Según diagnóstico del profesor Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, el gobierno de George W. Bush dejará a su sucesor, Barack Obama, siete grandes déficits mortales que se manifiestan en los valores, el clima, la igualdad, la responsabilidad, el intercambio comercial, el presupuesto y en las inversiones públicas. Explica que el déficit de […]
Según diagnóstico del profesor Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, el gobierno de George W. Bush dejará a su sucesor, Barack Obama, siete grandes déficits mortales que se manifiestan en los valores, el clima, la igualdad, la responsabilidad, el intercambio comercial, el presupuesto y en las inversiones públicas.
Explica que el déficit de valores parte de la violación del principio de que en la diversidad está la fuerza de los principios más importantes de la nación.
El déficit climático se manifiesta en el hecho de que el país se ha convertido en el principal contaminador ambiental del planeta.
El igualitario en que, en los EEUU, las diferencias de ingresos y riqueza entre los ricos y los pobres se han exacerbado a partir de la implantación de una política impositiva que favorece y beneficia a los más acaudalados en detrimento de la ciudadanía en general.
El déficit de responsabilidades se expresa en el hecho de que los magnates de las finanzas han hundido a millones de personas sin responder por su incapacidad o ineficiencia.
El déficit comercial lo grafica en el hecho de que, en la pasada década, la nación se ha ido endeudando masivamente con el exterior -unos $739 mil millones solo en 2007. EEUU ha estado viviendo de dinero prestado, y el día de pagar tenía que llegar.
El déficit presupuestario deriva del alza de los gastos militares que ha hecho crecer más de un 66% la deuda nacional, de $5.7 billones a $9.5 billones (trillones, en EEUU), sin incluir otros gastos colaterales, como los relacionados con prestaciones a los mutilados y heridos que agregarían otros $600 mil millones (billones, en EEUU).
En su artículo, titulado Los Siete Déficits Mortales (The Seven Deadly Deficits), divulgado el diez de noviembre de 2008 y reproducido en varias publicaciones de EEUU y de otros países, Stiglitz refiere que hay dos hipótesis (aparte de la simple incompetencia) acerca de los motivos por los que los republicanos prestaron tan poca atención al déficit presupuestario.
Según Stiglitz, el primero consiste en que, al dejar inflar el déficit presupuestario, Bush y sus aliados esperaban forzar una reducción en el tamaño del aparato del gobierno. Por ello, la situación fiscal se tornó tan pavorosa que muchos responsables demócratas han caído en la trampa y claman ahora por recortes drásticos de los gastos públicos. Pero como los demócratas se preocupan por no parecer flojos en asuntos de la seguridad -y por tal motivo no se les ocurre tocar el sacrosanto presupuesto militar- se hace difícil reducir gastos sin recortar drásticamente las inversiones más importantes para resolver las crisis.
La tarea más urgente para el nuevo presidente será la de restaurar la fortaleza de la economía -dice Stiglitz- y, dada la deuda nacional contraída, es imprescindible fortalecer nuestra moneda para así ayudar a enfrentar al menos uno de los mayores déficits.
Los recortes de impuestos, cuando funcionan, incrementan el consumo. Pero, según Stiglitz, «el problema de EEUU es que hemos tenido una juerga consumista y, prolongar esa juerga, solo pospondría el enfrentamiento de otros problemas más profundos».
Los gobiernos estaduales y de las localidades están próximos a tener que enfrentar verdaderas restricciones presupuestales en la medida que los ingresos por cobros de impuestos caen en picada y, a menos que se haga algo con urgencia, se verán obligados a recortar sus gastos, profundizando con ello el bajón. A nivel federal, dice Stiglitz, «necesitamos gastar más, no menos. La economía debe ser reconfigurada para reflejar nuevas realidades, incluyendo el calentamiento global. Necesitaremos trenes rápidos y plantas eléctricas más eficientes. Tales gastos estimularían la economía proporcionando las bases para un crecimiento sustentable».
Pero, según el premio Nobel de economía, solo hay dos maneras de pagar por estas inversiones: elevar los impuestos o reducir los gastos. Son varias las naciones de Europa que han experimentado éxitos en este propósito gracias a (no a pesar de) el incremento de los impuestos. Los norteamericanos de mayores ingresos pueden pagar impuestos mayores.
Stiglitz considera que por el hecho insoslayable de que habría fuerte resistencia a la elevación de los impuestos, el énfasis habría que ponerlo en los recortes. Pero en Estados Unidos los gastos sociales son tan escuálidos que habría poco que recortar.
«En verdad -señala el economista- nuestro país sobresale entre las naciones industrializadas por su inadecuada protección social. Los problemas con nuestro sistema de salud, por ejemplo, son reconocidos. Resolverlos significaría, no solo mayor justicia social sino mayor eficiencia económica.»
Concluye Stiglitz que todo esto deja una sola área mayor a la que aplicar recortes: la defensa.
Señala que la mitad de los gastos militares mundiales son de EEUU, que emplea el 42 % de su recaudación impositiva directa o indirectamente en la defensa. «Con tanto dinero que gastamos en armamento que no sirve para combatir a enemigos inexistentes, hay amplio espacio para ampliar la seguridad y, al mismo tiempo, recortar nuestros gastos de defensa.»
Las leyes de la naturaleza y las leyes de la economía no perdonan. Podemos maltratar nuestro entorno, pero solo durante un tiempo. Podemos gastar más allá de nuestras riquezas, pero solo durante un tiempo. Hasta la nación más rica del mundo ignora las leyes de la naturaleza y la economía a su propio riesgo, concluye el Premio Nobel de Economía.