Recomiendo:
0

Un «Depredador» que simboliza a EE.UU.

Fuentes: Narco News

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

La mala noticia es que la Patrulla Fronteriza de EE.UU. tiene cuatro aviones sin tripulación que despegan de Fort Huachuca y vuelan a la frontera entre EE.UU. y México para vigilarla. Uno ya se ha estrellado cerca de Nogales y esos aviones, suministrados primero por el fabricante tecnológico del Apartheid israelí, Elbit Systems, constituyen un riesgo para las vidas de la gente en tierra en Arizona.

La buena noticia es que pilotos de la Fuerza Aérea ya no vuelan en sus aviones. Los pilotos de la Fuerza Aérea en Tucson estaban tan ansiosos de contrabandear cocaína en uniforme, que el FBI paralizó la Operación

Verde Vivo. Más de 50 soldados del Ejército, de la Armada, de los Marines y de la Guardia Nacional han sido sentenciados por contrabandear cocaína a cambio de dinero, desde Nogales a Phoenix.

De nuevo, la mala noticia es que los soldados de la Guardia Nacional de Arizona, comandan un avión armado, a control remoto, en Iraq, desde la central de la droga en Tucson.

Desde la Base de la Fuerza Davis-Monthan, una unidad controla el MQ-1B Predator [Depredador], utilizado para reconocimiento armado, vigilancia y ataques en Iraq, según la Guardia Nacional.

Como si soldados que contrabandean droga no fueran suficientemente malos, ahora llega la noticia de que EE.UU. utiliza los aviones teledirigidos para espiar a civiles en la frontera mexicano/estadounidense.

Michael Webster informa: «Las máquinas robóticas asesinas Reaper/Predator B UAV operan actualmente con la Fuerza Aérea de EE.UU., la Armada de EE.UU. y la Real Fuerza Aérea. Además, usuarios no militares del Predator B incluyen a: la NASA y Seguridad Interior, a través de las agencias de la Aduana y de la Protección de Fronteras.» La información también aparece en la Red, proveniente del Departamento de Defensa.

Webster dijo que el uso de aviones sin tripulación por la Seguridad Interior, la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) y el manejo de desastres es inquietante.

«El Predator B realiza ‘asesinatos selectivos’ de ‘presuntos terroristas’ en todo Afganistán, Iraq y Pakistán. El despliegue de las máquinas robóticas asesinas en EE.UU. para el ‘manejo de desastres’ es inquietante por decir lo menos y un presagio de las cosas por venir.» dice Webster.

Mientras EE.UU. gasta millones en tecnología de espionaje, hay que preguntarse por qué se ignora tanto crimen en Tucson. En 2008, hubo un asesino serial que violaba y asesinaba a mujeres sin vivienda en Tucson. Las mujeres fueron violadas y asesinadas en las mismas calles por las que camino. Hubo poca mención de ese asesino serial en las noticias.

Me pregunto si parte de esos millones de dólares de tecnología de espionaje, que apuntan a mantenernos seguros, son utilizados alguna vez para mantener seguras las calles de Tucson.

En Fort Huachuca, los aviones teledirigidos forman parte del Centro de Inteligencia del Ejército. Es el mismo sitio que produjo el manual de tortura, denunciado en 1996, de la Escuela de las América. El manual fue utilizado para entrenar a dirigentes militares latinoamericanos, que dirigieron la tortura, la violación y el asesinato de miles de personas, incluyendo Pueblos Indígenas, en América Central y del Sur, en los años ochenta y noventa. Corporaciones, bajo el manto del poder de fuego y de la tortura de EE.UU., cosecharon los beneficios en tierras y recursos.

En la actualidad, protestan contra Fort Huachuca por el entrenamiento que llevó a las torturas en Abu-Ghraib. La noticia de que Fort Huachuca tiene ahora cuatro aviones teledirigidos más, espías sobre la frontera, no puede ser una buena noticia.

Durante el fin de semana, manifestantes contra la tortura se reunieron en Fort Huachuca. Más de 200 personas se congregaron el domingo 16 de noviembre, en Veterans Memorial Park en Sierra Vista, Arizona. El grupo anduvo 3 kilómetros por la ciudad hasta la puerta principal de Fort Huachuca, sede del Centro de Inteligencia del Ejército de EE.UU., donde entrenan a interrogadores.

