesidad de reconstruir nuestros valores occidentales, expresando mi profunda preocupación por la oleada de agresiones contra Israel, y consciente de que la fuerza de Israel es nuestra fuerza y la debilidad de Israel es nuestra debilidad, he decidido promover la nueva iniciativa Amigos de Israel, con la ayuda de algunas personas prominentes, incluyendo a David Trimble, Andrew Roberts, John Bolton, Alejandro Toledo (ex presidente de Perú), Marcello Pera (filósofo y ex presidente del Senado italiano), Fiamma Nirenstein (autora y política italiana), el financiero Robert Agostinelli y el intelectual católico George Weigel.

    No es nuestra intención defender una política específica o a un Gobierno israelí en particular. Los patrocinadores de esta iniciativa, seguramente, a veces no estaremos de acuerdo con las decisiones adoptadas por Jerusalén. Somos demócratas y creemos en la diversidad.

    Lo que nos une, sin embargo, es nuestro inquebrantable apoyo al derecho de Israel a su existencia y a su autodefensa. Para los países occidentales que se colocan del lado de quienes cuestionan la legitimidad de Israel, para quienes juegan en los organismos internacionales con cuestiones vitales para la seguridad de Israel, para quienes apaciguan a aquéllos que se oponen a los valores occidentales en lugar de ponerse de pie, con firmeza, en defensa de esos valores, todo ello no es sólo es un grave error moral, sino también un error estratégico de primera magnitud.

    Israel es una parte fundamental de Occidente. Occidente es lo que es gracias a sus raíces judeocristianas. Si el elemento judío de esas raíces se elimina e Israel se pierde, entonces también nosotros estaremos perdidos. Nos guste o no, nuestros destinos están inextricablemente entrelazados».