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Páginas de la herida

Un manifiesto republicano prudente, solidario e inclusivo

Fuentes: Rebelión

Para la generación que, con toda razón y admiración, homenajea Javier Pérez Andújar.

Para Guadalupe Grande (1965-2021), in memoriam. Temprano, muy temprano, volvió a levantar la muerte el vuelo.

Cuando renunciamos al progreso como sueño colectivo (en aquella canción, que ya nadie sabe, al sueño se le llamaba la lucha final), el progreso que perdimos como reivindicación de clase iba a convertirse en una forma de chantaje. Los ideales son lo primero que se lleva a la casa de empeños, pues parece que no abrigan; sin embargo, sin ellos, uno anda desnudo. ¿Se acuerdan de una vieja marca de cigarrillos que se llamaba Ideales? Igual, en los estancos nos estaban advirtiendo de que al final los ideales se convierten en humo. De joven, uno es más idealista, se diría que por eso a la gente joven le afecta menos la pandemia. Y sin embargo, los miles y miles de personas mayores que han muerto víctimas de ella fueron la generación más idealista de nuestra democracia. A su esfuerzo, a sus luchas, debemos todo lo que tenemos: las calles asfaltadas, los colegios en los barrios, y los ambulatorios y hospitales que se les han negado cuando más falta les hacía.

Javier Pérez Andújar (2020)

Nota previa. Recomendaciones: una directamente relacionada con nuestro tema de hoy: Manuel Peña Díaz, “El cuento de la criada charnega” https://cronicaglobal.elespanol.com/pensamiento/cuento-criada-charnega_429174_102.html. No está de más tampoco este artículo de Manel Manchón: “Los trumpistas estaban en Cataluña y se paga ahora.” https://cronicaglobal.elespanol.com/pensamiento/zona-franca/trumpistas-estaban-en-cataluna-se-paga-ahora_429738_102.html. Ni este análisis (con datos) de Albert Branchadell que debería encender todas las alarmas: “Cataluña en declive”. https://elpais.com/espana/catalunya/2021-01-10/cataluna-en-declive.html. Ni siquiera el recuerdo de esta ‘muy sesuda reflexión’ de Josep Costa (Juntsx(su)Cat), el último vicepresidente del Parlament: “Hace falta aprender muchas lecciones de cómo llegó al poder Trump, cómo ha gobernado y cómo ha estado a punto de ser reelegido. Sobre todo, nuevas formas de comunicación, movilización y confrontación política que todo el mundo daba por hecho que no funcionarían” [1]. ¿Sólo VOX es un grupo de extrema derecha en .Cat?

Nuestro tema. A día de hoy, cualquier aproximación a asuntos republicanos debe tener muy en cuenta una reflexión, que no debería pasar desapercibida, de Juan-Ramón Capella (“Un emérito de mérito” http://www.mientrastanto.org/boletin-197/de-otras-fuentes/un-emerito-de-merito). Es esta:

El firmante de este papel es republicano. Pero lejos de él la pretensión de cuestionar la monarquía como institución en estos momentos. Hay que recordar que estamos en España, que poner en cuestión a la monarquía -a diferencia de lo que piensan los dirigentes de Unidas Podemos- puede dividir a la población, aunque sea asimétricamente, y dar impulso a las derechas: a la ultraderecha de VOX y a la extrema derecha del PP; y al runrún de sables, nunca en este país tan disparatado como parece. Eso es lo peor que nos puede pasar como gente. No están los tiempos para más crispación, para más divisiones. Cuando podamos descansar del coronavirus ya pensaremos en otras cosas: pues se nos van a echar encima muchos problemas, y no hay que sobreañadirles ninguno más.

Lo que se debe hacer, señala el profesor Capella, es reformar como mínimo la institucionalización constitucional de la jefatura del Estado. “Acabar, claro, con la ley sálica, pero también con la atribución a esa jefatura, del mando supremo de las fuerzas armadas, que debe corresponder al presidente del gobierno”. Y, además, “establecer un código de conducta para la jefatura del Estado similar al que tienen otras monarquías parlamentarias”.

