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Entrevista con Maryan Al Khawaja, presidenta interina del "Bahrein Center for Human Rights" y vicepresidenta del "Gulf Center for Human Rights"

Tras las huellas de la revolución bahreiní

Fuentes: Jadaliyya.com

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

[La entrevista que se reedita a continuación fue originalmente publicada en diciembre de 2012, un mes antes de que Maryam Al-Khawaja pudiera entrar en Bahrain. De nuevo intentó volver a Bahrein en agosto de 2013, pero le impidieron que subiera a bordo del avión por orden del gobierno de ese país. Recientemente, el 30 de agosto de 2014, Maryam hizo otro intento de volver para visitar a su padre, Abdulhadi Al-Khawaja, que está en huelga de hambre y muy enfermo. Al llegar, las autoridades bahreiníes le quitaron el pasaporte, afirmaron que no era ciudadana bahreiní y la detuvieron. Desde entonces se encuentra en la cárcel del Centro de Detención para Mujeres de Ciudad Isa. Se enfrenta a tres acusaciones: insultar al rey; haber participado en la campaña «Buscando justicia en Bahrein» organizada por el Centro por los Derechos Humanos de Bahrein; y atacar a una policía (a pesar del hecho de que unos agentes la derribaron de forma agresiva para quitarle el móvil de las manos, por lo que necesitó ir al hospital para que le hicieran una valoración de lesiones). Tras la primera semana detenida, el tribunal decidió ampliar su detención otros diez días más; parece que su juicio va a celebrarse en los próximos días. Volvemos a publicar la entrevista que aparece a continuación en un intento de arrojar luz sobre los antecedentes históricos del levantamiento en Bahrein a través de las palabras de Maryam Al-Khawaja.]

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[Maryam Al-Khawaja es presidenta interina del Bahrein Center for Human Rights y vicepresidenta del Gulf Center for Human Rights. Se encuentra exiliada por voluntad propia en Dinamarca por motivos de seguridad, pero sigue estrechamente vinculada a los acontecimientos que se producen sobre el terreno en Bahrein. Publica sus escritos de forma regular en su cuenta de Twitter @MARYAMALKHAWAJA.]

-Samia Errazzouki (SE): ¿Puedes darnos una visión de conjunto de la situación actual en Bahrein?

-Maryam Al-Khawaja (MA): Cuando quieras conocer la situación de los derechos humanos en algún país, pregunta dónde están sus defensores. En Bahrein, los más destacados defensores de los derechos humanos están en estos momentos en la cárcel. La situación de los derechos humanos ha ido deteriorándose continuamente desde el comienzo de la revolución bahreiní el 14 de febrero de 2011. Se han perpetrado ya cien asesinatos extrajudiciales y hay aproximadamente 1.800 presos políticos, de los cuales una buena proporción tienen menos de dieciocho años. En el Bahrain Center for Human Rights (BCHR), continuamos documentando casos de uso excesivo de la fuerza contra manifestantes, arrestos arbitrarios, uso letal de gas lacrimógeno, secuestros y torturas sistemáticas (físicas, psicológicas y sexuales). Las protestas siguen produciéndose casi a diario desde el 14 de febrero de 2011.

Uno de los principales problemas de por qué el país no ha avanzado poniendo fin a las violaciones de derechos humanos se debe a la cultura de impunidad que existe dentro del país, además de la existencia de una inmunidad internacional respecto a Bahrein. La cultura de impunidad, reforzada por el régimen y por el rey es la razón de que nada haya cambiado. Al igual que otros activistas bahreiníes, confiábamos en que el régimen valoraría el informe de la Comisión Independiente de Investigación de Bahrein (CIIB) como una oportunidad para dar un paso adelante en la buena dirección y poner en marcha reformas verdaderas. En cambio, el régimen utilizó ese informe de 500 páginas como herramienta para comprar tiempo para sí mientras sigue perpetrando las mismas violaciones. En algunos casos, esas violaciones fueron a peor. Además, durante ese período, los países occidentales continuaron vendiendo armas al gobierno bahreiní y los negocios con el régimen continuaron como siempre. Los responsables de las masivas y amplias violaciones de los derechos humanos que ocupaban altos cargos se quedaron en sus puestos e incluso fueron ascendidos.

