Traducido por Chelo Ramos
Es en cierto modo irónico que el mismo día en que Michael E. O’Hanlon y Kenneth M. Pollack del Brookings Institute alaban los avances logrados gracias a la estrategia del Presidente Bush de aumentar el número de soldados en Iraq (New York Times, 30 de julio), Associated Press informe que: «Unos 8 millones de iraquíes -casi un tercio de la población- necesita ayuda de emergencia inmediata debido a la crisis humanitaria causada por la guerra.»
No es fácil formarse un concepto del número 8.000.000. Una forma de hacerlo es pensar que se trata de casi toda la población de la ciudad de Nueva York. Podemos imaginarnos el horror que sentiríamos si todos los habitantes de la ciudad más poblada de USA necesitasen desesperadamente agua, servicios sanitarios, alimentos y refugio. ¿Sentimos el mismo horror por el pueblo de Iraq? Quizá esa consternación debería ser cien veces más intensa porque ha sido USA el que ha ocasionado y sigue ocasionando ese atroz sufrimiento.
Cuando después del huracán Katrina, el gobierno de USA dijo a los habitantes de Nueva Orleáns, en pocas palabras, que se arreglasen como pudiesen, el mundo se quedó atónito. Es escandaloso que un gobierno ignore a su propio pueblo cuando ha ocurrido un desastre natural. En Iraq, USA ignora el sufrimiento que ha ocasionado de manera intencional. Una tercera parte de la población del país se encuentra en una situación desesperada debido a la invasión de USA, y esto sin tener en cuenta a los 2 millones que han huido del país desde que comenzó la bárbara guerra de «Conmoción y Pavor» del presidente Bush.
Los señores O’Hanlon y Pollack parecen ignorar estas realidades en su reciente artículo del New York Times. Entre otras cosas, expresan lo siguiente: «Al fin estamos obteniendo resultados en Iraq, al menos en términos militares.» Que la abrumadora fuerza militar del país más poderoso del mundo mate tantos iraquíes como sea necesario para someter a la población, no es precisamente para estar orgullosos. Pero ellos alardean acerca del progreso «en términos militares».
Estos dos caballeros hablan de sus otras observaciones en los siguientes términos: «Unidades del ejército y de la infantería de marina se dedicaban a «asegurar» a la población iraquí…» No puede uno menos que preguntarse qué implicará exactamente esa afirmación. ¿Protegen los soldados invasores y ocupantes a la población iraquí, lo que sería un verdadero oxímoron, o los «aseguran» porque les impiden defenderse?
Según los señores O’Hanlon y Pollack, las fuerzas armadas de USA «proporcionan servicios básicos -electricidad, combustible, agua potable y servicios sanitarios- al pueblo.» ¿Cuánto tiempo pasará, nos preguntamos, para que los 8.000.000 de iraquíes privados de estos servicios básicos por la guerra del Sr. Bush los reciban nuevamente? ¿Cuántos morirán antes de tener esas necesidades satisfechas? ¿Cuántos padres acongojados enterrarán a sus hijos debido a la invasión y ocupación de su país por USA?
Los señores O’Hanlon y Pollack observaron a un «capitán de la infantería de marina cuya compañía vivía armoniosamente en un complejo con una compañía de la policía iraquí (mayoritariamente suni) y una unidad del ejército iraquí (mayoritariamente shi’i).» ¿Piensan ellos, al más puro estilo del senador John McCain, que esta feliz circunstancia presagia el fin de la rivalidad que ha existido durante siglos entre estos grupos, una rivalidad que estaba controlada antes de la invasión de USA, pero que desde entonces se ha desatado con terribles resultados?
Otra interesante observación: «Asesores usamericanos nos informaron que muchos de los corruptos y sectarios comandantes iraquíes que en una época contaminaban la fuerza han sido destituidos.» En total contraste con esta optimista afirmación, en un reportaje de la NBC del 31 de julio se señala que: «El informe, redactado por asesores usamericanos de la agencia anticorrupción de Iraq, analiza la corrupción en 12 ministerios y encuentra problemas abrumadores y graves. ‘La corrupción protegida por altos cuadros del gobierno iraquí, afirma el informe, sigue siendo intocable’.»
No todo lo que vieron los autores era tan alentador: «todavía nos enfrentamos a inmensos obstáculos en el frente político. Los políticos iraquíes de toda índole siguen perdiendo el tiempo y maniobrando unos contra otros para obtener posiciones de poder, cuando lo que se necesita es tomar medidas importantes para lograr la reconciliación -o al menos un cierto acomodo-. Mientras los soldados de USA mueren tratando de lograr aquello que se supone que deben lograr y obtienen tan maravilloso progreso en «términos militares», el parlamento iraquí está disfrutando su mes de vacaciones. No es posible lograr ninguna solución política cuando la gente que se necesita para lograrla está ausente.
A medida que se acercan al cierre de su interesante editorial, los autores plantean ciertas preguntas: «¿Cuánto tiempo más deben seguir los soldados de USA peleando y muriendo para construir un nuevo Iraq mientras los líderes iraquíes no cumplen su parte? Y ¿cuánto tiempo más debemos seguir desgastando nuestras fuerzas militares en esta misión? Ellos no tienen la respuesta a estas preguntas, pero, al parecer, los ciudadanos de USA sí la tienen. La respuesta es que los soldados de USA deben permanecer en Iraq el tiempo necesario para que sean evacuados de manera segura. Los ciudadanos no están de acuerdo con el Sr. O’Hanlon y el Sr. Pollack, quienes recomiendan continuar la guerra al menos hasta el 2008.
USA invadió la nación soberana de Iraq hace cuatro años. Desde entonces, millones de ciudadanos iraquíes han sido desplazados, cientos de miles han sido asesinados, la infraestructura de la nación, que ya estaba muy deteriorada por los años de sanciones y bombardeos, ha sido destruida. El número de bajas usamericanas se acerca a 4.000 y cientos de miles de soldados han sufrido heridas que han cambiado sus vidas. El odio hacia USA ha aumentado de manera dramática, e Iraq se ha convertido en un instrumento para reclutar terroristas que no estaban en ese país cuando el Sr. Bush lo invadió. Las consecuencias negativas de esa invasión y ocupación se sentirán durante muchos años en todo el mundo.
El Sr. O’Hanlon y el Sr. Pollack parecen considerar que sería válido subyugar a Iraq y convertirlo en colonia de USA. Predicen que en Iraq podría lograrse «una estabilidad sostenible, con la que podríamos vivir tanto nosotros como los iraquíes.» Someter a una nación por la fuerza para satisfacer los deseos de USA no es aceptable para el pueblo iraquí. Si los resultados de las encuestas y las elecciones de noviembre pasado nos dejan alguna enseñanza, es que esta opresión brutal y violenta tampoco es aceptable para los ciudadanos de USA.
Fuente: http://www.counterpunch.org/fantina08022007.html
Artículo original publicado el 2 de agosto de 2007
Sobre el autor
Chelo Ramos es miembro de Cubadebate, Rebelión y Tlaxcala , la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor, al revisor y la fuente.