Poco después de llegada la procesión a la entrada al Fuerte, tres personas cruzaron la calle y entraron a la base para entregar mensajes al comandante de la base general John Custer y a sus soldados, oponiéndose al cruel tratamiento y al abuso de detenidos de las guerras en Afganistán e Iraq.

El franciscano Megan Rice, de 78 años, de las Vegas, Nevada; el padre Louie Vitale, de 76 años, de Oakland, California, y Dennis Duvall, 66, de Prescott, Arizona, fueron rápidamente detenidos y arrestados. Fueron liberados dentro de una hora con una carta formal de prohibición de ingreso a la base durante un año. Una portavoz de la base dijo a los periodistas: «Tratamos de mantener esto en el perfil más bajo posible.»

El franciscano Fr. Viotale, ex provincial de la provincia Santa Barbara del orden, fue arrestado durante una protesta similar en el Fuerte en 2006. Junto con su co-acusado Fr. Steve Kelly, había servido una sentencia de cinco meses por traspaso y por no obedecer a un agente.

Dos de las tres personas arrestadas en el Fuerte en noviembre de 2007, volvieron para sumarse a la manifestación de este año. Fr. Jerry Zawada y Betsy Lamb habían ambos servido dos meses en prisión a la espera de su proceso.

Oradores en el mitin incluyeron al sobreviviente de la tortura y refugiado colombiano Héctor Aristizábal y a la coronel del Ejército de EE.UU. en retiro Ann Wright.

La procesión fue encabezada por los músicos Francisco Herrera, José Serrano, Ted Warmbrand, Chet Gardiner y Terry Pawlowski, junto con gente que llevaba grandes, coloridas marionetas mariposa. Las marionetas representaban la transformación de una nación que aprueba la crueldad y la tortura en un mundo que abraza el amor por la humanidad.

La manifestación concluyó con una escala en la oficina cercana de CACI, un contratista militar privado implicado en el abuso de detenidos iraquíes, y que actualmente trabaja bajo contrato para escribir manuales y enseñar técnicas de interrogatorio.

El mitin y el desfile del domingo fueron la culminación de eventos que comenzaron en Tucson. El coordinador del evento, reverendo Ken Kennon, señaló que los «Testigos del Sudoeste para Detener la Tortura es una acción regional en solidaridad con la campaña para clausurar la Escuela de las Américas/Instituto del Hemisferio Occidental por la Cooperación en la Seguridad en Fort Benning, Georgia, en la que el testimonio de sobrevivientes de la tortura nos ha informado y nos ha motivado a la acción.»

Miles de personas se reunirán en Fort Benning el próximo fin de semana, noviembre 21-23, para la vigilia anual por el cierre de la Escuela de las Américas. Abusos contra los derechos humanos en Latinoamérica, incluyendo la tortura y el asesinato, han sido realizados por graduados de la escuela. El manual de tortura que fue utilizado en la Escuela de las Américas provino de Fort Huachuca.

Los manifestantes contra la tortura en EE.UU. publicaron la siguiente declaración:

    Por qué protestamos en Fort Huachuca.

      Gandhi nos enseña que hay que practicar la no-violencia en los sitios de la violencia institucionalizada.

    Practicamos la no-violencia en Fort Huachuca – central del entrenamiento de inteligencia militar del Ejército de EE.UU. – para protestar contra la política de crueldad que nuestro país ha realizado contra cautivos en la así llamada «Guerra contra el Terror.»

    Practicamos la no-violencia en Fort Huachuca para abrir el diálogo con soldados y comandantes sobre sus derechos y obligaciones de informar sobre casos de tortura y tratamiento cruel. Llamamos al personal alistado a hablar en público sobre su entrenamiento y cualesquiera abusos que hayan observado.

    Practicamos la no-violencia en Fort Huachuca para protestar contra el creciente uso por nuestro gobierno de contratistas privados – con poca o ninguna supervisión o responsabilización – como instructores y como participantes en los equipos de equipos de interrogatorio en el terreno.