-SE: ¿Cuál es el trasfondo del movimiento por los derechos políticos y civiles en Bahrein?

-MA: La Intifada de los noventa fue sólo uno de los muchos levantamientos acaecidos en Bahrein. Para entender qué fue lo que motivó esa Intifada y la actual revolución del 14 de febrero de 2011, debe conocerse la historia de los levantamientos en Bahrein y el papel del movimiento por los derechos civiles. Desde la década de 1920, Bahrein ha sido testigo de algún tiempo de levantamiento casi cada diez años. Por ejemplo, en la década de 1950 empezó la Intifadat al-Haya’a, dirigida por dirigentes religiosos de ambas comunidades, chií y sunní. En aquel momento, Bahrein era aún un protectorado británico, por tanto, con la ayuda de los británicos, el régimen arrestó a todas las figuras destacadas de aquel movimiento. Los sunníes fueron enviados a la isla de Santa Elena y los que eran chiíes se exiliaron en Irán e Iraq.

En 1971, los británicos se retiraron de Bahrein y una de las cosas buenas que hicieron por el país fue dejarnos una constitución que dio al pueblo un parlamento auténtico. La constitución se aprobó en 1973. El parlamento era electo, pero en 1975, cuando el Emir Isa intentó aprobar una decisión para aplicar el estado de emergencia, el parlamento se negó. Su respuesta fue disolver el parlamento. Cuando la gente tomó las calles en la década de los noventa estaban exigiendo una vuelta a la constitución de 1973. Hubo torturas sistemáticas, arrestos arbitrarios y matanzas. A nivel general, se percibía que el hermano de Isa, Jalifa bin Salman al-Jalifa, designado primer ministro en 1971, era la persona que realmente gobernaba en el país. Durante los noventa hubo un levantamiento exigiendo una vuelta a la constitución de 1973 y un parlamento electo. La gente fue arrestada arbitrariamente, un número determinado de activistas murieron bajo tortura y el régimen de mano dura continuó durante años. La persona más conocida por imponer la tortura sistemática en Bahrein fue Ian Henderson, conocido con el apodo del «Carnicero de Bahrein».

En 1999, el Emir Isa murió y su hijo Hamad tomó el poder. Hamad bin Isa al-Jalifa cambió el escenario político y el popular en Bahrein. Prometió a los bahreiníes que si aceptaban su referéndum, liberaría a todos los presos políticos, Bahrein sería una monarquía constitucional y la gente en exilio podría volver. Lo llamó los «Días que nos Quedan por Vivir». Mantuvo sus promesas al principio: liberó a los prisioneros políticos, se permitió que volvieran los exiliados y cesaron las torturas. En 2002, tras aprobarse su referéndum y a pesar de hacer una promesa, que quedó recogida en video, de que no iba a cambiar la constitución de 1973, la cambió unilateralmente para hacerse rey y anunció el «Reino de Bahrein», cuando anteriormente era «Estado de Bahrein». Se dotó a si mismo de poderes absolutos e incontrolables. En 2002, aprobó también el real decreto 56, que es en gran parte la razón por la que Bahrein está hoy como está. Garantizaba la amnistía e instilaba una cultura de impunidad para todos los que habían estado implicados en graves violaciones de los derechos humanos, como torturas y asesinatos extrajudiciales.

-SE: ¿Por qué se produjo el levantamiento bahreiní de 2011?

