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Un país para hombres

Fuentes: Haaretz

Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.

¿Por qué se niega R. a testificar? Hay una serie de respuestas posibles a esta pregunta.

Uno podría pensar que se había acostumbrado a visualizar escenas desagradables, sobre todo después del juicio contra el expresidente Moshe Katsav. Sin embargo es nauseabundo imaginar el jefe de la Oficina del Primer Ministro -un judío de edad avanzada que lleva solideo y, según sus allegados, es también una persona muy agradable- cuando supuestamente se agachó para tomar fotografías obscenas de R., una mujer joven que trabaja allí. Esto es así y, si bien no se trata de violación, se decidió no transferir el caso a la policía.

Pero a pesar de ello R., la única persona que perjudicada en este asunto, se niega a quejarse o dar testimonio en contra de Natan Eshel, a pesar de que en el pasado, divulgó detalles sobre el acoso que sufrió de varias personas.

¿Por qué se niega R. a testificar? Hay una serie de respuestas posibles a esta pregunta. Si dejamos de lado la posibilidad de que no pasó nada y que «todo es solo chismes», como declaró el Primer Ministro Benjamín Netanyahu en un primer momento. La respuesta obvia es que este es el mensaje que recibió la gran cantidad de 165.000 mujeres que sufrieron acoso en sus lugares de trabajo en el último año (datos recogidos en una encuesta realizada por el ministerio de Industria, Comercio y Trabajo) cuando fue el proceso al expresidente Katsav y otros similares. Según esa misma encuesta, sólo el 7,6% ciento de las mujeres acosadas se quejó a la persona encargada de la cuestión en la oficina donde trabajaba, y el resto temió hacerlo.

R., bajo este supuesto, no quiere ser el centro de un caso de este tipo, donde es razonable esperar que los abogados de la otra parte, si es que lo son, presenten duras acusaciones en su contra, examinen cada detalle de su vida y hagan todo lo posible para ensuciar su nombre.

Otra posibilidad es que R. sienta vergüenza. A pesar de que todos los trabajadores de la Oficina del Primer Ministro, sabían su nombre, al igual que unos pocos periodistas, R. comparte la opinión de que una mujer es culpable si los hombres la acosan, porque es seductora y provoca inclinaciones pecaminosas. Esa es la premisa básica que hacen todos los que quieren excluir a las mujeres, o que, ante todo, consideran a las mujeres como objetos sexuales. Y, en vez de aprender a controlar sus impulsos, quieren liberarse de esa tentación.

No son sólo los ultrartodoxos. Los hombres seculares, e incluso las mujeres laicas, especialmente aquellos que han aprendido a funcionar bien en los marcos laborales masculinos, también se ven afectados por este punto de vista. Como el exasesor del Primer Ministro, Yossi Levy, y el analista político Hanan Kristal, que participaron en un programa de radio cuya conductora, Ayala Hasson, relató cómo una mujer joven y atractiva fue removida de un cargo importante para que un funcionario varón de más edad no continúe por más tiempo acosándola. Ambos hombres declararon que apoyaban esta forma de tratar el asunto. O como la escritora Irit Linor, que llamó «puta» a una joven mujer que se quejó de acoso sexual porque el agresor era un hombre casado.

Una tercera posibilidad es que R. sienta que cooperó con su acosador cuando decidió evitarlo en vez de enfrentarlo (al igual que el 92,4% de las mujeres que sufren acoso sexual, según la encuesta). Y por lo tanto, a sus propios ojos, no es menos culpable que él.

También existe una cuarta posibilidad: R. tiene miedo de perder su puesto de trabajo, sobre todo después de que Eshel, de acuerdo con reportes de la prensa, fue el que apoyó su continuidad en el empleo pese a la oposición de la esposa del Primer Ministro, Sara Netanyahu.

Cada una de estas razones, dice mucho más de nosotros, como sociedad, que de R. A pesar de que en el caso de Eshel y R., eran dos hombres, el secretario del gabinete Zvi Hauser y el Director Nacional de Información Yoaz Hendel, que decidieron enfrentarse al problema, y ​​aunque hay otros hombres que, como ellos, detestan cualquier tipo de acoso o coerción de las mujeres, el Israel de 2012 sigue siendo un país principalmente para los hombres, y no necesariamente los de la clase correcta.

Fuente: http://www.haaretz.com/print-edition/opinion/a-country-for-men-1.410532