Grandes corporaciones de informática como Microsoft Corp., Oracle Corp., Sun Microsystems Inc., Intel Corp., e IBM, congregadas en la Asociación de Tecnología de la Información de EE.UU., están ejerciendo presión ante la Casa Blanca y el Congreso para que permitan un mayor flujo de trabajadores extranjeros especializados hacia Estados Unidos, mediante la extensión de un […]
Grandes corporaciones de informática como Microsoft Corp., Oracle Corp., Sun Microsystems Inc., Intel Corp., e IBM, congregadas en la Asociación de Tecnología de la Información de EE.UU., están ejerciendo presión ante la Casa Blanca y el Congreso para que permitan un mayor flujo de trabajadores extranjeros especializados hacia Estados Unidos, mediante la extensión de un visado especial.
Las empresas estadounidenses, primordialmente las del sector tecnológico y científico, pueden realizar la contratación de mano de obra foránea experta, como científicos e ingenieros, mediante el uso de visas tipo H-1B. Pero la cuota de 65 mil de esos permisos, fijada por las leyes federales para el año fiscal 2006, que se inició el pasado primero de octubre, ya fue alcanzada, según informó el Servicio de Ciudadanía e Inmigración (Uscis).
Influyentes ejecutivos de empresas tecnológicas como Bill Gates, presidente de Microsoft Corp., se quejan de que no existen suficientes trabajadores nativos estadounidenses calificados, por lo que aseguran que es fundamental para el avance tecnológico del país y para mantener su competitividad internacional, el contratar talento extranjero mediante un aumento en el número de visas disponibles.
«El éxito de nuestra industria depende de la habilidad para continuar innovando en las últimas tecnologías, pero para ello necesitamos tener ese tipo de trabajadores especializados y la realidad es que existe un decrecimiento en el número de estudiantes en Estados Unidos que toman carreras en matemáticas, ingeniería y ciencias. Esa deficiencia ha sido suplida anualmente por expertos foráneos», dijo a Tiempos del Mundo, Ken Kurokawa, director de Asuntos Gubernamentales de la Asociación de Industrias de Computación y Comunicaciones (Ccia, por sus siglas en inglés), a la cual pertenece Microsoft, entre otras.
«Estamos preocupados, porque algunas empresas estadounidenses ya han anunciado que si no se consiguen esos trabajadores técnicos, se verán en la obligación de mudar sus operaciones fuera de Estados Unidos», indicó el vocero de la Ccia, una de las organizaciones que ha realizado más cabildeo ante el Congreso para que extienda el límite de las visas H-1B.
De la misma opinión es John Palafoutas, vocero de la Asociación Estadounidense de Electrónica. «Negarle la entrada al país a los profesionales más calificados del mundo tendrá grandes consecuencias económicas (…) Nuestra válvula de seguridad ha sido el programa de visas H-1B, el cual fue diseñado para aumentar la fuerza de trabajo.»
La situación también preocupa a grupos que apoyan a los inmigrantes y a organizaciones especializadas como el Centro de Política de Inmigración (IPC, por sus siglas en inglés), que también abogan porque el gobierno flexibilice el otorgamiento de este tipo de visas. «Necesitamos atraer profesionales foráneos especializados para aumentar nuestra competitividad y mantener nuestro avance», dijo en Washington, Stuart Anderson, del IPC y autor de un estudio sobre la batalla global en busca de talentos extranjeros.
El llamado de la industria de tecnología, uno de los sectores más importantes dentro de la economía estadounidense, crea un gran dilema para el gobierno federal, particularmente para el presidente George W. Bush y los miembros del Partido Republicano en el Congreso.
Por un lado, se ven en la necesidad de ampliar las cuotas de contratación de mano de obra extranjera calificada, crucial para el desarrollo integral del país. Por el otro, debe hacerle frente a la creciente presión de diversos sectores congresistas, grupos particulares, sindicatos y los propios contribuyentes que están haciendo campañas para empujar iniciativas más fuertes que detengan el flujo de inmigrantes, tanto indocumentados como legales, porque ven a estas personas como una amenaza laboral y también de seguridad.
Algunos críticos, como la Federación de Estadounidenses por una Reforma de Inmigración y el sindicato de Trabajadores de Comunicaciones de Estados Unidos, denuncian que el programa de visas H-1B ha sido abusado por grandes compañías que traen mano de obra extranjera para pagar bajos salarios, a pesar de que existen estadounidenses calificados y disponibles para esos puestos.
Pero, las principales corporaciones electrónicas del país insisten en que estas visas se han convertido en una ‘tabla de salvación’, por cuanto la mano de obra foránea se han constituido para muchas de esas empresas y negocios, en la cantidad de trabajadores que necesitan para su expansión.
Los especialistas del sector señalan que Estados Unidos está poniendo en riesgo su competitividad y liderazgo dentro del mercado global, al cerrarle las puertas a este tipo de trabajadores especializados, por cuanto las empresas de hardware, software, comunicaciones y tecnología, tendrán que retrasar importantes programas y proyectos.
«El hecho de que la cuota de visas fuera ya alcanzada para el año fiscal 2006, incluso antes de que el mismo comience, demuestra obviamente que existe un mercado grande allá afuera para trabajadores con grandes habilidades, por lo que una extensión del programa debería obedecer más a las condiciones del mercado que a las de migración», dijo Kurokawa, portavoz del Ccia.
El experto indica además, que gran número de extranjeros han realizado sus estudios superiores en Estados Unidos, y muchos quisieran aplicar sus habilidades dentro de empresas estadounidenses, pero por la escasez de las visas H-1B se han visto forzados a retornar a sus países de origen. «Las universidades están entrenando a estudiantes que a la final trabajarán para empresas que son nuestra competencia, lo que no tiene ningún sentido.»
Datos de la Oficina del Censo indican que los científicos e ingenieros foráneos representan más del 50 por ciento del total de esos profesionales a nivel doctoral, menores de 45 años en EE.UU.
Una llave al primer mundo
Establecidas por el Acta de Inmigración y Naturalización (INA, por sus siglas en inglés) de 1990, las visas H-1B, con una cuota anual de 65 mil plazas, permiten a empresas estadounidenses aumentar su fuerza laboral con trabajadores foráneos temporales con grandes habilidades, especializaciones y entrenados en diferentes campos.
Estos trabajadores son admitidos en el país por un período inicial de tres años que puede ser extendido por otros tres. Típicamente, las ocupaciones incluidas en la categoría H-1B son los programadores de computadores, arquitectos, ingenieros, administradores, científicos, doctores y otros profesionales universitarios.
Bajo el programa H-1B los patrones estadounidenses deben pagar a los trabajadores extranjeros el salario predominante según su campo de trabajo y demostrar que los estadounidenses calificados no están siendo omitidos o discriminados para ocupar la posición.
Aunado a las 65 mil plazas que se entregan cada año, durante el año fiscal del 2005 el Congreso aprobó una cuota adicional de 20 mil permisos para profesionales extranjeros con maestrías o títulos superiores obtenidos únicamente en universidades estadounidenses.
Dentro de la cuota anual, unas 6.800 son reservadas para trabajadores procedentes de Chile y Singapur, bajo los términos de los tratados de libre comercio suscritos separadamente con esos países.
Aunque los trabajadores con visas H-1B provienen de diferentes países e industrias muchos son latinoamericanos históricamente la mayoría son especialistas en alta tecnología de la India, China, Corea del Sur y Filipinas. P.F.