-MA: Desde que Hamad bin Isa al-Jalifa tomó el poder, volvió a nombrar a su tío, Jalifa bin Salman al-Jalifa, como primer ministro, convirtiéndole en el primer ministro no electo en la historia que más tiempo ocupó una posición de poder. Después de 2002, la situación política y de los derechos humanos empezó de nuevo a deteriorarse pero no a lo niveles vistos en los noventa. La constitución de 2002 creó un parlamento ficticio compuesto de una cámara alta y una cámara baja. La cámara alta tiene 40 escaños, todos designados por el rey. La cámara baja es una cámara que elige a sus integrantes, que tiene también 40 escaños. Debido a la asombrosa manipulación de las circunscripciones electorales, es imposible que la oposición consiga más de 18 escaños de los 40 de esa cámara, aunque se tenga la mayoría de los votos. Aparte de eso, el parlamento no tiene poderes legislativos ni de control. Las recurrentes protestas exigiendo que los criminales que siguen instalados en el gobierno rindan cuentas, así como viviendas mejores, puestos de trabajo y el fin a la discriminación, fueron violentamente atacadas. La percepción popular fue que el ministro del interior, las fuerzas de seguridad y la policía antidisturbios estaban vinculados al primer ministro. Cuando arrestaron a la gente, los bahreiníes culparon al primer ministro y pensaron que el rey, considerado «más progresista», les perdonaría después y liberaría a los prisioneros. Era un escenario de poli bueno y poli malo.

Durante ese tiempo, la corrupción aumentó; el príncipe heredero se vio totalmente implicado en las reclamaciones que se producían por la tierra, y la familia real bahreiní trató de conseguir más poder económico a expensas de la población. Trajeron mano de obra barata del Sudeste Asiático, a los que trataban como esclavos modernos, mientras los bahreiníes seguían desempleados. Bahrein está esencialmente gobernado como si fuera un negocio familiar y los ciudadanos son tratados como súbditos. Si no resultan lucrativos para el negocio familiar, se les aparta a un lado.

En 2007, como indica el informe de Human Rights Watch «Torture Redux«, la tortura sistemática volvió a reimplantarse en Bahrein aunque dirigida mayoritariamente contra los convictos. En 13 de agosto de 2010, empezó la mano dura y el régimen arrestó a activistas importantes. Los grupos locales por los derechos humanos empezaron a documentar la vuelta a la tortura física, psicológica y sexual contra los presos políticos. Como era Ramadán y las festividades del Eid se acercaban, muchos confiaban en que podría volver a darse el mismo escenario y el rey aparecería y perdonaría a los presos políticos. En cambio, lo que ocurrió fue que el rey y el príncipe heredero perdonaron por vez primera a todos los implicados en la represión. Ahí quedó claro que algo había cambiado. El régimen de mano dura continuó, se encarceló a alrededor de 500 personas; el 21% de todos los presos políticos eran niños. Hubo también casos repetidos de secuestros. Las personas podían desaparecer varias horas o varios días, después se les encontraban medio desnudos y abandonados en la calle. A la mayoría de los chicos menores de edad que habían secuestrado les tomaron fotos completamente desnudos y después les chantajearon para que trabajaran como informantes de los servicios de inteligencia. Esta situación continuó hasta el inicio del levantamiento masivo de febrero de 2011. En el día en que Mubarak renunciaba en El Cairo, el rey bahreiní anunció por la televisión nacional que cada familia recibiría mil dinares. El anuncio provocó reacciones negativas en la gente que respondió diciendo: ¿Nuestra libertad sólo vale mil dinares para nuestro rey?» Después, durante las protestas de la Rotonda Pearl, los manifestantes lanzaron una campaña para que esos mil dinares por familia fueran a parar al movimiento de protesta.

-SE: ¿Cuáles son esas tácticas que el régimen bahreiní ha utilizado y de las que ya hizo uso en anteriores levantamientos para sofocar la disidencia?

