Un año después de la catástrofe causada por el huracán ‘Katrina’, 100 cadáveres sin nombre esperan encerrados en ataúdes en la morgue de Nueva Orleans a que alguien los identifique y se los lleve. Son los grandes olvidados de esta tragedia, y lo peor es que las autoridades todavía no saben qué hacer con ellos. […]
Un año después de la catástrofe causada por el huracán ‘Katrina’, 100 cadáveres sin nombre esperan encerrados en ataúdes en la morgue de Nueva Orleans a que alguien los identifique y se los lleve. Son los grandes olvidados de esta tragedia, y lo peor es que las autoridades todavía no saben qué hacer con ellos.
«Por el momento, queremos dar más tiempo a que los habitantes regresen a la ciudad, aunque aún no se ha decidido qué se hará en caso de que finalmente nadie los reclame», según explica un portavoz del depósito municipal de cadáveres.
El último cuerpo que se ha encontrado entre los escombros apareció hace apenas 15 días, con lo que el recuento mortal del ‘Katrina’ asciende oficialmente ya hasta los 1.464 fallecidos en Nueva Orleans y 1.833 en todo Estados Unidos. Se trata de una mujer a la que su hijo halló debajo de lo que algún día fue su casa.
Nueva Orleans guarda una larga tradición de convivencia con los espíritus, que alcanza su máxima expresión en prácticas atávicas como el vudú, pero en esta ocasión, los fantasmas del pasado se han convertido en una carga para muchos de sus habitantes.
Las tumbas, sobre la tierra
Tim Parrish es un señor mayor, negro, encorvado, con bigote blanco y mirada triste, que trabaja enterrando muertos en el mayor cementerio de la ciudad, el Greenwood, desde hace 40 años.
No recuerda la cantidad de seres humanos a los que tuvo que dar sepulcro en las semanas posteriores al ‘Katrina’, pero sí asegura que nunca vio tanto dolor junto y que desde entonces sólo piensa en dejar su profesión.
Sin embargo, el trabajo de Parrish es distinto al de sus colegas en muchas otras ciudades del mundo.
Hablando en puridad, en Nueva Orleans los muertos no se entierran, por la sencilla razón de que las tumbas no están bajo tierra, sino sobre ella, por la cantidad de agua que se acumula debajo del suelo.
La archidiócesis de Nueva Orleans es propietaria de 14 cementerios, siete de ellos en la propia ciudad, donde se «entierran», en total, a unas 1.000 personas cada año. La cifra se disparó durante los fatídicos días de agosto y septiembre del año pasado en los que golpeó el ‘Katrina’, lo que obligó a que muchas ceremonias tuvieran que posponerse durante varias semanas.
‘Gran confusión’
Como explicó el portavoz Jody Rome, «hubo una gran confusión en la identificación de los cuerpos y el estado de nuestras instalaciones no nos permitía enterrar a más de tres personas a la semana». Esa confusión generalizada en el reconocimiento de los cuerpos también pudo tener algo que ver con los 100 cadáveres de la morgue.
Nadie sabe si esos cadáveres anónimos guardan relación con las pintadas que hay en los barrios fantasma de Nueva Orleans en los que la muerte le ha ganado la batalla a la vida, como el Noveno Distrito.
Allí, en algunas casas todavía se pueden ver las cruces rojas que simbolizaban que en su interior tenían un cuerpo inerte que había que rescatar. Además, muchas vallas y paredes lucen pintadas que piden información sobre el paradero de familiares o amigos.
No sólo en la calle, sino también en Internet proliferan ese tipo de peticiones desesperadas, como sucede en la popular página web craigslist.org, una especie de tablón de anuncios cibernético donde lo mismo caben una oferta para vender un piso que las actividades de un club de yoga.
En un apartado especial dedicado al ‘Katrina’, donde la gente sigue colgando mensajes de búsqueda de sus seres queridos y hasta de sus mascotas, se leen historias como ésta, de hace una semana:
«Todavía espero saber algo de mi ex y padre mi hija, Kevin Bowden. Casi ha pasado un año desde el ‘Katrina’ y nada. Lo intenté a través de la Cruz Roja, pero no habíamos mantenido el contacto, así que no tengo su número de antes del huracán. Tan sólo quiero saber si está sano y salvo».
Muertos que esperan un destino final y vivos que todavía no pueden descansar. Un año después, todavía quedan muchas cosas por resolver en Nueva Orleans.