El principio monárquico, prosigue el discípulo y amigo de Manuel Sacristán, “que no acaba de casar bien histórica y teóricamente con la democracia salvo en contados casos, sí casa en ocasiones con la prudencia política”. Quizá, añade, “valga la pena apostar por la pacificación de un país que lo necesita para que acaben triunfando tarde o temprano unas instituciones más acabadamente democráticas.”

Tiene razón y da razones el profesor Capella. Así, pues, con la mayor prudencia política, sin olvidarse de la compleja y delicada situación política en la que nos encontramos, sin dar impulsos a las derechas, sin dividir a la ciudadanía, sin crispar, con el ánimo de cultivar el republicanismo bien entendido y abonar nuestra cultura republicana, una cultura en construcción, doy cuenta de un manifiesto republicano que corre por las redes. Se lo copio y comento:

El título dice mucho, es asunto esencial: “Manifiesto por un republicanismo solidario e inclusivo”. Nada que con otras perspectivas excluyentes y supuesta y falsamente republicanas.

Los abajo firmantes, abre así el manifiesto (no se incluyen firmas por el momento), se declaran republicanos.

Algunos hemos sostenido y sostenemos una defensa más activa y política del proyecto, otros nos limitamos a defender un republicanismo más teórico o cultural. Algunos somos progresistas y nos consideramos de izquierdas, otros somos liberales o conservadores. Algunos no somos creyentes, otros tenemos convicciones religiosas aunque apostemos por una separación entre Iglesia y Estado. Aunque nuestros argumentos y puntos de vista sobre muchas cuestiones sean distintos, todos queremos lo mejor para nuestro país y pensamos que los ideales de igualdad, libertad y solidaridad son la mejor forma de conseguirlo.

Podemos discutir, continúa el manifiesto, si resulta apropiado o no exigir en este momento el advenimiento de la República (ya hemos hablado de la necesaria cautela en este punto), “pero consideramos en todo caso que una jefatura del Estado no votada por la ciudadanía no es la mejor forma de gobierno: las conductas insolidarias del ex Jefe del Estado nos refuerzan en nuestras convicciones”.

Pero en todo caso, prosiguen y este punto es central, se rechaza con contundencia en el manifiesto “los intentos de aquellos que levantan la bandera republicana como estrategia de destrucción de nuestro país”. No es eso realmente lo que se defiende.

El republicanismo de los independentistas resulta incompatible con las ideas de libertad, igualdad y solidaridad pues se basa en el enfrentamiento entre territorios e identidades y es utilizado como instrumento para la destrucción del demos común y solidario que pretendemos construir los republicanos. De alcanzar sus objetivos provocaría la balcanización de la Península Ibérica y bloquearía cualquier proyecto de solidaridad entre aquellos que hoy convivimos en España haciendo imposible durante generaciones un proyecto civilizado de coexistencia.

Los republicanos, se señala en el manifiesto con toda razón, “también tenemos que combatir las opciones políticas secesionistas porque propician que muchos ciudadanos que no simpatizan con la monarquía se abstengan de apoyar una opción republicana de manera más explícita.” Por lo demás:

La experiencia con el estado autonómico y últimamente la pandemia del Covid-19 han puesto de manifiesto la necesidad de profundizar en fórmulas más estables y decididas de cooperación territorial. Pensamos que la arquitectura institucional más idónea sería el de una República diversa y solidaria, pues superaría el actual marco de convivencia cuasi-confederal al que nos ha arrojado la dinámica competitiva entre territorios, lenguas e identidades.

Se señala, con énfasis, que la cultura republicana, que el proyecto republicano tiene que ser políticamente inclusivo y opuesto al sectarismo.

