Lo inevitable ha ocurrido finalmente y la pandemia de coronavirus está haciendo ahora estragos en la asediada Gaza.
El pasado 24 de agosto las autoridades [gazatíes] impusieron un confinamiento después de descubrir varios casos de COVID-19 fuera de las zonas establecidas de cuarentena. Desde entonces se han identificado más de mil casos y han muerto diez personas. Los expertos calculan que las cifras son mucho mayores.
Negocios, mezquitas, escuelas, cafés y prácticamente todo lo demás está cerrado a día de hoy. El gobierno local junto con la agencia de la ONU para los refugiados palestino (UNRWA) y muchas personas voluntarias están trabajando desesperadamente para mantener Gaza en funcionamiento y limitar la propagación de la pandemia, a pesar de los limitados y cada vez más reducidos recursos.
La crisis de Gaza tiene muchas facetas. El asedio israelí, unido a la destrucción generalizada provocada por las guerras anteriores, ha sumido a Gaza en un grave desastre humanitario. Para empezar, Gaza apenas funcionaba debido a los cortes de electricidad de hasta 20 horas al día y a la escasez de carburante.
El COVID-19 ha exacerbado una situación ya que era atroz.
Aunque se suelen oír las voces de las personas adultas (ya sean altos cargos, trabajadores internacionales, intelectuales e incluso personas corrientes), a menudo se descuidan las voces de los y las niñas, que han sido las principales víctimas de las muchas adversidades que ha sufrido Gaza en los últimos años. Las y los niños de Gaza, víctimas de los estragos de las guerras y de la malnutrición, y de las crisis sanitarias al ser los más vulnerables, sufren verdaderamente. Sin embargo, sus gritos de ayuda a menudo se silencian o ignoran.
Con el fin de ofrecer una tribuna, aunque sea limitada, a las voces de algunas de las personas más indefensas de Gaza, hemos acudido a varias familias de Gaza para pedirles permiso para que sus hijos e hijas reflexionen a su manera acerca del actual confinamiento, de sus vidas bajo el asedio y la que parece ser una guerra perpetua. También pedimos a las y los niños que hablaran de sus aficiones, sus esperanzas y sus sueños para el futuro.
Esto es lo que tenían que decir.
Malak Judah, de nueve años, ciudad de Gaza
Me llamo Malak Judah. Tengo nueve años. Vivo en la ciudad de Gaza. A los tres años empecé con mi afición a cantar y recitar poesía. Tengo muchos vídeos en los que canto y recito poesías. Toda la poesía que he escrito y recito habla únicamente de Palestina y de nuestro deseo ferviente de volver a nuestra patria.
Desde que comenzó la Gran Marcha del Retorno (en marzo de 2018) me uní a ella. Acudía a ella con mi familia a recitar poesías y cantar en el escenario principal situado a solo 700 metros de la vaya que separa Gaza y nuestros pueblos ocupados en Palestina. Pero cada vez que lo hacíamos, las fuerzas de ocupación sionistas nos disparaban con munición real y gases lacrimógenos. Los inhalé muchas veces y, siempre que lo hacía, estaba a punto de asfixiarme.
He intentado cantar sobre otros temas que no fueran Palestina, pero no puedo porque desde que nací, todo lo que veo y oigo tiene que ver con las políticas de ocupación y la opresión de nuestro pueblo … Siguen cortando la electricidad y el agua no es apta para consumo humano, y ni siquiera en ese caso no siempre se puede conseguir. Cada pocos años hay una nueva agresión sionista contra Gaza. Por eso mi poesía siempre trata de lo difícil que es nuestra vida.
Sueño con viajar y participar en festivales internacionales, pero debido a la política [israelí] de cerrar Gaza y a las dificultades para salir, nunca he estado fuera de Gaza. Ahora la situación es aún más crítica, especialmente tras la propagación de la pandemia de COVID-19. Echo de menos la escuela, a mis maestros y los anuncios matinales. No tenemos idea de cuándo volveremos a la escuela. Es como si estuviéramos viviendo otra guerra israelí más contra Gaza.
Lo que deseo es que Palestina sea liberada para que podamos ir a nuestra ciudad de origen.
