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El euro nos estranguló con sus billetes de colores, en realidad, sabemos, fue una imposición diseñada que nunca tuvimos que aceptar

Tres instantes de la España cañí (V)

Fuentes: Mundo Obrero

Está visto que a nosotros, españoles todos, nos gusta el lado oscuro de las finanzas, las cajas B y el dinero negro

Corrupción y picaresca

Lo nuestro no tiene remedio. De Felipe II a Bárcenas, pasando, miserias de pareja ambiciosa, por la Fundación Ideas. El oro americano nos trastornó, nos volvió locos. Pasamos de un incipiente desarrollo, con nuestra exportación de lana y cañadas reales, a ser ricos. Lo nuestro era comprar. Y por comprar -que no quede- nos hicimos con un imperio donde no se ponía el sol. Y si se le ocurría ponerse, pese a nuestra mercenaria presencia militar, comprábamos otro en El Corte Inglés. Vamos, faltaría más. Estos días anda el PP, tan católicos, enfrascado en su financiación ilegal, igual que, años atrás estuvo el PSOE de Flick y Flock. Estos días anda CiU enfrascada en sus corruptelas familiares, sus maletas llenas de billetes de 500 y sus coches de alta gama. De sisar del monedero ajeno en la compra a las a las cuentas en Suiza y el deportista real. Está visto que a nosotros, españoles todos, nos gusta el lado oscuro de las finanzas, las cajas B y el dinero negro: «si te hago factura te cobro el IVA». Inventamos la picaresca, que solo dio brillo literario, y la corrupción menor, extendida como enfermedad mortal del cuerpo institucional, no nos parece mal: «que no nos pongan donde haya». Somos dados a meter mano en el cepillo de la iglesia, a coger bolígrafos de las oficinas, a las gratificaciones en sobres. Nuestra tradición de pobreza nos impulsa al convoluto, al pequeño saqueo de lo público (y privado). No creo que sea genético, ay, pero en un país donde el estado y los gobiernos, basta repasar la historia, han aplastado, con indiferencia, a los ciudadanos, ya no nos fiamos de nadie. Así no hay manera. Anda estos días un tal Bárcenas en las noticias. Un caso más. No nos rasguemos las vestiduras.

5.965.400 parados

La cifra debería quitar el sueño a los responsables económicos del PP y, sin embargo, les hace sonreír. No parecen preocupados ya que perseveran en su política monetarista (ahora no se llama así), y sus medidas de austeridad. La ciudadanía sufre en silencio, protesta poco la verdad, mientras la merma de derechos llega hasta la línea roja del abismo. Casi 6 millones de parados es cifra vergonzosa para una economía, la española, que presumía hace unos años de potencia y solvencia. Tenemos memoria y eso es lo peor. Estábamos a punto de superar a Francia en cifras macroeconómicas, decía el insólito ZP. Llegó el PP, con la promesa de una pronta recuperación económica y caímos en la sima. Parecemos espeleólogos sin linterna en la cabeza. Vemos sombras, la caverna de Platón, mientras nuestros dirigentes peperos, por el imperio hacia dios, grande y libre, corren por las instituciones europeas, agitados, como pollos descabezados. El euro nos estranguló con sus billetes de colores. En realidad, sabemos, fue una imposición diseñada que nunca tuvimos que aceptar. Lo cuenta con mucho criterio y sabiduría Martín Seco en su nuevo libro, Contra el euro. La desigualdad, basta pasear por cualquier calle de cualquier ciudad, es la tendencia dominante y no parece que sea algo que preocupe demasiado al gobierno. Endeudados hasta las orejas, presionados por los especuladores, perdiendo cada día miles de puestos de trabajo, la economía nacional camina hacia la destrucción masiva. Tardaremos años en remontar esta cuesta. Soy pesimista. En este modelo, dentro de este sistema de explotación, es imposible salir de la crisis. Imposible.

Cuarto Reich

El Bundesbank, moderna infantería motorizada, arrasa los países pobres de Europa con sus recortes y medidas de excepción. Ya no visten de verde o caqui. Ahora, cargados de tecnología y Excel, deciden sobre la vida de las personas y sus trabajos, sobre el destino cotidiano de millones de personas y sus modos de vida. Alemania perdió, no sin cierta humillación, la Segunda Guerra Mundial. Su Tercer Reich explotó bajo la presión y el empuje del Ejército Rojo. El enemigo actual son los PIGS, nosotros, los parias de la tierra europea, y sufrimos sus atroces embestidas, su rencor. Las instituciones europeas, burocracias de piel de elefante, malviven sometidas a las instituciones alemanas. Las decisiones son decisiones tomadas por alemanes. Decía mi abuelo, en los años 40, que Alemania debía ser arrasada, destruida, borrada de la faz de la tierra, ya que de lo contrario se levantarían de nuevo, aunque tardaran, contra todos. Quizá exageraba, llevado por el miedo. Sin embargo, años después, aquí están. Los parados aumentan en todos los países pobres. Francia, antaño gran potencia económica y social, modelo cultural y político del estado de bienestar, espejo de los «treinta gloriosos», se tambalea, también, dirigida por tibios socialdemócratas incapaces de hacer frente a la oleada violenta del euro alemán. El Cuarto Reich, armado de odio y resentimiento, mira desde lo alto, poco importa el color de su gobierno, desde la atalaya de su arrogancia económica. El escenario recuerda a la Segunda Guerra Mundial. La URSS ya no existe y Rusia, su heredera, no influye en la construcción europea. Bastante tienen con sus mafias y basuras postsoviéticas. El expansionismo es ahora económico y lo llaman globalización. Hablaremos alemán con acento del Sur. Tengo miedo. Como mi abuelo.

Fuente: Publicado en el Nº 257 de la edición impresa de Mundo Obrero febrero 2013

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.