No debe ser patrimonializado por proyectos políticos determinados, sino tener un fundamento plural con capacidad de incluir a sectores amplios de la sociedad española, incluyendo el centro político, el liberalismo y los sectores conservadores del país. Una de las causas del fracaso de la última experiencia republicana fue justamente el sectarismo practicado por muchas de las organizaciones que la apoyaban, un sectarismo que pretendemos dejar atrás pues sólo así será posible consolidar en España un proyecto solidario, plural y sostenible de base republicana.

Así finaliza el Manifiesto: consolidar en España un proyecto solidario, plural y sostenible, que incluya a sectores amplios de la sociedad española.

Se buscan firmas de apoyo. Nada de personalidades ni de títulos para impresionar o ‘seducir’. Sólo nombres y apellidos. Si se animan, si les apetece sumar su firma, les dejo dos direcciones donde puedan hacerlo: afsteinko@gmail.com y [email protected]

Dos notas complementarias, también republicanas. La primera, del miembro del colectivo Juan de Mairena, Jesús M.ª Puente González:

Buenas noches S. M. nos ha mandado el proyecto de Manifiesto Republicano que promueve AFS y quería informarte de mí apoyo y deseo de firmarlo. Creo que el manifiesto es breve y señala con el dedo y claramente a los falsos republicanos, a la vez que caracteriza con una pincelada lo que es  hoy realmente  la institución monárquica en España. Se podrían decir muchas más cosas, pero lo que no se puede hacer es pretender ocultarlas poniendo como excusa el republicanismo postizo de los nacionalismos periféricos. El debate, el problema y el conflicto ya están ahí y no defenderemos las posibilidades democráticas de la Constitución de 1978 si no lo abordamos con todas las de la ley. 

El momento o no de manifiestos como este, en mi opinión, es el de la capacidad para darles difusión y hacerles llegar a sectores importantes de la izquierda y de la población. Ese momento casi nunca es el mejor porque somos los que somos, pero si el texto es bueno y inclusivo me parece buena idea darle difusión y valorar la idea de hacerlo público.

Creo que la manera de intervenir en el debate es la de mostrar las vergüenzas antidemocráticas de la actual monarquía en España, y la total inclusividad republicana de la Constitución actual. Es lo que intenté parcialmente en el artículo que me publicaron en agosto en el periódico de aquí [Diario Montañés, 6-VIII-2020]. Creo que hay que tener en cuenta con mucha claridad, que la derecha y la propia corona están apostando con casi todo lo que tienen por mantener el privilegio y la corrupción asociadas hasta ahora solo al emérito. El que el PSOE pasé a formar parte de esa operación es cuestión de tiempo si es que no lo está ya. Las consecuencias de la consolidación de ese proceso serían, entre otras muchas, las de hacer crecer el nacionalismo periférico y todos los riesgos asociados. 

Disculpa que me extienda con cosas que conocemos bien. A ver si las vacunas nos sacan de esta y podemos volver a vernos más pronto que tarde.

Cuidaos mucho y recibid bien el año.

Un abrazo bien fuerte.

La segunda nota es del profesor jubilado Javier Pardo. Fechada el 11 de enero de 2021, “Suspiros de España” es el título:

Hay otra línea que se ha abierto en esta digna controversia, surgida en torno a firmar, o no, el escrito de “ex-políticos e intelectuales por una plataforma progresista”, de cara a las eleccions catalanas del próximo 14 F.

Se trata de la emoción que decíais arriba, que os causa, a algunos de vosotros, el pasodoble “Suspiros de España” (SdE), sobre todo la versión cantada por “El Cigala”. Aplaudo, pues, por partida doble: porque se habla de emociones, y porque se habla, sin tapujos, de SdE.

Algunos recordaréis, quizás, que lo de SdE me ha llevado a escribir sobre eso alguna vez, e incluso a alcanzar a pergeñar un artículo de 6.000 caracteres, que publiqué.

Y es que SdE es, en su origen, un pastel de merengue horneado, que, en el primer tercio del s. XX, se vendía en una confitería-cafetería de Cartagena llamada “España”, y se llamaba, por tanto, SdE.