-MA: Además de los arrestos arbitrarios, la tortura, el asesinato y otras violaciones, una de las cosas que mejor sabe hacer el régimen bahreiní es jugar al juego de las etiquetas. Desde el principio, el régimen bahreiní etiquetó a toda la oposición como socialista naserista. Después les llamó comunistas, después agentes iraníes y terroristas. Y ahora, son a la vez terroristas y agentes de Irán. La razón de esto es que el régimen bahreiní intenta comprender cuál es la amenaza del momento en el escenario internacional y entonces aplica esa etiqueta a la oposición.

La otra similitud es la utilización de falsas acusaciones y casos inventados contra los disidentes. Por ejemplo, si tomas una foto de un periódico de los cincuenta, los titulares e imágenes son casi enteramente los mismos hoy, excepto en el color.

-SE: ¿Cuáles son las condiciones actuales de los presos políticos en Bahrein y de que forma pueden permanecer activos, como en el caso de la Prisión de Dique Seco?

-MA: Los prisioneros políticos formaron una coalición en la prisión y escribieron un comunicado que decía, en resumen: si vais a encerrar a todos los revolucionarios, entonces vais a tener una revolución dentro de las prisiones. Fueron atacados dentro de las cárceles, golpeados y a algunos les mantuvieron en régimen de aislamiento diciendo que eran sospechosos de dirigir esa coalición.

La tortura sistemática es algo que sigue aplicándose aún (física, psicológica y sexual). Tras la publicación del informe de la CIIB, la tortura pasó de los lugares oficiales a centros clandestinos. Por ejemplo, hace pocos días, las fuerzas de seguridad se llevaron a un joven a un albergue de juventud donde fue duramente golpeado mientras le robaban el dinero y el móvil, y después le arrojaron a la calle en Jidhafs.

El sistema judicial en Bahrain no es ni independiente ni justo. Se utiliza como herramienta para perseguir y castigar a los disidentes. En los últimos dos años, en Bahrein ha habido miles de casos políticos basados en acusaciones inventadas. Durante el verano, a los presos políticos se les niega el aire acondicionado a pesar el insoportable calor en el país. En algunos lugares, no se les permite tener ducha. Algunas veces no les dejan rezar, ni siquiera ir al baño. Muchos de los presos políticos sufren aún de graves torturas y se impide que reciban adecuados cuidados médicos. Continuamos teniendo casos de menores de 18 años que están encarcelados y a los que, en ocasiones, se les juzga en función de leyes terroristas condenadas internacionalmente.

-SE: ¿Qué le dirías a quienes afirman que el levantamiento está motivado por una lucha sectaria entre sunníes y chiíes?

-MA: Durante varias décadas, el régimen bahreiní ha impulsado la marginación y discriminación de la mayoría chií en Bahrain. Hay ciertas áreas donde a los chiíes no se les permite vivir. Hay trabajos que tampoco pueden desempeñar. Existen clases de religión obligatorias desde el nivel elemental al universitario donde a los estudiantes se les enseña que todo el que es chií irá al infierno.

En 2006, el Informe Al Bander reveló el mantenimiento de la división sectaria y la penetración del régimen en las ONG en un intento de desmantelarlas. Este informe revelaba que en Bahrein existía una ingeniería demográfica y mecanismos de exclusión. El régimen bahreiní estaba trabajando activamente para crear un sistema que excluyera a la mayoría de la población, que es chií. Una de las vías para conseguirlo es la actual naturalización política de los que no son de Bahrein. Se ha naturalizado a decenas de miles de pakistaníes, yemeníes, sirios y jordanos por dos razones: Primera, para que sirvan en las fuerzas de seguridad, los servicios de inteligencia y el ejército, mientras a la mayoría de los ciudadanos bahreiníes, tanto chiíes como sunníes, no se les permite trabajar en esos sectores. Segunda, para cambiar demográficamente Bahrein de una mayoría chií a una mayoría sunní, ya que todos los que se están naturalizando políticamente son sunníes.

