En Estados Unidos están de luto. Ha muerto el presidente que exportó al mundo el llamado American Dream. Para el mundo, el paso de Reagan por la Casa Blanca supuso la consolidación del imperialismo y la venta al planeta entero del made in USATras décadas de depresión tras la muerte de JFK, la renuncia de […]
En Estados Unidos están de luto. Ha muerto el presidente que exportó al mundo el llamado American Dream. Para el mundo, el paso de Reagan por la Casa Blanca supuso la consolidación del imperialismo y la venta al planeta entero del made in USA
Tras décadas de depresión tras la muerte de JFK, la renuncia de Johnson a la reelección, los escándalos de Nixon y la gestión catastrófica de Carter, la llegada de Reagan supuso un revulsivo para los conservadores, empeñados en trasladar al mundo la idea que EEUU era una tierra de sueños. Durante la década de los 80, Abdul Jabbar anotaba miles de puntos para los Lakers, Springsteen vendía millones con el Born in the USA, se abrían McDonald’s en Oriente Medio, Hollywood se frotaba las manos con ET, Luke Skywalker o Superman, no había joven que no calzara unos Levi’s y Coca-cola unía al mundo con sus sonrisas. Y así un largo etc.
Pero detrás de este mundo de sueños de barras y estrellas se encerraba la política de un mandatario de ultra-derecha, que se ganó a la sociedad americana mediante un populismo feroz y una capacidad espectacular de seducción. Actor de medio pelo, estudiante mediocre, toda su experiencia política se reducía a una breve etapa como jefe del sindicato de actores. Su incultura era sólo comparable con la del actual Bush. Durante su mandato practicó una política de segregación social, con políticas de liberalización económica total, una reducción del gasto público del 50%, mientras duplicó el presupuesto militar. Las minorías étnicas y raciales fueron marginadas. Tuvo episodios tan desacertados como inéditos. Popularizó la llamada guerra de las galaxias, suponemos que inspirado por la famosa trilogía, en un mesiánico proyecto que consistía en crear un escudo nuclear gobernado desde el espacio. Continuó la guerra a las guerrillas marxistas de América Latina comenzadas por sus predecesores, ahogando a los partidos de izquierdas y apoyando con dinero público a dictadores o a grupos de terroristas para-militares. En su caso, la guerra se centró en destruir el gobierno sandinista de Nicaragua mediante la financiación, entrenamiento militar e idelógico de un grupo terrorista en Honduras llamado La Contra. El dinero se obtuvo nada menos que con la venta de armas a uno de sus peores enemigos, el Irán comunista de Jomeini. El caso, llamado popularmente Irangate, provocó el asesinato y violación de miles de mujeres y niños campesinos nicaragüenses a manos de La Contra ante la pasividad internacional y la aquiescencia de sectores públicos y privados de la sociedad estadounidense.
A pesar de todo esto, Reagan pasará a la historia como el presidente que declaró la paz a la Unión Soviética, impulsor de las relaciones bilaterales URSS-USA, el final de la guerra fría y la caída del bloque soviético.
Hoy día un admirador suyo, George W. Bush ha querido continuar el legado de su predecesor. Se le parece en casi todo: populista, inculto, inexperto, ultra-derechista y niño de papá. Desgraciadamente, éste último, a pesar de haber invadido otros países, apoyado grupos terroristas, violado convenciones y tratados internacionales; no pasará a la historia por hacer pacificado ninguna región del planeta, ningún conflicto histórico, nada de nada. Más bien ha provocado todo lo contrario, creo yo.