En aquél entonces, los que serían mis abuelos, bisabuelos, y parentela -por parte de madre y de padre- eran cartageneros, de modo que, sus descendientes nacidos en Cataluña (p.e., yo), hemos conocido y saboreado, “toda la vida”, ese dulce en su versión domésticamente elaborada.

Y ya me veis a mí, desde finales de los 1960, hecho un “progre” y organizándome a primeros de los 1970 en el PSUC, y en las CC.OO de Cataluña (antes de su desgraciado paso -no tan sólo nominal- y llamarse, y ser, la CONC), aprendiendo que ante según quién de entre els companys, la sola pronunciación de las palabra SdE en una banal conversación, me podía proporcionar un tipo u otro de reprobación, o que se me mostrara una sonrisita despectiva. De modo que, pronto, empecé a dejar caer (con cualquier excusa) las palabras SdE ante companys i companyes, para provocarles, y para saber, con quién me jugaba los cuartos y el tipo.

Y ni os digo cuando constaté, paralelamente, que SdE era, también, el título de un pasodoble compuesto en 1902, por un músico y director de una de las muchas bandas de naturaleza militar o civil que habían en Cartagena, Antonio Álvarez, y que con aquel nombre (su sobrino fue el autor de la letra), titularon su composición.

Ese es, pues, el origen de una música en pasodoble y su letra, SdE, que tanto reconocéis que os (nos) emociona.

Pero hay más “brasa” para daros al respecto:

Es fama que, entre los años 1940 y 1970, el pasodoble SdE era una pieza musical muy estimada por los españoles republicanos exiliados -o sea, los nuestros, los “rojos”- en las fogueres de los barrios de valencians de Argel y Orán, o en las fiestas de Fin de Año en el “Teatro Cervantes” de Tánger, o en el “Club Valery Chkalov” de Moscú, o en “La Guinguette fleurie” de Casablanca, por donde bailotearon familiares míos muy “rojos”, a la par que muy queridos: Arconada, Cánovas, Campos, Cauxola, Ferrer, Iniesta, Martínez, Usatorre, etc., bastantes de los cuales me contaban -o sus descendientes- con qué emoción, y con qué congoja se lanzaban a bailar las españoles y los españoles a la pista, en cuanto sonaba SdE.

Tan vinculado está, pues, el pasodoble SdE al “rojerío” hispánico, que véte tu a saber a qué dirigente comunista (¿Pasionaria, Carrillo, Solé Tura…?) se le ocurrió que fuera el emotivo motivo musical que cerrara, entre 1941 y 1977, los programas informativos de “Radio España Independiente”, alias “La Pirenaica”.

De modo que, hablando de SdE y de emociones, y yendo “a lo que yo me vengo a referir”, quisiera saber cuánta emoción crearía -y entre cuántas- de, por ejemplo, las respetables personas (“ex-políticos e intelectuales”), que impulsan y firman el reciente escrito ese por una “plataforma progresista”. Me temo que muy pocos…

Un abrazo, y mucha salud.

Les dejo con unos mandamientos republicanos (Guadalajara, 31 de mayo de 1931), desconocidos por mí hasta fecha reciente. Más emociones.

[Os deseamos, en todos los idiomas, que no dejéis de sonreír, soñar, amar y emocionaros]

Por cierto, ¿es normal (si lo es, qué tipo de normalidad es esa) que l’Escola Oficial d’Idiomes (EOI) de Maó felicite las fiestas en catalán, francés, italiano, inglés y alemán y no lo haga en castellano? ¿Es razonable? ¿Qué racionalidad es esa? La felicitación sesgadamente ‘plurilingüe’ (¡en tots els idiomes!) de un Instituto oficial de idiomas.

Notas

1) Mi fuente: Màrius Carol, “Trumpistas a la catalana” http://lavanguardiakiosk.milibris.com/share/article/2141d497-e1ad-44df-b0b4-df7bb6681084/54f8fcfa-b439-46b5-aae2-a13953bf210d).