El Teatro de la Libertad tiene su sede en el campo de refugiados de Jenin. Desde 2006, cuando abrieron sus puertas, han puesto el teatro y las artes visuales al alcance de la juventud del campo, dando a conocer el campo en Palestina e internacionalmente, creando una generación de artistas y líderes, que luchan por la igualdad, la justicia y la liberación, “que algún día estarán al frente del movimiento de liberación palestino”.
El Teatro de la Libertad está inspirado en las actividades que desarrolló la activista Arna Mer-Khamis durante la primera intifada. Arna era una judía antisionista, casada con un árabe cristiano y miembro del Partido Comunista, que durante la primera Intifada desarrolló un proyecto para desarrollar un sistema educativo alternativo para los niños y niñas palestinas que vieron cerradas sus escuelas por la ocupación israelí. “Care & Learning” abrió centros educativos/culturales para brindar a los y las niñas un oasis de tranquilidad, aprendizaje y creatividad para compensar las duras realidades y experiencias de la ocupación militar.
Galardonada por su trabajo con el Right Livelihood Award (premio Nobel alternativo del parlamento sueco), dedicó el premio para crear un pequeño teatro en Jenin, el Teatro de las Piedras, semilla de lo que luego será el Teatro de la Libertad.
En el discurso de aceptación del premio, Arna señaló que “en esta tierra se sembraron las semillas del racismo y el sufrimiento, las guerras y la muerte y el dolor. Una nación entera se nos presenta desprovista de derechos humanos, donde los niños crecen rodeados del imaginario de soldados, piedras y fusiles. Están asustados, están amenazados, son vulnerables. Y sus gritos de sufrimiento son ahogados por altavoces que gritan Ley, orden, Seguridad y Progreso”.
“Traté de rasgar el velo de la hipocresía y el crimen, amontonados como basura en las calles de Jenin y su campo de refugiados. Hemos formado una organización: En Defensa de los Niños bajo ocupación/ Cuidado y Aprendizaje”, a cambio, hemos recibido el mayor premio de todos: sus sonrisas, su confianza, su amistad, todo lo cual ha servido para engendrar unan nueva relación humana entre judíos y árabes. La única base para una paz real”.
Más adelante señalaría en una entrevista “la Intifada, para nosotras y para nuestros hijos, es una lucha por la libertad. A nuestro proyecto infantil lo llamamos “Aprendizaje y Libertad”. No son solo palabras, son la base de nuestra lucha. No hay libertad sin conocimiento, no hay paz sin libertad. ¡La paz y la libertad están unidas!”
Uno de sus hijos, Juliano, le acompañaría en el proyecto y tras la muerte de su madre en 1996, y el cierre del teatro en la ofensiva israelí de 2002, dirigirá un documental, “Los niños de Arna” (2004), donde cuenta la historia de algunos de los niños que participaron en el teatro de su madre, y que luego, en la segunda intifada, serían muertos, perseguidos, encarcelados por las fuerzas de ocupación israelís. Youssef y nidal morirían en un ataque suicida en Hadera, Ashraf fue asesinado en la batalla de Jenin por el ejército israelí. Ala que se convirtió en líder de la resistencia, murió en un ataque de Israel.
Zakaira Zubeidi también fue uno de los niños de Arna, en su casa se construyó el Teatro de las Piedras, y su madre, Samira, colaboró estrechamente con Arna. Fue uno de los pocos sobrevivientes de los niños del teatro de la segunda intifada, y se convirtió en un líder referente de la resistencia. Su madre y su hermano fueron muertos por el ejército israelí, y él tuvo que andar escondiéndose y escapando de los intentos sionistas por acabar con su vida. En 2006, junto al activista sueco Jonatan Stanczak y Juliano Mer Khamis, pondrán en marcha el “Teatro de la Libertad”. A pesar de su paso posterior por diferentes prisiones, Zakaira siguió aportando su trabajo en torno al teatro, y su figura volvió a ser protagonista en 2021, cuando con 5 compañeros protagonizó una espectacular fuga de la prisión militar de máxima seguridad israelí, Gilboa.
