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Trump impone la geopolítica del petróleo en el Caribe

Fuentes: Voces del Mundo [Imagen: Foto de portada: Plataforma de perforación frente a la costa de Curaçao (Shutterstock)]

Traducido del inglés por Sinfo Fernández

La Administración Trump está organizando una red de Estados productores de energía en el Caribe para proporcionar a la región un suministro constante de combustibles fósiles, a pesar de los riesgos medioambientales.

Con la esperanza de dejar de lado a Venezuela, el país rico en petróleo que una vez proporcionó al Caribe suministros asequibles de petróleo, la administración Trump está trabajando para posicionar a otros países ricos en petróleo como los principales proveedores de energía de la región. Los funcionarios de esa administración se centran particularmente en Guyana y Surinam, dos países ricos en petróleo que esperan que los líderes de la región adopten como alternativas a Venezuela.

«El hecho de que ahora sus propios países, Guyana y Surinam, sean capaces de superar a Venezuela en su producción de petróleo y de trabajar con sus vecinos en la región es una gran oportunidad para el Caribe», declaró Mauricio Claver-Carone, enviado especial de Estados Unidos para América Latina, en una rueda de prensa celebrada el 25 de marzo.

La geopolítica del petróleo en el Caribe

Durante las dos últimas décadas, Estados Unidos ha mantenido una gran rivalidad con Venezuela por la influencia en el Caribe. Dicha rivalidad entre los dos países se ha centrado en el petróleo, un combustible fósil que muchas naciones caribeñas importan para satisfacer sus necesidades energéticas.

A principios del siglo XXI, Venezuela aprovechó sus vastas reservas de petróleo para convertirse en un importante proveedor de petróleo para el Caribe. En el marco de un programa llamado Petrocaribe, Venezuela compartió su riqueza petrolera proporcionando a los países caribeños cargamentos a bajo precio.

Muchos países caribeños aceptaron Petrocaribe. El programa venezolano no sólo les permitió satisfacer sus necesidades energéticas, sino que les dio la posibilidad de empezar a desarrollar sus economías con mayor independencia de Estados Unidos, que durante mucho tiempo ha sido la potencia dominante en la región.

A lo largo de muchos años, Estados Unidos no ofreció alternativas a Petrocaribe. Mientras Venezuela surgía como un poderoso contrapeso al poder estadounidense en el Caribe, los funcionarios de Washington se enfrentaban a la posibilidad de que los países anteriormente dependientes se liberaran de la órbita estadounidense.

Estados Unidos, al constatar su menguante influencia, acabó desarrollando su propio programa energético. En 2014, la administración Obama presentó la Iniciativa de Seguridad Energética del Caribe, que ofrecía a los países caribeños asistencia técnica, financiación para proyectos energéticos y apoyo político para la planificación energética regional.

Los funcionarios estadounidenses ofrecieron la iniciativa como una forma de llevar energía limpia al Caribe. El programa, dijeron, capacitaría a los países caribeños para abandonar los combustibles fósiles y reducir su dependencia de las importaciones de petróleo.

«Ustedes, los países del Caribe, tienen la oportunidad de contar con un suministro de energía más resistente, más sostenible, más limpio y más asequible que nunca», dijo Joe Biden a los líderes caribeños en 2015, cuando era vicepresidente de la administración Obama.

Sin embargo, en lugar de adoptar plenamente alternativas respetuosas con el medio ambiente frente a Petrocaribe, los funcionarios estadounidenses participaron discretamente en un juego geopolítico en torno al petróleo. Al creer que Estados Unidos podría superar a Venezuela en combustibles fósiles, se propusieron encontrar formas de lograr el dominio regional en petróleo y gas natural.

Una de las tácticas fue promover las exportaciones estadounidenses de combustibles fósiles al Caribe. «Tenemos más plataformas de petróleo y gas funcionando en Estados Unidos que en todo el resto del mundo junto», alardeó Biden en 2015, cuando promocionaba la Iniciativa de Seguridad Energética del Caribe.

Otra táctica se centró en encontrar nuevas fuentes de combustibles fósiles en el Caribe. Varios funcionarios estadounidenses depositaron grandes esperanzas en Guyana, un país sudamericano con grandes yacimientos de petróleo en alta mar. En 2015, ExxonMobil anunció importantes descubrimientos, aumentando las expectativas de que el país se convirtiera en uno de los mayores proveedores de petróleo de la región.

A medida que las autoridades estadounidenses impulsaban fuentes alternativas de combustibles fósiles, también trataban de acabar por completo con la influencia venezolana. Actuando en consonancia con la larga historia de golpes de Estado e intervenciones estadounidenses en América Latina, Estados Unidos trataba de derrocar al gobierno venezolano.

