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Un hito en la historia de los EE.UU.

Fuentes: Tiempo Argentino

Tratar de estimar el legado de la presidencia de Barack Obama cuando aún no ha finalizado revela una cierta necesidad de la sociedad en el presente, ya que cualquier análisis probablemente diferirá del que los historiadores ofrezcan dentro de 15, 25 ó 50 años. Sin embargo, con certeza podemos establecer que, en al menos un […]

Tratar de estimar el legado de la presidencia de Barack Obama cuando aún no ha finalizado revela una cierta necesidad de la sociedad en el presente, ya que cualquier análisis probablemente diferirá del que los historiadores ofrezcan dentro de 15, 25 ó 50 años. Sin embargo, con certeza podemos establecer que, en al menos un aspecto, el gobierno de Obama sí ha marcado un hito en la historia de EE UU.

Mucho ha sucedido en siete años, a pesar de haber representado, en gran medida, una continuidad de políticas pasadas. Por un lado, la economía pareció recuperarse de la crisis en que la Administración Bush la sumió, un logro que probablemente sea juzgado más significativo en el futuro, amén de lo mediocre de la misma y de su incapacidad para reducir los niveles de pobreza y desigualdad. Por otro, se destaca la sanción de las reforma de salud y migratoria, reformas a medias que han sido combatidas desde la derecha y criticadas por la izquierda.
Lo más relevante pareció suceder en política exterior: el asesinato del terrorista más buscado desde 2001, Osama bin Laden, vino de la mano del «surgimiento del Estado Islámico», un producto de las mismas políticas de EE UU en las regiones donde pretende combatir al terrorismo. El «retiro» de las tropas de Irak fue en realidad su reubicación en Afganistán. La presencia militar estadounidense en el exterior no aumentó, pero sí lo hizo a nivel doméstico, con la exponencial militarización de las fuerzas policiales y sus violentas consecuencias que ya se dejan ver, sumado al brutal crecimiento del complejo industrial-carcelario.

El futuro se hizo presente con el establecimiento del Comando Cibernético (2009), el (ab)uso de drones en fallidos operativos militares y el escándalo de espionaje internacional y vigilancia ciudadana. En el último año vimos a Obama «patear el tablero» al firmar un convenio bilateral sobre cambio climático con China; restablecer, luego de 54 años, relaciones diplomáticas con Cuba, y firmar un resonante acuerdo nuclear con Irán. Quedará en manos del próximo gobierno solucionar el tema del aún perdurable y más significativo bloqueo económico a la isla, y cuidar que el tratado con Irán no pierda relevancia o se convierta en el detonante de una guerra regional bajo acusaciones de incumplimiento con lo acordado.

En 2008, los estadounidenses eligieron al primer presidente negro de su historia. Poco después de la elección, Mark Potok, del Southern Poverty Law Center, declaró que una oleada de episodios de violencia, protagonizados por «un importante número de estadounidenses blancos que sienten que están perdiendo todo aquello que conocen, que les están robando el país que los padres fundadores construyeron», se había sucedido en varias regiones del territorio.
Dos períodos presidenciales después, y a 50 años de la sanción de la Ley Electoral que estableció la universalidad del voto más allá de cuestiones de raza, credo u origen nacional, y a la luz de los cotidianos episodios de violencia y terrorismo raciales en lugares como Florida, Ferguson, Missouri, New York, Baltimore y Carolina del Sur, sin lugar a dudas el principal legado de la presidencia de Obama radica en el impacto simbólico de haberse convertido en el primer presidente negro de un país con una muy pesada historia de esclavitud, segregación, racismo, discriminación, opresión y subyugación hacia minorías raciales y étnicas como la afro-estadounidense. Lo irónico es que políticas que aborden, discutan o lidien con temas raciales ha sido el área más descuidada de su presidencia. Y ese es todo un legado. 

Fuente: http://tiempo.infonews.com/nota/163750/un-hito-en-la-historia-de-los-ee-uu