Julianno había señalado antes de morir en 2011 en un atentado tras el que se intuye la mano israelí, “lo que hacemos en el teatro no pretende ser un sustituto o una alternativa a la resistencia palestina en la lucha por la liberación, todo lo contrario. Esto debe quedar claro. Nos unimos, por todos los medios, a esa lucha, que es nuestra lucha de liberación. No somos curanderos. No somos buenos cristianos. Somos luchadores por la libertad. La tercera Intifada, será cultural”
El Teatro de la Libertad se encuentra en el centro de un laberinto de calles cubiertas de grafitis y carteles en el campo de refugiados de Jenin. Esta vibrante comunidad artística ha realizado giras por todo el mundo, atrayendo la atención internacional a uno de los campos de refugiados atacados más agresivamente en Palestina. Además de una formación de actores profesionales, también trabajan la formación en cine, fotografía, comedia y escritura. Se ha convertido en un espacio vital para que los niños jueguen, creen e imaginen lejos del trauma de la ocupación, con actividades y actuaciones durante todo el año.
Como señalan sus responsables, “aunque se centra en el teatro y las artes visuales, no adoptamos una posición neutral sobre el tema del apartheid, la colonización y la ocupación militar israelíes. Tampoco hacemos la vista gorda ante las violaciones internas de los derechos humanos, en particular los derechos de las mujeres y los niños. Para los oprimidos, las artes siempre han sido una poderosa herramienta de liberación. Para nosotros, los palestinos, la expresión artística es una parte integral de nuestra búsqueda de justicia, igualdad y libertad. Nuestra visión es un movimiento de resistencia cultural en el centro de una sociedad palestina libre y crítica. A través de la resistencia cultural, tenemos como objetivo formar una nueva generación que sea capaz de desafiar todas las formas de opresión.”
Decenas de obras se han representado durante estos años, formándose también a cientos de jóvenes, y actuando ante decenas de miles de personas en los campamentos de refugiados y a nivel internacional. En 2013, produjo “The Island”, una obra sudafricana sobre dos reclusos durante la época del apartheid, que adaptaron al contexto palestino. La obra “refleja las experiencias de los presos políticos palestinos y los abusos dentro del sistema penitenciario israelí. También destaca los paralelos entre la Sudáfrica del apartheid y la Palestina actual: la separación, la negación de los derechos humanos y políticos básicos, la discriminación y la opresión que es evidente en innumerables aspectos de la vida cotidiana”. La obra se representó en Jenin y también realizó giras internacionales en Suecia, Brasil y los Estados Unidos.
El próximo mes de septiembre, entre los días 16 y 21, se ha organizado el Festival de teatro feminista. Según sus organizadores, el festival tiene una importancia inmensa como plataforma para artistas feministas en el corazón del campo de Jenin, la Palestina ocupada. Al amplificar sus voces y fomentar un sentido de comunidad, nuestro objetivo es impulsar un cambio social positivo. A través de actuaciones poderosas y debates que invitan a la reflexión, aspiramos a crear conciencia sobre la igualdad de género y contribuir a una industria teatral más inclusiva y diversa”.
El Teatro de la Libertad es atacado continuamente, los miembros del teatro han sido arrestados y encarcelados. En el reciente ataque israelí contra el campo de refugiados, una joven participante del mismo, fue muerta por disparos de soldados israelís.
La mañana trajo noticias de un ataque devastador en el Teatro de la Libertad, donde un grupo de familias buscó refugio en medio de la agitación. Las fuerzas de ocupación los atacaron cruelmente con misiles, destrozando sus esperanzas de seguridad. El mensaje de la ocupación es claro: castigar el bastión de la resistencia popular en Jenin y proyectar una imagen de invencibilidad a la sociedad israelí con respecto a su destreza militar.
Mustafa Sheta, residente del campo señalaba tras la última masacre israelí, “¿Lo que nos espera? Para mí, la respuesta es nada. Los intentos de la ocupación de erradicar la resistencia en Jenin no tendrán éxito, tal como fracasaron sus predecesores en 2002. Los edificios pueden derrumbarse, los automóviles pueden quedar reducidos a escombros e innumerables personas pueden ser detenidas, heridas e incluso martirizadas. Sin embargo, estas acciones solo servirán para engendrar una nueva generación que llevará la antorcha de la resistencia transmitida por quienes los precedieron, como lo hacemos hoy y como lo harán nuestros hijos en el futuro. Es una búsqueda incesante, impulsada por la aspiración de recuperar nuestra tierra y restaurar la dignidad de cada ser humano”.
Txente Rekondo.- Analista Internacional
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