En tiempos de luto y malestar social, más que opinar, mejor nos vale escuchar a los que protestan pacíficamente. Es lo mínimo que podemos hacer. Por eso, esbozo algunos breves apuntes y dejo que las palabras de nuestros hermanos afroestadounidenses hablen por sí mismas.
“Por favor, trata de mantener la claridad, querido James, en medio de la tormenta que se desata hoy en tu juvenil cabeza, sobre la realidad que se esconde detrás de las palabras ‘integración’ y ‘aceptación’. No existe ninguna razón para que trates de convertirte en un hombre blanco y no hay ninguna base en absoluto para el impertinente supuesto de que ellos deben aceptarte a ti. Lo realmente terrible, mi viejo amigo, es que tú eres quien debe aceptarlos a ellos, y te lo digo muy en serio. Debes aceptarlos y debes aceptarlos con amor, porque esa gente tan inocente no tiene otra esperanza. Todavía están, de hecho, atrapados en una historia que no entienden, y mientras no la entiendan, no podrán liberarse de ella. Ellos han creido por muchos años y por innumerables razones que los negros son inferiores a los blancos.
Muchos de ellos, es cierto, saben que no es verdad, pero como habrás de descubrir, a la gente le resulta muy difícil actuar de acuerdo a sus convicciones. Actuar significa comprometerse y comprometerse es un peligro. En este caso, el peligro en las mentes y los corazones de la mayoría de los blancos estadounidenses es la pérdida de su identidad. Trata de imaginar cómo te sentirías si una mañana despertaras y vieras el sol titilando y al mismo tiempo, las estrellas en llamas. Sin duda te asustarías, porque estaría fuera del orden de la naturaleza. Cualquier perturbación en el universo es aterradora, porque amenaza profundamente el sentido mismo de nuestra propia realidad. Pues bien, el hombre negro ha funcionado en el universo del hombre blanco como una estrella fija, como una columna inamovible y en el momento que se sale de su lugar, el cielo y la tierra se estremecen hasta sus cimientos.
No tengas miedo. He dicho que se pretende que tú mueras en el gueto, morir y que nunca vayas más allá de las definiciones del hombre blanco, morir y que nunca se te permita decir tu propio nombre. Tú, como muchos de nosotros, has vencido esa intención, y debido a una terrible ley, a una cruel paradoja, esos hombres tan inocentes que pensaban que tu encarcelamiento los mantenía seguros ahora están perdiendo su comprensión de la realidad. Pero ellos son tus hermanos, tus hermanos más jóvenes, extraviados. Y si la palabra ‘integración’ significa algo, esto es lo que significa: que nosotros deberemos forzar amorosamente a nuestros hermanos a verse a sí mismos como realmente son, para que dejen de huir de la realidad y comiencen a cambiarla”.
-James Baldwin, “Carta a mi sobrino” (1962)
En tiempos de luto y malestar social, más que opinar, mejor nos vale escuchar a los que protestan pacíficamente. Es lo mínimo que podemos hacer. Por eso, esbozo algunos breves apuntes y dejo que las palabras de nuestros hermanos afroestadounidenses hablen por sí mismas.
En
medio de la pandemia que ha destrozado la economía global y por la cual
el Congreso de EU ha aprobado ‘rescates’ para las grandes corporaciones
en Wall Street por casi 4 billones de dólares (así es, ponga 12 ceros, uno detrás del otro) —rescates
a los que por supuesto, no escuchará a nadie llamarles por su verdadero
nombre, por lo que realmente son: saqueos masivos del bien público—,
a la vez que dichas empresas aprovechan la crisis para despedir a
millones de trabajadores, dejando al mismo número de familias a la
deriva y sin acceso al sistema público de salud, al mismo tiempo, la
policía, con el clasismo, el racismo y la sistemática brutalidad que la
caracteriza, asesina en las calles de la ciudad de Minneápolis,
Minnesota, a un afroamericano, George Floyd, por presuntamente, repito,
presuntamente, usar un billete de 20 dólares falso para comprar
cigarros…
Estoy
seguro que la mayoría de la gente que se ha tomado el tiempo para leer
los detalles del caso ha sentido en algún momento esa indescriptible
mezcla entre rabia e impotencia. La rabia y la impotencia no justifican
que varios grupos de desfavorecidos, con distintas ideologías, lleven a
cabo el vandalismo y los saqueos que hemos visto en las calles de varias
ciudades estadounidenses en los últimos días —y
habrá que condenarlos, justamente por la manera en que lastiman a esas
mismas comunidades, a la vez que habrá que condenar a los actores
estatales que por una parte, permiten que esto suceda, y por otra,
ordenan más violencia policiaca para tratar de reprimir las protestas
pacíficas—,
pero recuerde: esto no empezó apenas ahora que sale en las noticias. De
hecho, no es ni siquiera comparable con la amplitud de la violencia y
el robo institucionalizado al que esta misma sociedad ha estado sometida
desde hace ya demasiado tiempo. Esto y no otra cosa es lo que está
sucediendo en EU.
En
un sentido más crítico y más profundo se expresó el académico
afroestadounidense Cornel West en la entrevista con Anderson Cooper para
CNN el viernes pasado: «Quiero comenzar extendiendo mis condolencias a
la familia Floyd. Ellos ejemplifican la nobleza espiritual, lo cual es
muy importante. Hay una larga historia, 400 años en los que los negros
hemos tenido que aceptar este tipo de ataques y brutales asesinatos».
«Lo
que estamos presenciando es a Estados Unidos como un experimento social
fallido. […] Su economía capitalista no genera ni le provee a las
personas una forma de vida decente. El estado, su sistema de justicia
penal y su sistema legal no pueden proteger los derechos y las
libertades. Y ahora nuestra cultura, por supuesto, tan dominada por el
mercado, todos en venta, todo en venta, no puede proporcionar el
alimento necesario para el alma, tener un significado, un propósito».
«Ahora
tenemos a la generación más joven, de todos los colores, diferentes
géneros y orientaciones sexuales diciendo: ‘No vamos a aguantar esto por
más tiempo’. ¿Pero sabes qué es lo más triste de eso, hermano, en un
nivel más profundo? Parece que el sistema no puede reformarse a sí
mismo. Hemos intentado poner rostros negros en los altos puestos. Con
demasiada frecuencia nuestros políticos negros, la clase profesional y
la clase media se acomodan demasiado bien a la economía capitalista, se
acomodan al estado militarizado de la nación, se acomodan a la cultura
dominada por el mercado, vinculada con las celebridades, el estatus, el
poder, la fama, todo lo superficial que tanto significa para muchos de
nuestros conciudadanos».
«Y
lo que sucede es que tenemos un gángster neofascista en la Casa Blanca,
a quien realmente no le importa casi nada, tenemos al ala neoliberal
del Partido Demócrata que ahora está al mando, después de la derrota del
hermano Bernie [Sanders], y ninguno de los dos sabe qué hacer
realmente, porque solo quieren mostrar más rostros negros. Pero estos
rostros negros también han perdido legitimidad, porque el movimiento
Black Lives Matter surgió con un presidente negro, un fiscal general
negro y ni siquiera ellos pudieron cumplir».
La democrática redistribución del poder, los recursos, la riqueza y el respeto del cual habla Cornel West —en donde se incluye, por supuesto, el respeto a las vida de los afrodescendientes—
es una de las tareas revolucionarias más difíciles de nuestros tiempos.
Así que la pregunta está en el aire: ¿Cómo haremos para cambiar esta
violenta realidad, clasista, sexista y racista, cuando el sistema parece
incapaz de reformarse a sí mismo?
#BlackLivesMatter