    Practicamos la no-violencia en Fort Huachuca para llamar a la supervisión civil, centrada en los derechos humanos, sobre todo entrenamiento para, y práctica de, interrogatorios, que debe incluir la prohibición absoluta de tratamiento cruel y la responsabilidad del comando por toda violación de esa prohibición.

    Nuestra presencia no-violenta se suma a crecientes movimientos, cada vez más profundos, en todo el mundo, que piden un fin de la guerra y de la tortura en todas partes del mundo. Actuamos en solidaridad con la campaña por el cierre de la Escuela de las Américas/Instituto del Hemisferio Occidental por la Cooperación en la Seguridad en Fort Benning, Georgia, donde el testimonio de sobrevivientes de la tortura ha informado nuestra indignación y nos ha llevado a la acción. Sabemos que la tortura disminuye la humanidad tanto del perpetrador como de los torturados. Daña el alma misma de nuestro país.

    Se nos dice que el entrenamiento básico en interrogatorio militar en Fort Huachuca respeta las Convenciones de Ginebra y sigue el Manual de Campo del Ejército de EE.UU. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de numerosos soldados y comandantes honorables quienes respetan los derechos humanos, ese entrenamiento ha sido inadecuado para impedir abusos de prisioneros en custodia estadounidense en Guantánamo, Abu Ghraib y otras prisiones militares y centros secretos de detención en todo el mundo.

    ¿Qué se enseña en el terreno y en cursos avanzados sobre interrogatorios? ¿Qué sucede en ese espacio oscuro entre el entrenamiento y el terreno? ¿Ha sido integrada en la doctrina militar y en el entrenamiento avanzado la política de crueldad practicada por algunos militares de EE.UU., la CIA, el FBI, y agencias privadas? ¿Tiene lugar una actividad semejante en Fort Huachuca?

    Entendemos que el secreto y el engaño forman parte de la naturaleza de la inteligencia militar. Cuestionamos ese silencio institucionalizado, porque la tortura y la crueldad no sólo traicionan la Constitución de EE.UU., sino a quienes somos como pueblo. En una sociedad democrática, no debe prevalecer un silencio semejante.

    Para quebrar ese silencio, hay que enseñar a interrogadores y a todo el personal restante (incluyendo a los contratistas privados) cuándo y cómo deben resistir órdenes ilegales que violen las leyes de la guerra, las Convenciones de Ginebra y la Convención de Naciones Unidas Contra la Tortura y Otro Tratamiento o Castigo Cruel, Inhumano o Degradante. Hay que enseñarles su obligación de pronunciarse contra tales órdenes, y de informar a sus superiores sobre abusos. Y deben recibir garantías de que declarar su postura no conducirá a represalias o castigos.

    El papel de Fort Huachuca en la participación militar pasada en el entrenamiento de la tortura debe también salir a la luz. Una participación semejante incluye la creación de manuales tristemente célebres utilizados en la Escuela de las Américas para enseñar a personal militar latinoamericano cómo torturar. Sin duda, los registros sobre el uso pasado y contemporáneo de la tortura existen en Fort Huachuca. Llamamos a publicar toda información semejante, tanto pasada como presente.

    Es hora de que brille una luz en la oscuridad que ha sido ocultada tras los muros de Fort Huachuca. Monseñor Oscar Romero de El Salvador dijo: «El amor comienza donde termina la violencia.» Para terminar con la violencia de la tortura y la guerra estaremos ante las puertas de Fort Huachuca. Construyamos juntos un mundo sin tortura.

Para más información vea: http://tortureontrial.org, http://southwestwitness.org and http://soaw.org

—–

Sobre Brenda Norrell

Sitio en la Red: http://www.bsnorrell.blogspot.com/

Brenda Norrell ha sido periodista en país indio durante 26 años. Actualmente está basada en Tucson y cubre México, las fronteras de EE.UU. y el Oeste de EE.UU., concentrándose en los Pueblos Indígenas y los derechos humanos. Recientemente co-patrocinó la Marcha Más Larga por EE.UU. relatada por radio, en la que indios estadounidenses marcharon por la sagrada Madre Tierra.

http://narcosphere.narconews.com/notebook/brenda-norrell/2008/11/spy-drone-predator-reflects-what-us-has-become