La primera administración Trump realizó algunos de los movimientos más audaces, postulando abiertamente el cambio de régimen. De 2017 a 2019, impuso graves sanciones a las finanzas y la industria petrolera del país para facilitar el colapso del gobierno venezolano.

Aunque el gobierno venezolano sobrevivió a los desafíos, que continuaron en la administración Biden, el país experimentó un colapso económico sin precedentes. Con su industria petrolera en declive y bajo las restricciones impuestas por las sanciones estadounidenses, Venezuela ya no pudo mantener Petrocaribe, reduciendo sus esfuerzos para ser un importante proveedor de petróleo para el Caribe.

El nuevo enfoque de la Administración Trump

Desde que la segunda administración Trump entró en funciones en enero, se ha enfrentado a una nueva dinámica de poder en el Caribe. Con Venezuela, que ha sufrido uno de los peores colapsos económicos para un país que no esté en guerra, incluyendo un importante declive de su industria petrolera, la administración se encuentra en posición de restaurar la supremacía estadounidense en el Caribe.

La administración Trump, para sacar aún más provecho de la situación, ha añadido una nueva dimensión a la geopolítica del petróleo. Con la esperanza de marginar permanentemente a Venezuela y excluirla por completo del Caribe, ha comenzado a crear una red de países productores de petróleo que suministrarán petróleo a la región bajo las órdenes de Estados Unidos.

«Esta es una oportunidad», dijo Claver-Carone en la rueda de prensa del 25 de marzo. Los países del Caribe «van a poder apoyarse mutuamente para crear un marco de seguridad energética que ya ha cambiado la geopolítica de la región».

En las últimas semanas, la administración Trump ha tomado varias medidas en pos de sus objetivos. El 24 de marzo, el presidente Trump emitió una orden ejecutiva que amenazaba con imponer un arancel del 25% a cualquier país que importara petróleo de Venezuela. La orden de Trump ejerció una fuerte presión sobre los líderes caribeños que esperaban reactivar Petrocaribe.

En segundo lugar, la administración Trump ha organizado visitas diplomáticas estadounidenses a países caribeños. A finales de marzo, el secretario de Estado Marco Rubio viajó a Guyana y Surinam, donde elogió a sus líderes por abrazar la producción de petróleo y los animó a trabajar juntos en una nueva red bajo el liderazgo de Estados Unidos.

El presidente de Surinam, Chandrikapersad Santokhi, dijo que preveía que Guyana y Surinam «se convertirán en socios importantes para el Caribe y el hemisferio occidental».

Aun así, Venezuela sigue en condiciones de desafiar a Estados Unidos. Continúa produciendo más petróleo que Guyana y Surinam juntos, lo que le permite mantener algunas exportaciones a países del Caribe. También está reclamando la soberanía sobre Essequibo, la parte occidental de Guyana que incluye los depósitos de petróleo costa afuera del país.

La administración Trump ha respondido agresivamente a las reclamaciones territoriales de Venezuela, señalando que el ejército estadounidense intervendrá si Venezuela intenta apoderarse de cualquier parte del territorio de Guyana. Funcionarios de la administración están tratando de crear un acuerdo de seguridad con Guyana que proporcione al país el mismo tipo de protecciones militares que Estados Unidos extiende a sus socios ricos en energía en Oriente Medio.

Claver-Carone imaginó «un mayor acuerdo de cooperación en materia de seguridad con Guyana, casi similar a lo que estamos trabajando con algunos de los Estados del Golfo».

La estrategia de la administración Trump marca un importante punto de inflexión para el Caribe. Aunque Estados Unidos había presentado a la región opciones para alejarse de los combustibles fósiles, ahora ha abandonado ese enfoque. El nuevo objetivo de Estados Unidos es encerrar a la región en una dependencia permanente de los combustibles fósiles, solo que ahora bajo una red de países ricos en energía fiscalizados por Estados Unidos.

Lo que la administración Trump está haciendo, en otras palabras, es poner en marcha una geopolítica del petróleo mucho más peligrosa. Al aislar a Venezuela, está empujando a las naciones dependientes de la energía a abrazar los combustibles fósiles, independientemente de las consecuencias medioambientales para la región y el mundo.

Texto original: Edward Hunt, Foreign Policy in Focus, 7 abril 2025

Edward Hunt escribe sobre temas bélicos y sobre el imperio. Es doctor en Estudios Americanos por el College of William & Mary.

Fuente: https://vocesdelmundoes.com/2025/04/07/trump-impone-la-geopolitica-del-petroleo-en-el-caribe/