A pesar de todo esto, cuando la gente tomó las calles el 14 de febrero de 2011, sus demandas no estaban relacionadas con la marginación y discriminación sistemáticas contra la mayoría chií en Bahrein. Las demandas se basaban en los llamamientos de los activistas por los derechos civiles y políticos al rey para que cumpliera las promesas que había hecho diez años antes. Sólo después de utilizar una fuerza excesiva y matar a los manifestantes pacíficos la gente empezó a exigir la caída del régimen. El régimen inició una represión de naturaleza muy sectaria. Sabían que si podían etiquetar el movimiento en Bahrein de «levantamiento chií», sería más fácil vincularles con Irán. Esto también haría que pareciera que el levantamiento no tenía nada que ver con el descontento popular y justificar así también la violenta represión. Atacaron a la gente simplemente por ser chiíes. Demolieron más de treinta mezquitas de la secta chií, algunas de gran importancia histórica. Durante los arrestos, asaltos a las casas, interrogatorios y torturas, las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia también utilizaron un lenguaje sectario despectivo. Esto todo aparece bien documentado en la Comisión Independiente de Investigación de Bahrein.

Al examinar las demandas y la composición del movimiento de protesta, es obvio que se trata de un simple caso de un régimen opresor contra una población oprimida. Al fin y al cabo, lo que realmente importa en Bahrein no es si eres sunní o chií; es si eres leal al régimen o no. En estos momentos, en Bahrein hay chiíes que son ministros y que son los mayores soportes del régimen, como Samira Rajab. También tienes a sunníes, como Ibrahim Sharif, que se halla en la cárcel tras haber sido torturado y sentenciado por un tribunal militar porque criticó al régimen. Esa es la realidad.

-SE: ¿Cómo ha seguido trabajando el Centro por los Derechos Humanos de Bahrein a pesar de que está prohibido allí?

-MA: La mayor parte de las personas que trabajan en el Centro lo hacen con carácter voluntario. Son gente que cree que hay que impulsar Bahrein para que sea un país mejor en todo, a pesar de las consecuencias que ello conlleve, y las consecuencias han sido algo muy real. Los miembros de la junta y del Centro en general han sido sometidos a acoso, campañas de difamación, arrestos, cárcel, graves torturas, juicios injustos y prohibiciones de viajar; y suma y sigue. Lo que estos regímenes opresores no entienden es que la cultura de los derechos humanos está profundamente enraizada y cada vez que arrestan a un activista importante de los derechos humanos, están sembrando la semilla para que surjan cientos de nuevos activistas. El Centro continúa funcionando y así va a seguir a pesar de todas las herramientas y mecanismos utilizados por el régimen para acabar con nuestro trabajo.

El Centro por los Derechos Humanos tiene dos equipos principales. Tenemos una unidad de documentación en Bahrein, dirigida por Sayid Yusif alMuhafdhah, que está en la cárcel en estos momentos, y un equipo internacional. La gente sobre el terreno es responsable de documentar y seguir los casos de violaciones de los derechos humanos; después, lo envían fuera al equipo internacional, que ayuda a escribir los comunicados e informes. Esos comunicados e informes se envían a las organizaciones internacionales de los derechos humanos, instituciones y gobiernos. Se utilizan como herramienta para intentar elaborar y ofrecer una mejor respuesta internacional a la situación de los derechos humanos en Bahrein. Twitter es también una de las principales herramientas utilizadas para documentar las violaciones, para comunicarnos entre nosotros y para asegurar que la gente de fuera de Bahrein sabe lo que está sucediendo dentro del país.

Samia Errazzouki es una escritora e investigadora independiente. Está realizando estudios de master en el Centro de Estudios Árabes Contemporáneos de la Universidad de Georgetown. Es también coeditora de la página dedicada al Magreb en Jadaliyya.com .

Fuente: http://www.jadaliyya.com/pages/index/9293/behind-the-bahraini-revolution_an-interview-with-mç