Razan Zidan, de nueve años, Khan Younis
Me llamo Razan Zidan. Tengo nueve años. Sueño con ser diseñadora de moda para poder diseñar una ropa muy bonita para que la lleve mi familia y todos los niños y niñas de Palestina. Cuando sea mayor quiero darles regalos y juguetes preciosos, para que sean felices.
Hay muchas cosas que me dan miedo. Odio el coronavirus. Por su culpa no puedo ver a mis amigos. Echo de menos jugar con ellos y también echo de menos mi escuela. También tengo miedo a las guerras. Me dan mucho, muchísimo miedo. Odio el sonido de los aviones de guerra y el sonido de las bombas. Me da miedo ver las noticias. Cuando hay un corte de electricidad, me voy a dormir inmediatamente, así que la oscuridad no me da mucho miedo.
Pero también hay mucas cosas que me gustan. Me encanta dibujar y los colores. Me gustan las rosas y la ropa bonita, y me gusta estar con mi familia.
Quiero mucho a Palestina. Es mi patria. Pero la ocupación es infame. Mi padre siempre dice que “el mundo será maravilloso cuando se vaya la ocupación”. Y eso es todo lo que quiero, que el mundo sea maravilloso.
Mi abuelo me ha contado que vivíamos en un pueblo precioso llamado Bashshet. Es el pueblo del que somos originarios y está junto al mar. Le pregunté por qué tenía ese nombre tan raro y me dijo que era porque el profeta Seth fue enterrado en él. Me contó que es un pueblo precioso y famoso por sus deliciosas naranjas. Deseo poder volver con mi familia a Bashshet.
Espero que un día mi sueño (y el sueño de todos mis amigos) se haga realidad, el sueño de que Palestina exista sin la ocupación israelí.
Musa Abu Jazar, doce años, Rafah
Me llamo Musa Salah Abu Jazar. Tengo doce años. Vivo en la ciudad de Rafah. Soy refugiado y mi pueblo natal es Sarafand Al-Amar. Nací mudo, no puedo hablar ni oír. Cuando yo era pequeño mi madre aprendió el lenguaje de signos para poder comunicarse conmigo.
Sufro mucho porque la mayoría de la personas no me entiende debido a que no conocen el lenguaje de signos. Pido a la gente que lo aprenda para que pueda entenderme a mí y a todas las personas mudas, en todas partes.
A pesar de que no oigo, siempre trato de salvar todos los obstáculos a los que me enfrento. En la escuela siempre soy el mejor alumno y saco las mejores notas. Voy a la escuela en bicicleta, hago varios kilómetros en cada trayecto. Mis aficiones son jugar al fútbol, montar en bici y la fotografía. Juego al fútbol con los chicos del barrio. Hace unos meses empecé a ir a una escuela de fútbol para mejorar, pero cuando el coronavirus detuvo todo en Gaza y en todo el mundo, me resultó muy difícil practicar. Ya no puedo ir a la escuela, ni siquiera montar en bicicleta.
En Gaza tenemos dos enemigos: el coronavirus y la ocupación israelí. La ocupación nos impide gozar de nuestros derechos básicos y de nuestras aficiones. Lo que más me asusta es cuando se va la electricidad durante muchas horas. Sueño con convertirme en un futbolista profesional famoso. También quiero ser un fotógrafo muy bueno. Quiero tener una cámara muy buena para poder fotografiar mi lucha y el sufrimiento de todos los y las niñas de Gaza de modo que todo el mundo sepa que se nos está privando de todos nuestros derechos.
Wafaa Aludaini es es una periodista, locutora y activista que reside en Gaza. Dirige el 16th October Youth Group [Grupo de Jóvenes 16 de octubre] y se dedica a transmitir al mundo las voces de las y los gazatíes. Ramzy Baroud es periodista y director de The Palestine Chronicle. Es autor de cinco libros, el último de los cuales es These Chains Will Be Broken: Palestinian Stories of Struggle and Defiance in Israeli Prisons (Clarity Press, Atlanta). Ramzy Baroud es investigador no residente en el Center for Islam and Global Affairs (CIGA), Istanbul Zaim University. Su página web es www.ramzybaroud.net
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a los autores, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.