El jueves 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, el Centro Nacional de Memoria Histórica lanzó el informe «Aniquilar la diferencia: Lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas en el marco del conflicto armado colombiano«. Además de lo protocolario, el nutrido evento de lanzamiento confirmó que existen activismos cada vez más fortalecidos en distintas ciudades […]
El jueves 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, el Centro Nacional de Memoria Histórica lanzó el informe «Aniquilar la diferencia: Lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas en el marco del conflicto armado colombiano«.
Además de lo protocolario, el nutrido evento de lanzamiento confirmó que existen activismos cada vez más fortalecidos en distintas ciudades del país y que se está configurando un sólido discurso de reconocimiento de los sectores LGBTI y de visibilización de los impactos particulares que el conflicto ha tenido en sus vidas, esto es, de su condición de víctimas; así como de sus formas específicas de resistencia en este escenario. Afortunadamente en este caso, activismo y posicionamiento político han ido de la mano.
Quiero resaltar también como los lenguajes artísticos tienen cabida en la construcción de la memoria, especialmente de una memoria a varias voces. El lanzamiento contó con la participación de la Mesa Diversa de la Comuna 8 de Medellín, quienes presentaron su canción «Hoy quiero ser yo», que tocó las fibras de las y los asistentes, convirtiéndose en una proclama por el derecho a elegir quién se quiere ser. Simultáneamente se instaló la exposición «Esta guerra nos ha impedido amar (nos)» de Rommel Rojas, con fotografías de gran belleza que recogen parte del proceso de construcción del informe.
Este informe, coordinado por Nancy Prada Prada y con un equipo de investigación conformado por Marlon Ricardo Acuña Rivera, Juan Pablo Bedoya Molina, Estephany Guzmán González y Luisa María Ocaña Muñoz, se suma a otros cuatro que bajo el liderazgo de la politóloga Maria Emma Wills habían trabajado desde la perspectiva de género, mostrando la pertinencia de valerse de este enfoque diferencial para el análisis del conflicto armado colombiano.
De hecho, el nuevo informe profundiza en una noción ya expuesta en informes como el de «Mujeres y Guerra. Víctimas y Resistentes en el Caribe Colombiano» (2011) según la cual la guerra es alimentada por un orden moral cultural que agencian los actores armados, es decir, los sujetos que transgreden, cuestionan y desajustan el orden moral promovido y defendido por los actores armados son sancionados por vías violentas y violatorias de sus derechos humanos, las cuales tienen distintos propósitos en la consolidación de su dominio, sea estigmatizar, marginalizar, imponer a sangre su norma, castigar, entre otros.
Dice el reciente informe: «Si bien, existen casos en que los fines están ligados a la economía política de la guerra […] el fin principal de estas violencias es la consolidación de un orden moral favorable a los intereses de poder de los actores armados, un orden moral que tiene marcas de raza y de clase, pues ha involucrado con mayor fuerza a las clases populares» (pág. 25).
Señala además este informe la lógica de aniquilamiento de la diferencia que ha predominado en un conflicto como el colombiano. Esto debe entenderse de dos maneras. En un tipo de ejercicio como los que debe promover la construcción de la memoria del conflicto, habría que mirar al pasado y proyectar al futuro. Insistentemente se ha dicho que la paz no será posible si persiste la lógica de aniquilar la diferencia, una lógica que según el informe preexistía al conflicto armado, en otras palabras, que nuestra sociedad ya era violenta y discriminaba a los sectores LGBTI, situación que se recrudeció y exacerbó con el conflicto armado y sus actores.
Por otro lado, la guerra ha sido para los sectores LGBT la ruptura del amor, un escenario en el que ser diferente y amar por fuera de la norma heterocentrada no ha sido posible abiertamente. En nuestra identidad, aunque definida por una infinidad de elementos, el género y la sexualidad juegan un papel fundamental. El hecho de que los sectores LGBT encuentren obstáculos estructurales y de contexto, dado por un conflicto que aboga por modelos de masculinidad violentos y de feminidad sumisos, para amar a quien desean hacen pensar en que la paz debería ser la re-construcción de relaciones sociales amorosas, cargadas de afecto y respetuosas de las elecciones afectivas de les otres. Que el Centro de Memoria Histórica con los testimonios brindados por las víctimas LGBT alce su voz para introducir esta idea en la reflexión nacional en torno al postconflicto no es un esfuerzo menor.
Fuente: http://lasillallena.lasillavacia.com/la-silla-de-las-mujeres/sobre-aniquilar-la-diferencia